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sábado, 8 de mayo de 2021

Una madre winnicottiana

 


Si queréis post de Winnicott, lo puedo hacer aquí por comentarios o en IG:psicoletrazaragoza. Website: Contacta

Últimamente, en redes sociales, me he encontrado mucho con el tema de buena madre – mala madre. Qué te hace ser buena madre, qué decisiones, qué creencias, qué tipo de crianza. ¿Dar biberón es ser buena madre? ¿Y si porteo, eso es de buena madre? ¿Colecho o en su habitación? Al planteármelo enseguida me vino a la cabeza un concepto que aprendí durante mis estudios de psicología. Un concepto que me pareció interesantísimo entonces pero que he recuperado ahora con la maternidad. Es el de “madre suficientemente buena”, en inglés “good-enough mother”.

El término lo acuñó Donald Winnicott, un pediatra inglés al que le encantaba observar y escuchar a las madres, ya que consideraba que éstas eran las máximas expertas en sus hijos (os lo recomiendo mucho como lectura de crianza). Para Winnicott, los bebés cuando nacen no están integrados: están desorientados, desubicados, asustados… Es la madre (cuando digo madre me refiero siempre al cuidador principal) quién facilita el camino a la integración. Cómo? Simplemente siendo madre. Me explico. Pongamos que el bebé se acaba de levantar de una siesta. Al levantarse está tan desorientado que literalmente no sabe ni quién es. Y se asusta. Pero entonces ve a la mamá. “Ay, tu si que se quien eres. Eres mamá.” La continuidad de saber que él es el mismo se la da que mamá sea la misma. El hecho de que mamá esté siempre hace que yo pueda saber quién soy, que me conozca, que me integre.

Vale. Ha quedado claro lo de ser madre. Pero ¿qué es eso de suficientemente buena? ¿No sería mejor una mamá perfecta?. Definitivamente no. Además de imposible no es conveniente. ¿Os imagináis que presión para el bebé de una mamá perfecta? El también tendría que ser el bebé perfecto. La mamá solo tiene que ser suficientemente buena. ¿Y cómo se logra? No hay manual de instrucciones. El bebé te lo dirá. Una mamá suficientemente buena es la que se adapta a las necesidades del bebé y no al revés. Esto lo hace a través de tres funciones principales.

Holding: Literalmente sostener, contener. Tanto física como mentalmente. La mamá acuna al bebé, lo sostiene, pero también piensa por él, le presta su mente, le explica lo que le pasa. Seguro que alguna vez, mientras tu bebé lloraba, te has oído a ti misma diciéndole: ” Tranquilo, tienes hambre, ya estoy aquí, ahora comerás, qué nervioso te has puesto”. Eso es el holding.

Handling: El manejo del bebé. Que la mamá lo bañe, lo cambie, le ponga ropita limpia…

Object-presenting: La presentación de objetos. Es la mamá quién le enseña al bebé el mundo. La que se lo pone a su alance, se lo explica y se lo simplifica. El bebé ve al mundo a través de los ojos y las palabras de mamá.

¿Y dónde queda el padre en todo esto?¿ O la pareja? El papá favorece el entorno, hace el entorno mas fácil para la unión mamá-bebé. El papá ayuda a mamá (se ocupa de la casa, la ropa, la comida…), aportando así sentimientos de seguridad y amor que ella transmitirá al bebé.

Es importante tener claro que ser una madre suficientemente buena implica tener fallos y lapsos de ausencia muy breve (esos cinco minutos de ducha en los que tu hijo llora desconsoladamente, cómo si se fuese a morir, verdad?). Son también estos fallos y estas ausencias inevitables las que frustrarán mínimamente al bebé y contribuirán también a su desarrollo. Le ayudarán así a aprender, poco a poco y de manera muy progresiva que la madre no siempre estará, y que cuando la madre no está, él no desaparece ni se desintegra. (por eso llora tanto cuando se despierta y no te ve, tiene muchísimo miedo de desaparecer. Sin ti, él no sabe quién es).

