Este arco iris que me mandan me invita a pensar en un mundo idealizado, donde es el reflejo en la atmósfera lo que duplica el efecto óptico de los colores. El mundo idealizado es el contrapunto del mundo odiado, la perspectiva de un mundo hostil acecha convirtiendo las relaciones de objeto en persecutorias. El mundo idealizado es la reacción que convierte a todos los objetos en buenos, no es una posibilidad al alcance de todos, se trata de un recurso defensivo que esconde el temor a lo persecutorio.
Una suerte de formación reactiva contra el dolor. Es el mundo soñado el que figura proyectado desde la psique del soñante despierto. Para ello hay que encontrar un reducto de belleza en el mundo y ampliarlo hasta fuera de los márgenes, suena a sobrecompensación. Es un mecanismo interesante.
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