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Paz y Ciencia

viernes, 14 de octubre de 2016

Reparación



La reparación nace de la compasión por el sufrimiento ocasionado a otro,  pero para que se pueda en funcionamiento este mecanismo, es necesario el reconocimiento de la realidad psíquica propia y ajena, de las diferencias entre estas dos realidades y del dolor que, a veces causan, esta realidad y sus diferencias. Desde esta perspectiva se puede adoptar una acción adecuada para remediar el dolor. En cambio, no hay posibilidades de reparación cuando no hay aceptación de la realidad por el empeño en controlar al otro y transformarlo para que cumpla mi deseo, por muy justificada que esa actitud esté en las inseguridades básicas. Aceptar la realidad es imprescindible para la verdadera reparación, y esa aceptación implica sentir que uno hizo daño, valorar el objeto dañado y renunciar a la omnipotencia, a la magia y a la idea de que nuestros deseos deben cumplirse. 
Por otra parte, la reparación tiene una doble función: reparar el daño causado al otro, y liberarnos de la culpa. 

Speziale Bagliacca sostiene que se trata de reparar el Self. Cuando esto se consigue, ocurre además que toman otra dimensión las acciones reparatorias. 
Babliacca plantea que la verdadera reparación implica aceptarse con los límites, traumas, carencias e historia personal: hay que repararse para comenzar a amarse, ya que esta es la vía de salida que permite acercarse al otro. 

En la meditación budista del amor o de la benevolencia que recogen muchos maestros, hay que pasar un tiempo reconciliándose con uno mismo, enviándose buenos deseos.


Que me vea libre de enemigos

Que me vea libre de peligros, 
Que me vea libre de las ansiedades de la mente, 
Que viva con un cuerpo sano y una mente feliz.


Dipa-Ma


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