Tengo que confesar que como madre he encontrado muy tranquilizador este concepto. No hay buenas ni males madres, hay madres suficientemente buenas. Y padres suficientemente buenos. Y si los escuchamos (a los bebés) y nos escuchamos a nosotras mismas todas estamos preparados para serlo.

martes, 28 de octubre de 2014

Sobre el Apego





Teorías del apego

La preocupación por la relación temprana del niño con su madre fue uno de los temas centrales de muchos investigadores. Los primeros trabajos en esta línea fueron realizados por René Spitz, (1935) psicoanalista, quien comenzó sus trabajos observando el desarrollo de niños abandonados por sus madres que llegaban a centros de huérfanos. Estas observaciones le permitieron concluir que la madre sería la representante del medio externo y a través de ella el niño podía comenzar a constituir la objetividad de éste.
En 1958, Bowlby plantea una hipótesis que difiere por completo de la anterior. Postula que el vínculo que une al niño con su madre es producto de una serie de sistemas de conducta, cuya consecuencia previsible es aproximarse a la madre. Mas tarde, en 1968, Bowlby define la conducta de apego como cualquier forma de comportamiento que hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro individuo diferenciado y preferido. Como resultado de la interacción del bebé con el ambiente y, en especial con la principal figura de ese ambiente, es decir la madre, se crean determinados sistemas de conducta, que son activados en la conducta de apego. Generalmente el apego tiene lugar en los primeros 8 a 36 meses de edad. En resumen sostiene que el sistema de apego está compuesto de tendencias conductuales y emocionales diseñadas para mantener a los niños en cercanía física de su madre o cuidadores.

Formas de apego

Las formas de apego se desarrollan en forma temprana y poseen alta probabilidad de mantenerse durante toda la vida. En base a como los individuos responden en relación a su figura de apego cuando están ansiosos, Ainsworth, Blewar, Waters y Wall, definieron los tres patrones más importantes de apego y las condiciones familiares que los promueven, existiendo el estilo seguro, el ansioso-ambivalente y el evasivo.
  • Los niños con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad. En el dominio interpersonal, las personas con apego seguro tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo.
  • Los niños con estilos de apego evasivo, exhiben un aparente desinterés y desapego a la presencia de sus cuidadores durante períodos de angustia. Estos niños tienen poca confianza en que serán ayudados, poseen inseguridad hacia los demás, miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados de los otros.
  • Los niños con estilos de apego ansioso-ambivalente, responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores.

Las experiencias que forman vínculo

El acto de coger el bebé al hombro, mecerlo, cantarle, alimentarlo, mirarlo detenidamente, besarlo y otras conductas nutrientes asociadas al cuidado de infantes y niños pequeños, son experiencias de vinculación. Algunos factores cruciales de estas experiencias de vinculación incluyen la calidad y la cantidad.
Los científicos consideran que el factor más importante en la creación del apego, es el contacto físico positivo (ej: abrazar, besar, mecer, etc.), ya que estas actividades causan respuestas neuroquímicas específicas en el cerebro que llevan a la organización normal de los sistemas cerebrales responsables del apego.
Durante los primeros tres años de vida, el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño adulto y coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida. De allí que las experiencias de vinculación conducen a un apego y capacidades de apego saludables cuando ocurren en los primeros años.
La relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador primario, esto es así, ya que esta primera relación determina el “molde” biológico y emocional para todas sus relaciones futuras. Un apego saludable a la madre, construido de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia, provee una base sólida para futuras relaciones saludables.
En la actualidad está tomando importancia la relación o vínculo de apego del niño con el padre, figura ésta de gran importancia para el normal desarrollo evolutivo de todo ser.

viernes, 14 de febrero de 2014

Dulce "castigo"



No dormir bien es el pan nuestro de cada día. Se trata de la maternidad y la paternidad.
La bebita no se queja demasiado, sobre todo, cuando duerme con los papás pero claro, es más cómodo que duerma en la cuna. Mi punto de vista es que duerma donde más cómodo está. Esto será bueno para la pequeñita criatura y para sus papás. Arrastramos una cultura donde el pensamiento de los "gurús" de la maternidad y paternidad moderna (y no me refiero aquí a Estivill), me refiero a tantas y tantas matronas y pediatras que abogan por la piel con piel, el colecho, la lactancia materna y otro tipo de cuestiones que generaciones anteriores no entienden porque, prácticamente, arrastraban la generación postfranquista.
Como podemos observar, la cultura o incultura llega, incluso, al trato de los bebés. Antes no era extraño que el bebé estuviera prácticamente todo el tiempo en la cuna y se le alimentara con biberón.
El modo de crianza influye, y mucho, en la salud posterior de la criatura, no solo en lo físico sino también en lo psíquico. Quién sabe si esta generación que llaman "ninis" son fruto de una pésima educación, evidentemente hasta la adolescencia.
Hay personas que me expresan su miedo a la adolescencia. Es una época de locura, de transición, de miedo, inseguridad pero también de oportunidad. Con una base segura, con una buena estructura familiar, las veletas de la adolescencia no girarán con virulencia. Obviamente no puedo decir que la lactancia natural, por ejemplo, sea una profilaxis de una adolescencia suave. Es más, creo que un adolescente sano es un adolescente rebelde porque necesita autodeterminación y transgredir (en ciertos márgenes) es algo absolutamente sano.
Si dudan acerca de tener un bebé miren para dentro, exploren cómo están, no hace falta ser superhombres o supermujeres. Hace falta querer y tener una inmensa capacidad de amor.
Muchos besos.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psícólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza.


