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sábado, 7 de agosto de 2021

Heidegger: Qué es la Filosofía

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Y Psicoterapeuta. Gran Vía Zaragoza Y Online Teléfono: 653 379 269 IG: @psicoletrazaragoza Website: www.rcordobasanz.es

La filosofía, entonces, no es una doctrina, no es un esquema simplista para orientarse en el mundo, ciertamente no es un instrumento o logro del Dasein humano. Más bien, es este mismo Dasein en la medida en que llega a ser, en libertad, desde su propio terreno. Quienquiera, a través de la investigación, llega a esta autocomprensión de la filosofía, recibe la experiencia básica de todo filosofar, a saber, que cuanto más completa y originalmente se adquiere la investigación, más seguro será "nada más que" la transformación del mismas pocas preguntas simples. Pero aquellos que desean transformarse deben llevar dentro el poder de una fidelidad que sabe cómo preservar. Y uno no puede sentir que este poder crece dentro a menos que esté maravillado. Y nadie puede sorprenderse sin viajar a los límites más extremos de lo posible. Pero nadie se hará amigo de lo posible sin permanecer abierto al diálogo con los poderes que operan en toda la existencia humana. Pero ese es el comportamiento del filósofo: escuchar atentamente lo que ya se canta, lo que aún se puede percibir en cada acontecimiento esencial del mundo. Y en tal comportamiento, el filósofo entra en el núcleo de lo que realmente está en juego en la tarea que se le ha encomendado. Platón supo de eso y habló de ello en su séptima carta:

'De ninguna manera puede ser pronunciado, como otras cosas, que uno puede aprender. Más bien, desde una morada completa y coexistente con la cosa misma, como cuando una chispa, saltando del fuego, se enciende en la luz, así sucede, de repente, en el alma, allí para crecer, sola y sola.

martes, 2 de febrero de 2021

Carl Rogers: Humanismo

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta Humanista. rcordobasanz@gmail.com  Tfno.: 653 379 269 Página Web: www.rcordobasanz.es

Carl Rogers (enero 8 de 1902, Oak Park, Illinois, Estados Unidos — febrero 4 de 1987, San Diego, California, Estados Unidos) fue un psicólogo de la corriente humanista conocido por su método de psicoterapia centrada en el cliente.

De acuerdo con una encuesta realizada por la Asociación Americana de Psicología (APA) en 2002, Rogers es considerado el sexto psicólogo más eminente del siglo XX. Gran parte de su mérito está en haber desarrollado una corriente terapéutica que hizo un contraste positivo con las teorías predominantes de la época: el conductismo y el psicoanálisis.

Hoy profundizamos en la vida y obra de Carl Rogers de la manera más personal posible. Acompáñanos a lo largo de este artículo, que realza las contribuciones de Rogers a la evolución de la psicología.

La vida de Carl Rogers: primeros años

“Me siento honrado y halagado al saber que un grupo desea conocer quién soy. intentaré responder a una pregunta honesta con toda la honestidad de que soy capaz” — Carl Rogers, convertirse en persona (1961), primera parte, Pág. 15

En su libro Convertirse en persona: mi técnica terapéutica (1961), Rogers dedica un importante espacio a compartir su experiencia personal y el proceso que le llevó a convertirse en psicólogo (o como él mismo prefiere llamarse: asesor personal).

“Me crié en un hogar caracterizado por estrechos lazos familiares, en una atmósfera ética y religiosa muy estricta e intransigente”, escribe Carl, el cuarto de seis hijos, que complementa los detalles más significativos de su infancia refiriéndose a mucho trabajo y poca vida social.

A los doce años, Rogers y su familia se trasladaron a una granja, evento que describe como un intento de sus padres por “alejar a los adolescentes de las tentaciones de la vida suburbana”. Ahí pasaría el resto de sus primeros años y desarrollaría dos de los intereses que tal vez hayan orientado el rumbo de su vida: las mariposas y la agricultura, curiosidades que Rogers descubrió, años después, habían sido su primera aproximación a la ciencia.

“ME CRIÉ EN UN HOGAR CARACTERIZADO POR ESTRECHOS LAZOS FAMILIARES, EN UNA ATMÓSFERA ÉTICA Y RELIGIOSA MUY ESTRICTA E INTRANSIGENTE”

A través de libros como Feeds and Feeding de Morrison, Rogers aprendió a planificar experimentos y analizar resultados respetando el método científico. Así pasaron los años siguientes de su infancia y el interés por la agricultura se mantuvo hasta la universidad, donde se inició en este campo durante los primeros dos años de educación superior.

