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Paz y Ciencia

jueves, 2 de abril de 2009

El saber ocupa lugar

El hecho de saber suele ser un inconveniente, un analista sabe pero no debe hacer alarde de ese saber, hace unas semanas escribía aquí sobre la interpretación dentro de ciertas estructuras. El saber no es penetrante, el saber es lacerante. El saber es útil para el analista y para el analizando pero dentro de un manejo. Cada consultante tiene una tolerancia distinta a valoraciones sobre su subjetividad y la relación con los síntomas.
El paciente reside en un mundo privado y la interpretación revela partes de ese mundo privado que no pueden ser descubiertas por el analizando o que quizá están enterradas. Cuando salen, puede surgir la violencia, me refiero al hecho de sentirse violado, descubierto y desnudo. Esto es una experiencia terrible por lo que el saber del analista ha de ser presentado con cuidado, con cariño si me permiten decirlo. El saber del analista está siempre enmarcado dentro de la atmósfera generada en el marco terapéutico. Es el modo en como se vive ese vínculo, la forma de la conexión, el grado en que hay un enlace entre dos posiciones, permitiendo que una sea explorada por el estímulo de otra. Favoreciendo que una se vuelva sobre su propia identidad y se atreva a profundizar en un laberinto que puede producir tumultos. Por esto es importante el material de buceo, la confianza, el grado de honestidad del profesional, lo auténtico de sus expresiones. Esto es relevante porque estamos hablando de una relación emocional que funciona como vínculo terapéutico y paradójicamente dentro de esa naturalidad hay que medir con cautela como, donde y como intervenir.
Un análisis no está bien hecho por lo inteligentes de las interpretaciones o por el efecto que tienen en el psiquismo sino cuando esas lecturas de la subjetividad del otro son verdaderamente aceptadas, reconocidas e investigadas por el otro. En una novela escrita por un psiquiatra (Bergman, bajo el seudónimo de Samuel Shem –Monte Miseria-) se recogen una serie de Leyes, hay una donde se dice: “Es la conexión no el yo, lo que cura”. Existe una posibilidad de curar, y la teoría amplia el ángulo de aproximación al conflicto y dirige una técnica de investigación y de psicoterapia. La psicoterapia es mucho más que el psicoanálisis, existe un muy buen analista llamado Horacio Echegoyen quien dice “soy psicoterapeuta y sólo a veces soy psicoanalista, es muy difícil ser psicoanalista”. Es cierto que es muy difícil ser siempre psicoanalista y casi me atrevería a añadir que poco recomendable, la postura de abstinencia-asociación libre-neutralidad es útil como estampa de diván pero no así en la psicoterapia dinámica, de espectro más amplio, donde el consultante puede requerir de un mayor “feedback”, un aliento, proximidad, humanidad y tal vez menos, ese modelo riguroso y estricto de técnica psicoanalítica. El psicoanálisis es delicioso pero matizar dichos moldes es el futuro de la psicoterapia.
Hay consultantes donde se indica un psicoanálisis pero necesitan un tiempo de psicoterapia para preparar el terreno, después, quizá pueda tener lugar para un psicoanálisis pero siempre podrá existir la posibilidad de que nuestro interlocutor nos quiera ver el rostro mientras le sugerimos la profundidad de su sufrimiento, no me parece demasiado descabellado.
Existe otro dato que quisiera comentar y es la obsesión del psicoanálisis de explicar todo en base a la relación con los padres. No es incorrecta esta postura pero tal vez tiende a encallar la perspectiva, dado que puede haber problemas del aquí y ahora que remitan al pasado. El psicoanálisis puede ser entendido como “determinista” y de mentalidades un tanto estrechas no obstante cualquier persona que conozca un poco la naturaleza del sufrimiento psíquico (psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, enfermeras, etc) puede afirmar que de un modo u otro, los padres están allí troquelando la imagen inconsciente. Explicar este tipo de cosas no resulta ser fácil ni afortunado en un espacio de divulgación, por lo que tendemos a leer amagos de psicología académica que equiparan lo basado en la evidencia con lo cognitivo-conductual. En los 40-60 estábamos en el apogeo del psicoanálisis con el emerger de Klein, Winnicott y Lacan, después el humanismo de Rogers y Maslow, luego las terapias sistémicas y ahora el cognitivismo. Las miradas únicas son escotomas, esto nos lo tendríamos que interpretar los propios psicoterapeutas en el interin de consultas. No obstante no existe todavía mirada más fina al funcionamiento psíquico que el psicoanálisis, ahora bien, el médico de pueblo siempre trabajará más seguro si a su intuición se le suma un buen instrumental y cierta monitorización.

5 comentarios:

Amalia-Eugenia dijo...

¿Por qué, me he preguntado a veces, el psicoterapeuta no te da la respuesta si te das cuenta de que la sabe? A cambio intentas e intentas deshacer el ovillo de tu cerebro durante un buen rato, cuando ves claro piensas: me lo podía haber dicho.
Aunque lograrlo por uno mismo lleva añadido ver la satisfacción en la cara del profesional, como si encima te dijese "era fácil".

Anónimo dijo...

Opino que el Psicoterapéuta-Psicoanalista, no sabe la respuesta. Ese supuesto saber se le atribuye. La respuesta la tiene el "paciente". El Psicoterapéuta-Psicoanalista es un catalizador en cuya presencia el "paciente" encuentra su/s repuesta/s Interpretar en exceso, opino que es error del principiante, que tiene PRISA en "curar"/se o un excesivo narcisismo y por tanto mal Psicoanalista y/o mal psicoanalizado. Sería un largo e interesante debate
LUCIA

Amalia Eugenia dijo...

Creo que el error está en la interpretación de la "paciente", que soy yo, a lo que vive-lee-escucha, es uno de mis problemas. En mi caso no ha actuado con PRISA en "curar", al contrario, lo ha hecho y lo hace al ritmo pausado que necesito.
La ignorancia es (en mi caso) muy atrevida pero es de cobardes atacar a un profesional sin saber nada de la dificultad a la que está enfrentado.
Lamento no haber podido contestarte antes LUCIA, me encontraba de vacaciones.

Rafael dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rafael dijo...

El "insight" corresponde al paciente. Creo que, a mi modo de ver, el terapeuta ha de comportarse en sus devoluciones como el arquero zen, el cual lanza su flecha con su mirada en sentido contrario a la diana; supongo que para que su mente -su conciencia, su saber- no interfiera en su labor de arquero. Siguiendo la metáfora, el arquero-zen, así como el terapeuta, se preocupa más de sí y de la relación con el entorno, que en el resultado final: para el arquero, la diana, para el terapeuta, el insight.