domingo, 2 de febrero de 2014

Defensa de la lactancia: Rosa Jové

Entrevista a Rosa Jové publicada en “Bebés de Alta Demanda”
La psicóloga catalana Rosa Jové es conocida por su labor de investigación en el campo del sueño infantil, sobre todo después de la publicación del libro “Dormir sin lágrimas“, en donde desmiente algunas creencias erróneas sobre el sueño de los niños, dando a conocer las alteraciones más frecuentes y ofreciendo soluciones alternativas a los métodos de adiestramiento para dormir.
Los bebés y niños de altas necesidades suelen presentar más dificultades para conciliar el sueño, para mantenerse dormidos y para relajarse durante el día.
Por esta razón Bebés Alta Demanda ha entrevistado a Jové, para ayudar y dar respuesta a las dudas sobre el sueño de sus hijos a los padres de bebés muy nerviosos y a los que les cuesta más dormir.
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Bebés Alta Demanda: El sueño es un proceso evolutivo pero ¿por qué un bebé puede dormir sin que lo despierte ni una tormenta desde recién nacido y en cambio hay otros que se despiertan con el crujir del parqué?
Rosa Jové: Esta situación se produce tanto en niños pequeños como en adultos. Entre los factores que influyen se encuentra primero el temperamento de cada uno. Hay gente que tiene un oído más fino y que al mínimo ruido exterior que oye se despierta.
Sin embargo, además del temperamento, en los niños también influye la fase del sueño en la que se encuentran. Todos pensamos que cuando dormimos simplemente dormimos y ya está pero durante la noche vamos pasando por diferentes fases, en total hay cinco. A una de las fases le corresponde un sueño muy ligero, por ejemplo cuando nos dormimos delante del televisor y alguien te avisa “eh, que te estás durmiendo” y contestas que no es cierto que estabas viendo el programa.
Por otra parte, también existe una fase de sueño muy profundo del cual es muy difícil que nos despierten. Sabiendo esto, si un bebé está en una fase de sueño ligero, el más leve ruido como el volar de una mosca le despertará, en cambio si se encuentra en una fase de sueño profundo no le despertarán ni los fuegos artificiales.
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BBAD: ¿Por qué hay bebés y niños que tienen dificultades para relajarse durante el día y, en especial, antes de dormir?
R. J.: Los motivos son diversos. Uno de ellos es el nivel cognitivo de los niños. Se ha visto que los niños que tienen un nivel de cognición más alto, como los niños superdotados o con altas capacidades, captan más todo su entorno y durante el día están como más acelerados y les cuesta más relajarse. También los niños hipertónicos –los que tienen un sistema muscular muy fuerte- presentan más actividad y se relajan menos durante el día.
Las causas de la dificultad para relajarse pueden ser muy variadas pero hay muy pocas de patológicas en un niño. Simplemente hay niños que son más movidos y otros, que se relajan con más facilidad y son más tranquilos, pero no hay ningún problema en ello.
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BBAD: Mi hijo de 20 meses sigue despertándose por la noche entre cada 45 minutos y cada 2 horas. Además necesita de mí para volver a conciliar el sueño. En cambio, los demás niños de mi entorno duermen sin desvelarse durante 4 horas o más en la noche. ¿Son normales los multidespertares de mi hijo?
