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Paz y Ciencia

martes, 14 de abril de 2009

El Conejo Blanco y su Vida


Hace unos días hablaba del Conejo Blanco. Estamos en un contexto encerrado, con una entropía X. En un contexto al que nos aferramos para vivir, de allí el miedo a la libertad, la necesidad de referentes, la dependencia, a veces masoquista y mal confundida con el amor, la necesidad de religión, política y estructura social. El Conejo Blanco se reune en su particular medio combinando su mundo con otros paralelos, compartidos y privados.
Otros Conejos no tienen apenas espacio para el desarrollo de un yo libre, independiente y autónomo sino que ha estado hipotecado al mundo externo, cediendo terreno a su mismidad. La externalización forma parte del carácter social (leer el post de abajo). Externalizar significa proyectar en el externo los sentimientos propios, así como atribuir al exterior lo que nos caracteriza como personas.
Sin lugar a dudas el ambiente está en completa relación con el mundo interno y este último se configura a partir de experiencias en épocas sensibles durante toda la vida, especialmente cuando se configura la personalidad. Ser libres, dice Fromm es ser un poco como el Conejo Blanco del post (no el de Alicia en Wonderland), un conejo capaz de construir su vida, a sí mismo y generar una relación de pareja con vida propia que permita espacio para la mismidad, sin renunciar a su yo.
La religión, la política, las normas sociales llenan de pre-juicios un imaginario social que se asimila por el sujeto dejando de ser libre. La familia es portavoz de esto y además transmisora de un ideal del yo (debes ser médico), lo que significa que el sujeto, si no se le permite espacio, en una burbuja aeróbica para respirar acaba desarrollando un falso self que podríamos decir, con Fromm y Winnicott Social False Self y Pure False Self, respectivamente.
Bastante estamos condicionados para bautizarnos, confirmarnos, casarnos por la iglesia; tener hijos; una vivienda (antes comprada, lo que influyó en el coste y la estancia de los hijos en casa paterna) y otras lindezas que dictan y marcan nuestra agenda, hasta la dominical. Y por si fuera poco hay un troquelado inconsciente, transmitido a través del lenguaje, según el cual tenemos que ir arrastrando las neurosis transgeneracionales hasta romper el ciclo en un costoso recorrido por una consulta psicoterápica.
Desmontar falsos mitos es uno de los deliciosos trabajos que tenemos entre manos y la Ética Humanista es un marco incomparable que casi parece "utópico", según indica Fromm en un de sus libros ("El Humanismo como Utopía Real"). Sigamos jugando como el Conejo Blanco escrito hace unos días y podremos Vivir Creativamente y de forma Ética, formas de que la vida tenga verdadero sentido. Las pastillas, las drogas, el alcohol, son parte de nuestro Miedo a la Libertad. Ahora incluso el amor se está convirtiendo en un tóxico, el contacto auténtico entre personas está deteriorándose. Estamos ante una crisis de valores que viene acompañada de la crisis más evidente, la económica. Y mientras tanto deambulamos o escribimos textos trágicos como este, con ánimo de una concienzación o rescates de puntos humanistas por exceso de velocidad capitalista. No estoy con Fromm en situar a la sociedad como factor más determinante, creo que del mismo modo que el Conejo Blanco tiene su propio código interno y de pareja, las familias también tienen un imaginario heredado de otra familia y en el continente de la sociedad. Ahora bien, me parece muy necesario el enqoque de Freud, el que los psicoanalistas, psiquiatras (como lo hiciera Harry Stack Sullivan) y sociólogos estudien y difundan que nuestra sociedad está generando determinadas estructuras de carácter, después el temperamento, de componente más cromosómico, pone la guinda. En definitiva, el Conejo Blanco es libre de buscar libertad y generar esa atmósfera de aparente nonsense, que no es más que un sense al margen del sense compartido.

1 comentario:

azu dijo...

Somos lo que los demas quieren que seamos