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Paz y Ciencia
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sábado, 15 de enero de 2022

Budismo: AMOR

 



Las ideas sobre el amor cambian en las diferentes culturas y también varía mucho en función de la experiencia personal. Lo que uno recibió desde que nació tiene mucho que ver con aquello que entendemos por sentimiento amoroso.

La mirada del budismo sobre el amor es muy diferente a la versión de amor romántico que concibe el mundo moderno en Occidente. La visión budista del mundo como samsara, como un ciclo ilusorio de muerte y renacimiento, promueve que uno se mantenga desapegado, consciente de la impermanencia de todo fenómeno o estado de la mente y cuerpo. Pero esto no significa que para el budismo el amor no sea importante. Muy por el contrario.

El amor es entendido como compasión, esto es un-sentir-con, una forma de piedad que se extiende en la meditación y en los actos cotidianos para el beneficio de todos. Es más: según el maestro tibetano Thinley Norbu Rinpoche, el amor es dar energía a alguien más.

El amor según el budismo

El budismo tiene una concepción del amor muy interesante y profunda. Según Thich Nhat Hanh, activista, autor y monje budista, describe al “verdadero amor” como aquel que “es capaz de generar alegría tanto para uno mismo como para la otra persona”.

Para el Budismo, si existe la bondad, el gozo, la compasión y la libertad, existe también el amor de verdad. Estas cualidades son innatas, dice, son innatas, están presente en todos los seres humanos, pero hay que practicarlas para desarrollarlas.

El amor es entendido como compasión, esto es un-sentir-con, una forma de piedad que se extiende en la meditación y en los actos cotidianos para el beneficio de todos. Es más: según el maestro tibetano Thinley Norbu Rinpoche, el amor es dar energía a alguien más.


El amor según el budismo

El budismo tiene una concepción del amor muy interesante y profunda. Según Thich Nhat Hanh, activista, autor y monje budista, describe al “verdadero amor” como aquel que “es capaz de generar alegría tanto para uno mismo como para la otra persona”.


Para el Budismo, si existe la bondad, el gozo, la compasión y la libertad, existe también el amor de verdad. Estas cualidades son innatas, dice, son innatas, están presente en todos los seres humanos, pero hay que practicarlas para desarrollarlas.


La energía positiva del amor

El amor que hace sufrir, para el budismo, no es amor verdadero. El amor debe hacernos sentir más felices y más seguros. El amor es una reverencia, una comunión. Y, aunque une y funde, también motiva al vuelo, a ser libres, a vivir gozosamente la vida sin miedos ni angustias.


El amor es una reverencia, una comunión. Y, aunque une y funde, también motiva al vuelo, a ser libres, a vivir gozosamente la vida sin miedos ni angustias


Según Thinley Norbu, “existen muchos método para incrementar la energía positiva, pero el más poderoso es crear amor y fe, los cuales surgen de la energía de sabiduría original. Si conectamos a través de la fe con la vasta y profunda continuidad de la mente, las cualidades internas, suaves y luminosas de la energía de sabiduría pueden florecer. La esencia del amor es la compasión de los seres sublimes que siempre dan energía”.


jueves, 13 de enero de 2022

AMOR Y MIEDO

 

“Amor o miedo” verso 13 Tao Te Ching interpretación


El ser humano en su esencia toma decisiones basadas en dos orígenes opuestos que son, el amor o el miedo, y a veces actuando desde una misma mezcla de los dos. Si respondemos con un tipo de acción negativa, le estamos dando permiso al ego que maneje nuestro momento con miedo y nos alejamos más de lo que es el amor.

Cuando somos conscientes del presente momento, vamos armoniosamente caminando por el sendero de la plenitud espiritual, con seguridad de uno mismo. En esos momentos no nos hace falta nada y no pensamos en que, si compartimos con los demás, tendremos menos, o que otros tendrán más que uno mismo, porque ya no tenemos miedo, y es en ese momento mágico que nos damos cuenta que no existe una separación.

Reflexionemos, en la importancia de saber manejar nuestros pensamientos e imaginación para poder expandir el campo de nuestra bella energía y encontrar sanación, porque de otra forma la presencia del miedo continúa y nos bloquea la fuente maravillosa de conexión con nuestro entorno y el mundo entero.

Por ejemplo ¿cuántas veces has reaccionado con miedo de estar solo? ¿o cuántas veces por miedo, te quedas en un trabajo o una situación porque temes tomar un paso a encontrar un nuevo horizonte? Cuando logremos entender como seres humanos nuestro propio comportamiento, y que todo lo que guardamos con tanta manía son nuestras propias vidas y que al final llega el momento de partida, la muerte inevitable y sin invitación,

y que es el miedo supremo que duerme dentro de todos. Despertemos, vivamos de acuerdo a las leyes divinas desde nuestro entorno, de modo de que siempre tratemos nuestro propio cuerpo con amor y compasión, y ser ese mismo reflejo a la humanidad.

lunes, 10 de enero de 2022

EDUARDO GALEANO 🇺🇾Miedo


La búsqueda es el camino perenne de un encuentro existencial contigo mismo.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: 34 653 379 269                          Instagram: @psicoletrazaragoza.    Website: www.rcordobasanz.es

EL PODEROSO MIEDO

No actúes por miedo, no te dejes contagiar del poderoso virus del miedo.

La vida debería estar rodeada de amor, no de miedo. Es el virus del miedo el que crea la ira. Es el miedo el que finalmente crea violencia. ¿Lo has visto? El miedo es sólo una forma femenina de ira y la ira es una forma masculina de miedo. El miedo es una forma pasiva de ira y la ira es una forma activa de miedo. Así que puedes cambiar miedo por ira muy fácilmente, e ira por miedo muy fácilmente.

No actúes de la manera en que el miedo te hace actuar. Actúa de la manera en que la alegría te hace actuar, no desde el miedo, porque todas las así llamadas religiones están basadas en el miedo. Su Dios no es más que el miedo, y su cielo y su infierno no son más que proyecciones de miedo y avaricia. La frase de Rumi es muy revolucionaria: "No actúes por miedo". Todas las religiones le dicen a la gente, "Teman a Dios"

Muchos han estado viviendo con el virus del miedo. Sus relaciones existen con miedo. El miedo es tan abrumador -como una nube grande cubriendo tu vida- que dices cosas que no quieres decir, pero el miedo te hace decirlas. Haces cosas que no quieres hacer, pero el miedo te hace hacerlas. Sólo un poco de inteligencia se necesita para entenderlo.

Veamos la brillantes con que Eduardo Galeano nos despierta contra el virus del miedo...

EL MIEDO

¿Qué sería del poder sin el miedo?