R. J.: El 54% de los niños de dos años todavía se despiertan por la noche. Entre 8 y 12 despertares en los niños de 20 meses pueden llegar a ser todos normales y no suponer ningún problema. También es cierto que ante un niño que se despierta, lo primero que hay que hacer es un buen diagnóstico y descartar alteraciones, como la apnea, que lo hicieran despertarse.
Pero si el niño no presenta ninguna alteración puede ser todavía normal que se despierte tantas veces. Esto no quiere decir que no se pueda hacer nada para que se despierte menos. A base de relajarlo durante el día, por ejemplo, podría saltarse algún que otro despertar, pero nada más.
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BBAD: Hay casos de bebés muy pequeños que no consiguen hacer siestas durante el día a pesar de intentar hacerlo acompañados de los padres. Algunos hacen microsiestas de 15-30 minutos. Esta situación les afecta pues suelen estar nerviosos y alterados la mayor parte del tiempo. ¿Peligra su salud? ¿Cómo podemos remediarlo?
R. J.: Esta situación que planteáis es parecida a la de la comida. Un niño al que se le deja comer cuando quiere no se morirá de hambre, lo mismo cuando a un niño se le permite dormir cuando quiere no se morirá de sueño. Los padres puede que sí pero los niños no.
Un niño que hace microsiestas puede estar perfectamente bien y sano si los padres, siempre que necesita una microsiesta, le dejan hacerla. El problema viene cuando el niño duerme en períodos cortos pero, como tienen que seguir algún ritmo (como el de la guardería, las compras… ), no pueden dormirlos y entonces van faltos de sueño. Si el niño puede hacer microsiestas, con ellas solucionas sus necesidades de sueño diurno y no representan ningún problema.
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BBAD: Después de leer la tabla de horas de sueño estándar cada 24 horas (p. 82 de “Dormir sin lágrimas”) ¿Por qué unos bebés duermen muchas menos horas que otros? ¿Por qué no todos necesitan dormir lo mismo?
R. J.: No hay nadie que necesite dormir las mismas horas -nos pasa también a los adultos- igual que no necesitamos la misma cantidad de alimento unos que otros, ya que dependiendo del tipo de vida que llevemos necesitaremos comer una cosa u otra o más calorías o menos.
Lo mismo pasa con el dormir, según el tipo de vida que llevemos, según nuestra personalidad y nuestro temperamento, necesitaremos más horas de sueño o menos. Si hacemos una media de las horas de sueño en los adultos suele salir entre 7-8 horas diarias.
Evidentemente no hay adultos que necesiten dormir una y adultos que precisen dormir 20 horas al día. Pues en los niños pasa lo mismo, las tablas de sueño infantil reflejan una media, por esto entre un bebé y otro puede haber hasta tres o cuatro horas de diferencia, igual que pasa con los adultos.
Hay a quien le basta con seis horas de sueño al día y a quien ocho le quedan muy cortas. Pero esto es algo inherente al ser humano. La cantidad de sueño que necesitamos es específica para cada uno.
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BBAD: Si mi hijo gasta mucha energía durante el día porque es muy activo y dinámico, ¿por qué duerme tan pocas horas entonces? ¿no debería necesitar más horas de sueño?
R. J.: No. El cansancio físico lo único que hace es alargar la fase de sueño profundo, una fase que tiene lugar a principio de la noche, al cabo de una hora que el niño se ha acostado. El cansancio no influye en la duración del sueño que responde más a factores personales -intrínsecos de cada uno- que de necesidad. Hay personas que necesitan dormir más y otras que necesitan dormir menos.
