lunes, 18 de marzo de 2019
Vencer el temor al rechazo
Está comprobado que el sentimiento de ser rechazado, real o no, provoca un fuerte bajón de autoestima, además de culpa e inseguridad, donde la persona afectada, especialmente la sensible y ansiosa, se cree víctima en sus relaciones de amor y amistad y tiende al aislamiento.
El tema es que dada la naturaleza preponderantemente social del ser humano, el rechazo es una de las experiencias más negativas que puede experimentar una persona en cualquier etapa de su vida: "El cómo se enfrenta a este tipo de situación dependerá de una serie de habilidades sociales que posea la víctima, independiente de su género".
A partir de la premisa: ´el que no se quiere a sí mismo no puede querer a nadie´, algunos psicólogos apuntan a la ineludible importancia de que los padres le asignen mayor atención a los niños recién nacidos, porque es donde se gesta el tipo de conducta. "En la edad temprana el menor puede llegar a sentir el "rechazo parental" (negligencia emocional del padre y de la madre), que suele ser común porque ellos están absorbidos en sus vidas, trabajos, compromisos sociales y preocupaciones cotidianas que no le permiten fortalecer el vínculo afectivo, aunque estén presentes en la casa con sus niños. El chico generalmente cree que hay algo malo en él, y ese sentimiento lo traslada a otros planos sociales".
Hay, sin embargo, ese otro aspecto del sentimiento de rechazo por el llamado síndrome de Peter Pan, donde el problema no es cuestión de edad. "No es un tema relativo exclusivamente para los menores o adolescentes, ya que pueden haber personas mayores y hasta otros que lleguen al final de su existencia, encerrados en actitudes de niños, y de ahí que ante cualquier adversidad o casualidad, sienten y creen que son objetos de rechazo".
Y ante la pregunta obvia, ¿cómo prevenir? Los psicólogos coinciden en la responsabilidad paterna, para enseñarles a sus hijos a quererse a sí mismos, reforzando sus cualidades y minimizando los errores, pero corrigiéndolos con cariño.
"La sobreprotección es, pues, una manera de darle una herencia negativa para el menor, que después, al crecer, no se animará a lanzarse al mundo, a exigir atención de todos, y eso forma una cadena de generaciones si es que más tarde aplica la misma actitud con sus hijos", afirman desde la psicopedagogía.
Artículo extraído del libro: ¿Tengo TLP?, y si lo tengo, ¿Qué? de LAURI
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
Zaragoza (Zona Centro).
Teléfono: 653 379 269
E-mail: rcordobasanz@gmail.com
Página Web: www.rcordobasanz.es
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario