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Paz y Ciencia

sábado, 12 de junio de 2010

Estilo obsesivo-compulsivo


Encontramos 3 características según David Shapiro:
1) la rigidez, 2) el modo de actividad y la distorsión de la experiencia de autonomía, y 3) la pérdida de la realidad.

Rigidez

El término "rigidez" se utiliza frecuentemente para definir varias características de la gente obsesivo-compulsiva. El término puede referirse, por ejemplo, a una postura corporal acartonada (lo que Wilhem Reich llamaba "coraza caracteriológica"), a un comportamiento social afectado, o a una tendencia general a persistir en una acción que ha dejado de ser importante o que incluso se considera absurda. Pero, sobre todo la "rigidez" describe un estilo de pensamiento.
Un ejemplo típico de este tipo de pensamiento lo encontramos en el dogmatismo y lo categórico de las convicciones de este tipo de personas. Incluso entablar una conversación corriente con una de estas personas (dice Shapiro) es a menudo muy frustrante, y lo es por una razón en particular. No lo es, ni mucho menos, porque uno se encuentre con una oposición inesperada; una discusión de esta naturaleza es, por regla general, frustrante porque uno no experimenta ni un desacuerdo real ni tampoco un acuerdo. No hay en absoluto una comunión de mentes, y uno tiene la impresión de no ser escuchado, de recibir una atención indiferente.

El modo de actividad y la distorsión general de la experiencia de autonomía
Uno puede describir, en cada estilo, además de un modo cognitivo característico, modos interrelacionados de actividad, de experiencia de afecto, etcétera. Sin embargo, no cabe duda que entre los estilos no sólo existen diferencias en la forma de funcionamiento dentro de zonas como éstas, sino que también encontraremos diferencias en la importancia que las distintas zonas pueden tener en el conjunto de la organización psicológica. En el estilo obsesivo-compulsivo la experiencia de afecto se retira como un todo, como pronto se hará evidente; es propio de la naturaleza de este estilo que la vida gire en torno de la actividad laboral y de ciertas clases de experiencias subjetivas asociadas a ellas.
El rasgo más sobresaliente de la actividad del obsesivo-compulsivo es su abundante cantidad y, junto con esto, su intensidad y concentración. Esta gente puede ser muy productuva en actividades socialmente apreciadas, pueden ser intensamente activas en una determinada clase de trabajo aunque existen casos en los que quedan bloqueados.
En particular, el trabajo que quizá mejor le cuadre es el técnico y extremadamente rutinario. En realidad, muchos síntomas compulsivos no son otra cosa que unas extravagantes intensificaciones de tales actividades.
La cuestiónm básica de la ocupación, con más o menos frecuencia, pro parte de esta gente en intensas actividades de este tipo tiene su importancia, por lo que vale la pena apuntar que es un modo de funcionamiento que cuadra perfectamente con su rígida cognición.
Para estas personas todo parece intencinado. No hay nada que no requiera esfuerzo. Esta tensa intencionalidad, o sentido de consecución, no puede simplemente considerarse como una expresión ampliada de la sensación de esfuerzo que siente todo aquel que participa en una actividad que, de alguna manera, pone a prueba sus capacidades. Para la persona compulsiva, la sensación de esfuerzo está presente en cualquier actividad, tanto si pone a prueba sus capacidades como si no.

La pérdida de la realidad
A veces, la gente obsesivo-compulsiva se preocupa (es decir, hace su complejo trabajo mental) por cosas que aunque no sean enteramente improbables, sí son verdaderamente absurdas (a priori). Sus preocupaciones -ideas hipocondríacas, por ejemplo- pueden ser tan estrafalarias que a menudo rondan lo alucinante. Aunque uno llegue a comprender los motivos que pueda tener la persona para sentirse preocupada, ¿no es un estado incipiente de alucinación eso de ponerse a hablar como si creyera que ha contraído una enfermedad grave a través de la más remota y complicada cadena de contactos?
Antes he hecho mención del estrechamiento de la atención de la persona obsesivo-compulsiva, de su preocupación por el detalle técnico, y de su pérdida del sabor y del impacto de las cosas. Esta clase de cognición -quizá junto con la disminución y restricción generales de a experiencia subjetiva de cualquier inmediatez- parece que tiene, con respecto a su aprehensión del mundo exterior, una consecuencia adicional sobresaliente: la pérdida de la experiencia de certidumbre.

Estas son algunas de las ideas de David Shapiro sobre el estilo obsesivo-compulsivo.
Yo discrepo de muchas de sus aseveraciones. Estoy de acuerdo en la rigidez y en la pérdida de la realidad. Pero creo que se enfoca el problema desde el costado de la salud. Estas personas pueden ser muy trabajadoras y exquisitas en la precisión de sus trabajos. A veces puede bordear o traspasar lo dogmático y ellos pueden considerar que su criterio de normalidad es el estándar y que los demás están equivocados. Se interesan por cuestiones que abordan extensamente y que llevan hasta sus últimas consecuencias. La convicción de estar en lo cierto, les puede llevar a traspasar el camino de la duda obsesiva. Aunque esto es más típico del estilo paranoico.

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