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jueves, 3 de marzo de 2022

KANT: METAFÍSICA

 




  • Hay dos cosas que son independientes de nuestra experiencia y, al menos, necesarias: el espacio y el tiempo. El pensamiento humano debe presuponer el tiempo y el espacio para poder reconocer algo.
  • El hombre dispone de algunas formas básicas del juicio: las categorías. Con ellas estructuramos nuestras percepciones y nuestros conocimientos.
  • El concepto revolucionario de Kant: el modo en que vemos el mundo depende de nuestras percepciones y de nuestro entendimiento. Sin embargo, nunca podremos saber si las cosas en sí mismas son como las percibimos.
  • Debido a este cambio en el pensamiento filosófico de la época, Kant suele ser definido como el Copérnico de la filosofía.
  • La existencia (o la inexistencia) de las cosas que se encuentran fuera del mundo de los sentidos (por ejemplo, el alma o Dios) no puede ser comprobada por la razón.
  • A pesar de ello, podemos y debemos pensar estas ideas reguladoras, y debemos hacerlo con la ayuda de la razón.
  • La filosofía kantiana fue revolucionaria y marcó una época: a partir de Kant, se desarrolló el idealismo alemán (Fichte, Hegel, Schelling).
Resumen
En el campo de batalla de la metafísica
Los seres humanos piensan; eso los diferencia de los animales. Sin embargo, el entendimiento y la razón también traen aparejados grandes problemas: las personas se topan con preguntas que no pueden responder, y cuestionamientos que resultan indispensables (como la interrogante sobre el origen del universo o la existencia de Dios), cuya respuesta les está vedada. Estas son las preguntas que investiga la metafísica, las preguntas acerca de lo que se esconde detrás de los objetos físicos. Todo lo que existe en el mundo es físico. Todo lo que está más allá de él (por ejemplo, el sentido de la vida) pertenece al área de la metafísica (meta = más allá). Esto incluye una pregunta crucial: ¿qué somos capaces de conocer? Los racionalistas acatan el dictamen de la razón, y los empiristas deben experimentar todo antes de considerarlo como verdadero. La Crítica de la razón pura busca reconciliar a estos dos enemigos en el campo de batalla de la metafísica. Su objeto es la prueba (crítica) de las posibilidades de adquirir conocimiento sin basarnos en las experiencias (lo que lo hace puro).

La revolución copernicana
Cuando se trata de conocimiento, nos encontramos frente a un problema básico: los investigadores y el objeto de estudio se encuentran en una determinada relación, pero ¿cuál es esa relación? Antes se creía que la comprensión humana se regía por los objetos que estudia. En otras palabras, la comprensión absorbe todo lo que se puede descubrir. Necesariamente, el hombre debe darse por vencido cuando se topa con fenómenos que no puede procesar a través de la comprensión.

“(...) me atrevo a decir que no debería haber una sola tarea metafísica que no se pudiera resolver aquí o que al menos no pudiera proporcionar la llave para su resolución””.
Una teoría del conocimiento de este tipo lleva entonces a la equivocación.
Crítica de la razón pura


  • Hay dos cosas que son independientes de nuestra experiencia y, al menos, necesarias: el espacio y el tiempo. El pensamiento humano debe presuponer el tiempo y el espacio para poder reconocer algo.
  • El hombre dispone de algunas formas básicas del juicio: las categorías. Con ellas estructuramos nuestras percepciones y nuestros conocimientos.
  • El concepto revolucionario de Kant: el modo en que vemos el mundo depende de nuestras percepciones y de nuestro entendimiento. Sin embargo, nunca podremos saber si las cosas en sí mismas son como las percibimos.
  • Debido a este cambio en el pensamiento filosófico de la época, Kant suele ser definido como el Copérnico de la filosofía.
  • La existencia (o la inexistencia) de las cosas que se encuentran fuera del mundo de los sentidos (por ejemplo, el alma o Dios) no puede ser comprobada por la razón.
  • A pesar de ello, podemos y debemos pensar estas ideas reguladoras, y debemos hacerlo con la ayuda de la razón.
  • La filosofía kantiana fue revolucionaria y marcó una época: a partir de Kant, se desarrolló el idealismo alemán (Fichte, Hegel, Schelling).