En la búsqueda de su auténtica vocación, Rogers cambió su objetivo profesional y se inclinó por el ministerio sacerdotal; comenzó a estudiar historia y, en 1922, fue seleccionado entre una docena de estudiantes para participar en una conferencia internacional de la Federación Cristiana Estudiantil Mundial en China. Rogers describe esto como “una experiencia muy importante” donde pudo ser testigo de cómo, cuatro años después de la Primera Guerra Mundial, persistía el odio entre franceses y alemanes.

“Me vi obligado a ampliar mi pensamiento y admitir que personas muy sinceras y honestas pueden creer en doctrinas religiosas muy diferentes”, escribió Rogers. A partir de ese momento, fue inminente la separación entre Rogers y el pensamiento religioso de sus padres, hecho que define como el inicio de convertirse en una persona independiente.

En el mismo periodo, Rogers contrajo matrimonio con Helen Elliot, a quien conocía desde la infancia. En su libro Convertirse en persona, Rogers describe su matrimonio como un “constante compañerismo (…) sumamente importante y enriquecedor en mi vida”.

Más adelante, asistió al Union Theological Seminary (1924), el seminario teológico más liberal del país en esa época. Ahí empezó a sentirse atraído por los cursos y conferencias sobre psicología y psiquiatría (que apenas comenzaban a desarrollarse). Rogers recuerda especialmente a quienes contribuyeron a despertar su interés: Goodwin Watson, Harrison Elliot y Marian Kenworthy.

Más adelante, tomaría un curso sobre filosofía de la educación dictado por William H. Kilpatrick, uno de sus grandes maestros. Inició prácticas clínicas con niños bajo la supervisión de Leta Hollingworth y pronto comenzó a identificarse a sí mismo como psicólogo clínico, un paso “dado suavemente y con poca conciencia”, simplemente dedicándose a las actividades que le interesaban.

Rogers solicitó una beca en el Institute for Child Guidence. Ahí se familiarizó con los enfoques freudianos dinámicos. Poco después comenzó a trabajar como psicólogo en el Child Study Department de la Society for the Prevention of Cruelty to Children (Departamento de Estudios Infantiles de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Niños). Rogers aceptó este puesto a pesar de que su familia estaba creciendo y el salario ($2,900 dólares al año) no era bueno ni siquiera en esa época.

Según describe Rogers en Convertirse en persona, siempre creyó que si hallaba una oportunidad para hacer lo que más le interesaba, lo demás se solucionaría solo.

Rogers trabajó ahí durante doce años, en los cuales estudió de cerca casos de delincuencia infantil. Fue entonces cuando comenzó a notar que algo no andaba bien con los métodos y teorías de la época, que resumían el comportamiento delictivo a conductas sexuales reprimidas.

“LOS PERÍODOS MÁS FRUCTÍFEROS DE MI TRABAJO SON AQUELLOS EN QUE FUI CAPAZ DE ALEJARME POR COMPLETO DE LO QUE OTROS PIENSAN (…)

Dejó de compartir la postura de doctores como William Healy, a quien antes había seguido, y comenzó a descubrir un camino distinto alejado de “cualquier enfoque coercitivo o agresivo” para sacar a flote las verdades ocultas. Rogers descartó el uso del interrogatorio por considerarlo “superficialmente eficaz” y aprendió a ser más sutil, más delicado y comprensivo a la hora de interpretar la conducta de las personas. “Comencé a pensar que, en realidad, yo no era un psicólogo”, escribe, y que “nadie se interesaba por mis enseñanzas”.

Rogers comenzó a asistir a las sesiones de la APA (Asociación Americana de Psicología) y pudo verificar que existían investigaciones en torno al aprendizaje de las ratas y experimentos de laboratorio que no tenían nada que ver con lo que él estaba descubriendo. No obstante, hubo entendimiento con los asistentes sociales psiquiátricos, así que decidió emprender actividades en ese campo y comenzó a relacionarse con organismos locales y nacionales.