Estamos en una sociedad donde el poder del capital avasalla cuanto se pone en su camino, el norte ideológico de cada uno de nosotros debe estar siempre encaminado a denunciar esta realidad sin florituras verbales pero con la belleza del pensamiento como bandera. “El miedo nos gobierna”. Esa es una de las herramientas de las que se valen los poderosos, la otra es la ignorancia, para quien “la libertad del dinero exige trabajadores presos de la cárcel del miedo”.

Creo que hay que pelear contra el miedo, que se debe asumir que la vida es peligrosa y que eso es lo bueno que la vida tiene para que no se convierta en un mortal aburrimiento. La tradición de la sociedad perpetúa una cultura del terror, enseña a sus integrantes a mentir y contagiar a los demás con la peste del miedo.

Veamos que nos dice Eduardo Galeano sobre el miedo...

PENSAMIENTOS SOBRE EL MIEDO

Pensamientos y poemas del escritor Uruguayo Eduardo Galeano sobre el miedo.

EL MIEDO MANDA

Habitamos un mundo gobernado por el miedo, el miedo manda, el poder come miedo, ¿Qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio poder genera para perpetuarse.

El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio que aturde las calles.
El miedo amenaza.
Si usted ama tendrá sida.
Si fuma tendrá cáncer.
Si respira tendrá contaminación.
Si bebe tendrá accidentes.
Si come tendrá colesterol.
Si habla tendrá desempleo.
Si camina tendrá violencia.
Si piensa tendrá angustia.
Si duda tendrá locura.
Si siente tendrá soledad.

EL MIEDO GLOBAL

Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar.
Los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar.
El lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares.
Los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerra.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre.
El miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones y miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura.
Al tiempo sin relojes.
Al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir.
Miedo a la mañana sin pastillas para despertar.
Miedo a la soledad y miedo a la multitud.
Miedo a lo que fue.
Miedo a lo que será.
Miedo de morir.
Miedo de vivir.

EL MIEDO ENVENENA

Cuando el miedo nos hace ver el mundo con el alma envenenada.

A la hora de ir a trabajar un leñador descubrió que le faltaba el hacha. Observó a su vecino. El vecino tenía todo el aspecto de un ladrón de hachas. Estaba claro: la mirada, los gestos, la manera de hablar.

Unos días después el leñador encontró el hacha que había perdido. Y cuando volvió a observar a su vecino, comprobó que no se parecía para nada a un ladrón de hachas, ni en la mirada ni en los gestos ni en la manera de hablar.

EL DIABLO EXTRANJERO

El pánico a la pérdida del empleo es uno de los miedos más poderosos.

El culpómetro indica que el inmigrante viene a robarnos el empleo. Y el peligrosímetro lo señala con luz roja. Si el intruso, el venido de afuera, es joven y pobre y no es blanco, está condenado a primera vista por indigencia o inclinación al caos o portación de piel. Pero si no es joven ni pobre, ni oscuro, de todos modos merece la "malvenida" porque ha venido a trabajar el doble a cambio de la mitad.

El pánico a la pérdida del empleo es uno de los miedos más poderosos en estos tiempos del mundo gobernado por el miedo. Y la verdad es que el inmigrante está siempre situado a primera mano, ahí no más, a la vista, a la hora de encontrar culpables del desempleo, de la inseguridad y de otras muchas temibles desgracias.


Antes Europa derramaba sobre el mundo, sobre el mundo entero: soldados, presos, campesinos muertos de hambre... que eran protagonistas de las aventuras coloniales y han pasado a la historia como mensajeros de Dios. Era la civilización lanzada al rescate de la barbarie.


Ahora el viaje ocurre al revés. Eso quiere ser la invasión de los invadidos. Los que llegan o intentan llegar desde el sur al norte son protagonistas de las desventuras coloniales que pasan a la historia como mensajeros del Diablo. Es la barbarie lanzada al asalto de la civilización.


EL PODER DE MANDAR CON MIEDO

El miedo seca la boca, moja las manos y mutila.


Un emperador de China, no se sabe su nombre ni su dinastía ni su tiempo, llamó una noche a su consejero principal y le confió la angustia que le impedía dormir. Le dijo: “Nadie me teme”. Como nadie le temía nadie lo respetaba. Y como nadie lo respetaba nadie le obedecía.


El consejero principal meditó un ratito y opinó: “Falta castigo”. Y el emperador sorprendido dijo que castigo no faltaba, porque él mandaba a la horca a todo el que no se inclinara a su paso. Y el consejero principal le advirtió: Pero esos, esos son los culpables. Si solo se castiga a los culpables, solo los culpables sienten miedo.


El emperador chino pensó y pensó... y llegó a la conclusión de que el consejero principal tenía razón. Y le mandó cortar la cabeza. La ejecución ocurrió en una gran plaza pública, la plaza celestial, la plaza principal del imperio. Y el consejero fue el primero de una larga lista.


RUMORES DE INVASIÓN

La dictadura militar, miedo de escuchar, miedo de decir, nos convirtió en sordomudos. Ahora la democracia, que tiene miedo de recordar, nos enferma de amnesia.


Corría el año 1964. Y el dragón del comunismo internacional abría sus siete fauces para comerse a Chile. La publicidad, sobre todo la publicidad en la televisión, bombardeaba a los chilenos mostrando imágenes de iglesias quemadas, de tanques rusos, de guerrilleros barbudos que secuestraban a los niños y se los llevaban lejos.


«Y hubo elecciones. Y el miedo venció. Y Salvador Allende, el candidato derrotado me contó qué era lo que más le había dolido de esa experiencia dolorosa.»


...la empleada de la casa de al lado, la casa de al lado de su casa, en el barrio de Providencia, era una pobre mujer que trabajaba veinte horas por día ocupándose de los niños, lavando y planchando la ropa, fregando, haciendo la comida... del día a la noche trabajando sin parar, esa pobre mujer que había envuelto su ropa en una bolsa de plástico y la había enterrado en el jardín, porque tenía miedo de que si ganaban los Rojos le expropiaran su propiedad.

De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas.

Durmiendo nos vio. En el sueño de Elena estábamos los dos haciendo fila con muchos otros pasajeros en algún aeropuerto, quién sabe cual, porque todos los aeropuertos son más o menos todos iguales. Y cada pasajero llevaba una almohada bajo el brazo. Rumbo a una máquina, que nos esperaba, pasaban las almohadas bajo la máquina y la máquina leía los sueños de la noche anterior.

Era una máquina detectora de sueños peligrosos para el orden público.

LA PUBLICIDAD DEL MIEDO

Tiene pánico a la invasión el país que nadie ha invadido jamás, y tiene la costumbre de invadir a los demás.

En los años 80, el peligro se llamaba Nicaragua.