Resumen

En el campo de batalla de la metafísica

Los seres humanos piensan; eso los diferencia de los animales. Sin embargo, el entendimiento y la razón también traen aparejados grandes problemas: las personas se topan con preguntas que no pueden responder, y cuestionamientos que resultan indispensables (como la interrogante sobre el origen del universo o la existencia de Dios), cuya respuesta les está vedada. Estas son las preguntas que investiga la metafísica, las preguntas acerca de lo que se esconde detrás de los objetos físicos. Todo lo que existe en el mundo es físico. Todo lo que está más allá de él (por ejemplo, el sentido de la vida) pertenece al área de la metafísica (meta = más allá). Esto incluye una pregunta crucial: ¿qué somos capaces de conocer? Los racionalistas acatan el dictamen de la razón, y los empiristas deben experimentar todo antes de considerarlo como verdadero. La Crítica de la razón pura busca reconciliar a estos dos enemigos en el campo de batalla de la metafísica. Su objeto es la prueba (crítica) de las posibilidades de adquirir conocimiento sin basarnos en las experiencias (lo que lo hace puro).

La revolución copernicana

Cuando se trata de conocimiento, nos encontramos frente a un problema básico: los investigadores y el objeto de estudio se encuentran en una determinada relación, pero ¿cuál es esa relación? Antes se creía que la comprensión humana se regía por los objetos que estudia. En otras palabras, la comprensión absorbe todo lo que se puede descubrir. Necesariamente, el hombre debe darse por vencido cuando se topa con fenómenos que no puede procesar a través de la comprensión.

“(...) me atrevo a decir que no debería haber una sola tarea metafísica que no se pudiera resolver aquí o que al menos no pudiera proporcionar la llave para su resolución””.

Una teoría del conocimiento de este tipo lleva entonces a la equivocación, del mismo modo en que las personas en tiempos de Copérnico se equivocaron al pensar que las estrellas giraban alrededor del Sol. Se trataba de una afirmación basada en la observación, pero que se contradecía con los cálculos del astrónomo Copérnico, quien cambió completamente el modo de ver las cosas: el Sol no gira alrededor de la Tierra; la Tierra gira alrededor del Sol. Este giro copernicano, esta revolución del pensamiento, también se produjo en la metafísica: no es la comprensión lo que gira alrededor de las cosas, sino que las cosas giran alrededor de nuestra comprensión. La comprensión es la medida de todo el conocimiento. Por lo tanto, solo comprendemos las cosas que nuestra comprensión puede entender, y solo podemos captarlas del modo en que podemos entenderlas. Esto significa que podemos explicarnos lo inexplicable del mundo por medio de construcciones auxiliares. Si miramos a través de unos binoculares, podemos describir un planeta determinado como objeto en el universo, un planeta rojo o Marte, dependiendo de nuestra educación y conocimiento previo, es decir, dependiendo de nuestra experiencia. El objeto en sí mismo no se modifica por el nombre o los conceptos que usamos para referirnos a él, pero, gracias a ello, podemos llegar a conocerlo.

Juicios analíticos y sintéticos

El punto de partida de nuestro conocimiento son nuestros sentidos. Todo lo que experimentamos o lo que perciben nuestros sentidos es lo que definimos como empírico. Sin embargo, también hay un conocimiento que no surge de la experiencia. Este conocimiento es un conocimiento a priori (en latín, anterior), a diferencia del conocimiento condicionado por la experiencia, que es un conocimiento a posteriori (en latín, posterior). El conocimiento a priori debe ser al mismo tiempo obligatorio y universal. La afirmación “el zaino es un caballo negro” cumple con estas condiciones. Esta oración es, al mismo tiempo, un ejemplo de juicio analítico. El término “analítico” caracteriza juicios en los que el sujeto y el predicado (también: sustantivo y adjetivo descriptivo) coinciden y, necesariamente, se completan (zaino = caballo negro). Lo contrario sucede con los juicios sintéticos: aquí, se agrega información proveniente de la experiencia. En la oración “Mi vecino es un avaro”, de la palabra vecino no se desprende que sea avaro. Solo la experiencia del hablante le permite hacer este juicio (sintético).