Con la creación de la American Association for Applied Psychology (Asociación Norteamericana de Psicología Aplicada, que existió entre 1937 y 1945), Rogers comenzó a desempeñarse activamente como psicólogo dictando cursos sobre cómo comprender y tratar a los niños con problemas en el Departamento de Sociología de la Universidad de Rochester. Poco a poco, el Departamento de Educación quiso incluir los cursos de Rogers en la categoría de cursos sobre educación y, más adelante, el Departamento de Psicología solicitó su permiso para incorporar los cursos, aceptándolo como psicólogo.

APORTÓ UNA MIRADA MÁS ÍNTIMA Y ASISTENCIAL DEL OFICIO DEL PSICÓLOGO

Rogers comprendió entonces que había conseguido establecer “sus propias líneas de trabajo” y que era momento de avanzar con ellas sin preocuparse por seguir o no al rebaño.

“Los períodos más fructíferos de mi trabajo son aquellos en que fui capaz de alejarme por completo de lo que otros piensan. Por todo ello, aprecio el privilegio de estar solo” — Carl Rogers, convertirse en persona (1961), primera parte, Pág. 25-26.

En 1940, Rogers fue nombrado catedrático en la Universidad del Estado de Ohio. Durante el proceso de enseñanza a sus alumnos, Rogers comenzó a darse cuenta de que había desarrollado un punto de vista muy personal que difería de las posturas establecidas. Hizo una recapitulación de sus ideas y presentó un manuscrito a la Universidad de Minnesota en diciembre del mismo año. “Por primera vez comprendí el hecho de que una idea mía, que quizá me parezca brillante y plena de potencialidades, puede representar una seria amenaza para otras personas”, escribió Rogers, que se convirtió entonces en el centro de críticas y, pero también de opiniones a favor.

A pesar de los contratiempos, Rogers estaba convencido de que tenía cosas muy importantes que aportar a la psicología, así que redactó Counseling and Psychotheraphy (1942), donde describe lo que considera una orientación más eficaz de la terapia. El libro estuvo a punto de no ser publicado, pues Rogers sólo conocía dos cursos (uno a su cargo y otro en una universidad distinta) donde era válido adoptar el texto, un panorama poco prometedor para la venta de los 2.000 ejemplares requeridos para cubrir los gastos.

El editor decidió finalmente publicar la obra cuando Rogers le dijo que la presentaría a otra editorial. Ninguno de los dos esperó nunca los resultados: 70.000 ejemplares vendidos hasta 1961.

Años más tarde, Rogers publicaría Client-Centered Therapy: Its Current Practice, Implications, and Theory (1951) y Psychotherapy and Personality Change: Coordinated Research Studies in the Client-Centered Approach (1954), donde profundizaría en las bases de su terapia centrada en el cliente.

Contribuciones de Carl Rogers a la psicología

Terapia Centrada en el Cliente, también llamada Terapia Centrada en la Persona

El concepto puede ser redundante para los superficiales, después de todo, se supone que la psicología siempre está “centrada en sus clientes”. Pero la verdad es que la filosofía Rogeriana ha tenido mucho que ver con el despertar progresivo de una praxis psicológica más cercana a las verdaderas necesidades del individuo y menos apegada al checklist rutinario, al ojo clínico, las pruebas psicométricas y el inventario de oficina.

LA TERAPIA DEBÍA SER UN ENCUENTRO ENTRO DOS SERES HUMANOS EN IGUALDAD DE CONDICIONES, DONDE EL PSICÓLOGO NO REPRESENTABA UNA FIGURA DE AUTORIDAD SINO UN AGENTE DE MEDIACIÓN

A diferencia de la terapia conductual, Rogers no se enfocó estrictamente en el análisis del comportamiento, y tampoco lo hizo en torno a los deseos e impulsos inconscientes, como el psicoanálisis, sino que aportó una mirada más íntima y asistencial del oficio del psicólogo.

https://youtu.be/NffY6NIW200

Para Rogers, la terapia debía ser un encuentro entro dos seres humanos en igualdad de condiciones, donde el psicólogo no representaba una figura de autoridad sino un agente de mediación y el “paciente” era tratado como un “cliente” que solicita ser escuchado, auxiliado en su búsqueda de reencontrarse con quien realmente es.