El cansancio físico lo único que provoca es una alteración del tipo de sueño pero por el cansancio no se va alargar nunca el sueño. Eso sí, puede que por cansancio físico (porque ha dormido menos o porque tiene retraso de sueño) un niño duerma un poco más en la noche, aunque esto a veces es contraproducente porque, a veces, lo que pasa es que duermen peor y están más irritables.
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BBAD: Sé que mi hijo necesita dormir porque expresa sueño y cansancio pero está acelerado y malhumorado y no se puede calmar, además de negarse en redondo a dormir. Sé que le haría bien dormir un rato. ¿Le obligo a hacerlo?
R. J.: Cuando un niño ya está cansado y malhumorado es porque ya tenía sueño antes y ya está sobrepasado de sueño. La solución estaría en ponerlo a dormir antes, cuando tuviese poco sueño y cuando todavía estuviese descansado. En estesentido, los padres no deben intentar que sus hijos aguanten despiertos hasta la hora de dormir si están cansados puesto que puede que cuando el niño se acueste, ya esté sobrepasadísimo y entonces será tarea imposible dormirle.
En el caso en que no sea posible, porque nos hemos despistado o por cualquier otra razón, entonces lo que hay que hacer es intentar relajar al niño. En lugar de ponerle a dormir, lograr que se calme antes, es decir, que él se de cuenta de que nuestra finalidad no es acostarle sino abrazarle, mecerle y tranquilizarle. Entonces, cuando está más tranquilo, le acostamos.
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BBAD: ¿Un bebé o niño se despierta fatal de la siesta? ¿Por qué? ¿Qué pueden hacer sus cuidadores para evitar esta transición a la vigilia tan estresante?
R. J.: Esto es común en muchos niños como también lo es cuando se despiertan por la mañana llorando. En ocasiones, un mal despertar de la siesta se produce porque lo hacen en medio de un ciclo de sueño que todavía no ha terminado, por ejemplo cuando algo les ha despertado y todavía no era su hora o cuando no han dormido lo suficiente.
Hay niños que suelen dormir dos horas de siesta y un día, por lo que sea, sólo pueden dormir una y se despiertan de malhumor. Lo único que hay que hacer es consolarlos y entender que no lo han pasado bien y darles a entender que no se repetirá.
Muchos adultos explican que si ellos duermen una hora de siesta se levantan de más malhumor que si duermen 20 minutos. Es la misma explicación que antes, los adultos hacemos ciclos de sueño de entre 60 y 90 minutos, si dormimos sólo 20 minutitos logramos descansar, en cambio si dormimos casi una hora, al no llegar a completar el ciclo y llegar a niveles más profundos de sueño –a pesar de haber dormido mucho-, nos despertamos de más malhumor.
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BBAD: Por la noche cuando duerme, mi bebé es muy inquieto (se mueve mucho, da patadas, gira varias veces sobre sí mismo). ¿Logra descansar lo suficiente así? ¿Es este sueño reparador?
R. J.: Sí, el sueño es reparador aunque el niño se mueva. De hecho, hay alguna fase, como la del sueño profundo, en la que la mente está profundamente dormida pero el cuerpo se activa. Es normal que se muevan en la cama en estas fases. El hecho de moverse no implica que el sueño no sea reparador. Hay gente que se mueve más en la cama y otra que se mueve menos pero no tiene nada que ver con que se produzca o no un sueño reparador.
Libros publicados de Rosa Jové:

