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Paz y Ciencia
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miércoles, 23 de febrero de 2022

FERNANDO PESSOA

 


El poeta es un fingidor…


Fernando Pessoa

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.


jueves, 12 de enero de 2017

El Síntoma como emergente



He hecho de mí lo que no sabía, y lo que podía hacer de mí no lo he hecho. Fernando Pessoa
La enfermedad no es un mal a combatir sino una oportunidad de saber más de nosotros mismos.
Desde esta percepción, cada uno de nosotros realiza una travesía espiritual a través de la enfermedad, y al llevarla a cabo de un modo acertado, esta excursión nos acerca más a la salud y a la dicha.
Los movimientos de este viaje, adversidades que se presentan inesperadamente, encuentros y desencuentros impostergables, logros que se realizan contra toda  esperanza, no acontecen de modo casual sino, por el contrario, están provocados por el interjuego de dos fuerzas, complementarias en su antagonismo. La una y la otra reconocen intereses desiguales y responden a preguntas diversas, pero ambas contribuyen a dar razón de dos dimensiones de la enfermedad: causa y sentido.
Es muy cierto que, si bien hay un reloj causal que permite explicar la razón de emerger de un síntoma en nuestra vida, las influencias que participan en su construcción y génesis, también hay que reconocer la existencia de otro reloj, la sincronicidad, que brinda la posibilidad de comprender su sentido. Y aquello que da sentido a la vida, es sentir. De modo que la pérdida de sentido -que provoca por sustitución la aparición del síntoma en la vida de una persona, manifestación destinada a ocupar el lugar de un afecto que falta-, radica, en última instancia, en la ausencia o bloqueo de la expresión emocional. Así, lo que enferma no es sentir sino reprimir el sentir, el asedio injustificado al fluir de los afectos.
En este punto, es forzoso tener presente que, allí donde un afecto se ha visto impedido de expresión, el síntoma asoma como su representante. Cuando esto sucede, el afecto sofocado se abre a la posibilidad de retornar como afección. De modo que los síntomas son estelas que rememoran antiguas situaciones en donde determinados sentimientos fueron ahogados. Son un lenguaje que narra la historia de una expresión tímica impedida, apagada o extendida. Significantes de un significado extraviado para la conciencia.
Que lo excluido de la vida retorne, y que conozcamos los mecanismos por lo que esto sucede, y que conozcamos los mecanismos mediante los cuales esto ocurre, nos permite conocer las causas que, de una manera más o menos segura, están en la raíz de un síntoma. Sin embargo, esta explicación no dice mucho acerca del lugar que éste ocupa en la trama de la vida de quien lo padece. Tampoco da cuenta  de su significación, ni lo que enseña. Las causas, por más sofisticadas y holísticas que se perfilen, sólo responden al porqué de las cosas. La historia narra y explica que el acontecer de una enfermedad, pero es muda a la hora de comprender su para qué.
Es cierto que la reconstrucción de una biografía aporta un conjunto de respuestas teleológicas reveladoras en torno de los cursos posibles de una enfermedad. Sin embargo, esto no implica deducir sentido en relación a la trama de la vida. Es que la significación de un síntoma en el marco de la terapéutica y dentro de la vida de una persona y dentro de la vida de una persona son dos cosas diferentes.
En la consulta, las explicaciones precipitan sentido (aunque no lo tenga) en la conciencia del paciente.  Sin embargo, cada paciente es una persona que trasciende los límites de un consultorio o de una teoría científica. La explicación nunca calma el dolor, sólo posterga la sentencia sobre él, y muchas veces aumenta la ignorancia de sí mismo y embota la comprensión de la situación en la cual se encuentra.
Esto no conlleva que explicar y comprender sean perfiles que mantengan entre ellos, de manera obligada, un maridaje tormentoso. Por el contrario, es posible hacerlos converger, pero no pretender que uno u otro hagan lo que no les corresponde.
La vida es un viaje experimental, realizado sin querer. Es un viaje del espíritu a través de la materia, y como es el espíritu el que viaja, es dentro de él donde se vive. Fernando Pessoa

miércoles, 3 de junio de 2015

Solos en la noche

Ahora que estamos solos en la noche y no
hay nadie junto a mí dime, sin mirarme a los ojos dime, ¿quién soy?

PESSOA

sábado, 30 de mayo de 2015

Heterónimos: personalidades en facetas diferentes


FERNANDO PESSOA, LOS HETERÓNIMOS




LOS HETERÓNIMOS
Los heterónimos, a diferencia de los pseudónimos sonPERSONALIDADESpoéticas completas: identidades, que, en principio falsas, se vuelven verdaderas a través de su manifestación artística propia y diversa del autor original.

Pessoa no escribía "su" propia poesía, sino la poesía de diversos autores ficticios, diferentes en voz, estilo y modos. 

PublicóBAJO varios  heterónimos.  
Los más importantes son Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, Bernardo Soares y Ricardo Reis.

Incluso publicó críticas contra sus propias obras firmadasPOR sus heterónimos.

El poeta portugués crea una obra heteronímica que viene a ser unJUEGO teatral con voces-personajes líricos y con inquietudes existenciales a la vez, tan opuestas como complementarias. 
No sin razón se le ha llamado a Pessoa el poeta dramático o el poeta filósofo.

Los heterónimos que Fernando Pessoa creó son portugueses, ingleses y franceses. Son poetas, cuentistas y ensayistas. La mayoría hombres yENTRElos femeninos destaca la joven María José.

