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Paz y Ciencia

sábado, 21 de enero de 2012

La naturaleza de una buena relación terapéutica

"La libertad es la capacidad del hombre de tomar parte en su propio desarrollo. Es nuestra capacidad de moldearnos a nosotros mismos".
"Si no expresas tus ideas originales, si no escuchas a tu propio ser, te habrás traicionado a ti mismo".
Rollo May



Recuerdo cuando comencé a trabajar que me basaba en pre-textos. Esto es, en teorías y seminarios, básicamente en libros y artículos de teoría y técnica psicoanalítica. Esto gratificaba a mi supervisora, que veía como me conducía según los dictámenes de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Pero yo me sentía incómodo conmigo mismo. Sentía que la relación con los pacientes era algo así como mecánica. Si fuera psiquiatra, casi me podría haber limitado a prescribir un fármaco e irme. En lugar de interpretar, señalar, confrontar, etc. Poco a poco fui aprendiendo de los pacientes, un buen amigo me dijo un día, sabedor de que había devorado "miles" de artículos y libros de psicoterapia, "deja de leer tanto". Ese mismo amigo poco después me dijo, "tú no necesitas supervisión". Cierto es que llevaba unos cuantos años realizando esa labor propia de quien quiere ser psicoanalista.
Pasó el tiempo y me propuse ser fiel a mí mismo y eso suponía ayudar de corazón a los pacientes, por citar un ejemplo, una de mis primeras pacientes quiso darme un beso, la supervisora lo interpretó como una transferencia erótica. Yo, hice un pequeño movimiento evasivo y ella se sintió mal y no continuó el tratamiento.
Experiencias como esa dentro y fuera del encuadre analítico me han hecho variar el enfoque de mi trabajo, la perspectiva e incluso el modelo. Recientemente, una paciente argentina que ha tenido varias experiencias analíticas en Argentina me dijo: "siento que este es mi espacio", circunstancia que parece un buen indicador, sin duda. Considerando que ella había sido tratada siguiendo los preceptos del psicoanálisis ortodoxo hay que hacer una lectura, cada terapeuta funciona mejor con un tipo de paciente. Por ejemplo, un paciente masoquista puede sentirse más cómodo con un terapeuta rígido, un paciente con carencia de padre puede sentirse con un terapeuta paternalista, un paciente caótico puede sentirse con un terapeuta que permite el caos organizado; es lo que Liberman llamaba "Estilos Complementarios", él no armó una teoría organizada sino que dejó abiertas sus ideas como si de una poesía se tratara. Hugo Bleichmar dijo algo en un seminario en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid que resulta comprensible pero cuestionable porque resta naturalidad y espontaneidad al paciente, viene a colación de la comunicación entre terapeuta y paciente: Bleichmar, también en su obra "Avances en Psicoterapia Psicoanalítica" sostiene que a los pacientes deprimidos hay que hablarles con fuerza y a los pacientes maníacos con un tono más bajo, de forma que sirva como contrapunto. Comento esto porque es tal la precisión que se trata de investigar y transmitir en las investigaciones que se deja de lado la espontaneidad del psicoterapeuta.
Si el terapeuta se tiene que mimetizar para "caer bien" al paciente se está desgastando y lo que es peor está tomando el pelo al paciente. El terapeuta tiene que ser como es, joven, viejo, expresarse como se suele expresar en el trabajo, eso sí, adecuar el lenguaje al interlocutor, que es una señal de cultura, otra cosa sería una pedantería y mostrar naturalmente su interés por ayudar a esa persona a crecer mentalmente. Yo trato de transmitir a los pacientes que son libres y responsables pero que eso también pasa por mantener un contrato terapéutico o mejor expresado, encuadre, que está diseñado para poder ayudarles de una manera eficaz. Entender de verdad, esto es, profundamente a una persona lleva tiempo, la intimidad es algo que muchas personas guardan con extremado recelo, tenemos el ejemplo de grandes científicos como Castilla del Pino que así lo manifiestan en sus "Escritos Póstumos", incluso en el código deontológico se pide respetar una cuota considerable de respeto a la intimidad de la persona.
Cuando transcurre el tiempo y la relación se fortalece, a veces no hace falta tanto tiempo, la persona va abriendo los aspectos de su mundo interno y a partir de allí el papel de la psicoterapia es más eficaz, otras veces, la persona, por miedo o por lo que fuere se mantiene enrocada en una línea de flotación superficial. Hay que respetar a la persona y no pretender curar en poco tiempo, el furor curandis que transmitió Freud con precisión.
Otra cuestión importante es tratar de alimentarse teórica y técnicamente de las orientaciones que mejor encajen con la personalidad del terapeuta, esto es una cuestión de años y experiencia.

3 comentarios:

ana dijo...

Es dificil entenderse, y entender una terapia.

Me venció el miedo y la vergüenza, me persigue el autoengaño, y por ello decidi el abandono.

Psicoletra dijo...

la psicoterapia es cosa de dos.

ana dijo...

He regresado, no me venci por el miedo, me puede mas la constancia y el deseo que algun día espero obtener, un resultado que me compense a este proceso.