El presidente Ronald Reagan asustaba a la población. Y denunciaba el ¡inminente peligro, la amenaza! de la invasión que iba corriéndose desde América Central, México, vía Texas entrando en los Estados Unidos y apoderándose del país... mientras a espaldas del presidente un mapa mostraba esa Gran mancha roja que avanzaba. La teleaudiencia espantada no tenía la menor idea de dónde quedaba Nicaragua... Ni sabía que ese pobre país había sido arrasado por una dictadura de medio siglo, fabricada en Washington. Y después, por un terremoto que no dejó nada en pie...

Y esa teleaudiencia asustadísima, tampoco sabía que ese “País Feroz” tenía en total cinco ascensores y una sola escalera mecánica, que no funcionaba.

LUCHA CONTRA SATÁN

La experiencia prueba que la amenaza del infierno es más eficaz que la promesa del Cielo.

Hace ya algunos siglos, Martín Lutero advirtió que Satán no está solamente entre los moros, entre los turcos, sino que habita nuestra propia casa. Que Satán está en el pan que comemos y en el agua que bebemos. Y pasaron los siglos y así siguió siendo.

En el año 1982, el demonio tuvo la osadía de visitar al Papa en el Vaticano.

Apareció el demonio en forma de mujer. Una mujer que rugía arrastrándose por los suelos. Y el Papa Juan Pablo II, libro un combate cuerpo a cuerpo contra el maligno, conjurando al intruso con exorcismos que provenían de otro papa que había logrado arrancar de Galileo Galilei la diabólica idea de que el mundo giraba alrededor del sol.

Y cuando el Demonio apareció en forma de becaria en el salón oval de la Casa Blanca... El presidente Bill Clinton no lo conjuró usando ninguno de esos anticuados métodos católicos de exorcismo, sino que Clinton expulsó al maligno arrasando Yugoslavia en una guerra de tres meses.

LA MENTIRA Y EL MIEDO

Las guerras se venden mintiendo y la opinión pública es el target.

En el año 1964, el presidente Lyndon Johnson, denunció que los Vietnamitas habían atacado dos buques de los Estados Unidos en el Golfo de Tonkín. Y entonces el presidente Johnson invadió Vietnam. Cuando ya la guerra había destripado a una gran multitud de vietnamitas, en su mayoría mujeres y niños, el ministro de defensa de Johnson, Robert Mac Namara, confesó que el ataque del Golfo de Tonkín nunca había existido. Los muertos no resucitaron.

Y en Marzo del año 2003, el presidente George Bush denunció que Irak estaba a punto de aniquilar el planeta con sus armas de destrucción masiva. Eran, según él, las armas más letales jamás inventadas. Y entonces el presidente invadió Irak, cuando ya la guerra había destripado una buena multitud de irakies, en su mayoría mujeres y niños. El propio presidente Bush confesó que las armas de destrucción masiva no habían existido, que esas armas más letales jamás inventadas habían sido inventadas por él.

Cuando, hace ya unos cuantos años, mi mamá me daba instrucciones para vivir, entre otras cosas me aseguró que la mentira tenía patas cortas. Pero la mentira tiene patas larguísimas, porque en las elecciones siguientes el pueblo recompensó al presidente Bush reeligiéndolo.

SEMBRANDO PÁNICO

Un caso muy común de crear pánico sin sentido.

Doña Chila Monti ya tenía unos cuantos años y estaba más cerca del arpa que de la guitarra.

Bien lo sabía su hijo Horacio, pero se pegó tremendo susto cuando la vio como la vio: las manos tembleques, los ojos salidos, las piernas flojas que no podían caminar...

¿Qué pasó? ¿Qué pasó?, preguntó el hijo.

Y la madre con un resto de voz, la poca voz que le quedaba, alcanzó a musitar: “Me robaron”.

El hijo quiso saber qué cosas le habían robado. Y ahí ella pegó un salto y resucitó, furiosa, indignadísima, “Vos bien sabes que no tengo nada yo, ¿Qué cosas me iban a robar? ¡Ninguna! Cómo se te ocurre semejante barbaridad...¿Tengo cosas yo? Bien sabe Dios que cuando me llegue la hora subiré sin nada...”

Bueno, bueno, dijo Horacio, pero si decís que te robaron...

“Sí, me robaron” ¿Y qué se llevaron? “Las ideas”.

MIEDO A PERDER EL PELO

Reflexión para que los que están a punto de quedar calvos pierdan el miedo.

Yo, mutilado capilar... Los peluqueros me humillan cobrándome la mitad. Cada pelo que pierdo, cada uno de mis últimos cabellos es un compañero que cae y que antes de caer a tenido nombre o por lo menos número.

Me consuelo recordando la frase de un amigo piadoso que me dijo alguna vez: “Si el pelo fuera importante estaría adentro de la cabeza, no afuera”. Y también me consuelo comprobando que en todos estos años se me ha caído mucho pelo... pero ninguna idea... Lo que es una ventaja si se compara con tanto arrepentido que anda por ahí.

«Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.»

Eduardo Galeano

sábado, 27 de noviembre de 2021

Creer o No Creer

 


Una de las acusaciones que más nos hacen los Creyentes a los Ateos cuando se debate algún asunto religioso, es el preguntarnos el por qué le dedicamos tanto tiempo y esfuerzos en hablar, discutir y escribir sobre Dios, si no creemos en él.

Inclusive si usted amigo lector revisa un poco los comentarios de este Blog, descubrirá que preguntas muy similares nos son formuladas en muchas oportunidades (casi siempre cuando no encuentran argumentos en algún tema especifico)

Estas preguntas están plasmadas más o menos así:

  • Si hablas tanto de Dios significa que el existe.
  • No entiendo como dedicas un Blog a algo en lo que no crees
  • ¿Para que hablas tanto de Dios y Jesús si afirmas que no existen?
  • Estos Ateos si que son tontos... No creen en Dios y se la pasan hablando de el.
  • Si no crees en la Biblia, ¿Por qué la lees tanto?



Pero... ¿es cierto esto? ¿Acaso no tenemos los Ateos sensatez al hablar de algo en lo que no creemos?... ¿O es que no se debe hablar sobre lo que no se cree?


Veamos a continuación 10 Razones que justifican sobradamente no solo el hablar sobre Dios, Jesús, Biblia y Religiones; Sino que avalan los constantes debates y ataques que hacemos contra estas creencias.
Todos hablamos sobre cosas Inexistentes y en las que no creemos.
Le aseguro amigo creyente lector que usted mismo en numerosas oportunidades ha hablado, conversado y hasta discutido sobre cosas en las que no cree que existan. ¡Todos lo hacemos día a día!... y no somos juzgados por eso. ¿Porque habría de ser diferente con los Ateos al hablar de Dios?

Por ejemplo, usted amigo lector de seguro ha conversado y discutido sobre películas, libros, series de Tv, cuentos e historias, comics, videojuegos. Y en términos generales casi ninguno de los personajes e historias de estas, son reales. A mi me encanta hablar de fantasmas, zombies, extraterrestres... pero NO existen, ni creo que existan. Eso no hace que tenga prohibido hacerlo.