¿Cuáles son las condiciones para que se produzca el conocimiento?

Evidentemente, con los juicios analíticos, el hombre gira todo el tiempo sobre su propio eje. Solo los juicios sintéticos le aportan nuevo conocimiento. La pregunta central es: ¿existen juicios sintéticos a priori? La respuesta es un sí definitivo, en la medida en que hablemos de las disciplinas científicas clásicas. En la física, la geometría o las matemáticas, es sencillo probar esta idea. La frase matemática 7+5=12 es universal y obligatoria (es decir, a priori), pero al mismo tiempo, sintética, porque la cifra 12 también se puede componer de otras cifras. ¿Existen estos juicios sintéticos a priori en la metafísica? Si lo hacen, su cientificidad estaría probada. Y ese es, en definitiva, el tema de la Crítica de la razón pura: establecer cuál es la base de todo conocimiento. Se trata de una filosofía trascendental (del latín transcendere, atravesar), que analiza la cuestión sobre las condiciones para que se produzca nuestro conocimiento.

Estética trascendental: la percepción sensorial

Los elementos de la estética trascendental (estética no es aquí la teoría de la belleza, sino que se utiliza en su sentido original, del griego aisthesis, percepción), es decir, de la investigación de los alcances de la percepción, siempre son la razón y la percepción sensorial. Una no tiene sentido sin la otra:


Los conceptos provenientes puramente de la razón, que no pueden llenarse con contenido, están vacíos. La razón necesita de los sentidos para formarse una imagen de la cosa. Por ejemplo: la palabra francesa chien es un término que no significa nada para quien no conoce el idioma. Quien sí lo conoce, lo vinculará con la imagen de un perro.

Las imágenes carentes de conceptos son ciegas. Por ejemplo: quien toma un aparato que no conoce en sus manos y cuya función y finalidad le son desconocidas, solamente tendrá ante sí una cosa. Le falta el concepto asociado con esta imagen ciega.

“La razón humana tiene el particular destino en un tipo de conocimiento: le incomodan las preguntas que no puede rechazar, pues ellas le están dadas por la naturaleza de la razón misma, pero no puede responderlas, pues sobrepasan todo alcance de la razón humana””.

Existen dos imágenes sensoriales que pueden ser pensadas “puramente”, es decir, a priori, y que influyen en nuestra percepción cuando no hay experiencia alguna:


El espacio – La idea del espacio es necesaria. No puede ser dejada de lado. Podemos imaginarnos en una habitación de una casa y eliminar poco a poco los elementos espaciales que la componen, pero, al final, debe quedar un espacio con alguna forma.

El tiempo – Aquí rige lo mismo que para el espacio. Es posible imaginar que determinadas acciones tienen lugar en distintos momentos.


La revolución copernicana del pensamiento

Con su Crítica de la razón pura, Immanuel Kant desató una verdadera revolución. El libro dio origen a la filosofía trascendental y provocó un impacto en sus contemporáneos. El filósofo de Königsberg analiza las bases de nuestra capacidad de pensar y llega a la conclusión de que es limitada. A diferencia de muchos filósofos anteriores a él, con su tratado explica que la razón humana no puede responder preguntas como la de la existencia de Dios o del alma o el origen del mundo. Kant presupone el constructivismo moderno cuando afirma que el ser humano solo dispone de posibilidades limitadas (como si fueran unas gafas) para percibir la realidad. Kant quería reconciliar el empirismo con el racionalismo a través de su filosofía, pero sus asombrados lectores y sus numerosos oyentes en la universidad se quedaron con la deprimente conclusión de que nunca podrían conocer el mundo “verdadero”. Un lector sin formación filosófica difícilmente tiene la posibilidad de entender a Kant. Y, sin embargo, el intento vale la pena: sin Kant es imposible concebir a filósofos como Hegel, Fichte y Nietzsche o la literatura y las teorías estéticas de los clásicos alemanes.

