Tras navegar por la posición esquizoparanoide, al decir de Melanie Klein, la persona puede ir recuperándose, integrando las facetas que constituyen su mente y pasar a la posición depresiva, allí el paciente toma contacto con su dolor, con su pasado, empieza a recordar y paradójicamente, mejora a través de una depresión que no tiene porqué ser una depresión DSM-IV. Así pues, lo que para un observador, como la pareja o el médico es un indicador favorable, para el afectado es vivido como un empeoramiento, mayor tristeza, apatía, sensación de soledad, de vacío, falta de ilusión, dificultad para encontrar placer, falta de motivación, problemas de sueño, problemas de apetito y un sin fin de problemas derivados de esa "posición". Recordemos que Klein se inspiró en Fairbairn para su terminología. Klein no pudo ser médico por condiciones sociales y culturales de la época, así que desde su posición de psicoanalista y pionera del psicoanálisis de niños trató de ponerle una nomenclatura seria desde el punto de vista médico.
En cualquier caso podemos ver a las personas mejorar y comprobar, por ejemplo como los padres se asustan de su rabia, de sus "trastornos de conducta" y de sus caprichos, cuando están tomando contacto con las heridas de su trayectoria. Klein fue una persona muy creativa y sus tesis se ven claramente en la clínica.
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