PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

domingo, 18 de diciembre de 2011

Sensibilidad y Sospecha


Durante este fin de semana he tratado el tema de la sensibilidad. Existe un tema universal, la sospecha. Se podría decir que existe un gradiente entre la sospecha, la desconfianza, la suspicacia, la paranoidia y la paranoia.
La sensibilidad es un elemento que crea, al decir de Goleman: "autoengaños".
Existen personas, y este mail está un pelín motivado por el comentario de ML, en el que existe una tendencia a la autorreferencia, esto es, pensar que lo que se dice o hace está relacionado con el sujeto, generalmente teñido de una ilusión de alusión negativa. Esto es tremendamente desconcertante y doloroso. Además hace vivir en un mundo en el que con dificultad se cede un poco de confianza en el otro.
Existe un gradiente de intensidad como decía antes. Por ejemplo, un taxista comenta que se están promocionando empresas en internet con descuentos para darse a conocer pero que luego estafan. Ese comentario denota un sesgo cognitivo, pero entra dentro de la desagradable normalidad a la sospecha y la desconfianza.
El problema no está en que un psicólogo o un psiquiatra detecte esa tendencia sino que ese modo de construir la realidad "invente" un mundo hostil, persecutorio, amenazante, competitivo y peligroso. Dicho de otra manera, que esa sensibilidad y manera de pensar cause sufrimiento en la persona.
Ese taxista honrado seguirá trabajando en su coche pero otras personas se encuentran en situaciones difíciles de índole emocional y cognitiva por estos autoengaños.
Daniel Goleman explica esta tendencia del siguiente modo con una serie de elementos que convergen en estas personas:
1. Ser herido durante la primera infancia sin que nadie se de cuenta de su situación.
2. No reaccionar con rabia ante el sufrimiento y negar en consecuencia los propios sentimientos al respecto.
3. Mostrarse agradecido con los padres por lo que supone que son sus buenas intenciones.
4. Olvidarlo todo.
5. Desplazar el odio acumulado hacia los demás en la adolescencia y no ser capaz de percatarse de que lo que parece ser el odio de los demás pertenece, en realidad, a uno mismo.
R.D. Laing nos proporciona el siguiente ejemplo de doble vínculo (doble bind). Esta hipótesis afirma que la reiteración de mensajes del tipo "No obedezcas mis órdenes"-es decir, mensajes que son imposibles de cumplir- termina creando una distorsión en el modo habitual de percepción del receptor. Vayamos al ejemplo:
Una mujer visita a su hijo, que se está recuperando de una crisis nerviosa. Cuando el joven se dirige hacia su madre
a) esta abre los brazos para abrazarle y
b) lo abraza
c) El joven perceibe la tensión de la madre, que se queda rígida.
d) Él se detiene vacilante.
e) "¿No quieres besar a mamá?", dice entonces ella. Y puesto que él sigue dudando.
f) ella insiste: "Pero querido, ¡no deberías temer a tus sentimientos!"
Entonces, él responde a la invitación abierta de su madre, pero la actitud fría y tensa de ella entiende que no debería hacerlo. La madre no puede admitir que le asusta establecer una relación estrecha con su hijo, que éste, por alguna otra razón, no quiere aceptar su invitación a besarla, y opta por no expresar sus temores. El hijo responde al mensaje "inexpresado": "Aunque abra mis brazos para que vengas y me abraces, temo también que lo hagas, pero no puedo admitirlo ni decírtelo, de modo que espero que no estés tan "enfermo" como para hacerlo". Ella, en efecto, le transmite un doble mensaje: "No me abraces o te castigaré" y "Si no lo haces también te castigaré".

No hay comentarios: