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Últimamente, en redes sociales, me he encontrado mucho con el tema de buena madre – mala madre. Qué te hace ser buena madre, qué decisiones, qué creencias, qué tipo de crianza. ¿Dar biberón es ser buena madre? ¿Y si porteo, eso es de buena madre? ¿Colecho o en su habitación? Al planteármelo enseguida me vino a la cabeza un concepto que aprendí durante mis estudios de psicología. Un concepto que me pareció interesantísimo entonces pero que he recuperado ahora con la maternidad. Es el de “madre suficientemente buena”, en inglés “good-enough mother”.
El término lo acuñó Donald Winnicott, un pediatra inglés al que le encantaba observar y escuchar a las madres, ya que consideraba que éstas eran las máximas expertas en sus hijos (os lo recomiendo mucho como lectura de crianza). Para Winnicott, los bebés cuando nacen no están integrados: están desorientados, desubicados, asustados… Es la madre (cuando digo madre me refiero siempre al cuidador principal) quién facilita el camino a la integración. Cómo? Simplemente siendo madre. Me explico. Pongamos que el bebé se acaba de levantar de una siesta. Al levantarse está tan desorientado que literalmente no sabe ni quién es. Y se asusta. Pero entonces ve a la mamá. “Ay, tu si que se quien eres. Eres mamá.” La continuidad de saber que él es el mismo se la da que mamá sea la misma. El hecho de que mamá esté siempre hace que yo pueda saber quién soy, que me conozca, que me integre.
Vale. Ha quedado claro lo de ser madre. Pero ¿qué es eso de suficientemente buena? ¿No sería mejor una mamá perfecta?. Definitivamente no. Además de imposible no es conveniente. ¿Os imagináis que presión para el bebé de una mamá perfecta? El también tendría que ser el bebé perfecto. La mamá solo tiene que ser suficientemente buena. ¿Y cómo se logra? No hay manual de instrucciones. El bebé te lo dirá. Una mamá suficientemente buena es la que se adapta a las necesidades del bebé y no al revés. Esto lo hace a través de tres funciones principales.
Holding: Literalmente sostener, contener. Tanto física como mentalmente. La mamá acuna al bebé, lo sostiene, pero también piensa por él, le presta su mente, le explica lo que le pasa. Seguro que alguna vez, mientras tu bebé lloraba, te has oído a ti misma diciéndole: ” Tranquilo, tienes hambre, ya estoy aquí, ahora comerás, qué nervioso te has puesto”. Eso es el holding.
Handling: El manejo del bebé. Que la mamá lo bañe, lo cambie, le ponga ropita limpia…
Object-presenting: La presentación de objetos. Es la mamá quién le enseña al bebé el mundo. La que se lo pone a su alance, se lo explica y se lo simplifica. El bebé ve al mundo a través de los ojos y las palabras de mamá.
¿Y dónde queda el padre en todo esto?¿ O la pareja? El papá favorece el entorno, hace el entorno mas fácil para la unión mamá-bebé. El papá ayuda a mamá (se ocupa de la casa, la ropa, la comida…), aportando así sentimientos de seguridad y amor que ella transmitirá al bebé.
Es importante tener claro que ser una madre suficientemente buena implica tener fallos y lapsos de ausencia muy breve (esos cinco minutos de ducha en los que tu hijo llora desconsoladamente, cómo si se fuese a morir, verdad?). Son también estos fallos y estas ausencias inevitables las que frustrarán mínimamente al bebé y contribuirán también a su desarrollo. Le ayudarán así a aprender, poco a poco y de manera muy progresiva que la madre no siempre estará, y que cuando la madre no está, él no desaparece ni se desintegra. (por eso llora tanto cuando se despierta y no te ve, tiene muchísimo miedo de desaparecer. Sin ti, él no sabe quién es).
Tengo que confesar que como madre he encontrado muy tranquilizador este concepto. No hay buenas ni males madres, hay madres suficientemente buenas. Y padres suficientemente buenos. Y si los escuchamos (a los bebés) y nos escuchamos a nosotras mismas todas estamos preparados para serlo.
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