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Paz y Ciencia

domingo, 21 de diciembre de 2008

Espacio Potencial




El fenómeno transicional, el espacio potencial, el vivir creador son conceptos que ronda la obra de Winnicott. Él fue un tipo muy creativo, a menudo eso da problemas debido a lo que Melanie Klein (1882-1960) tratara en un excelente trabajo sobre la Envidia (Envidia y Gratitud, 1957). Ésta señora algo atormentada dio giro al psicoanálisis siendo la más creativa de todos los psicoanalistas de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, con ella se formó Winnicott y se separó por lo dogmático de sus propuestas. Sartre haría lo propio con el psicoanálisis desde la filosofía. Y no me extraña.

Klein creo edificios del psicoanálisis y en su obra Psicoanálisis de Niños revolucionó el psicoanálisis proponiendo un superyó temprano, existencia de una envidia primaria, de agresividad, de culpa y de reparación, elaboró los conceptos de posición esquizo-paranoide y posición depresiva, Winnicott hablaría del “concern”.
Winnicott analizó a su hijo Erich, en esa época el hijo de Klein se cambió el apellido a otro homófono. Ella insitió en supervisarlo, el se negó, ya pagó su deuda rehusando la golosa posibilidad de analizarse con ella. Lo haría con James Strachey, quien editó con el círculo de Bloomsbury la obra de Freud, la Standard Edition, en dicho círculo estaba, por ejemplo Virginia Woolf y su marido Leonhard o la segunda analista de Winnicott, Joan Riviere quien sistematizó la obra de Klein junto a Hanna Segal, Betty Joseph y otros que continuaron sobre su obra como Wilfred Bion o Herbert Rosenfeld, geniales investigadores.

Winnicott fue en palabras de Horacio Echegoyen, en una entrevista concedida a Silvia Fendrick para el texto “Psicoanalistas de Niños: la verdadera historia. Winnicott”; Letra Viva. Dice “un tipo muy creativo pero también muy conservador” (sic). El lado conservador se mostró cuando investigó la obra de Doltó y la eliminó del panorama didacta por ser demasiado avanzada y alguna característica personal que no encajaba en el molde de la cura tipo (eso lo hizo Winnie, sí). El lado creativo fue el de aquel pediatra que trabajó en dos hospitales con una casuística inusual para un psicoanalista (Echegoyen señala que esos casos los tomó como pediatra) también cambió el setting para pacientes que tenían patologías con la fase que él llamó de dependencia absoluta, estadíos preedípicos, vendrían a ser las psicosis, borderlines y neurosis graves. Para las neurosis empleó el método de Freud, no consideró que hubiera que cambiarlo en ese contexto. Ahora bien, reescribió lo propuesto por Klein y luchó con su “neurosis incurable” y su “impotencia”, razón por la que Masud Khan explica en otra entrevista a Fendrick porqué no tuvo hijos Winnicott, lacónicamente y sin aire físico para respirar, murió unos meses después de aquella entrevista el editor, amigo y confesor de Winnie.

Decía que la teoría del psicoanálisis de niños, de lo borderline y de las psicosis queda modificado según Winnicott, sobre todas las cosas, incluidos Klein y los kleinianos. Clare Britton, esposa de Winnicott ya dice que Winnicott le comentó que Klein “no le consideraba ya un kleiniano”. Winnicott luchó toda la vida por situarse en un terreno combativo, contra el lenguaje muerto de los kleinianos y la postura orgullosa de Klein y de Anna Freud. Se le criticó por su impotencia, por sus teorías y llegó a ver a su segunda analista “como una bruja”. Graciosa imagen persecutoria.
En definitiva, Winnicott no fue un tipo ingenuo, ni siquiera un analista bueno, Winnicott fue una persona luchadora, que en palabras de Khan, “tuvo una vida muy difícil” (sic).
Su creatividad, como lo ha sido para otros fue fuente de envidias en el seno de la SBP, rumores llegaban sobre su persona y su sexualidad, incluso sus analistas se fueron de la lengua, lo más peligroso es que en los circuitos de psicoanálisis todavía suceden estas cosas de patio de colegio-verdulería, por tanto, no son(somos) más sofisticados que una peluquera, no lo duden.
Bien, pensar sobre Winnicott es pensar sobre Klein y Anna Freud también, es pensar en la guerra, en los niños, en la madre y en el medio ambiente. Es pensar en el espacio potencial, en el objeto transicional y en la creatividad. Pensar en Winnicott es expandir los registros del psicoanálisis a otras psicoterapias. Porque como dice Horacio Echegoyen, “soy psicoterapeuta y en momentos de lucidez hago psicoanálisis, ser psicoanalista es muy difícil” (sic). Un fuerte abrazo desde la verdulería de la mente, donde se cocinan frutos vitamínicos para el alma. Atentamente, Rodrigo Córdoba Sanz.

Recomendación: Por Silvia Fendrik: “Psicoanalistas de Niños. La verdadera historia. Winnicott y la Sociedad Británica”. 2005, Letra Viva, Buenos Aires.

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