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Paz y Ciencia

domingo, 18 de enero de 2009

La Niña de los Sueños XLX

Fascinado estaba el muchacho cuando despertó, a los pies de la cama, acariciándole el tobillo desnudo estaba la Princesa, su princesa. Con el camisón, era probablemente más hermoso de lo que había podido imaginar a partir de las lecturas en el mercado. Estaba preciosa. Ella le tocaba en silencio, se escuchaba el ruido de los cacharros de la cocina y el trajín de la familia perezosa.
Permaneció como dormido, simulando no enterarse, de esa forma saboreó cada instante, la mano de la Princesa era suave, dibujaba círculos por la piel del pie, acariciándolo en un movimiento que le invitaba a seguir durmiendo toda la vida.
La muchacha sabía que él hacía el travieso quedándose con los ojos cerrados pero le gustaba el juego y siguió el masaje por las manos, por la boca y por las orejas. En una de estas el padre se asomó, pero la muchacha estaba demasiado concentrada. No sé que pensaría pero debido a la novedad de la atmósfera familiar parece que omitió su juicio sempiterno, se dio media vuelta para afeitarse, eso es cuanto sé.
El muchacho le prendió la mano a la Princesa, la llevó a sus labios ahora recién tonificados y le dio un beso que trasladó una especie de corriente eléctrica por la columna de la muchacha, se le puso la carne de gallina en la parte posterior del cuello y emitió una especie de leve y discreto gemido de regusto.
Ella se tendió junto a él y permanecieron mirando el techo de la casa, traspasando los muros.

1 comentario:

soyborderline dijo...

Mezcla de una sensualidad aún virgen, aliación de inociencia y exprimentación. Un cocktel irresistible.
Un saludo.