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Paz y Ciencia

viernes, 1 de enero de 2010

Un respiro, una relación

El respiro de un nuevo año trae el aliento de frescas esperanzas que se van a tejer en una red de soporte emocional durante este año. Es imprescindible contar con una urdimbre afectiva para sentirse el sujeto seguro y protegido. Por eso Winnicott insistía en proveer ese medio suficientemente bueno que permitiera crecer y "revivir" en la transferencia los recuerdos y las vivencias más trágicas.
El aliento nos impele a propulsarnos con fuerza y brío donde quiera que se acerque el objeto, porque ligarnos a objetos es nuestra condición de seres deseantes como decía Foucault y seres sociales como decía Aristóteles. Estos, que no tenían un pelo de tontos han sido asimilados por el psicoanálisis, Freud ya habló de las relaciones de objeto, después Melanie Klein hizo aportes geniales y radicalmente innovadores, más tarde Otto Kernberg, contemporáneo, sistematiza esta obra. Se trata de ligar con la líbido a otros objetos "humanos", tal y como apunta Kernberg. Investir de afecto a esas personas que nos hace ser un poco más humanos. El ailamiento o la incomunicación, tal como gustaba decir a Castilla del Pino es el origen de la desmembración del sujeto, el aislamiento lleva al objeto subjetivo, al imperio de lo connotativo sobre lo denotativo. Es un discurso subjetivo lleno de matices que el terapeuta trata de deconstruir con una hermenéutica apropiada, dentro de un contexto y considerando siempre la historia de esa persona, que significa unos determinados avatares y no otros. El sujeto va viviendo marcas intemporales que se fijan en su psique como huellas mnémicas indelebles. Se trata de hacerlas conscientes y de dar un segundo paso, permitir que su independencia , libertad y autonomía sea tal que pueda cambiar esos elementos que le impiden alcanzar la homeostasis.

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