Ideas fundamentales

  • La crítica de la razón pura es la obra principal de Immanuel Kant. Trabajó en ella alrededor de diez años, hasta que finalmente la publicó en 1781.
  • Al principio, el libro no generó impacto, por lo que en 1787 Kant editó una versión compacta y otra ampliada.
  • La obra trata de establecer las bases para la capacidad humana de adquirir conocimiento: ¿Qué podemos y qué no podemos saber? Para poder aprender algo del mundo, necesitamos tanto de los sentidos como de la razón.
  • Hay dos cosas que son independientes de nuestra experiencia y, al menos, necesarias: el espacio y el tiempo. El pensamiento humano debe presuponer el tiempo y el espacio para poder reconocer algo.
  • El hombre dispone de algunas formas básicas del juicio: las categorías. Con ellas estructuramos nuestras percepciones y nuestros conocimientos.
  • El concepto revolucionario de Kant: el modo en que vemos el mundo depende de nuestras percepciones y de nuestro entendimiento. Sin embargo, nunca podremos saber si las cosas en sí mismas son como las percibimos.
  • Debido a este cambio en el pensamiento filosófico de la época, Kant suele ser definido como el Copérnico de la filosofía.
  • La existencia (o la inexistencia) de las cosas que se encuentran fuera del mundo de los sentidos (por ejemplo, el alma o Dios) no puede ser comprobada por la razón.
  • A pesar de ello, podemos y debemos pensar estas ideas reguladoras, y debemos hacerlo con la ayuda de la razón.
  • La filosofía kantiana fue revolucionaria y marcó una época: a partir de Kant, se desarrolló el idealismo alemán (Fichte, Hegel, Schelling).

Resumen

En el campo de batalla de la metafísica

Los seres humanos piensan; eso los diferencia de los animales. Sin embargo, el entendimiento y la razón también traen aparejados grandes problemas: las personas se topan con preguntas que no pueden responder, y cuestionamientos que resultan indispensables (como la interrogante sobre el origen del universo o la existencia de Dios), cuya respuesta les está vedada. Estas son las preguntas que investiga la metafísica, las preguntas acerca de lo que se esconde detrás de los objetos físicos. Todo lo que existe en el mundo es físico. Todo lo que está más allá de él (por ejemplo, el sentido de la vida) pertenece al área de la metafísica (meta = más allá). Esto incluye una pregunta crucial: ¿qué somos capaces de conocer? Los racionalistas acatan el dictamen de la razón, y los empiristas deben experimentar todo antes de considerarlo como verdadero. La Crítica de la razón pura busca reconciliar a estos dos enemigos en el campo de batalla de la metafísica. Su objeto es la prueba (crítica) de las posibilidades de adquirir conocimiento sin basarnos en las experiencias (lo que lo hace puro).

La revolución copernicana

Cuando se trata de conocimiento, nos encontramos frente a un problema básico: los investigadores y el objeto de estudio se encuentran en una determinada relación, pero ¿cuál es esa relación? Antes se creía que la comprensión humana se regía por los objetos que estudia. En otras palabras, la comprensión absorbe todo lo que se puede descubrir. Necesariamente, el hombre debe darse por vencido cuando se topa con fenómenos que no puede procesar a través de la comprensión.

“(...) me atrevo a decir que no debería haber una sola tarea metafísica que no se pudiera resolver aquí o que al menos no pudiera proporcionar la llave para su resolución””.