Pessoa fue todos yCADA uno de ellos.




LOS HETERÓNIMOS MÁS DESTACADOS:

ALBERTO CAEIRO
Alberto Caeiro, un poeta sensualista y pagano, es el maestro de Pessoa  y de los demás heterónimos.















Nació en abril de 1889 en Lisboa, pero vivió la mayor parte de su vida en una quinta en el Ribatejo, donde conocería a Álvaro de Campos. 

Su educación se limitó a la instrucción primaria, lo que combina con su simplicidad y naturalidad que reclama para sí mismo. 


Rubio, de ojos azules, estatura media, un poco más bajo que Ricardo Reis, está dotado de una apariencia muy diferente al de los otros heterónimos. También es frágil, aunque no lo aparenta mucho, y murió, tempranamente, de tuberculosis, en 1915. 

El maestro es aquel de cuya biografía menos se ocupa Pessoa.
Su vida eran sus poemas, como dice Ricardo Reis: La vida de Caeiro no puede narrarse pues no hay en ella más que contar. Sus poemas son lo que hubo en su vida. En todo lo demás no hubo incidentes, ni hay historia.


ALVARO DE CAMPOS
Es un ingeniero homosexual de educación inglesa y origen portugués, pero siempre con la sensación de ser un extranjero en cualquier parte del mundo.

El futurista Alvaro de Campos es el autor de Tabaquería, acaso el poema más famoso en lengua portuguesa.

Otros poemas famosos son: 
Lisbon revisited
Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra
Todas las cartas de amor son ridículas
Poema en línea recta


BERNARDO SOARES
Bernardo Soares es el acongojado autor del Libro del Desasosiego, que actualmente muchos especialistas consideran la obra de su vida.


RICARDO REIS
Médico de profesión y monárquico, por eso descontento con la situación política, marcha emigrado algunos años a Brasil.

Educado en un colegio de jesuitas, recibió, pués, una formación clásica y latinista.



Fernando Pessoa considera que este heterónimo fue el primero en revelársele aunque no haya sido el primero en iniciar su actividad literaria. 

Domina la forma de los poetas latinos y proclama la disciplima en la construcción poética.

Ricardo Reis es marcado por una profunda simplicidad de la concepción de la vida, por una inmensa serenidad en la aceptación de la relatividad de todas las cosas. 

Es el heterónimo que más se aproxima al creador.
No solo se parece a Pessoa en el aspecto físico: es moreno, de estatura media, anda medio encorvado, es magro y tiene apariencia de judío portugués... también se parece en la manera de ser y en la de pensar. 

Es adepto del Sensacionismo, que hereda del maestro Caeiro, pero lo aproxima al Neoclasicismo.

Para Ricardo Reis las cosas deben ser sentidas, no sólo como son, también de modo que se integren en un cierto ideal de medida y reglas clásicas.

Su forma de expresión la va a buscar a los poetas latinos, de acuerdo a su formación, y afirma, por ejemplo, que debe haber, en el más pequeño poema de un poeta, cualquier cosa donde se note que existió Homero.

Es uno de los heterónimos que  no tiene fecha de fallecimiento.
El Premio Nobel de Literatura José Saramago le dedica una de sus mejores novelas, El año de la muerte de Ricardo Reis.

MARÍA JOSÉ
Fernando Pessoa tiene también heterónimos femeninos, el más conocido es una joven tuberculosa de diecinueve años, María José que escribe una carta de declaración  de amor sin esperanzas.

La Carta de la jorobada para el cerrajero es una desgarrada, ácida y a la vez tierna carta de amor de una joven enferma.



¿QUÉ SON LOS PREHETERÓNIMOS?
Ya en la infancia, el niño Fernando Pessoa era capaz de imaginar personajes que le rodeaban que algunos críticos llaman los preheterónimos.

El primero de ellos, Chevalier de Pas, fue inventado cuando el poeta tenía seis años.

A este le seguirían Alexander Search y su hermano Charles James Search, Robert Annon y David Merrick.
Cuando el joven Fernando Pessoa regresa a Lisboa desde Sudáfrica, los llevará de vuelta con él como compañeros de viaje.


viernes, 29 de mayo de 2015

De tristeza soy presa

De una tristeza soy presa
que aumento con lo que siento.
Quiero decirla, mas pesa
cuanto conmigo yo miento.

Fernando Pessoa.

Fernando Pessoa historizado

"I know not what tomorrow will bring" (No sé lo que traerá el mañana....)

Si después de morirme quisieran escribir mi biografía
no hay nada más sencillo.
Tiene sólo dos fechas
la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una y otra todos los días son míos.
(Fernando Pessoa/Alberto Caeiro; Poemas Inconjuntos; Escrito entre 1913-15;
Publicado en Atena nº 5, febrero de 1925.)

Toda mi vida gira en torno a mi obra literaria, buena o mala, lo que sea, lo que pueda ser. Todos (…) tienen que convencerse de que soy así, de que exigirme sentimientos —que considero muy dignos, dicho sea de paso— de un hombre común y corriente es como exigirme que sea rubio y con los ojos azules.


El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que llega a fingir que es dolor
El dolor que de veras siente.
Fernando Pessoa/Bernardo Soares; Autopsicografía; Publicado el 1 de abril de 1931.
La casa de mi espíritu y trabajar cuanto pueda y en todo cuanto pueda para el progreso de la civilización y el ensanchamiento de la conciencia de la humanidad.