La terapia de Rogers se basa en la premisa de que es el cliente quien sabe en realidad los males que lo aquejan, de dónde provienen y la manera de remediarlos. El psicólogo cumple la función de acompañarlo en el proceso de reconectarse consigo mismo, para lo cual no emplea interrogatorios policíacos ni adopta posturas autoritarias, sino que hace todo lo humanamente posible por comprender al otro sin juzgarlo, comprender lo que su afirmación significa para él y hacer de este un proceso doblemente enriquecedor.

Consideración positiva incondicional

Rogers creía que los psicólogos deben considerar positivamente a los clientes incluso si sus visiones subjetivas del mundo son drásticamente diferentes a las de ellos. Esto hace de la terapia una experiencia de crecimiento igualitaria para ambos, además de una experiencia justa para los clientes. “Mi comprensión de estos individuos les permite cambiar”, escribió Rogers en 1961. “Aceptar sus propios temores y sus extraños pensamientos, sus sentimientos trágicos y sus desesperanzas”.

Evidencia de la calidez humana como herramienta terapéutica

Rogers dejó evidencia de su técnica en el caso Gloria (1965), donde vemos a una mujer siendo entrevistada por él (capítulo uno), Fritz Perls, creador de la Terapia Gestalt (capítulo dos) y Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotiva (capítulo tres). La filmación es una oportunidad única para ver en acción a tres de los psicólogos más importantes del siglo XX (el vídeo completo de la intervención de Rogers a continuación).

https://youtu.be/XJ6giOruT0Q

Los valores y convicciones Rogerianas son un legado incuestionable para la psicología moderna, la sociología e incluso la política y las ciencias humanas en general.

Lo que Rogers enseñó al mundo a través de sus propias experiencias es que las habilidades empáticas son inmensamente más importantes y eficaces que seguir la teoría al pie de la letra, y que la riqueza de la terapia está en el encuentro de dos seres humanos abiertos a comprenderse y ayudarse a Ser.

Referencias bibliográficas:

Rogers, Carl R. Convertirse en Persona: mi técnica terapéutica. Boston: Houghton Mifflin, 1961. También publicado en 1965 con una introducción de Peter Kramer

Eminent psychologists of the 20th century. (2018). http://www.apa.org. Consultado el 31 de marzo de 2018 en http://www.apa.org/monitor/julaug02/eminent.aspx

domingo, 10 de enero de 2021

Trastornos Bipolares

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Clínico Zaragoza y Psicoterapeuta. Gran Vía 32, 3° Iz Página Web: Psicólogo Zaragoza.                Instagram: @psicoletrazaragoza


El tratamiento para el trastorno bipolar, antes llamado «depresión maníaca», generalmente comprende medicamentos y formas de psicoterapia, ya sea que padezcas trastorno bipolar I o bipolar II. El trastorno bipolar II no es una forma más leve del trastorno bipolar I, sino que tiene un diagnóstico diferente.

Mientras que los episodios maníacos del trastorno bipolar I pueden ser graves y peligrosos, las personas que tienen trastorno bipolar II pueden estar deprimidas durante períodos más largos, lo cual puede causar un deterioro importante con consecuencias considerables.

Los tipos y las dosis de medicamentos se recetan según los síntomas en particular. Ya sea que padezcas el trastorno bipolar I o II, los medicamentos pueden comprender los siguientes:

  • Estabilizadores del estado de ánimo. Por lo general, necesitarás medicamentos para estabilizar el estado de ánimo, a fin de controlar los episodios de manía o de hipomanía (una forma menos grave de manía). Los ejemplos de estabilizadores del estado de ánimo comprenden el litio (Lithobid), el ácido valproico (Depakene), el divalproato sódico (Depakote), la carbamazepina (Tegretol, Equetro u otros) y la lamotrigina (Lamictal).
  • Antipsicóticos. El proveedor de atención psiquiátrica puede agregar un medicamento antipsicótico, como olanzapina (Zyprexa), risperidona (Risperdal), quetiapina (Seroquel), aripiprazol (Abilify), ziprasidona (Geodon), lurasidona (Latuda), cariprazina (Vraylar) o asenapina (Saphris). Es posible que el proveedor te recete alguno de estos medicamentos solo o junto con un estabilizador del estado de ánimo.
  • Antidepresivos. Con el fin de ayudar a controlar la depresión, el proveedor puede añadir un antidepresivo u otro de los medicamentos usados para tratar el trastorno bipolar que tiene efectos antidepresivos. Debido a que un antidepresivo a veces puede provocar un episodio maníaco, en el trastorno bipolar, se debe recetar el antidepresivo junto con un estabilizador del estado de ánimo o con un antipsicótico.
  • Antidepresivo-antipsicótico. El medicamento Symbyax combina el antidepresivo fluoxetina y el antipsicótico olanzapina. Funciona como tratamiento contra la depresión y como un estabilizador del estado de ánimo. Symbyax está aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos específicamente para el tratamiento de los episodios depresivos asociados con el trastorno bipolar I.