Una teoría del conocimiento de este tipo lleva entonces a la equivocación, del mismo modo en que las personas en tiempos de Copérnico se equivocaron al pensar que las estrellas giraban alrededor del Sol. Se trataba de una afirmación basada en la observación, pero que se contradecía con los cálculos del astrónomo Copérnico, quien cambió completamente el modo de ver las cosas: el Sol no gira alrededor de la Tierra; la Tierra gira alrededor del Sol. Este giro copernicano, esta revolución del pensamiento, también se produjo en la metafísica: no es la comprensión lo que gira alrededor de las cosas, sino que las cosas giran alrededor de nuestra comprensión. La comprensión es la medida de todo el conocimiento. Por lo tanto, solo comprendemos las cosas que nuestra comprensión puede entender, y solo podemos captarlas del modo en que podemos entenderlas. Esto significa que podemos explicarnos lo inexplicable del mundo por medio de construcciones auxiliares. Si miramos a través de unos binoculares, podemos describir un planeta determinado como objeto en el universo, un planeta rojo o Marte, dependiendo de nuestra educación y conocimiento previo, es decir, dependiendo de nuestra experiencia. El objeto en sí mismo no se modifica por el nombre o los conceptos que usamos para referirnos a él, pero, gracias a ello, podemos llegar a conocerlo.

Juicios analíticos y sintéticos

El punto de partida de nuestro conocimiento son nuestros sentidos. Todo lo que experimentamos o lo que perciben nuestros sentidos es lo que definimos como empírico. Sin embargo, también hay un conocimiento que no surge de la experiencia. Este conocimiento es un conocimiento a priori (en latín, anterior), a diferencia del conocimiento condicionado por la experiencia, que es un conocimiento a posteriori (en latín, posterior). El conocimiento a priori debe ser al mismo tiempo obligatorio y universal. La afirmación “el zaino es un caballo negro” cumple con estas condiciones. Esta oración es, al mismo tiempo, un ejemplo de juicio analítico. El término “analítico” caracteriza juicios en los que el sujeto y el predicado (también: sustantivo y adjetivo descriptivo) coinciden y, necesariamente, se completan (zaino = caballo negro). Lo contrario sucede con los juicios sintéticos: aquí, se agrega información proveniente de la experiencia. En la oración “Mi vecino es un avaro”, de la palabra vecino no se desprende que sea avaro. Solo la experiencia del hablante le permite hacer este juicio (sintético).

¿Cuáles son las condiciones para que se produzca el conocimiento?

Evidentemente, con los juicios analíticos, el hombre gira todo el tiempo sobre su propio eje. Solo los juicios sintéticos le aportan nuevo conocimiento. La pregunta central es: ¿existen juicios sintéticos a priori? La respuesta es un sí definitivo, en la medida en que hablemos de las disciplinas científicas clásicas. En la física, la geometría o las matemáticas, es sencillo probar esta idea. La frase matemática 7+5=12 es universal y obligatoria (es decir, a priori), pero al mismo tiempo, sintética, porque la cifra 12 también se puede componer de otras cifras. ¿Existen estos juicios sintéticos a priori en la metafísica? Si lo hacen, su cientificidad estaría probada. Y ese es, en definitiva, el tema de la Crítica de la razón pura: establecer cuál es la base de todo conocimiento. Se trata de una filosofía trascendental (del latín transcendere, atravesar), que analiza la cuestión sobre las condiciones para que se produzca nuestro conocimiento.

Estética trascendental: la percepción sensorial

Los elementos de la estética trascendental (estética no es aquí la teoría de la belleza, sino que se utiliza en su sentido original, del griego aisthesis, percepción), es decir, de la investigación de los alcances de la percepción, siempre son la razón y la percepción sensorial. Una no tiene sentido sin la otra:

  1. Los conceptos provenientes puramente de la razón, que no pueden llenarse con contenido, están vacíos. La razón necesita de los sentidos para formarse una imagen de la cosa. Por ejemplo: la palabra francesa chien es un término que no significa nada para quien no conoce el idioma. Quien sí lo conoce, lo vinculará con la imagen de un perro.
  2. Las imágenes carentes de conceptos son ciegas. Por ejemplo: quien toma un aparato que no conoce en sus manos y cuya función y finalidad le son desconocidas, solamente tendrá ante sí una cosa. Le falta el concepto asociado con esta imagen ciega.
“La razón humana tiene el particular destino en un tipo de conocimiento: le incomodan las preguntas que no puede rechazar, pues ellas le están dadas por la naturaleza de la razón misma, pero no puede responderlas, pues sobrepasan todo alcance de la razón humana””.