Vivir no es necesario, lo que es necesario es crear.



Con una falta tal de gente con la que coexistir, como hay hoy, ¿qué puede un hombre de sensibilidad hacer, sino inventar sus amigos, o cuando menos, sus compañeros de espíritu?




sábado, 27 de julio de 2013

Fernando Pessoa: Escritos sobre Genio y Locura



El metafísico menos anormal es propiamente un ligero neurasténico, afectado por la manía de la duda. Así lo ve el hombre normal, por grande que sea su inteligencia en cuanto hombre normal (cuya inteligencia será normal de dos maneras: carácter intuitivo y facultad de raciocinio).

Ahora bien, un grado más arriba se encuentra el hombre maniático de la duda, que se plantea con gravedad problemas más elevados que un hombre normal, pero que se siente confundido por verlos sin claridad. Más arriba, más allá, el hombre de genio ve claramente esos problemas, construye sistemas, asienta en ellos edificios de pensamiento. Pero nunca se puede olvidar que la suya es una lucidez en la oscuridad, como la facultad que tienen los ojos de los gatos de ver en lo oscuro. Esta comparación no es muy noble, pero sí lo suficientemente significativa.

Ningún hombre sano es metafísico. En este sentido, Rousseau tenía razón: "El hombre que piensa es un animal depravado" ("L'homme qui pensé est un animal dépravé")

De alguna manera hemos entendido la naturaleza del genio; es un gran poder en la debilidad; en cierto sentido, una gran cantidad de mala calidad. Su base, como vemos, es anormal; en sí, el genio es una expansión de la anormalidad; de cierto modo, una normalización superior. Captamos ahora la relación entre éste y la locura. Su asiento es la locura; la enajenación mental es el terreno sobre el cual está construido todo el edificio.

Esto explica en gran medida, por ejemplo, la aparición en el genio de fenómenos tan contradictorios como una mayor conciencia y, al mismo tiempo, inconciencia o sonambulismo. Podemos incluso decir, sin esbozar una paradoja más que superficial, que cuanto mayor es la consciencia, menor es la conciencia. Esto significa simplemente que cuanto mayor es la exultación, mayor es la depresión.

Fernando Pessoa: "Escritos sobre Genio y Locura". Ed. Acantilado

miércoles, 24 de julio de 2013

Fernando Pessoa en su vertiente de psicólogo

 
 
«Como padres pueden utilizarla con sus hijos; como psiquiatras con sus enfermos mentales y como investigadores, con animales». Sobre lo autoritario. ALICE MILLER

La actividad de síntesis está vinculada a la excitación mental, así como la del análisis a la depresión.
Tanto una gran actividad de síntesis como una gran actividad de análisis son síntomas de un estado psicopático.
A veces en el mismo sujeto se encuentran las dos actividades -es raro, pero posible-; ese individuo no será, entonces, por el hecho de ser más equilibrado, más que un equilibrado desequilibrado, ya que excederá, en proporción, a la naturaleza.7
El análisis de sí mismo es un fenómeno mórbido.
Esto se puede ver claramente. Dado que la inteligencia es fundamentalmente objetiva, la inteligencia es fundamentalmente objetiva, la inteligencia de análisis es una inteligencia subjetiva y, por lo tanto, una inteligencia mórbida.

La razón por la cual un poeta no es también muy fácilmente un matemático: la poesía es producida por un trabajo de síntesis, la matemática por una actividad de análisis. Esta es la verdadera razón; la razón principal de un hecho que todos conocemos.

Un caso de gran actividad sintética, con plena incapacidad para la capacidad analítica: Victor Hugo.

Un caso de coexistencia de las dos actividades, Edgar Allan Poe (recuérdese también su éxito en las matemáticas). Un poeta fundamentalmente crítico de sí mismo y de sus poesías. El alcoholismo exacerbada su actividad sintética, simplificadora.

Goethe: un caso de coexistencia, sin interrelación, de las dos actividades.

FERNANDO PESSOA: "Escritos sobre Genio y Locura". Ed. Acantilado

jueves, 18 de julio de 2013

La Manía de la Duda

"Una intensidad alucinatoria de la percepción intelectual"
"Los hombres de genio ven más claro y sueñan más que los hombres comunes"

La atención que Egaeus presta a las cosas pequeñas es realmente la muerte de la atención normal, pues esa es una atención que puede o no ser verdadera. Si no lo es, la atención no es sino el divagar de la mente hasta que el ojo se fija en un objeto externo; si lo es, entonces hay una enfermedad mental. Aquí la atención o tiene un fin o carece de él. Si tuviera un fin, repercutiría en la comprensión interna o externa del objeto. Si en la interna, el fin sería comprenderse a sí mismo; si en la externa, actuar. Si no tuviera un fin, no existiría una verdadera atención y habría en realidad ese divagar mental del que ya he hablado.

Lo que esto muestra bien es cómo, cuando un objeto externo parece devorar la mente, esta se encuentra en verdad totalmente ocupada consigo misma; y cómo (nótese esto bien) cuanto más real es esa especie de atención, más irreal es la acción de atender, ya que la atención se focaliza.

Aquí se encuentra la tendencia externa a ver en los objetos más que lo que ven los hombres normales, de nuevo, cuando Shelley describe cómo ve briznas de hierba, etcétera, con una lucidez casi sobrehumana, estamos ante la tendencia externa a ver en los objetos más que lo que ve la mirada normal.

