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Paz y Ciencia

jueves, 17 de junio de 2010

Estructuras en Psicoanálisis e Historia

Les traslado unos comentarios de Enric Berenguer que luego comentaré.

Los tres términos que encabezan este módulo, represión, forclusión, renegación, corresponden aproximadamente a tres términos freudianos: Verdrängung, Verwerfung, Verleugnung. Tienen en común que son tres modalidades del "no querer saber", aunque muy distintas. Sin embargo, hay que tener presente, para entender todo lo que diremos a continuación, que tanto la traducción de alguno de estos términos alemanes como su definición, amén de las distinciones respectivas a establecer entre unos y otros, no se deduce ipso facto y sin dificultad leyendo, sin más, la obra de Sigmund Freud. Ésta constituye un edificio complejo, que se fue construyendo lentamente a medida que la experiencia clínica y su elaboración teórica lo exigían. De ahí que resulte difícil tener una visión de conjunto y sistemática de los conceptos que en ella se encuentran.



La lectura que haremos de la problemática que nos ocupa se basa en un examen de conjunto de la obra de Freud, examen cuidadoso que trata de buscar su lógica sistemática. Así, algunas nociones, como por ejemplo la de Verwerfung, que en los textos de Freud no alcanzan estrictamente hablando la categoría de conceptos, son elevadas a ella por Jacques Lacan.



En el caso concreto de la Verwerfung, Lacan la considera una clave importante de la teoría freudiana, expresión de una intuición certera que Freud no pudo formalizar suficientemente, pero que abre la puerta a una comprensión de las psicosis. Si Freud no pudo convertir esa noción en un concepto fue, en buena parte, porque no estaban a su alcance una serie de recursos como los que más tarde aportarían la lingüística de Saussure y Jakobson y la antropología estructural, particularmente la de Lévi-Strauss.

¿Cuál es el problema del que nos ocupamos?







Pero, ¿cuál es el problema que tratamos de resolver? ¿Por qué ponemos en serie estos tres términos que nunca se encuentran dispuestos así, en una lista, sistemáticamente, en la obra de Freud? Lo que intentamos resolver es un problema importante. Se trata de mostrar cómo se pueden establecer y fundar diferencias cualitativas entre grandes dominios de la clínica, es decir, entre grandes grupos de trastornos o síntomas, separados por fronteras que no admiten cuestiones de grado.



Esto es una cuestión de peso, porque supone una visión muy determinada de la clínica, y hay que advertir que hoy día no parece ser tal la visión dominante. Decimos "no parece", porque la confusión que a veces encontramos entre afirmaciones distintas que pretenden ser compatibles, la distancia entre lo que se dice y lo que en realidad se practica, las modas cambiantes en los diagnósticos, etc., configuran un panorama en el que no es fácil orientarse.



Sin embargo, es indudable que una distinción clásica en psiquiatría, distinción que, por otra parte, el psicoanálisis freudiano había contribuido considerablemente a afianzar, parece haber quedado cada vez más relegada. Nos referimos, en particular, a la distinción entre neurosis y psicosis.



Si examinamos los manuales de diagnóstico que predominan desde hace algunos años, es decir, los de la serie DSM en sus diversas ediciones, vemos que dicha distinción ha tendido a difuminarse hasta extremos insospechables en un pasado no muy lejano. La promoción de categorías como los "Trastornos de la personalidad" o de la expresión borderline (estado fronterizo) se acompaña de la práctica desaparición de categorías clásicas perfectamente establecidas como la histeria, la cual parece haber pasado a mejor vida, en contra de lo que puede comprobar cualquiera que se dedique a la clínica.



Hay que decir, en este sentido, que dentro de la misma psiquiatría, y en concreto también en nuestro país, se alzan ya voces contra esta absurda liquidación de cuadros que forman parte de la experiencia más común. Sin embargo, aunque esto sea alentador, el problema es más de fondo.



El paso del tiempo ha ido construyendo un edificio psicoanalítico amplio, rico en aproximaciones y aperturas, en las instituciones continúa, no obstante cierta cerrajón a otras posturas pero parece que esas asperezas se van limando.
Berenguer es lacaniano. Lacan fue un reinventor del psicoanálisis, tuvo correspondencia con Winnicott y como anécdota al traducir al francés el trabajo de Winnicott sobre los objetos transicionales lo hizo sin poner la doble t. Queda recopilado en "El gesto Espontáneo", esa carta que escribió a Lacan diciendo algo así como: "por cierto mi apellido se escribe con doble t pero eso no tiene importancia ahora". Es una cuestión de identidad. Y un descuido muy grave entre psicoanalistas, así mismo, casi acongojado le contestó Lacan a Winnicott y rectificó aunque la traducción ya estaba en imprenta, Winnicott había recibido una copia. Lacan se veía en Winnicott como un luchador que quería renovar el horizonte psicoanalítico, como un incomprendido y como un gran creador, ambos tenían foros donde expresar su obra, Lacan fue muy admirado entre el grupo francés aunque acabaría fuera de la IPA. Winnicott se sitúo entre Melanie Klein y Anna Freud, como dice Horacio Hetchegoyen no fue exactamente una postura neutral sino que el propio Winnicott defendía con fortaleza su opinión aunque no gustara su afán por el mundo externo de la persona, por el ambiente. Era algo que resultaba novedoso y que no entraba dentro de las fantasías kleinianas y la envidia e instinto de muerte. Así como los mecanismos de defensa de Anna Freud quien algún kleiniano llegó a decir que se lo había escrito su padre, y bien es cierto que Anna Freud estuvo cuidando a su padre como si de una enfermera se tratara, de hecho lo único que no hicieron juntos fue el acostarse pero la relación tenía visos de incesto en una sociedad victoriana. Ella y Freud compartieron el gusto por el psicoanálisis y se enfrentaron en la Sociedad Británica de Psicoanálisis dos posturas muy firmes. De donde Winnicott, tiempo después sacó jugo porque es el analista, hoy en día menos conocido y más aceptado por las contribuciones más genéricas como el objeto transicional, el uso del objeto, las defensas maníacas, tributo a Melanie Klein en su obra para formar parte de la Sociedad Británica. Además su contribución como pediatra tenía un gran valor y Melanie Klein confió el análisis de uno de sus hijos a Winnicott pero le quería supervisar, historias casi del corazón.
En aquella época las estructuras estaban definidas, la histeria era un cuadro en auge, la neurosis obsesiva también y las patologías caracteriales no tuvieron su lugar hasta tiempo después. El DSM, como ateórico se separó del psicoanálisis y creo diagnósticos en base a signos y síntomas. Estudios de laboratorios sin estudiar la psicodinamia. El psicoanálisis perdió fuelle en relación a nuevas escuelas y disminuyó su aceptación. Ahora bien, actualmente todo buen profesional tiene un serio bagaje de psicoanálisis para entender los mecanismos y procesos psicoeconómicos y libidinales que se dan en consulta. Ahora se está haciendo un acercamiento a las terapias sistémicas desde el psicoanálisis con Janine Puget e Isidoro Berenstein que con el Psicoanálisis Vincular tratan de crear un encuadre para entender las patologías en un contexto sociofamiliar. Aquí cabe decir que el papel de los 60-70 de la antipsiquiatría ha calado hondo en la investigación de los trastornos severos, esquizofrenias y otros tipos de psicosis. Ha trascendido de una forma colosal, aunque ahora se considere demodé.

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