Existen dos imágenes sensoriales que pueden ser pensadas “puramente”, es decir, a priori, y que influyen en nuestra percepción cuando no hay experiencia alguna:

  1. El espacio – La idea del espacio es necesaria. No puede ser dejada de lado. Podemos imaginarnos en una habitación de una casa y eliminar poco a poco los elementos espaciales que la componen, pero, al final, debe quedar un espacio con alguna forma.
  2. El tiempo – Aquí rige lo mismo que para el espacio. Es posible imaginar que determinadas acciones tienen lugar en distintos momentos, pero no podemos eliminar el tiempo de nuestros pensamientos. Toda acción está vinculada con alguna concepción de tiempo.
“El campo de batalla de estas luchas interminables se llama ahora metafísica””.

Por cierto, el tiempo y el espacio no son construcciones auxiliares de nuestro pensamiento (pues serían conceptos), sino que son imágenes, tienen un efecto sensorial en nosotros.

La lógica transcendental: las categorías

La estética trascendental es a la percepción lo que la lógica trascendental es al pensamiento. Esta se pregunta por las leyes o principios del pensamiento que tienen validez a priori. No pueden depender de la experiencia ni de las impresiones sensoriales; deben ser elementales –es decir, no pueden ser compuestas– y deben poder comprenderse de manera integral. Cada vez que usamos nuestra comprensión, hacemos un juicio sobre el mundo. Para ello, hacemos uso de diferentes formas de juicio, denominadas categorías. Existen los siguientes grupos de categorías:

  1. Cantidad: unidad, multiplicidad, totalidad
  2. Cualidad: realidad, negación, limitación
  3. Relación: inherencia y subsistencia, causalidad y dependencia, comunidad
  4. Modalidad: posibilidad/imposibilidad, existencias/inexistencia, obligatoriedad/casualidad

Deducción trascendental

¿Son estas categorías adecuadas? ¿Cómo se explica que las categorías, que son conceptos puros de la comprensión, puedan aplicarse a objetos concretos? De eso se trata la deducción trascendental. Aquí es donde aparece el giro copernicano en el pensamiento, en especial, si tenemos en cuenta el significado del principio de la causalidad.

“Pero, aunque todo nuestro conocimiento se eleve por la experiencia, esto no significa que surja de la experiencia””.

La oración: “El helado se derrite porque brilla el sol” contiene la categoría de la causalidad. Las dos situaciones (el brillo del sol y el helado derritiéndose) pueden percibirse a través de los sentidos, pero la causalidad (el “porque”) no es una impresión sensorial, sino un elemento de la comprensión. La comprensión opera como un sello que imprime las categorías en las percepciones para ordenarlas. Hace hago notable: vincula la objetividad (el derretimiento del helado, el brillo del sol) con la subjetividad (“porque”). Por eso, es posible afirmar que los objetos dependen del modo en que los percibimos.

“La filosofía necesita de una ciencia que determine a priori las posibilidades, los principios y el alcance de todo conocimiento”.

viernes, 17 de diciembre de 2021

Arthur Schopenhauer +FRASES

 



¿Quién fue Arthur Schopenhauer? 

Arthur Schopenhauer fue un filósofo alemán nacido en Danzig, el 22 de febrero de 1788 y fallecido en Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, un 21 de septiembre de 1860.

Para su filosofía fueron fuentes de inspiración importantes los grandes pensadores Kant, Platón y Spinoza. Los dos últimos funcionando como puentes con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta.

A partir de 1836 Arthur Schopenhauer muestra una filosofía opuesta y en disputa contra los desarrollos metafísicos postkantianos de sus contemporáneos. Por ello, se considera que su filosofía es “antihegeliana”.

Su obra más popular y de mayor éxito, Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación), se considera entre el circulo literario como una obra maestra de la lengua alemana de todos los tiempos.