Fernando Pessoa: "Escritos sobre Genio y Locura". Ed. Acantilado

http://youtu.be/2KgYHV5NP8M ZAZ -Concierto-

martes, 16 de julio de 2013

Escritos sobre genio y locura: Pessoa acerca de los poetas y sus diferencias "sociales"



Cuando Lord Byron dice: "he pensado, etcétera". Cuando Keats habla de "nobles o profundos pensamientos". Cuando los poetas se refieren a los poetas como reflexivos. ¿qué quieren decir?

Obviamente, no quieren decir razonamiento. Eso es evidente desde el principio. Quieren decir una de dos cosas: que esos poetas reflexionan sobre cosas acerca de las cuales la mente normal no piensa; o que reflexionan sobre cosas acerca de las cuales los hombres comunes piensan, pero que los poetas lo hacen de una manera más profunda. Si bien pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo. En un caso hay extensión (cantidad), en el otro hay profundidad (calidad) de reflexión.

El examen del carácter de esta reflexión quedará para después, pero no así el de sus medios externos. ¿Cuál es entonces su significado? ¿Qué un hombre de genio piensa más o más profundamente que un hombre común? Solamente que un hombre de genio piensa y con mayor insistencia en las cosas en las cuales los hombres ordinarios no piensan.

De todas las cosas que no tienden a preservar la vida se dice que son insanas y anormales, porque lo poco natural es una facultad es su incapacidad de adaptarse a la lucha por la vida.

Por lo tanto, como se podrá ver, todas las facultades impersonales son poco naturales (excepto cuando actúan por el bien de la raza humana y crean ciencia, por ejemplo). (Lo bueno de la raza se tiene que obtener mediante el sacrificio personal. Ahora bien, el bien social resulta normal, pero el sacrificio personal es anormal. Por consiguiente, mediante lo anormal se debe obtener lo normal. Por el mal, el bien. Así pues, todo deviene del mal porque sin el fin último es inalcanzable, los medios son eternos. El mal sin término nunca es bueno).


http://youtu.be/JAWNM-mpuHQ El Amor de una Madre -Warcry-

lunes, 15 de julio de 2013

Escritos sobre Genio y Locura: Fernando Pessoa

TESIS SOBRE LA NATURALEZA DEL GENIO

El hombre sano siente la necesidad de atribuirle a una cosa un significado. El pensador enfermo busca una y otra vez hacer que el significado de una cosa sea vago, "profundo".

El genio es una transformación, una forma de la psicopatía de la duda.
¿Cuáles son las características generales de los hombres de genio?
Pensamiento profundo: una forma de psicopatía de la duda
¿En qué se diferencia la psicopatía de la duda del genio? (En la calidad del cerebro?

El misticismo es la confusión de los cerebros superiores, mientras que la imbecilidad es la confusión de los cerebros vulgares, y el idiotismo, la confusión de los cerebros inferiores.
La interrogación perpetua acerca de las causas y razones de las cosas caracteriza a los hombres de genio.

¿Qué constituye el pensamiento poético? El amor a la belleza.
¿Es la música en sí misma psicopática en su origen? Hay una base patológica del ritmo y la rima (ambos son musicales).

Poetas: incluso los más primitivos deben de haber poseído una hiperexcitabilidad del sistema nervioso. Ahora bien, un cerebro hiperexcitable es un cerebro anormal.

Metafísicos: afectados por la manía de la duda.

¿Cuáles son las enfermedades mentales que se encuentran en cada uno?

Pintores. Escultores. Arquitectos. Los artistas menos nerviosos.
Músicos. Los más nerviosos; al menos, muy nerviosos.
Poetas: Si son menos nerviosos es U porque el intelecto coexiste con la imaginación.



viernes, 12 de julio de 2013

Escritos sobre genio y locura

El genio vive animado por su amor a la humanidad; y este amor, lejos de ser una locura, lejos de ser un instinto o un impulso, es la forma más elevada de la actividad del sentido moral. Como dice Proudhon: "El verdadero amor no tiene orgullos". Este amor deriva del anarquismo, que es un estigma mental de la degeneración.
Fernando Pessoa
Nota de Rodtigo Córdoba Sanz: Pessoa fue un genio y estudioso de la "locura" pero creo que "Le vrai amour n'a pas d"orgueils".

viernes, 7 de junio de 2013

Fernando Pessoa: "Escritos sobre Genio y Locura"



