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Paz y Ciencia

viernes, 18 de marzo de 2011

Delirios y Psicosis, una mirada "a través del espejo"


La locura como la psicosis, la manía e incluso determinadas formas de depresión son formas que se ven desde fuera del epicentro de la levedad y soledad del ser como algo ajeno a la persona que mira a la persona afectada. Socialmente la locura es patrimonio de personas que no reciben demasiado apoyo. La locura en su cara interna se caracteriza por el miedo, la inseguridad y la primacía de la fantasía frente a la realidad, la desconexión con respecto al mundo circundante, la líbido se vuelve hacia el yo y se retira de los objetos decía Freud. Esto es todo el interés se vuelca hacia dentro y la persona en su ensimismamiento siente que ha sido atravesado por una navaja que le separa de los demás. La locura con síntomas psicóticos tiene que ver con ese trasvase al otro lado del espejo, esa aventura de vivir otra vida íntima y secreta, sólo descifrable por la propia persona. A veces la persona puede detectar síntomas indicadores (pródromos) y tomar medidas. Los psiquiatras recetan antipsicóticos ante síntomas de desconexión de la realidad, suspicacia en grado extremo o inestabilidad emocional por citar unos ejemplos.
Pero ningún psicólogo ni psiquiatra puede meterse sino es a través de la palabra en el delirio de una persona que está delirando, al otro lado del espejo. Es curioso que algunas personas, después de la eclosíón psicótica desarrollan habilidades artísticas que tenían latentes, esto se ha dicho mucho en cuanto a la relación genio-locura, pero hay que matizar que los momentos de mayor productividad son los de estabilidad, estos son cuando mayor y mejores creaciones nos podemos encontrar. Una persona que vive en ese estado no lo olvida jamás porque ha estado "al otro lado", según palabras de alguna que lo ha vivido, esto marca y curte con crudeza la personalidad del individuo que puede tener nostalgia de la locura, de vivir en su propio mundo y olvidar las frustraciones reales del mundo externo, un mundo que se le puede presentar como hostil, amenazante u hostigador, por ello es importante hablar con el paciente, no es suficiente con las pruebas psicológicas o con los fármacos, Freud decía que en todo delirio hay un grano de verdad, en ocasiones puede ser alentador para una persona que sufre esta enfermedad encontrar alguien que no le juzga, que le escucha y que da sentido a su experiencia, aunque sea cuestionando algunas grandezas como por ejemplo el que el mundo está confabulado contra ella. Que sea Janis Joplin o que le persigan. Hay que dejar tiempo para expresarse y para calmarle, es indicada y necesaria la medicación neuroléptica pero no todas las personas que pasan por estos síntomas psicóticos quedan estancados en el, hay muchos que lo superan aunque quede grabado un "engrama" en su memoria, otros pueden tener síntomas residuales y otros desarrollar una enfermedad grave como la esquizofrenia. No obstante existen personas con esquizofrenia que realizan trabajos de gran exigencia y están bien adaptados con la ayuda de la medicación. La locura no es el final del viaje, puede ser un principio que puede acompañar para el resto de la vida, encontrar alguien que entienda esto resultará complicado porque querrán extirpar con medicación el sufrimiento pero nada hay peor que el no reconocimiento de la identidad y de no dar valor a lo que se siente, se percibe o se intuye, aunque esté dislocado, creo que necesitan más abrazos y cariños estos enfermos que neurolépticos. Ése es un tratamiento humano, basado en la evidencia, el cariño puede sostener a una persona enferma y darle fuerzas para vivir en un mundo competitivo y parcialmente deshumanizado.

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