Si usted está en contra de quienes hablan y discuten sobre cosas o seres que no existen... pues debe empezar a reclamarle a todos los escritores, directores, autores de estas historias ficticias... ya que en la práctica no existen. E incluso auto censurarse usted mismo, ya que de seguro... lo ha hecho muchas veces.

¿Con qué moral nos reclama a nosotros que perdemos tiempo con seres inexistentes... cuando usted va al cine a ver a “Batman” o “The Avengers”?

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sábado, 29 de febrero de 2020

Agorafobia




Mucha gente que ha sufrido una crisis de angustia (o ataque de pánico), experimenta después agorafobia. Aunque etimológicamente significa "miedo a los espacios abiertos" la agorafobia es, en realidad, el miedo a experimentar una situación de pánico en un lugar en el que tanto la ayuda como la huida no son posibles.

Las situaciones típicas de agorafobia pueden darse tanto estando a solas en el propio domicilio como viajando en transporte público, en restaurantes, entre multitudes, en centros comerciales, cines y supermercados.

Los manuales de Psicopatología de niños y adolescentes indican que, si bien este trastorno es más bien característico de la edad adulta: "Se sabe que suele iniciarse en la adolescencia, y es también relativamente frecuente que ocurra durante la niñez". El DSM-V establece que para diagnosticar una agorafobia los síntomas deben durar un mínimo de seis meses y que hay que tener en cuenta el contexto.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobsanz.es

martes, 18 de febrero de 2020

Adolescentes y Ansiedad




EVA MILLET


Si la infancia está siendo cada vez más visitada por una ansiedad precoz y virulenta, la adolescencia no tiene nada que envidiarle. En parte porque, como señala Francisco Mora Teruel, la adolescencia es la etapa en la que, biológicamente, se experimenta más ansiedad. "La propia definición de lo que entendemos por adolescencia es que el adolescente es una persona que está frustrada y ansiosa", afirma el profesor, que califica este periodo como "una época delicada". Cualquiera que haya vivido una adolescencia estándar sabrá exactamente de lo que está hablando.

Desde el punto de vista neurológico, la adolescencia es una etapa complicada porque el adolescente, explica Mora Teruel: "Aún no tiene maduras sináptica y conectivamente las cortezas orbitofrontales mediales, que son las que nos conectan con lo que es la ética, la inhibición y el control maduro". Es por ello que la adolescencia se convierte en la edad de las heroicidades, de la impulsividad enorme hacia la consecución de lo que significa lo placentero o recompensante, en la edad en que se crea un mundo de desadaptación al mundo que te rodea: "Por eso ere rebelde, porque quieres cambiar tu entorno de acuerdo con tus parámetros". Mora Teruel nos recuerda que en gran parte de la historia han sido los adolescentes: "Los que han roto en batallas todo lo que ha sido nuestra cultura. Precisamente por esa inestabilidad del cerebro, por ese ser una persona siempre en riesgo y desafío".

Y no debemos olvidar la aparición de una contundente transformación física, propulsada por una irrupción de hormonas, encabezadas por las sexuales, que, sin contemplaciones, desatan intensos cambios corporales. Como escribe el psiquiatra Luis Feduchi: "De las etapas de desarrollo vital del individuo quizá sea la adolescencia la que en un periodo de tiempo más breve y recortado presente unos cambios anatómicos y fisiológicos tan acusados". Para este experto en adolescencia: "Sería absurdo pensar que esta situación vital no tiene repercusiones psicológicas y sociológicas", tanto en la persona donde se inicia como en el ambiente donde se produce.

Además, y esto es muy importante dado el periodo que transitamos, en la adolescencia irrumpe con fuerza el entorno social, un factor que incide en la construcción de una mayor o menor ansiedad. El psiquiatra Diego Figueroa citaba: "Cuando sales fuera de la familia y te pones a prueba con el resto de tus iguales en un mundo que es supercompetitivo dentro de una sociedad cada vez más narcisista". Una sociedad en la que la OMS cifra entre el diez y el veinte por ciento del porcentaje de los niños y adolescentes que experimentan problemas mentales. Entre estos, los trastornos de ansiedad son los más habituales y la adolescencia es una clave para el desarrollo de los mismos. La fobia social es el trastorno más habitual en este periodo.

Como sucede en los adultos, estadísticamente, las mujeres adolescentes sufren más de ansiedad que los hombres. Diferentes estudios señalan que ellas tienen el doble de posibilidades de sufrir un trastorno de este tipo. Pero, en parte, se debe a que las mujeres saben leer mejor sus emociones, reconocen mejor su desazón y tristeza y no tienen esa presión de "los chicos no lloran". Están más acostumbradas a hablar y a pedir ayuda. Son más abiertas a asumir una terapia y a confiar en el médico o el psicólogo.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Nº Col.: A-1324
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viernes, 12 de junio de 2015

Movimiento slow

Gran parte de los problemas son debidos a la filosofía de vida. Ahora se plantea la dialéctica entre el Minfulness como filosofía de vida o grupo de técnicas.
La urgencia es omnipresente en nuestra cultura y, por tanto, las patologías de ansiedad.
La intervención debe ser biopsicosocial, sabiendo que hay cuadros donde dominan lo bio, lo psico y lo social.
Rodrigo Córdoba Sanz
Tel.: 653379269

martes, 24 de febrero de 2015

TOC desde el ángulo psicodinámico


Enfoques de orientación psicoanalítica para el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo

Publicado en la revista nº009

Autor: Gabbard, Glenn O.

Psychoanalytically Informed Approaches to the Treatment of Obsessive-Compulsive Disorder. Publicado originariamente en Psychoanalytic Inquiry: A Topical Journal for Mental Health Professionals, vol. 21, no. 2, p. 208-221 (2001). Copyright © 1999 de Melvin Bornstein, Joseph Lichtenberg & Donald Silver. Traducido y publicado con autorización de The Analytic Press, Inc.

Traducción:  Mª Rosa Salanova García-Mauriño

A medida que la investigación en neurociencia ha descubierto las bases genéticas / biológicas del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), se ha llegado a un amplio consenso de que los tratamientos de elección para esta enfermedad son la terapia conductual  y un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina. No obstante, los enfoques de orientación psicoanalítica tienen todavía mucho que ofrecer en un plan de tratamiento general. Los síntomas determinados biológicamente tienen significados inconscientes para el paciente que pueden llevarle a dedicar mucho esfuerzo en mantener los síntomas. También los factores psicodinámicos pueden estar involucrados en provocar que los síntomas se desencadenen y exacerben. Además, las compulsiones y los pensamientos obsesivos tienen casi siempre significados interpersonales que hay que abordar. Los miembros de la familia y otras personas, lo que incluye a los terapeutas, pueden sentirse forzados a acomodarse a la enfermedad respondiendo a comportamientos coercitivos del paciente. Finalmente, en muchos casos, los rasgos caracteriales de los individuos con TOC tienden a debilitar los esfuerzos terapéuticos y puede ser necesaria una terapia de orientación  psicoanalítica para tratarlos.