El “caso Pessoa”… Pero ¿qué es el “caso Pessoa”? ¿A qué nos referimos cuando aludimos, de este modo, al poeta portugués? Se volvió casi un lugar común hacer referencia a Fernando Pessoa en estos términos ya que su obra parece ser un caso único en la historia de la literatura, y su vida estuvo casi exclusivamente dedicada a construir esa obra extraordinaria. Sinembargo, Pessoa no se sitúa en pleno siglo XIX en el que autores como Keats, Poe o Baudelaire fueron vistos como tipos mórbidos, ni tampoco, desgraciadamente, fue estudiado por Freud, Sartre o Lacan; y aunque no pertenezca a ese siglo ni haya sido analizado por grandes autores, ya se ha escrito mucho sobre el caso clínico o patológico de Pessoa, y desde que su primer biógrafo, João Gaspar Simões, habló del estrecho vínculo entre el niño (menino) y la mamá (mãe), se fueron aventurando lecturas más o menos psicológicas de su obra. Pessoa se ha granjeado una fama de “genio” o de “loco”, y así como hay quienes denuncian la falta de estudios médicos que confirmen o desmientan esa fama, también hay quienes declaran a Pessoa, con o sin reticencias, un genio o un genio literario (los dos casos más paradigmáticos son Eduardo Lourenço y Harold Bloom). El propósito de este ensayo no será describir el genio o la locura del poeta sino mostrar hasta qué punto Pessoa asumió con criterios estéticos una condición de “genio” o de “loco”, temas con los que se familiarizó desde joven y que estudió de manera autodidacta en libros especializados. Estos estudios posiblemente están en los orígenes de lo que hoy se llama la “heteronimia” y explican, en parte, su concepción y su contenido; también permiten comprender el hecho singular de que haya sido el propio Pessoa – mucho antes que sus críticos – quien primero se autodenominó histérico-neurasténico, y la existencia de un árbol genealógico en el que Pessoa busca rastrear su herencia mórbida (ver infra). Para comprender mejor todo este contexto, es necesario retroceder un poco y consultar una sección del archivo (espólio) del escritor portugués que estuvo inédita hasta 2006: precisamente la que está catalogada como “Ensayo sobre la degeneración (genio y locura)”, en la Biblioteca Nacional de Portugal[1]. Muchas de las “auto-interpretaciones” de Pessoa y de los rasgos que dio a varios personajes de su “drama en gente” se comprenden mejor a la luz de lo que Pierre-Henri Castel (1998) llamó “la querelle de l’hystérie”; es decir, a la luz de las disputas sobre la histeria y otros desequilibrios psíquicos o nerviosos que a finales del siglo XIX parecían explicar el delirio, así como el furor poético o incluso, en una visión más pesimista, la degeneración[2]. Quizá no exista otro autor –y mucho menos otro poeta– para quien ese discurso clínico, en sus diferentes vertientes, haya sido tan influyente y fructífero; y en esta perspectiva, es imposible continuar hablando del “caso Pessoa” sin tener presente su génesis y sus fuentes. Podría, naturalmente, ensayarse un diagnóstico; pero la línea entre diagnóstico y estigmatización siempre es tenue y antes convendría captar hasta dónde se hunden las raíces de la ficción (siempre hay un grado de ficción en las “auto-interpretaciones”) y examinar hasta qué punto Pessoa alimentó y apoyó la idea del poeta-loco para moldear sus múltiples “personas”. Al fin y al cabo los diversos mitos en los que hoy reposa su fama fueron forjados por él mismo y, por lo tanto, al denominarlo “genio” o “loco” – dos mitos creados por él – sólo volvemos a recaer en un lugar común elaborado y fomentado por Pessoa. II. En 1905, con diecisiete años, Pessoa regresó definitivamente a Lisboa, dejando atrás a su familia y su juventud en Sudáfrica. En 1905 entró al Curso Superior de Letras y poco después comenzó a escribir un diario que nos permite saber que mientras escribía “The Door”, un cuento con largas digresiones sobre la locura[3], estaba leyendo a Rousseau, a Kant, a Guerra Junqueiro, a Thackeray y a Lombroso (a este último en la traducción francesa de L’Uomo delinquente, 1876), entre otros autores también citados. El joven poeta consultó las obras correspondientes en la Biblioteca Nacional de Portugal (donde aún hoy se encuentran) y, al calor de su lectura, escribió: “A partir de ahora, estoy determinado a leer por lo menos dos libros cada día: uno de poesía o de belles lettres, otro de ciencia o filosofía” (13A-55r; Cadernos, 2009, vol. 1, p. 262)[4]. Casi todas las páginas del diario de 1906 tienen, en la esquina superior derecha, el sello de “C[harles] R[obert] Anon”, personaje de ficción inventado por Pessoa dos o tres años antes cuando aún vivía en Durban, Sudáfrica. Conviene aclarar que en 1907 Pessoa dispuso que Charles Robert Anon se transformara en Alexander Search, otro poeta inglés, pues hoy Anon es menos recordado que su heredero. Véase el sello:

C. R. Anon
Diary.
Begun on March 15th 1906.
(22-74r; pormenor)
 
En el mismo cuaderno en que se conserva este antiguo diario, también figura la firma de Alexander Search, quien heredó la obra de Anon en 1907 pero ya existía desde 1905. La firma de Search acompaña un esbozo de carta (en francés) dirigida a Alfred Binet, por aquel entonces director del Laboratorio de Psicología de la Sorbona y autor de L’Âme et le Corps (1905), libro que es referido por Pessoa en un texto con fecha de 1906[5]. Además de este diario, existe otro diario de lectura – del mismo año –, registrado en otro cuaderno (144N), en el que Pessoa detalla con más precisión sus lecturas[6]. Un diario complementa el otro y ambos permiten reconstruir los libros de ciencia y filosofía que Pessoa – Anon o Search – leyeron en 1906.
Al hojear las últimas páginas del segundo cuaderno (144N) nos damos cuenta también del interés de Pessoa por la teoría de la evolución y la criminología, y descubrimos que el escritor portugués tenía la intención de leer, como finalmente lo hizo, el Traité pratique des maladies mentales, de Alexandre Cullerre.
Ligeramente posterior, de julio de 1907, es un tercer diario de lecturas (15B4-61r; cf. Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 2, p. 624), conservado en una pequeña hoja suelta. Ese diario registra que en 1907 Pessoa leyó el Traité des maladies mentales, de Henri Dagonet, The Nervous System and the Mind, de Charles Mercier, La Famille névropathique, de Charles Féré, L’Homme de génie, de Cesare Lombroso, Keats, de Sidney Colvin, y Madame Bovary, de Gustave Flaubert.
Este interés profundo por el discurso clínico de la época, en sus diferentes vertientes, es corroborado plenamente por biblioteca particular del escritor, que se encuentra actualmente en la Casa Fernando Pessoa y que se puede consultar on-line[7]. Entre otros libros de esa biblioteca, podríamos destacar tres que se encuentran firmados por Alexander Search: Regeneration: a reply to Max Nordau; Os Neurasténicos: esboço d’um estudo medico e philosophico; y Les Bases anatomo-physiologiques de la Psychologie: le système nerveux et les organes des sens[8]. Pessoa le adjudicó la lectura de estos tres libros a Search ya que éstas debían ser las lecturas de un personaje familiarizado con la obra de Nordau, como Search, quien además era el encargado de indagar la decadencia mental y el sistema nervioso. De hecho, la invención de algunos personajes estuvo estrechamente vinculada a las lecturas que Pessoa les atribuyó.[9]
Estos libros y muchos otros que, por economía, aquí no se mencionan, habrán suscitado un gran interés en Pessoa, quien fue un ávido lector de psicopatología. Por ello, no deja de ser curioso que se haya escrito tan poco sobre su formación en “ciencia o filosofía” (para recurrir a su terminología), y que sólo hasta 2006 se haya comenzado a estudiar más su formación “científica”. Finalmente, para comprender la génesis de los primeros heterónimos (Charles Robert Anon, Alexander Search, Jean Seul de Méluret, etc.), y de los últimos (sobre todo Álvaro de Campos), así como para entender la explicación psiquiátrica que Pessoa ofrece de su “caso” en una carta de 13-1-1935, es absolutamente necesario no restringirse al campo de lo puramente literario, de forma a captar bien los nexos que le permitieron al creador de los heterónimos relacionar la polémica sobre la histeria con la creación literaria, principalmente la de tipo dramático. Porque del mismo modo que el esoterismo – que despertaría en Pessoa un vivo interés en los últimos años de su vida – dotó al escritor de explicaciones verosímiles para una serie de fenómenos, también la psicopatología lo dotó de herramientas parecidas. Así, “el profundo trazo de histeria” que el poeta habría descubierto en sí mismo, según se lee en la carta del 13-1-1935 a Adolfo Casais Monteiro[10], representa, precisamente, una explicación verosímil de la heteronimia o la despersonalización dramática.
En efecto, si Pessoa no se hubiera apoyado en esa sólida y fecunda formación extraliteraria, Charles Robert Anon no surgiría descrito como “megalomaníaco, con toques de dipsomanía, dégénéré supérior, poeta” (144C2-5r), “genio” y “loco” (13A-34v)[11], ni Álvaro de Campos sería una figura que se refiere constantemente a sus nervios, ni el Libro del Desasosiego tendría tantas reminiscencias decadentistas. Es por ello que sería muy productivo no disociar lo “literario” de lo “científico”, y muy particularmente en el contexto que aquí nos ocupa: el de los discursos sobre el genio y la locura, que justamente intentaban, de manera un poco experimental, dar el salto de la medicina al arte.
 
III.
El estudio más relevante referido a esta aproximación entre el genio y la locura fue, hasta hace unos años, uno de Georg Rudolf Lind. De hecho, el libro de José Blanco, Fernando Pessoa, Esboço de una Bibliografia, de 1983, cita solamente los siguientes trabajos en lo relativo a la “locura”:
 
148 – Coelho, Jacinto do Prado. “A loucura na obra de Fernando Pessoa”. En: Ao Contrário de Penélope. Lisboa: Livraria Bertrand, 1976, pp. 255-258.
149 – Lind, Georg Rudolf. “Fernando Pessoa e a loucura”. En: Actas [Memorias del 1.º Congreso Internacional de Estudios Pessoanos, 1978], pp. 279-293.
 
