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Paz y Ciencia

viernes, 4 de junio de 2010

Más confusión de lenguas


Castilla del Pino, un gran maestro de la psico(pato)logía no confiaba en el diagnóstico de borderline, para él había que ser más claros y no meterse en términos intermedios confusionales. Él hablaba de neurosis y psicosis.
El término borderline es de raigambre psicoanalítica, la mayor literatura de este trastorno es de origen psicoanalítico, ahora se realizan otras aproximaciones desde la psiquiatría basada en la evidencia y la psiquiatría biológica, desvirtuando lo que caracteriza el trastorno borderline en su origen: la negación, la omnipotencia del pensamiento, el pensamiento mágico, períodos disociativos, identificación proyectiva, ansiedad flotante y una neurosis polisintomática con síntomas psicóticos entendidos en orden de su psicodinamia.
El término trastorno límite ha sido despojado de su origen, basándose en la neurobiología, en síntomas y signos catalogados en el DSM-IV-TR. El DSM-V va a ofrecer un notable cambio respecto a la nomenclatura de lo borderline, donde tienen mucho peso Otto Kernberg y Gunderson.
Del DSM-II al DSM-V hay cambios que tienden hacia lo ateórico, para hacer el diagnóstico más fácil y estandarizado. Perdiendo los matices psico(pato)lógicos de su origen.
Ahora nos encontramos con que en psicoanálisis el borderline tiene una parte psicótica, al decir de Bion, quien estudió en el 57 estas estructuras y también otros autores como Winnicott de quien es buena prueba el libro que escribió una psiquiatra psicoanalista borderline hasta su cura, el libro se titula: "Retrato de mi análisis con Winnicott", de Margaret Little. Una auténtica joya.
La perversión del concepto borderline ha seguido atravesado por el imperio del DSM y de la psiquiatría biológica, reduciéndolo a síntomas que no pueden dar buena cuenta de la experiencia psicodinámica que da sentido a las vivencias del paciente.
Sólo un buen clínico con mucha experiencia en estos trastornos, puede inferir la psicodinamia de estos trastornos sin atender a las lecturas psicoanalíticas.
Lo ateórico del DSM entierra el psicoanálisis y lo reduce a pruebas de laboratorio y consensos entre profesionales.
Nos encontramos entonces con que el término está pervertido y pierde su sentido, la bibliografía del trastorno límite está basada en síntomas sin atender al aspecto motivacional de la conducta. No se entiende al sujeto singular en su entramado biográfico y contextual.
El resultado es una aproximación a estos pacientes como portadores de síntomas que se catalogan como TLP por tener ideas autolíticas o intentos parasuicidas junto a problemas en sus relaciones objetales.
Quienes trabajan de cerca con estos pacientes saben que sus vidas, muchas veces, son traumáticas, hay porcentajes para valorar el daño que pueden haber sufrido.
Pero el concepto de borderline psicoanalítico es más amplio que el de TLP de forma que no coinciden.
Nos podemos encontrar con que un psicoanalista puede diagnosticar de borderline a un paciente y de psicosis compensada si ha tenido un brote psicótico.
El TLP se diagnostica en base a unos criterios del DSM en lugar de atender a su aspecto psicodinámico.
Los psicodinamistas tratamos de ahondar en la patobiografía estudiando sus mecanismos de defensa, su modo de instalarse en el mundo y el significado de sus conductas y actitudes. El problema es que muchos psicoanalistas no han cambiado el encuadre o marco terapéutico para abordar estos pacientes.
Por esto siempre es saludable para el progreso de la ciencia el atender a otras miradas que tienen la misma finalidad de ayudar desde otros programas, por ejemplo más estructurados.
Creo que hay que combinar lo cognitivo-conductual con lo psicoanalítico y con las intervenciones vinculares para tener un buen manejo del caso.
La confusión seguirá allí, porque, tal vez, la praxis depende en gran medida de la personalidad del terapeuta y de como se vincula al paciente en la relación terapéutica. Lugar donde verdaderamente se desarrolla la cura.
El término recuerda el concepto de bizarro y bizarrería, el término es del castellano antiguo y significa gallardía y valentía, de forma que se decía de Hernán Cortes y su bizarrería, el término pasó al francés y a lo anglosajón de forma que quedó deformado como oscuro, confuso y en términos psicopatológicos como psicótico.

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