Históricamente se ha considerado a dos entidades clínicas, la neurosis histérica y la neurosis obsesivo - compulsiva, las condiciones modelo para el tratamiento psicoanalítico. Mientras que el psicoanálisis nació de las experiencias con la histeria, el escrito clásico de Freud de 1909 sobre “El hombre de las ratas” introdujo la neurosis obsesivo-compulsiva en la literatura psicoanalítica con una formulación psicodinámica rica y convincente de los síntomas. Desde ese momento, la formulación clásica, comúnmente aceptada en los círculos analíticos, fue que la ansiedad provocada por la situación edípica producía en el neurótico obsesivo-compulsivo la regresión a una constelación de defensas de la fase anal que incluían la formación reactiva, hacer y anulación  y el aislamiento del afecto. Con frecuencia se consideraba que esta regresión era más probable por la presencia de las fijaciones anales de larga data resultantes de las alteraciones durante la fase de entrenamiento de control de esfínteres (Nemiah, 1988).

A pesar de la tradición de larga data de tratar la neurosis obsesivo-compulsiva con psicoanálisis, los informes sobre curas sintomáticas con tratamiento psicoanalítico son virtualmente inexistentes (Zetzel, 1970; Malan, 1979; Jenike, Baer y Minichiello, 1986; Nemiah, 1988; Perse, 1988).

De forma paralela a la toma de conciencia de que el psicoanálisis no altera los síntomas obsesivo - compulsivos, se ha dado una creciente tendencia dentro de la psiquiatría a considerar que el trastorno tiene una etiología con mucha base biológica. De hecho, el cambio de la nomenclatura en el DSM-III de neurosis obsesivo-compulsiva a trastorno obsesivo compulsivo (TOC) refleja un punto de vista ampliamente mantenido de que los mecanismos neuróticos, tal como los definía tradicionalmente la teoría psicoanalítica, no guardan una relación específica con la etiología del TOC.

La evidencia de los componentes biológicos en la etiología es convincente. Los pacientes con TOC exhiben (en comparación con los sujetos control normales) un incremento del metabolismo en la corteza orbitofrontal, la corteza cingulada anterior y el núcleo caudado (Baxter et al., 1987; Swedo et al., 1989). Otras líneas de evidencia incluyen una tasa mayor de concordancia de TOC en los gemelos monocigóticos y dicigóticos, un incremento de la prevalencia en pacientes con el síndrome de Tourette (y en sus familias) y una respuesta dramática en algunos pacientes a la  psicocirugía (Elkins, Rapopart y Libsky, 1980; Lieberman, 1984; Turner, Bieder y Nathan, 1985). Además, Luxenberb et al. (1988) demostraron con el uso de la tomografía computarizada que el volumen del núcleo caudado es significativamente menor en los pacientes con TOC al compararlos con individuos sanos usados como control. Los pacientes con TOC también muestran de forma significativa más signos de disfunción del sistema nervioso central que los controles (Hollander et al., 1990). Uno de los últimos resultados más sorprendentes sobre los pacientes con TOC, que también sugieren un componente biológico, en la etiología es el hecho de que no existe ninguna respuesta placebo (Mavissakalian, Jones y Olson, 1990). Este resultado está en marcado contraste con condiciones como el trastorno de pánico que pueden tener de un 25 a un 40 por ciento de respuesta placebo (Gabbard, 1992).

Ahora están surgiendo modelos animales para el TOC que sugieren que las anormalidades de la  serotonina tienen un peso importante en la patogénesis del TOC (Greist y Jefferson, 1995). Muchos de estos, como el lamido de las patas, una conducta de acicalamiento en perros grandes, que es muy similar a la conducta obsesivo-compulsiva de los humanos, parece responder a potentes inhibidores de la recaptación de la serotonina (Rapaport, Ryland y Kriete, 1992). Además, los inhibidores potentes de la recaptación de la serotonina son también efectivos en el tratamiento del TOC en humanos (Greist y Jefferson, 1995).

Parte de la dificultad en el campo proviene de la diferenciación entre  trastorno de la personalidad obsesivo -compulsiva (TPOC), que responde muy bien al psicoanálisis, y el TOC. A pesar de la tendencia histórica a considerar las dos condiciones como parte del mismo continuo de enfermedad, hay ahora evidencia sustancial de que son dos entidades bastante distintas (Pitman y Jenike, 1989; Baer et al, 1990; Stein y Hollander, 1993). De hecho, sólo en torno a un seis por ciento de los pacientes con TOC tienen también trastorno de la personalidad obsesivo -compulsiva. En general, los pacientes con TOC ven sus síntomas de forma más egodistónica y, por tanto, tienen como resultado un mayor sufrimiento. Con frecuencia, los rasgos de los pacientes con TPOC son egosintónicos y pueden causar más sufrimiento en personas significativas para el paciente que en el propio paciente. Esta distinción tiene ciertas limitaciones y los clínicos deberían tener en mente que algunos pacientes con TOC también vivencian sus síntomas de forma algo egosintónica (Rasmussen y Eisen, 1989; McCullough y Maltsberger, 1995). En este trabajo me centraré específicamente en los enfoques de orientación  para el TOC más que para el TPOC.

En una época en la que la terapia conductual y los inhibidores de la recaptación de la serotonina se han convertido en tratamientos de elección muy aceptados en los pacientes con TOC (Greist y Jefferson, 1995), corremos el riesgo de relegar a la historia los enfoques de orientación psicoanalítica y, por tanto, privar a muchos de nuestros pacientes de un componente necesario y valioso para el arsenal  terapéutico utilizado con los pacientes con TOC. A pesar de la impresionante investigación en las neurociencias sobre las bases  biológicas del TOC, los clínicos  de orientación  psicoanalítica tienen todavía mucho que aportar para un plan global de tratamiento de tales pacientes.

Las estrategias de tratamiento para el TOC que articularé se pueden clasificar de manera amplia  en la categoría de psiquiatría psicodinámica (en contraposición a la psicoterapia psicodinámica). He definido con anterioridad la psiquiatría psicodinámica de la siguiente forma: “Un enfoque para el  diagnóstico y el tratamiento que se caracteriza por una forma de pensar tanto sobre los pacientes como sobre los clínicos que incluye el conflicto inconsciente, los déficits y las distorsiones de las estructuras intrapsíquicas, y las relaciones objetales internas” (Gabbard, 1994b, p. 4-5). Tal como implica esta definición, el clínico psicodinámico siempre piensa en términos de significado inconsciente, transferencia, contratransferencia y resistencia, incluso cuando no se dedican a la psicoterapia psicoanalítica o psicoanálisis ortodoxos. Por ejemplo, un clínico psicodinámico puede prescribir un inhibidor de la recaptación de la serotonina a un paciente con TOC y a la vez pensar en las interacciones con el paciente desde una perspectiva psicodinámica. Este enfoque de orientación  psicoanalítica implica un modelo conceptual particular para comprender la enfermedad del TOC.