Asimismo, se cataloga como el fruto cumbre del idealismo occidental y el pesimismo profundo, los cuales se perciben en los libro de escritores y pensadores de los siglos XIX y XX, tales como: Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Thomas Mann, Ludwig Wittgenstein, Émile Cioran, Carl Gustav Jung, León Tolstói, Albert Einstein, Jorge Luis Borges, entre otros.

Entre sus obras más destacadas figuran:

El mundo como voluntad y representación (1819)
Parerga y paralipómena (1851)
Sobre la voluntad en la naturaleza (1836)
Los dos problemas fundamentales de la ética (1841)
Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente (1813)
Sobre la visión y los colores (1816)

Hoy para recordarlo te traemos algunas de las mejores frases y pensamientos Athur Schopenhauer:

El que no ama ya esta muerto.

Toda individualidad es un error.

El egoísmo tiene raíces muy hondas.

La rebeldía es la virtud original del hombre.

La existencia no es más que un episodio de la nada.

La genialidad consiste en la objetividad del intelecto.

Un genio es el que es capaz de ver la idea en el fenómeno.

Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo.

El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.

Si el ser humano estuviera destinado a pensar, no tendría oídos.

Una corona de laurel es una corona de espinas revestida de hojas.

Lo que la lluvia es para el fuego, eso es la lástima para la ira.


miércoles, 6 de enero de 2021

Baruch Spinoza

 


Baruch Spinoza

Baruch Spinoza gran filósofo y matemático holandés con formación religiosa para realizarse como rabino nació en 1632 en Ámsterdam, fue uno de los más grandes pensadores racionalistas de su época considerado haci como el exponente más moderno y completo del panteísmo siendo influenciado por los escritos de Thomas Hobbes y Rene Descartes, viajo a la Haya (Francia) donde recibió una catedra de filosofía occidental donde murió el 21 de febrero de 1677 en Francia.

Baruch Spinoza fue reconocido por su filosofía racionalista en cuanto la identificación de Dios con la naturaleza denominada panteísmo y fue uno de los primeros en realizar criticas históricas sobre la biblia lo cual lo llevo a ser bastante perseguido, una de sus críticas más importantes y controversiales fue que había la posibilidad de que la biblia estuviese inspirada por Dios considerando que el judaísmo y el cristianismo se habían quedado solo en dogmas y rituales religiosos en vez de intentar comprobar la veracidad delo escrito en ella.

Spinoza realizo dos obras bastantes importantes para la filosofía racionalista que fueron:

-Principios de la filosofía de Descartes. Pensamientos metafísicos (1633)

-Tratado Teologico-politico (1670)

La primera trata de como todo conocimiento parte de una idea verdadera sea real o en nuestra mente, con esto sabemos que tenemos una idea verdadera en la cual nacen las demás ideas, ya que esta idea surge de manera inherente o innata en nuestro pensamiento a lo que él llama “fuerza natural” es decir no es una idea que obtengamos del exterior, de la naturaleza o de las experiencias si no es el propio entendimiento quien la forma, pero si bien es cierto esta idea aunque no está formada por los factores exteriores a nuestro pensamiento el propio entendimiento tiene un objeto ya que sin eso no lo podríamos clasificar como idea, lo cual al ser esta idea verdadera hay la posibilidad de llevarnos a una cadena de ideas ya que algo distinto a su objeto tiene posibilidad de convertirse en el objeto de una idea, haci el intenta expresar como siempre habrá una idea verdadera que le dé inicio a las demás que surjan en nuestro pensamiento.

La segunda trata explícitamente de su pensamiento filosófico, es donde el refleja que los problemas religiosos y políticos son uno mismo donde para Spinoza hay que eliminar el odio y el miedo pero a través de la razón proclamando haci la “libertad de filosofar”, de donde comienza a hacer críticas fuertes sobre la asociación entre la política y la religión donde el principio de sus criticas es el acabar con los misterios de las religiones teniendo como prueba la cantidad de errores y contradicciones que contenía la Biblia denigrando haci su carácter divino, ya que en ese tiempo se aseguraba que la Biblia se había escrito inspirada en Dios, ya que era imposible negar que había sido escrita y redactada por los hombres, dejando ver la imposibilidad de que haya un Dios perfecto en toda su extensión teniendo como argumentando con la siguiente frase “Si Dios buscaba un fin, significa que no era perfecto, pues necesitaba algo que no posee”.