Además de medicamentos para el trastorno bipolar, otros enfoques del tratamiento incluyen lo siguiente:

  • Psicoterapia. Como parte clave del tratamiento, el proveedor de atención psiquiátrica puede recomendar terapia cognitivo-conductual para identificar comportamientos y creencias negativos y poco saludables, y reemplazarlos por otros positivos y saludables. Otros tipos de terapia también pueden ayudar, como la terapia de ritmo social, que implica establecer una rutina constante para un mejor control del estado de ánimo.
  • Tratamiento del abuso de sustancias. Muchas personas con trastorno bipolar también tienen problemas con el alcohol, con el tabaco o con las drogas. Quizás parezca que las drogas o el alcohol alivian los síntomas, pero, en realidad, pueden desencadenar, prolongar o empeorar la depresión o la manía. Si tienes problemas con el alcohol u otras drogas, infórmaselo al proveedor, de modo que pueda tratar tanto el consumo de sustancias como el trastorno bipolar.
  • Programas de tratamiento. Participar en un programa de tratamiento ambulatorio para el trastorno bipolar puede ser muy beneficioso. Sin embargo, el proveedor puede recomendar la hospitalización si el trastorno bipolar afecta considerablemente el desempeño de tus funciones o tu seguridad.
  • Estrategias de autocuidados. Además de los medicamentos y otros tipos de tratamiento, el control exitoso del trastorno bipolar incluye tener un estilo de vida saludable, como dormir lo suficiente, tener una alimentación saludable y estar activo físicamente. Mantener un horario regular, participar en actividades sociales y unirse a un grupo de apoyo también puede ayudar. Si necesitas más consejos sobre estos temas, consulta al proveedor.

Es posible que debas probar diferentes medicamentos o combinaciones de medicamentos para determinar qué funciona mejor. Por ello, es importante que te reúnas regularmente con el proveedor de atención psiquiátrica para ver si el tratamiento funciona. En caso de que sea necesario, el proveedor puede hacer ajustes periódicos del medicamento para controlar los síntomas y los efectos secundarios.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Clínico. Psicoterapeuta. Zaragoza. Teléfono: 653379269  Página Web: Psicólogo Zaragoza.                Instagram: @psicoletrazaragoza

sábado, 14 de octubre de 2017

Reencontrarse con uno mismo



Cuando hablamos de escuchar con compasión, solemos pensar en escuchar a otra persona. Pero debemos escuchar también al niño interior. A veces precisa toda nuestra atención. Ése pequeñín puede surgir desde lo más profundo de tu conciencia y reclamar tu atención. Si estás atento, oirás su voz pidiendo ayuda. En ese momento, en vez de prestar atención a cualquier otra persona que tengas delante de ti, vuélvete y abraza con ternura al niño herido. Puedes hablarle directamente con el lenguaje del amor, diciéndole: "En el pasado te dejé solo. Escápate de ti. Ahora lo lamento mucho. Voy a abrazarte". Puedes decirle: "Querido, estoy aquí para lo que necesites. Voy a cuidarte muy bien. Sé que sufres mucho. He estado muy ocupado. Te he desatendido, pero ahora he aprendido una manera de volver a ti". 
Os dejo la referencia. Es un libro dedicado al Mindfulness y a lo que cita en el título.
Interesante. Abrazos mañicos. Cuidaros.
Thich Nhat Hanh: "El arte de cuidar a tu niño interior"


Thich Nhat Hanh. Monje Budista Vietnamita

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Zaragoza.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Esperanza


Con esta idea princeps podemos construir un mundo mejor. Si cada día, todos nosotros nos proponemos ayudar a alguien a que recupere las ganas de vivir, a divertirse, a salir de la cama, a comer, a darle oportunidad de estudiar, en definitiva a darle una oportunidad de ser y poder dar sentido a su existencia, un significado a su vida.
Mi trabajo me facilita esto y es muy gratificante. En mi trabajo no doy, generalmente, pautas conductuales. Porque si yo indico a la persona qué debe hacer le estoy robando su libertad y eso es lo más valioso que tiene.
En verdad, cuando muchas de estas personas desnortadas acuden a la consulta están desnortadas. Lo fácil sería darles pautas tangibles que luego puedan compartir con amigos y familiares. Sin embargo, la situación es distinta. Se trata de un análisis centrado en el vínculo. En concreto un psicoanálisis humanista. Con lo cual hay una aceptación incondicional, calidez y empatía. Cada terapeuta se centra en realizar su trabajo en consonancia con su personalidad. Si me preguntan qué terapia haces, no puedo contestar con precisión porque depende de la persona, del momento, de la patología y otras variables. Amar es la forma de "terapia" que más llega al otro y más sanadora resulta, la interpretación y otras técnicas las dejaría en un segundo plano.
Rodrigo Córdoba Sanz

miércoles, 9 de enero de 2013

Más allá de las palabras

El terapeuta no se limita a la comprensión racional de las palabras exageradas; antes bien, está abierto a los significados presentes inmediatamente por debajo de las palabras pronunciadas, en las "zonas de penumbra" del flujo subyacente de movimiento. Y no entiendo por significados las interpretaciones, sino los significados sentidos, vividos, es decir, vivos, que están por debajo de las palabras: sentimientos que afloran, de los que el cliente todavía no es consciente o apenas lo es; emociones latentes, caos, miedos, confusión, intensidad emocional en potencia, presente en el lenguaje corporal, y que pueden ser preludio de un "momento de movimiento". Los "significados" pueden ser también impresiones difusas, estados del ser, que a veces solo son recuperables en forma de imágenes.

Es preciso saber que las palabras que expresa el cliente no son más que una leve superficie de las cosas, por comparación con la inmensidad de lo que se vive y se significa por debajo de las palabras. Las palabras intentan decir; pero, de hecho, son muros, pantallas que cubren una realidad, un significante, que se presenta, que es propia de la persona, y que no se encuadra en ninguna categoría lógica conocida de antemano. Se percibe la presencia de esta "realidad" que está por debajo de las palabras, pero flota en esa zona subterránea de vivencias más o menos difusas, todavía no concienzadas, en esa zona donde se rozan lo inconsciente y lo no consciente. Frecuentando este espacio frágil y móvil es como nacen los momentos de movimiento más profundos, la irrupción de lo no consciente en lo consciente.

"Actuar" es sentir la "carga" emocional o energética de las palabras. Captar las zonas de fisuras lógicas, de confusión en las vivencias y sentimientos, las zonas de titubeo en el sentimiento o en el habla, las asociacionesm los cambios de tono y de ritmo. La decisión de reflejarlos o de esperar es un cuestión de arte e intuición. La empatía no consiste únicamente en comprender las palabras, sino en escuchar su música, en percibir las palabras "cargadas" (aunque no se sepa de qué). Esto se capta al nivel vibratorio, y no al nivel deductivo y lógico.

"Actuar" es captar el lenguaje corporal. Se trata de esos signos minúsculos que emite el cliente sin ser consciente de ello. La modulación de la voz, una mirada turbia o huidiza, una sombra que le recorre el rostro, el temblor de un labio, la manera de retroceder de pronto hasta el fondo de su butaca....

martes, 6 de noviembre de 2012

Amor Sioux

Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu. - Nos amamos – empezó el joven. - Y nos vamos a casar – dijo ella. - Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte. - Por favor – repitieron – ¿hay algo que podamos hacer? El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra. - Hay algo…- dijo el viejo después de una larga pausa -. Pero no sé…es una tarea muy difícil y sacrificada. - No importa – dijeron los dos-. Lo que sea – ratificó Toro Bravo. - Bien -dijo el brujo-. Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste? La joven asintió en silencio. - Y tú, Toro Bravo – siguió el brujo – deberás escalar la Montaña del Trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mi, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta…¡salgan ahora!. Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur…. El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe. - ¿Volaban alto?- preguntó el brujo. - Sí, sin duda. Como lo pediste… ¿y ahora? – preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?. - No – dijo el viejo-. - Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne – propuso la joven-. - No – repitió el viejo-. Harán lo que les digo: Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero… Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres. El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse. Este es el conjuro… - Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, vuelen juntos pero jamás atados.