El modelo de diátesis/estrés del TOC

Una evidencia creciente sugiere que muchos de los trastornos psiquiátricos principales se pueden comprender mejor en base a un modelo de diátesis/estrés (Gabbard, 1992, 1994a). Aunque es evidente que en la etiología y patogénesis del TOC actúan procesos genéticos, los estresores psicológicos también parecen ser importantes. Los clínicos han observado desde hace tiempo que el aumento del estrés o la reaparición de problemas que ya habían precipitado el TOC pueden empeorar los síntomas, mientras que la reducción de la tensión puede mejorarlos (Black, 1974). Alguna  investigación que llama a la reflexión sugiere que los temas relativos al cuidado de los hijos y el embarazo pueden tener una influencia significativa sobre los síntomas del TOC. Por ejemplo, Buttolph y Holland (1889) descubrieron que el 69 por ciento de los pacientes con TOC podían relacionar la exacerbación o aparición de sus síntomas con el cuidado de sus hijos, el embarazo o el parto. En un estudio de 106 mujeres que padecían TOC, Neziroglu, Anemone y Yaryura-Tobías (1992) observaron que el embarazo estaba asociado a la aparición de los síntomas del TOC más que a cualquier otro acontecimiento de la vida. De hecho, el 39 por ciento de aquellas pacientes con niños experimentaron los síntomas por primera vez durante el embarazo. Cinco mujeres del estudio habían tenido un aborto, espontáneo o provocado, y cuatro de esas cinco observaron que los síntomas del TOC surgían o se exacerbaban cuando estuvieron embarazadas.

En mi propia experiencia clínica, con madres jóvenes o embarazadas con TOC, he observado con frecuencia un nexo entre el incremento de la intensidad de los síntomas del TOC y un aumento en la agresión inconsciente o apenas consciente hacia el niño. Por ejemplo, una madre primeriza con TOC de un bebé de seis meses decía que apagaba inmediatamente la televisión cada vez que en las noticias o un programa de entrevistas aparecía un debate sobre el abuso parental a un niño. En el transcurso de la psicoterapia reconoció hasta que punto luchaba contra abrumadores deseos asesinos hacia su hijo. Aunque la forma que adoptaban los pensamientos obsesivos a menudo sugería que un desastre del exterior mataría al niño, la exploración dinámica ayudó al paciente a comprender que la amenaza que temía realmente procedía de su interior más que de fuentes externas.

Parte de este modelo conceptual es que los síntomas, con independencia de la influencia biológica que tengan, tienen significados, conscientes o inconscientes, para el paciente. Como observé en una comunicación previa (Gabbard, 1992), con frecuencia los conflictos psicodinámicos se apropian de las fuerzas bioquímicas del cerebro y las utilizan como vehículo de expresión. En esa comunicación describí a un joven que había controlado completamente la vida de su madre hasta el punto que ella dejó su trabajo para permanecer en casa con él y satisfacer todas sus necesidades. Al mismo tiempo, el padre se vio forzado por el joven a permanecer en una habitación aparte de la casa para no contaminar a su hijo con “gérmenes” del mundo exterior. A este respecto, los síntomas del TOC sirvieron como forma de facilitar un triunfo edípico inconsciente en el cual el joven tenía a su madre toda para él, mientras su padre estaba fuera de escena.

En este caso, era de gran importancia la resistencia del paciente a cualquier tipo de tratamiento psiquiátrico. Había rechazado acudir al psiquiatra y aceptar medicación con alguna eficacia probada en el TOC. Sólo cuando se pudo encarar y comprender su resistencia el paciente fue capaz  de colaborar en un programa de tratamiento global. Por consiguiente, el descubrimiento de la intensa dependencia respecto a su madre y su deseo de continuar en su conflictivo triunfo edípico, obtenido en base a la comprensión dinámica, tuvo que ser encarado antes de que finalmente accediera a toma clomipramina.

Consecuencias  para el tratamiento

Al considerar las onsecuencias para el  tratamiento del TOC, la viñeta del caso anterior pone de relieve puntos extraordinariamente cruciales - como por ejemplo que muchos pacientes con TOC se aferran a sus síntomas por sus significados especiales y por el control interpersonal que ejercen sobre los demás. Por tanto pueden no mostrar interés en realizar el trabajo de la terapia de conducta o no cumplir con la medicación. De hecho muchas pruebas controladas excluyen a estos problemáticos pacientes por su escasa motivación o su negativa a seguir las instrucciones y, por tanto, la investigación empírica sobre el TOC puede no encarar de forma adecuada a este subgrupo de pacientes.

Incluso cuando los pacientes con TOC siguen las normas del tratamiento, los resultados están lejos de ser ideales. Por ejemplo, en el amplio proyecto multicentro para estudiar la eficacia de la clomipramina, la reducción principal de síntomas tras 10 semanas de tratamiento fue sólo de 38 al 44 por ciento ( Comipramine Collaborative Study Group, 1991). Es más, muchos pacientes tienen recaídas con clomipramina u otros inhibidores de la recaptación de la serotonina si no se ha combinado con terapia conductual (Zetin y Kramer, 1992). La modificación de conducta que incluye la exposición en vivo combinada con la prevención de respuesta parece tener los mejores resultados (Barlow y Beck, 1984), pero también se produce una alta tasa de recaídas con esta modalidad, lo que requiere una amplia cooperación del paciente (Marks, 1981).

Con frecuencia, los pacientes con TOC tienen considerables dificultades en las relaciones interpersonales, tanto con los miembros de la familia como en el trabajo o en otros entornos sociales. El diagnóstico del TOC está asociado con un alto riesgo de separación o divorcio (Zetin y Kramer, 1992). Los enfoques psicodinámicos son muy útiles para ayudar a clarificar y abordar los problemas de relación con los que se topa la enfermedad. La identificación de los estresores y sus significados particulares para los pacientes también puede ayudar, tanto al paciente como a los miembros de la familia, a ser conscientes de los acontecimientos que precipitan el trastorno y a intentar reducir su impacto o evitarlos en la medida de lo posible.

El substrato neurobiológico del TOC conduce a ciertos tipos de pautas inconscientes en las relaciones que, en última instancia, se internalizan como relaciones objetales características del paciente. A continuación éstas se reexternalizan en las relaciones familiares y extrafamiliares para crear una gran cantidad de problemas. La ventaja de la orientación psicodinámica en el tratamiento es que permite examinar la evolución de la transferencia -contratransferencia de manera sistemática como una forma de ayudar a los pacientes a comprender sus problemas relacionales en otros contextos.

