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Paz y Ciencia

miércoles, 16 de junio de 2010

Trasferencia Narcisista.


pág. 154 de "Análisis del Self". Heinz Kohut. Amorrortu.

La cuestión de la intervención activa del terapeuta, sin embargo, es de gran importancia en el tratamiento de ciertos tipos concretos de personalidades narcisistas. Aichorn (1936), al introducir su técnica activa para crear un vínculo afectivo terapéuticamente eficaz con el analista en la terapia de delincuentes juveniles, fue quien dio los primeros pasos en la teoría y técnica en este campo. Anna Freud (1951) describió la técnica de Aichorn de la siguiente manera: "El impostor, debido a la estructura narcisista peculiar de su personalidad, es incapaz de formar relaciones objetales; con todo, puede vincularse con el terapeuta a través de una descarga de libido narcisista. Pero su trasferencia narcisista se establecerá solamente cuando el terapeuta sea capaz de presentar al impostor [...] una réplica magnífica de su propio yo e ideal del yo delictivos".
Al sugerir que el analista se ofrezca a sí mismo en forma activa al paciente como un ideal del yo, Aichorn no distinguió entre el ideal del yo y su precursor, la imago parental idealizada, ni tampoco asignó una posición separada y especial al self grandioso. Sin embargo, el breve resumen de Anna Freud sobre la técnica activa de Aichorn en estos casos es específicos es bastante compatible con las formulaciones teóricas propuestas respecto de las condiciones trasferenciales que se establecen en el análisis de un amplio espectro de trastornos narcisistas de la personalidad, además de los casos de delincuencia juvenil. Cuando por ejemplo Anna Freud dice que el terapeuta presenta al impostor "una réplica magnífica de su propio yo e ideal del yo delictivos.", esta afirmación se asemeja en parte a la distinción entre una trasferencia basada en un self grandioso reactivado terapéuticamente (en forma específica, una relación gemelar o de álter-ego con el terapeuta) y una trasferencia basada en una imago parental idealizada reactivada.
La aplicación al trabajo de Aichorn de las consideraciones anteriores relativas a la intervención terapéutica activa nos será provechosa para agudizar nuestra comprensión teórica de este problema técnico.


Kohut y Winnicott están de acuerdo en que las fallas narcisistas dadas en la fase sensible de la infancia pueden dar lugar a quiebres en el Self, en la identidad. Estas fallas narcisistas originan trastornos del self como el narcisismo patológico y el trastorno borderline. Kohut considera que en el tratamiento de la persona con trastorno de personalidad hay una fase de identificación donde aparece un self grandioso, una fase en la que se imita al terapeuta por identificación, desde la vestimenta a detalles particulares del hablar y después una fase de empatía donde se puede empezar a realizar el trabajo terapéutico. El desarrollo de esa identificación es la forma de representar a un padre que le protege y le da sostén, cuando se vayan suavizando las características patológicas como la rigidez y la grandiosidad se podrá entrar en un territorio realmente interesante. Esto es especialmente vistoso en el análisis de candidatos a psicoterapeutas, donde la rivalidad también juega un papel menor, allí el analista cobra un papel idealizado, es un ejemplo de lo que puede suceder en una trasferencia narcisista. Rodrigo Córdoba Sanz

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