martes, 26 de noviembre de 2013

10 verdades sobre el primer año





Leí una cantidad ingente de libros y artículos cuando estaba embarazada. Leí sobre crianza natural, sobre horarios para bebés, libros sobre comida para bebés y otros que explicaban cómo hacer que tu bebé sea feliz sin llorar. En definitiva, cualquier cosa que siguiera el espíritu de "tu bebé, tú misma". Si había algún libro para leer, te aseguro que le di una oportunidad.
Pensé que sabía todo lo que necesitaba saber.
¿Cuánta de toda esa información usé realmente? Algo. Un poco. Los mejores extractos de esto, un truco rápido de aquello, pero ningún libro era completamente preciso, y nada era, ni por asomo, tan fácil como esos libros insinuaban. Fable era ella misma, y al parecer, no había leído las mismas cosas que yo. La mayor parte de lo que leí fue una pérdida de tiempo.*
Estas son las cosas que me habría gustado leer en su lugar, antes de lanzarme a la maternidad con mis libros, mis gráficos y mis ideales. Son imperfectas y no todas son bonitas, pero me las he ganado a la fuerza y he intentado que sean lo más sinceras y fieles posible.
Esto es lo que me habría gustado saber:
1. Vas a ser malísimo en esto de la paternidad y vas a ser genial, todo a la vez, en cualquier momento. Vas a ser un padre y una madre distinto cada mañana con un hijo que será también diferente, que cambiará en cuestión de horas, o minutos, o delante de tus ojos. Habrá días buenos y días malos, minutos buenos y minutos malos, buenas decisiones y no tan buenas. Algunas cosas, probablemente un montón, las harás mal. Sé indulgente contigo mismo, porque te quieren y te necesitan como a nadie. Estás escalando el monte Everest a pelo, así que no te preocupes si al principio lo haces fatal.
2. Después del parto, el cuerpo está fofo, blando, con hoyuelos y extraño. Te avergüenzas de él y te duele, pero es precioso en su imperfección, y lo normal es que se quede así bastante tiempo. Una personita acaba de salir de ahí. Así que, con calma. Come bien. Pasea cuando estés lo suficientemente recuperada. Escucha a la gente que te dice que estás guapa. Tómatelo al pie de la letra. Recuerda por qué vales lo que vales.
3. Tu bebé no es como los otros bebés. Tu bebé es único, y tú y tu pareja sois los únicos expertos en él. Tu bebé no se portará como dicen los libros, no le gustará lo que se supone que le tiene que gustar, no hará lo que se supone que tiene que hacer y es normal y genial, perfectamente válido. Lo mejor que puedes hacer es dejar la literatura y ponerte a conocer a tu bebé. ¿Qué le gusta? ¿Qué le hace reír? ¿Cómo se duerme mejor? ¿Cómo suena cuando tiene hambre? Descubrir estas cosas te ayudará muchísimo más que las instrucciones que te dé cualquier desconocido. Tu vida o tu familia no tienen por qué parecerse a ningún modelo en concreto. Puedes seguir tus propias reglas. Sólo tienes que crear una vida que te funcione, y dar amor, seguridad y muchas sonrisas. Y si esto supone hacer una fiesta de tortitas a las dos de la mañana, no seré yo la que te diga que no la celebres. De hecho, puede que hasta me dé envidia.
4. Ya vale de decirle a la gente que todo debería ser fácil e indoloro. Vivimos en una cultura en la que la facilidad se equipara al valor de las cosas; cuanto más fácil, mejor, y si algo te cuesta más es porque te estás equivocando. Pero lo cierto es que a veces las cosas más difíciles valen realmente la pena. De vez en cuando, ocurre que las cosas que considerábamos más difíciles resultan ser las más simples y sencillas. A esto se le llama un milagro, y aunque lo puedas asociar en cierta medida a la lectura de un libro, a la alineación de los astros, a la manera mágica en que acaricias las plantas del pie de tu bebé o al té que bebes los jueves, se puede decir que se trata de un milagro. Y las probabilidades de que este mismo milagro le ocurra a TODOS LOS PADRES DEL MUNDO son ínfimas, incluso teniendo en cuenta los libros, los astros, el té y las caricias. Nuestras victorias nos hacen tanta ilusión que queremos compartirlas, pero es importante que sepamos que cada padre y cada madre se enfrenta a cuestiones diferentes. Lo que a unos les resulta sencillo puede ser la pesadilla de otros papás. Y el hecho de que tu bebé no duerma bien a las cinco semanas, aprenda a comer con cubiertos en su primer cumpleaños, llore demasiado o tus pechos se irriten al dar de mamar, no quiere decir que algo vaya mal. A veces las dificultades son positivas; nos hacen crecer. Y resulta que ser padres acarrea dificultades. Cualquier libro que te diga lo contrario es una mierda.