El Sr. A era un hombre soltero de 26 años que fue admitido en una unidad de un hospital psiquiátrico porque sus síntomas le estaban convirtiendo prácticamente en un inválido y porque se había negado a cooperar con los enfoques de farmacoterapia y terapia de conducta. Estaba preocupado por la posibilidad de que sus padres hubieran cogido el virus del SIDA en el camino a casa desde sus respectivos trabajos y estaba convencido de que la casa necesitaba una desinfección minuciosa para impedir que él entrara en contacto con el virus. Sus padres se habían aliado con él en su insistencia de que cada mueble fuera pulverizado y limpiado a fondo. Cada tarde realizaban sistemáticamente el ritual de rociar y limpiar gran parte de la casa bajo la dirección del paciente.

Cuando el Sr. A ingresó en la unidad del hospital, pidió a su enfermero los detalles del ocupante anterior de su habitación. El enfermero le explicó que esa información era confidencial y no podía compartirla con él. No obstante, siguió haciendo preguntas, en particular las relacionadas con los hábitos de masturbación del anterior ocupante. Se obsesionó con la idea de que podía haber manchas de semen en su habitación que podían transmitirle la infección del VIH. En mis entrevistas diarias con él, gran parte de nuestras conversaciones se consumía con esa posibilidad. A pesar de lo absurdo de este temor, su insistencia de que discutiéramos la posibilidad de la contaminación del VIH era de un gran poder coercitivo, hasta tal punto que me descubría a mi mismo dedicando grandes esfuerzos para argumentar desde un punto de vista racional y  lógico que sus temores eran, fundamentalmente, irracionales. La demanda del Sr. A. de que participara con él en un diálogo sobre el VIH tenía asociada una cualidad de ser obligatoria. Me sentía invadido  y empujado a un tipo de folie à deux en la que ninguna otra cosa  fuera importante para  nosotros dos. En resumen, me había convertido en una extensión del Sr. A.

Una mañana, haciendo la ronda, entré en su habitación y encontré al enfermero del Sr. A con espray desinfectante en una mano y una toalla de papel en la otra “descontaminando” el mobiliario de la habitación del Sr. A. El enfermero parecía bastante avergonzado por haber sido descubierto coaligado con el temor de contaminación del paciente.

Cuando más tarde me reuní con el enfermero le expliqué que podía empatizar con su dilema - es decir, que la necesidad del Sr. A de hablar de su obsesión y de iniciar rituales para asegurarse que la habitación estaba descontaminada era tan sumamente obligante que cualquiera se podía ver arrastrado con facilidad a actuar en connivencia con ello. Señalé al enfermero que, a través de la identificación proyectiva, el paciente lo había tiranizado de la misma forma que había tiranizado a sus padres en casa. Compartí con el enfermero la consagrada visión del hospital psicoanalítico como un lugar donde un paciente recrea su situación familiar (más precisamente, su mundo objetal interno) en el entorno del hospital con diversos miembros de la plantilla (Gabbard, 1988).

Cuando el enfermero se negó a involucrarse en tal alianza  tras ese incidente, el Sr. A se indignó mucho. El alcance de lo que él creía su derecho era sorprendente. Claramente tenía la expectativa de que la gente de su entorno debía comportarse como extensiones narcisistas de sí mismo. Negaba de forma masiva la autonomía y subjetividad de cualquier otro en su vida, existían sólo para responder a sus necesidades y su control omnipotente era enormemente  deshumanizador.

Empleé buena parte del tiempo de mis reuniones con él en señalar su pauta en las relaciones objetales, tanto en sus relaciones con el enfermero, conmigo en la unidad, como con sus padres en casa. Clarifiqué con él que su sensación de urgencia sobre la naturaleza catastrófica de sus pensamientos en relación con la contaminación del VIH, provocaba que los demás sintieran que tenían que hacer lo que a él se le antojara o habrían consecuencias funestas. Aunque este enfoque no redujo directamente sus síntomas obsesivo - compulsivos, fue de un extraordinario valor para ayudarle a desarrollar una mayor empatía hacia los demás y a considerarlos sujetos en vez de objetos bajo su control omnipotente. En las sesiones del asistente social con los padres y el Sr. A, se realizó un gran progreso en ayudar a los padres a ver que, a largo plazo, aliarse con sus necesidades de “descontaminación” no era lo mejor para él. Los padres sintieron un gran alivio al recibir permiso del trabajador social y, con el tiempo, del Sr. A, para actuar según sus propias necesidades en vez de someterse a la conducta de control del Sr. A.

Otra razón convincente para incorporar nuestras estrategias psicodinámicas con los pacientes con TOC es el hecho de que muchos tienen temas caracteriales que sirven como poderosas resistencias a formas de tratamiento tales como la terapia de conducta o la farmacoterapia. De hecho Baer et al. (1990) descubrieron que la presencia de trastornos esquizotípico, borderline y evitativo de la personalidad, predecían un resultado de tratamiento pobre en pacientes con TOC tratados con clomipramina. Más aun, incluso cuando los pacientes no cumplen todos los criterios del DSM - IV para un trastorno de la personalidad, aún pueden tener rasgos caracteriales importantes que interfieren con la ejecución de un programa de tratamiento amplio.

En otro estudio (Aubuschon y Malatesta, 1994), se trató a 31 pacientes con TOC con un trastorno comórbido de la personalidad con  una amplia gama de terapia conductual. Se comparó sus resultados con los de un grupo de pacientes con TOC sin trastornos de la personalidad comórbida. Se consideró que esos pacientes con trastornos de la personalidad  eran más difíciles de tratar y que tenían más posibilidades de finalizar la terapia conductual de forma prematura y que requerirían más hospitalizaciones psiquiátricas que los pacientes con TOC sin trastornos de la personalidad.

El señor B. era un divorciado de 38 años que había tenido éxito en un puesto directivo hasta que se volvió incapaz de funcionar de forma efectiva en el trabajo debido a la presencia de pensamientos obsesivos y rituales compulsivos. A pesar de que tenía desde hacía tiempo un trastorno paranoide de la personalidad y algunos síntomas leves de TOC, su funcionamiento nunca se había visto afectado hasta que su padre enfermó y murió dos años antes de buscar tratamiento conmigo. Sus obsesiones y  conducta ritualista empeoraron de forma dramática a la muerte de su padre, hasta tal punto que no pudo funcionar de forma efectiva en el trabajo.

