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Paz y Ciencia

martes, 30 de diciembre de 2008

Final de Año, Jorge Luis Borges


Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.

Fervor de Buenos Aires (1923)

3 comentarios:

soyborderline dijo...

Prisioneros del tiempo

soyborderline dijo...

Pero le presto mi cuerpo al tiempo, sólo mi cuerpo.

Psicoletra dijo...

Brevedad es alma de la agudeza.
Abrazos desde Psicoletra.