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Paz y Ciencia

martes, 8 de febrero de 2011

Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición

Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición. Napoleón Bonaparte.


La historización de una vida, es decir, construir una biografía es trabajo inexcusable para poder entender el presente de una persona que sufre problemas emocionales. Debo decir una obviedad, los problemas conductuales remiten a los sentimientos, estructuras que se van constituyendo a lo largo de la biografía de una persona. Recordar y reelaborar es un trabajo propio de las psicoterapias que tiene como objetivo el buscar un sentido al problema en el aquí y ahora. Como ejemplo que no me parece baladí podemos entender la biografia de sujetos históricos como el de la cita de inicio y entender así su carácter, sus relaciones, su modo de entender el mundo, en este caso concreto, su megalomanía, su inteligencia estratégica y su ambición.
El pasado puede ser un elemento que suscite dolor, por tanto, este trabajo se debe hacer con mimo, con cuidado, prudencia y cautela, respetando los tiempos que marque el paciente. Una persona que ha sufrido mucho durante su infancia, por ejemplo: agresiones, negligencias, chantajes, manipulaciones, gritos, lo que llaman ahora alta emotividad expresada se encuentra con un espacio de incomprensión y un lugar sin contención ni sostén emocional.
Nunca es tarde para revertir la perspectiva, el potencial humano tiende a la realización, sólo trastornos incapacitantes como el alcoholismo, el trastorno bipolar, la esquizofrenia pueden resultar un duro escollo e impedimento para que ese potencial se desarrolle al máximo, no obstante con un trabajo potente se puede conseguir que la persona encuentre un bienestar, un control de sus síntomas y una comprensión de su problema, argumento que me parece fundamental para que la persona pueda regularse y ser más autónomo e independiente. Esto último es lo que se llama psicoeducación, un modelo muy interesante complementario a la psicoterapia que informa y hace reflexionar al paciente sobre sus problemas, si la persona es muy funcional y tiene "malos días" y ´"días buenos" dentro de una inestabilidad puede a través de la psicoeducación comprender sus recursos y mecanismos y articularlos para ejercer una profilaxis de problemas mayores. Sin embargo el trabajo continuo en psicoterapia, con constancia, dedicación y curiosidad es el más hermoso de los trabajos. Bien es cierto, por no idealizar la profesión que a veces resulta duro, frustrante y engorroso, la persona no habla, no viene con ganas sino "traída" por familiares, sólo el 5% por ciento de los adolescentes vienen voluntariamente por citar un ejemplo. En estos casos empezar es más difícil, depende de la relación que se establezca entre terapeuta y paciente, de los prejuicios del paciente y del apoyo ambiental que reciba para mantener el tratamiento, ahora también se añade el factor económico como un hándicap que también hay que incluir en las variables. No obstante la salud que puede ofrecer una psicoterapia merece la pena.
Hace poco hablaba con una colega que algo nihilista consideraba que no se puede modificar ni "tambalear" la estructura de personalidad de una persona. Yo estoy convencido de que eso es falso. Una persona puede tener una personalidad, con su componente caracterial (aprendido) y temperamental (biológico) pero se pueden desaprender hábitos cognitivos, conductuales y modos de vivir, de pensarse y de ver el mundo y las personas. Así pues el entusiasmo y la confianza plena en el paciente dentro de unos matices de prudencia y conexión con la realidad pueden ayudar mucho a evolucionar a la persona.
Muchas personas se quejan de por qué no han tomado la iniciativa antes cuando encuentran una mejoría, se sienten culpables por no haber sido más atrevidos en otro momento, esto es una cuestión compleja donde tienen que confluir muchos aspectos para que se pida ayuda y para que el tratamiento sea eficaz, como decía Leon Grinberg, "la psicoterapia es cosa de dos". Para ello hay que entender quién es la persona que consulta y por ello construir una biografía, hablar de cómo ha crecido, dónde y cómo puede ser el comienzo de una apertura hacia sus vivencias de la infancia y la adolescencia. Por tanto, Napoleón, con su aguda inteligencia dijo una hermosa frase que ha servido de apoyatura para este post.


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