Entonces para Spinoza Dios no es el perfecto ser omnipotente el cual no se puede ver, tocar o sentir si no que Dios y la naturaleza en una misma conformación son lo mismo, concluyendo que Dios se manifiesta en la naturaleza en diferentes modos de representación siendo haci la representación finita de una sustancia infinita, es decir que los objetos materiales que existen son las expresiones finitas de la infinitud de Dios.

Aportes:

Su pensamiento gira en torno a la cuestión de la unidad y la multiplicidad: el problema de la identidad y la diferencia y su explicación causal. El conocimiento de los principios determinantes y rectores del mundo no puede adquirirse a través de la experiencia sino por el puro proceder de la mente, según sus propias leyes.


«El fin del estado no es convertir a los humanos de bestias racionales a autómatas, sino lograr más bien que su alma y su cuerpo desempeñen sus funciones con seguridad y que con ellos se sirvan de su razón libre y que no se combatan con odios, iras o engaños, ni se ataquen con perversas intenciones. El verdadero fin del estado es, pues, la libertad».

BARUCH SPINOZA: FRASE SOBRE LA LIBERTAD

«Mis opiniones son cercanas a las de Spinoza: admiración por la belleza y creencia en la simplicidad lógica del orden y la armonía del universo, que sólo podemos aprender con humildad y de manera imperfecta».

ALBERT EINSTEIN SOBRE SPINOZARodrigo Córdoba Sanz. psicólogo clínico Gran vía 32 Zaragoza. Especialista en TLP.  TeléfonO decontacto 653 379 269   INSTAGRAM @psicoletrazaragoza.          Página Web: Psicólogo Zaragoza Gran Vía. TLP

sábado, 27 de julio de 2013

Fernando Pessoa: Escritos sobre Genio y Locura



El metafísico menos anormal es propiamente un ligero neurasténico, afectado por la manía de la duda. Así lo ve el hombre normal, por grande que sea su inteligencia en cuanto hombre normal (cuya inteligencia será normal de dos maneras: carácter intuitivo y facultad de raciocinio).

Ahora bien, un grado más arriba se encuentra el hombre maniático de la duda, que se plantea con gravedad problemas más elevados que un hombre normal, pero que se siente confundido por verlos sin claridad. Más arriba, más allá, el hombre de genio ve claramente esos problemas, construye sistemas, asienta en ellos edificios de pensamiento. Pero nunca se puede olvidar que la suya es una lucidez en la oscuridad, como la facultad que tienen los ojos de los gatos de ver en lo oscuro. Esta comparación no es muy noble, pero sí lo suficientemente significativa.

Ningún hombre sano es metafísico. En este sentido, Rousseau tenía razón: "El hombre que piensa es un animal depravado" ("L'homme qui pensé est un animal dépravé")

De alguna manera hemos entendido la naturaleza del genio; es un gran poder en la debilidad; en cierto sentido, una gran cantidad de mala calidad. Su base, como vemos, es anormal; en sí, el genio es una expansión de la anormalidad; de cierto modo, una normalización superior. Captamos ahora la relación entre éste y la locura. Su asiento es la locura; la enajenación mental es el terreno sobre el cual está construido todo el edificio.

Esto explica en gran medida, por ejemplo, la aparición en el genio de fenómenos tan contradictorios como una mayor conciencia y, al mismo tiempo, inconciencia o sonambulismo. Podemos incluso decir, sin esbozar una paradoja más que superficial, que cuanto mayor es la consciencia, menor es la conciencia. Esto significa simplemente que cuanto mayor es la exultación, mayor es la depresión.

Fernando Pessoa: "Escritos sobre Genio y Locura". Ed. Acantilado