PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

miércoles, 22 de abril de 2009

El Malestar en la Cultura


En este escrito de Sigmund Freud se lee lo que será duramente criticado por Erich Fromm y Karen Horney, por ejemplo. Existen temas princeps como el sentimiento de culpabilidad, en continuidad con "El Porvenir de una ilusión" se habla de religión, "Tótem y Tabú" también guarda reminiscencias.
Y quiero escribir sobre el sentimiento de culpabilidad según se desprende del texto que estoy releyendo en Alianza Editorial por resultar más manejable, la traducción es de Luis López-Ballesteros y de Torres.
Tendríamos que hablar de algo que Fromm se apropia y es de Freud, me refiero a la influencia de lo social en el desarrollo del superyó y como la familia tamiza y es portavoz de ese ideal.
Freud habla de la "tensión entre el yo y el superyo" como naturaleza del sentimiento de culpa. Nos explica la conciencia moral opera desde el superyo para apelmazar la conciencia y buscar la tranquilidad, la intranquilidad de la conciencia surge cuando se imagina el haber obrado con un perjuicio. Por tanto depende de la elasticidad o severidad del superyo. El superyo se forma por las frustraciones culturales que representa la familia y por sus propios mitos familiares. En "El Malestar en la cultura" se pone más peso en lo social como fuente que limita "los instintos" de forma que reprime y al mismo tiempo socializa. Por otra parte la tensión entre el yo y la sociedad, además de devenir en frustración puede buscar otros derroteros, los de la sublimación, forma de encontrar una descarga pulsional dentro de los límites de la cultura.
La formación del superyo puede tener una ingente cantidad de material de análisis y es en cada caso en particular donde se debe reflexionar y desbrozar. Pero en ocasiones las propias intelecciones del analizando señalan como fuente de ese sentimiento de severidad y conciencia punitiva la familia de origen. En "El Malestar en la Cultura" Freud alude a la sociedad como puente para la formación de las investiduras libidinales.
Esboza de nuevo la líbido objetal (que se dirige a los objetos) y la líbido narcisista (que se vuelca sobre el yo), la segunda líbido suele ir acompañada, y esto lo matiza mejor Fromm en el 48 que Freud en el 30, por una pérdida de esa energía sexual que Jung estimaba como energía psíquica en global para disgusto del maestro Freud. Esa pérdida significa un descenso en la autoestima, es decir que la líbido se vuelva hacia el yo no significa según el narcisismo secundario que en el individuo revierta el amor sobre sí mismo sino que se desprende de los objetos, los objetos internos y los objetos externos.

No hay comentarios: