Las experiencias pasadas en tratamientos variados no ayuda al paciente, sin voluntad se dan errores médicos, la yatrogenia hace que se solapen diagnósticos, tratamientos y que la persona piense que "otra vez va a ser igual". Hay que romper ese ciclo fantasmástico, intrincado a veces también en la problemática familiar y que está en armonía con la desesperanza del paciente que se siente desvalido y de un lado a otro.
Esto en pacientes límite se ve de una forma más intensa, los terapeutas desarrollan vínculos fuertes con ellos o simplemente no satisfacen sus necesidades de afecto y comprensión, de sostén emocional y apoyo. Por lo que al final, en ese proceso que depende de dos, que es la psicoterapia, la persona se siente sin esperanza, sin fe y sin valor para comenzar un tratamiento eficaz.
Por ello hay que dar un consejo, no cambien de terapeuta porque les producirá confusión y no existirán cambios mágicos, el trabajo psicoterápico acompañado de la medicación ayudará al crecimiento mental y la medicación a disiminuir los síntomas del trastorno. Pero milagros obviamente no existen, hay que ser profesional con estos pacientes, mantener una distancia terapéutica pero también ser cálidos y comprensivos. Requieren más feedback y atención de lo que puede suponer la psicoterapia psicoanalítica pero también es cierto que necesitan un encuadre o marco de confianza para poder trabajar.
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