Los textos que Blanco reúne bajo la indicación anterior, “interpretaciones psicoanalíticas”, son más dispares y discutibles. En todo caso, la bibliografía de esta otra sección sigue siendo más abundante
, si se tiene en cuenta que se ha escrito mucho más sobre el “caso Pessoa” en general, que sobre el genio y la locura en concreto[12]. Son una excepción a esta regla el artículo de Fernando Guimarães, “Fernando Pessoa, le symbolisme français et Max Nordau”, Europe, n.º 710-711, 1988, que, haciendo uso del material entonces disponible, presenta muchas de las afinidades y divergencias entre Pessoa, el simbolismo francés y Max Nordau; y el artículo “Le génie disqualifié” (en: Le Spleen du Poète, 1997), de Leyla Perrone-Moysés, quien ve en Pessoa un poeta sin aureola, a semejanza de Baudelaire, aunque no profundiza el estudio de las relaciones posibles entre el spleen baudelairano y la neurastenia pessoana.[13]
El estudio de Georg Rudolf Lind, es, por lo tanto, el primero en sustentar la persistencia del tema de la locura en el conjunto de la obra pessoana y el primero en situar al lector, de una manera clara, frente a la cuestión del genio y su rehabilitación conceptual en el siglo XIX. Gracias a éste y otros estudios, actualmente ya no es tan necesario volver a esbozar un cuadro histórico para indicar qué autores se han ocupado del genio y la locura, como sí lo es situar a Pessoa, de acuerdo con sus lecturas y con mayor precisión, en el panorama intelectual en el que se instaló.
En lo que se refiere a ese cuadro histórico, el mismo Pessoa dejó una buena síntesis en un texto que comienza así: “El problema de las relaciones reales o posibles entre el genio y la locura data, como fenómeno intuitivo, de la antigüedad; como fenómeno consciente o científico, de mediados del siglo diecinueve” (134A-34r; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 143). Enseguida surge esta explicación: “El periodo consciente – científico o pseudocientífico – de la tesis surgió con Moreau de Tours y con su célebre frase 'el genio es una neurosis'” (134A-34r). Luego, Pessoa cita The Insanity of Genius (1893), de John Ferguson Nisbet, el “célebre y tan mal escrito” Homme de Génie, de Cesare Lombroso, y la “otrora famosa y siempre legible” Dégénérescence de Max Nordau (134A-34r)[14]. Conviene observar que los libros de Nisbet, Lombroso y Nordau, entre otros, fueron decisivos para introducir a Pessoa en los diversos debates de finales de siglo XIX, los cuales despertaron tanto su interés, como su ironía. Así, por ejemplo, sabemos que leyó al menos seis libros de Nordau, pero que en un texto (142-47; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 393-394) lo trata, junto a Lombroso, de charlatán. Al fin y al cabo, Pessoa reconoció muy rápidamente la principal crítica que Alfred Egmont (Regeneration: a reply to Max Nordau) dirigió al autor húngaro: la de haber confundido un movimiento de progreso con un movimiento de regresión. Además, hay que tener en cuenta que, así como el simbolismo tuvo que enfrentar la arremetida de Nordau, el movimiento de Orpheu – organizado en torno de la revista Orpheu que Pessoa fundó en 1915 – también tuvo que enfrentar “la indisciplina mental y el charlatanismo científico de nuestros supuestos hombres de ciencia” (142-47v).
En estas breves páginas, cabe apenas defender la importancia que las lecturas “científicas o pseudocientíficas” de Pessoa tienen para situarlo mejor en su época y para comprender la curiosidad que en él suscitaron ciertos discursos psiquiátricos. En su espólio existen referencias a autores hoy menos conocidos, como Charles Féré, pero también a otros tan importantes como Jean-Martin Charcot o Sigmund Freud. Véase este pasaje escrito en inglés, por ejemplo:
 
 
 
La teoría de Freud es un tipo de falicismo sublimado, una forma del falicismo científica y eruptiva de manera atávica.
(15B1-67r; pormenor)[15]
 
IV.
Entre la declaración provocadora de Charles Robert Anon – que se consideraba un degenerado y un loco genial – y la más paradójica y sutil afirmación de Álvaro de Campos en “Esta vieja angustia”, poema de junio de 1934, hay una distancia estética que encontramos a lo largo de casi todos los textos de Pessoa sobre el genio y la locura. Como dice Campos:
 
Un internado en un manicomio, es, al menos, alguien,
Yo soy un internado en un manicomio sin manicomio.
Estoy loco en frío,
Estoy lúcido y loco,
Estoy ajeno a todo e igual a todos:
Estoy durmiendo despierto con sueños que son locura
Porque no son sueños.
Así estoy…
(69-21r; Poemas de Álvaro de Campos, 1992: 179)
 
Por más que entre los papeles del espólio se encuentren notas de lectura de tratados y enciclopedias médicas, y observaciones de Pessoa que casi se asemejan a las de un alienista, lo cierto es que todo este esfuerzo autodidáctico en psicopatología desembocó en la creación literaria, así también haya dado lugar a la escritura de muchas páginas de sociología literaria y a la proyección de ensayos y panfletos sobre temas “científicos”. Conviene no olvidar este punto, cuando, por ejemplo, se localiza un esquema como el siguiente (134A-93v), que recuerda lo poco que han dicho muchos de los biógrafos: que Pessoa temía padecer la misma locura que sufrió su abuela Dionisia y que talvez fue ese miedo el origen de su interés por el tema de la salud mental:
 
 
(134A-93r)
 
 
 
(Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, 323)
 
La abuela Dionisia, efectivamente, murió a los ochenta y tres años y su enfermedad se fue agravando progresivamente[16]. El padre de Pessoa habría sufrido tuberculosis, como Jorge, su hermano, que murió con apenas un año de vida. Tampoco se puede negar la importancia que los trazos hereditarios tuvieron para algunos autores del siglo XIX (como Féré ou Lombroso), ya que esas taras o “estigmas” serían responsables de los vicios, los crímenes, la genialidad y la locura. Pessoa había leído a esos autores y en otro documento escribe:
 
El genio proviene de la presencia (debida a la condición hereditaria) de cualidades superiores unidas a la presencia (igualmente debida a la condición hereditaria) de un desvío mental, de una neurosis, de una psicosis incluso. Resulta de la convergencia, o del encuentro, en un individuo de una herencia mórbida y de otra de cualidades superiores.
(134-89r; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 131).
           
Y en las notas para un ensayo de etiopatología – sobre la patología del carácter – apunta:
 
En los antecedentes hereditarios inmediatos del hombre de genio hay forzosamente un elemento de equilibrio y uno de desequilibrio. Pero tanto el elemento de equilibrio como el de desequilibrio son mórbidos. El equilibrio es un equilibrio mórbido.
(134B-8v; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 315).
 