El paciente se había enfadado con su padre la última vez que lo vio antes de su muerte y se sentía extraordinariamente culpable por el hecho de que su último encuentro fuera uno tan rabioso. El día anterior al funeral de su padre, el Sr. B  se había hecho daño en la espalda  jugando al baseball y durante el funeral sufrió un dolor lumbar  tan grave que necesitó tomar narcóticos. A pesar de que dejó de tomarlos después de varios días, su dolor de espalda continuó junto con el empeoramiento de los pensamientos obsesivos. El contenido de estos pensamientos se centraba fundamentalmente en su daño potencial a otros. Por ejemplo, tenía miedo de que si iba al trabajo abriría la puerta del servicio de caballeros y dañaría gravemente a alguien que saliera, golpeándole con la puerta.

De niño, el Sr. B había intentado anular la rabia hacia sus padres con varias formas de conducta ritualista. El empeoramiento gradual de sus rituales desde la muerte de su padre reflejaba su convicción inconsciente de que había causado la muerte de su padre por la intensidad de su rabia. Una variedad de rituales, que incluía conducir ida y vuelta al trabajo hasta ocho o diez veces, estaban destinados a anular la muerte mediante el incrementar los rituales.

Había visto a dos clínicos antes de acudir a que le ayudara. Inicialmente había intentado una terapia cognitivo-conductual que se centraba exclusivamente en sus síntomas. Finalmente los dejó porque sentía que el terapeuta cognitivo-conductual no le ayudaba. Me dijo que le había explicado repetidamente a su terapeuta que era consciente de lo ridículas que eran las distorsiones cognitivas, pero que la conciencia de su naturaleza irracional no lo ayudaba a cambiar los pensamientos.

A continuación acudió a un psiquiatra que se ofreció a prescribirle clomipramina. Leía todo material que caía en sus manos en relación a la medicación pero rechazaba tomarla. Por su orientación paranoide básica hacia el mundo, estaba convencido de que la medicación le destruiría de alguna forma o que, como mínimo, le causaría efectos secundarios difíciles de controlar.

Cuando finalmente vino a verme pasé mucho tiempo trabajando con él su resistencia a tomar medicación. Señalé que parecía estar muy preocupado de que su ira hubiera herido a su padre. En respuesta a esa observación, afirmaba repetidamente que, de hecho, no era una persona irascible. Con frecuencia, su ira aumentaba a medida que insistía sobre la idea de que había superado cualquier problema con la ira. Finalmente, tras mucho trabajo sobre sus rasgos caracteriales paranoides, estuvo de acuerdo en tomar la clomipramina. Lo hizo durante aproximadamente un año en dosis terapéuticas máximas pero no experimentó cambio alguno.

Entonces pasó por un período de meses en el que se obsesionó acerca de si sería recomendable que probara fluoxetina. Volvió a leer mucho sobre  fluoxetina y trabajó conmigo sus ideas paranoides relativas a los efectos secundarios. Tras unos meses de discutirlo, intentó tomar fluoxetina pero, después de dos meses, sintió que estaba cada vez peor y suspendió el tratamiento.

A pesar de su falta de éxito con la farmacoterapia y la terapia cognitivo-conductual, persistió en su terapia psicodinámica individual y, poco a poco mejoró en muchas áreas de su vida. Aunque sus síntomas eran manejables, no desaparecieron. Por otro lado, su personalidad paranoide mejoró de muchas formas significativas. Se hizo menos rígido y muy abierto a considerar ideas que había rechazado con anterioridad. Llegó a ser capaz de formar una confiada alianza terapéutica conmigo y, relacionada con esta confianza, se hizo mucho menos hostil. También fue capaz de tener una relación sexual significativa y mutuamente gratificante con una mujer, algo que con anterioridad había sido impensable por su paranoia. Se volvió mucho menos aislado y creó también otras relaciones. Incluso volvió a trabajar a media jornada a medida que su ansiedad por los síntomas del TOC se hizo menos molesta. En resumen, había hecho una adaptación a sus síntomas que enriquecieron mucho su calidad de vida.

Conclusiones

Estas breves ilustraciones clínicas destacan el papel vigente del tratamiento de orientación psicoanalitica para  pacientes que padecen un trastorno obsesivo-compulsivo. A pesar de la presencia de los determinantes biológicos que pueden generar los síntomas del TOC, estos síntomas son ricos en significado inconsciente, lo que puede causar que los pacientes se esfuercen mucho en mantener sus síntomas. La comprensión psicodinámica del significado de esos síntomas pueden ser de gran ayuda para mejorar el cumplimiento de  los programas de tratamiento con fármacos o de terapia conductual.

El TOC es una enfermedad cuya gravedad fluctúa, por lo que una comprensión dinámica de los detonantes psicosociales puede ayudar a manejar al paciente con TOC. Por ejemplo, en el caso del Sr. B, se hizo evidente que la aparición de sus síntomas estaba íntimamente ligada a las preocupaciones por la agresión hacia los demás. En otros pacientes puede contribuir la ansiedad de dañar a niños o a bebés. Sin embargo, en otros son las ansiedades sexuales las que pueden actuar como detonante.

Casi siempre los síntomas del TOC tienen significados interpersonales que se deben tratar. Los síntomas determinados biológicamente pueden servir como el vehículo ideal para expresar conflictos con base psicodinámica. Por tanto, los miembros de la familia y las personas que tienen relaciones significativas con el paciente se pueden encontrar controlados o coaccionados a realizar conductas muy disfuncionales. Las dimensiones de transferencia - contratransferencia de la relación terapéutica con pacientes con TOC pueden aportar pistas sobre estas recurrentes pautas que se pueden encarar con provecho como parte del tratamiento.

En muchos casos, los rasgos caracteriales de los individuos con TOC tienden a minar los esfuerzos terapéuticos. Confrontar e interpretar las dimensiones caracteriales del paciente puede tener un impacto significativo sobre el manejo global del paciente. Es más, los rasgos de personalidad de los individuos con TOC pueden responder de forma dramática a la psicoterapia dinámica y, por tanto, estos pacientes pueden llevar vidas mucho más gratificantes. El caso del Sr. B demuestra un ejemplo en el cual el ajuste del paciente a la vida mejoró mucho a pesar del hecho de que los síntomas del TOC persistieron.

Finalmente, debemos ser conscientes de que un cierto porcentaje de pacientes no responderán ni a la farmacoterapia ni a la terapia de conducta. Puede ser necesario un enfoque terapéutico psicodinámico para afrontar una situación en la que no hay respuesta al tratamiento, a pesar de que el clínico deba tener objetivos modestos para la mejora de los síntomas per se. El TOC sirve como una enfermedad modelo para demostrar el valor de un enfoque integrado para el tratamiento de los trastornos psiquiátricos mayores. Las estrategias psicodinámicas continuarán teniendo un papel principal en la psiquiatría tal como ilustran las muchas formas en las cuales el pensamiento psicodinámico se aplica a condiciones tales como el TOC.