5. Hablando de mierda, quiero decir, de caca. Te han avisado. Te lo han contado. Pero a pesar de tanta advertencia, sigue siendo sorprendente, alarmante y absolutamente impresionante el tiempo que te vas a pasar controlando, oliendo, limpiando, evaluando, comentando, examinando y transportando caca. Acostumbraos a tratar con ella, porque la tendréis muy cerca. Así que podéis ir haciéndoos a la idea.
6. Cuanto antes descubras cómo aceptar de forma educada los consejos que no quieres oír, mejor. Por algún motivo, a la gente le encanta comentar sobre los bebés; todos tienen una opinión y todos quieren compartirla. Creo que la mayoría de los consejos que dan son bienintencionados (la mayoría, del estilo de "a mí me funcionó y estoy tan contenta que quiero compartir mi alegríííía contigo porque pareces bastante cansada"), lo cual al menos no resulta demasiado ofensivo, y es bastante sincero.
La cuestión es que puedes pasarte los próximos 12 meses a la defensiva contestando a señoras mayores o sabelotodos sin hijos o puedes decidir darle a todo el mundo el beneficio de la duda, sonreír y agradecerles sus consejos, en modo zen y convencida de que nadie mejor que tú sabe qué es mejor para tu hijo.
Si yo fuera tú, preferiría la opción zen.
Nadie va a por ti. Todo el mundo quiere que te vaya bien. Y de todas formas, que les den, porque estás criando un niño y eso es maravilloso. ¿Tu hijo ha comido hoy? ¿Está relativamente limpio? ¿Se ríe de vez en cuando? Pues ya está. Puedes asumir todos los comentarios, quedarte con los que te gusten y desechar el resto. Qué amable por su parte que se preocupen.
7. Empieza a hacer estiramientos, porque te toca ser flexible. No soy muy fan de comentarios generales como "a todos los bebés les gusta que les envuelvan en mantitas" o "el colecho es lo mejor para todos", pero sí hay uno que apoyo: los bebés son muy inoportunos. Tus horarios, tus horas de sueño, tus récords de puntualidad, tus fechas límites, tus mejores camisetas, tus relaciones: todo se va a volver caótico y complicado. Tienes dos opciones: convertirte en un ser permanentemente cabreado, frustrado y cansado, o tragarte tu orgullo y ser flexible. Pide ayuda. Acepta el fracaso. Llega tarde. Quédate en pijama. Ignora la vajilla. Aparta lo que puedas y alégrate si consigues sobrevivir con tus necesidades básicas cubiertas. Te vas a peder alguna fiesta y otra cosas importantes, pero no importa. Al contrario, será genial.
Quizás, solo quizás, seas uno de esos padres a los que les toca un niño mágico que responde a los métodos de los libros que has leído, o que es un santo por naturaleza y se ajusta como un guante a tu fabulosa y organizada vida. A esto también se le llama milagro. Te queremos y nos alegramos por ti. Pero por favor, cállate.
8. Lo más importante que necesitas para tu bebé no es una hamaca, ni un juego de sábanas, ni un cochecito. Lo más importante que vas a necesitar para tu bebé es tu gente. Tu gente te mantendrá a flote. Te ayudarán cuando estés cansada, te alimentarán cuando estés muerta de hambre, te perdonarán cuando llegues hecha un desastre con horas de retraso, o cuando te conviertas en una amiga negligente que no se acuerda de ponerse calcetines, por no hablar de los cumpleaños. Querrán coger a tu bebé cuando estés demasiado cansada o frustrada para tenerle en brazos, porque eres imperfecta y humana y cometes errores. Te recordarán quién eres cuando estés a punto de pensar que toda tu vida se reduce a caca. Te ayudarán a mantenerte en pie.
9. Tenemos que ayudarnos mutuamente a mantenernos en pie. Criar un bebé es una de las cosas más duras que muchos hemos hecho en la vida. Podemos hacernos pedacitos, criticarnos o mirarnos por encima del hombro los unos a los otros, o podemos querernos, admirar bebés adorables, echar una mano y celebrar victorias. No es tan difícil, venga. A nadie le importa si tu método es mejor. A todo el mundo le importa lo precioso que es tu hijo, así que tomemos un café y qué te has hecho en el pelo últimamente, nena, que estás guapísima. No seamos chungos. De verdad que no es tan difícil.
10. El éxito reside en querer mejorar. Aquí tienes una verdad: no sabes mucho sobre nada. Dentro de un año, cuando tu hijo cumpla uno, seguirás sin saber demasiado. Procura acumular toda la sabiduría que puedas. Aprende de tus errores. Sé humilde. Sé abierto. Cuando sepas qué se puede mejorar, hazlo. Sé un mejor padre y madre mañana de lo que lo has sido hoy, siempre, todos los días, hasta que puedas. Prueba cosas nuevas y deséchalas sin remordimiento si no funcionan. La vida no es un concurso o un juego, es simplemente una preciosa vida. Vive cada minuto, en lugar de apuntarlos en un marcador. Y quiere a ese bebé increíble.
Oh, queridos, ¡os lo vais a pasar tan bien!
shannon hannon