Lo que estas indagaciones y observaciones ilustran no es que Pessoa estuviera loco o que hubiera creído que podría enloquecer por razones relacionadas con la herencia, sino, por el contrario, que él fue capaz de profundizar en el tema manteniendo la distancia crítica, y comprendiendo cabalmente que la identificación del genio con la locura era falaz, puesto que el verdadero loco no podría tener el control de la emoción, la voluntad o la inteligencia que él preconizaba, y gracias al cual fue un creador. “Seamos múltiples, pero señores de nuestra multiplicidad”, dirá más tarde (en Sensacionismo e Outros Ismos, 2009, p. 241).
Así, por ejemplo, inspirado por la lectura de Paul Richer, (Études cliniques sur l’hystero-épilepsie ou grande hystérie), Pessoa escribe:
 
La epilepsia favorece a los hombres dotados para la acción, la histeria a los dotados para la emoción, los estados neurasténicos a los dotados para el pensamiento. La introspección característica del síndrome neurasténico es, por sí misma, un elemento que se da a través del pensamiento.
(134A-10r; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 152)
 
Es de esperar que Pessoa se hubiera reconocido en este último punto. Tal como William Shakespeare, él habría balanceado más su neurastenia que su histeria. (cf. 134A-23; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 365). Y de hecho así sería:
 
Hay casos –escribe– en que determinada psicosis es absolutamente necesaria para producir determinados efectos geniales. La histeria es esencial en los dramaturgos; la integración, por así decirlo, carnal, en diversos personajes, es la base de la llamada “intuición dramática”, aunque se reconozca que es histérica y usual en las experiencias de supuestas hipnosis sobre sujetos de condición histérica.
(134A-9v; Escritos sobre Génio e Loucura, 2006, vol. 1, p. 152).
 
En este caso, lo que interesa es la forma que Pessoa encuentra para asociar la histeria a la intuición dramática. No se trata aquí de defender o de refutar esta idea, sino de reconocer su fecundidad y el modo en que se ajusta a las declaraciones de naturaleza más “estética” sobre el genio y el drama.
Las discusiones sobre el genio, la locura y la degeneración contribuyeron a que Pessoa imaginara su “caso”, así como el de otros compañeros de psiquismo (piénsese en Álvaro de Campos) e, incluso, la propia decadencia de Portugal, en una época regeneracionista. El desconocimiento de los escritos sobre genio y locura de Pessoa hace más difícil comprender cómo el escritor portugués transformó ciertas teorías y propuestas de diagnóstico en materia literaria y “auto-interpretaciones”. Así, por ejemplo, el paulismo es considerado un movimiento mórbido por Pessoa, de modo semejante a como Nordau definió el simbolismo, aunque sin ironía. Así, Pessoa ofrece una explicación psiquiátrica de la génesis de sus heterónimos que se fundamenta en su conocimiento de la psicopatología, y no sólo de las “belles lettres”.
 
V.
Estas notas abrieron el camino a una investigación dirigida a la edición y el estudio de los textos de Pessoa relacionados con el genio y la locura[17]. De ahí la insistencia en la necesidad de una aproximación menos literaria – o exclusivamente literaria e incestuosa – del autor de los heterónimos. El “caso Pessoa” es también, en cierto sentido, un caso de incomprensión. Al escritor se lo trata como a alguien único y el verdadero análisis de su obra se hace a un lado; o se lo trata con tal respecto, que entonces sólo resta la posibilidad de consagrar su vida y su obra. Por ello es fundamental redescubrir los textos ya publicados y hacer uso del la vasta documentación inédita del espólio pessoano, para evitar estudios parciales y a veces tendenciosos, y para no escribir sobre determinados asuntos sin antes conocer lo que el propio autor ya escribió al respecto. Hoy el conocimiento del espólio nos permite constatar que la curiosidad de Pessoa era casi infinita y que, gracias a ella, alcanzó una mirada bastante amplia y fundamentada sobre diversos temas, sobre los cuales leyó, pero también escribió en un ejercicio de reciprocidad constante entre la lectura y la escritura. Recordemos solamente que del mismo modo que Pessoa leyó artículos médicos sobre la folie du doute, por ejemplo, también escribió un poema de Alexander Search titulado “Mania of Doubt”, con fecha del 19 de junio de 1907; y que así como leyó la poesía de Antero de Quental o de Edgar Allan Poe, también se interesó por la vida y la obra de ambos poetas, y escribió sobre ellas[18].
En suma, la discusión sobre las relaciones “reales o posibles” entre el genio y la locura, así como el conocimiento de los discursos clínicos de finales del siglo XIX, están estrechamente relacionados con la imagen que el escritor portugués forjó de su propia obra, y en especial de esa obra múltiple, conformada por heterónimos o alter-individualides, de los cuales él mismo sólo habría sido “médium”, según se lee en la carta de 13-1-1935. En este sentido, las “auto-interpretaciones” de Pessoa (semiloco o histérico-neurasténico con predominancia del elemento histérico), sean clínicamente correctas o no, permiten una mirada más profunda de su producción escrita, sin que esa profundidad obligue a confundir la crítica psiquiátrica con la literaria ni tampoco a clasificar a Pessoa como “genio o loco”. En este caso, como en otros, lo interesante es reconocer las diversas lecturas que están por detrás de ciertas concepciones y comprender cómo, desde las primeras personalidades literarias hasta la ficcionalización suprema de sí mismo, Pessoa aprovechó ciertas ideas próximas – halladas en textos médicos u ocultistas, por ejemplo – para caracterizar con más verosimilitud a los personajes de su “drama en gente” y a sí mismo como autor.