*Nota: al parecer hace falta aclarar que me gustan mucho los libros y que estoy a favor de leer. Leed libros a cualquier coste. Toneladas de libros repletos de una ingente cantidad de información. Pero no dejéis que los libros os estresen. Ni un solo libro va a solucionar la paternidad para todo el mundo. Ja, ya nos gustaría a todos. ;)
Este artículo se publicó originalmente en Girl of Cardigan.

http://www.huffingtonpost.es/karyn-thurston/ser-padres-10-verdades-sobre-el-primer-ano_b_4259490.html?utm_hp_ref=spain

jueves, 25 de abril de 2013

La Confusión de Nietzsche




Confusión
 
[...] Pero, junto a esa faceta positiva, la manera en que Nietzsche «superó» su destino infantil tuvo también funestos y devastadores efectos, porque el filósofo utilizó como arma contra el mundo aquello que más problemas le causó a él mismo: la confusión. De igual manera que él mismo se vio confundido hasta lo más hondo, en primer lugar por la terrible enfermedad del padre, y más tarde, una y otra vez, por la insoportable contradicción entre la moral predicada y el comportamiento fáctico de todas las personas-clave tanto en la familia como en la escuela, Nietzsche, a su vez, lleva de vez en cuando al lector a la confusión, presumiblemente sin darse cuenta él mismo. Yo experimenté este sentimiento de confusión cuando, después de tres décadas, empecé a releer las obras de Nietzsche. Treinta años antes, yo, empeñada únicamente en entender lo que Nietzsche quería decir, había dejado de lado este sentimiento. Pero la secunda vez me dejé guiar por él. Y así pude comprobar que a otras personas les sucedía lo mismo, aunque no emplearan la palabra «confusión» y no atribuyeran el origen de ese sentimiento a una necesidad compulsiva de repetición anclada en la persona de Nietzsche, sino a su propia falta de formación, inteligencia o profundidad intelectual. Esa es justamente la actitud que aprendemos desde pequeños: cuando los «mayores» (los más sabios) propagan, como si se tratar de verdades evidentes, toda clase de disparates, contradicciones y absurdos, ¿cómo podría un niño educado autoritariamente darse cuenta de que lo que oyen o es el colmo de la sabiduría? Hará todos los esfuerzos posibles para creerlo así, y esconderá a su propia vista sus dudas en lo más recóndito. Así es como muchas personas leen hoy en día los escritos del gran Nietzsche. Se atribuyen a sí mismos las causas de la confusión y se inclinan con reverencia ante el filósofo, tal como éste lo hizo quizás en su día ante su padre enfermo. Yo descubrí estas conexiones gracias a haber tolerado el sentimiento de confusión producido por la lectura de Nietzsche, pero aun así no considero este sentimiento como un asunto de mi única incumbencia. Hallé en los escritos de Richard Blunck, el cual se dedicó durante cuatro décadas al estudio de la obra y la vida de Nietzsche, un pasaje que confirma indirectamente mis experiencias. Al ser destruida durante la guerra una gran parte del material que Blunck había acumulado, éste tuvo que renunciar a publicar la gran biografía de Nietzsche que tenía planeada, y puso en manos de Curt-Paul Janz la continuación de la tarea. En la introducción a la biografía en tres volúmenes de Janz se hallan las siguientes palabras de Richard Blunck: Quien, como nosotros cuarenta años atrás, tropiece por primera vez con un libro de Nietzsche notará de inmediato que el libro pone a prueba algo más que su entendimiento, que ahí no basta con seguir el pensamiento del autor en su camino de las hipótesis a las consecuencias y de concepto en concepto, en busca de «verdades». Antes bien, el lector sentirá que ha penetrado en un formidable campo magnético del que emanan sacudidas de naturaleza demasiado profunda para poder capturarlas sólo con las redes del entendimiento. Más que una serie de juicios o de nociones, lo que le conmoverá será la persona que se halla tras eros juicios y nociones. Si tiene algo que defender, saldrá a menudo al paso de ellos; pero ya nunca más podrá desembarazarse del todo de la persona que los emite, ni sustraerse al campo magnético que ésta representa. Si sólo presta atención a los juicios que salen a su encuentro en sentencias imperiosas, y que a veces parecen abalanzarse sobre él, el lector tendrá pronto la sensación de hallarse en un laberinto en cuyas intrincadas galerías se le muestran inconmensurables riquezas, pero también el rostro amenazante del Minotauro que reclama víctimas humanas. Creerá hallarse ante las verdades más verdaderas, que dan de lleno en el corazón de las cosas; pero en el siguiente libro esas verdades más verdaderas se derogarán a sí mismas, y el lector sentirá que lo único que ha hecho ha sido penetrar en una nueva galería del laberinto. Con todo, el lector que mantenga despierto su ser y no se limite a tantear con el intelecto nunca perderá la certeza de hallarse más cerca de la vida y del verdadero rostro de ésta que con ningún otro pensador.
Alice Miller: "La llave perdida"
 
 



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