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Paz y Ciencia

miércoles, 28 de enero de 2009

La mente y su relación con el psiquesoma. D.W. Winnicot

La mente y su relación con el psiquesoma
(1949)

Escrito leído ante !a Sección Médica de la Sociedad Psicológica Británica. cl 11
de diciembre de 1949, revisado en octubre de 1953, Brit. J. .Nled. Psrchal., gol.
XXVII, 1951.
«Averiguar qué es exactamente lo que comprende a los elementos mentales irreductibles, en especial los de naturaleza dinámica, constituye e, en mi opinión, una de nuestras finalidades más fascinantes. Tales elementos tendrían necesariamente un equivalente somático, probablemente también neurológico, v de esa manera,
mediante el método científico, reduciríamos el antiquísimo hueco que ha'- entre la mente y el cuerpo. Me aventuro a predecir que entonces la antítesis que ha intrigado a los filósofos resultará que se basa en una ilusión. Dicho de otro modo, no creo que la mente exista realmente como entidad; posiblemente es sorprendente que esto lo diga un psicólogo (la cursiva es traía). Cuando decimos que la mente influye en el
cuerpo o viceversa, lo que hacemos es utilizar una cómoda abreviación de una frase más engorrosa...» (Dones,1946).
Esta cita que leí en Scott (1949) me estimuló a poner en orden mis propias ideas sobre tan vasto y difícil tema.
El esquema corporal, con sus aspectos espaciales \ temporales, aporta un valioso planteamiento del diagrama que de sí mismo tiene el individuo y creo que en él no hay ningún lugar evidente para la mente. Sin embargo,en la labor clínica nos encontramos con la mente en forma de entidad localizada en alguna parte por el
paciente; así, pues, es necesario profundizar en el estudio de la paradoja en el sentido de que «la mente no existe realmente en forma de entidad».
La mente como función del psiquesoma Para estudiar el concepto de mente es siempre necesario estudiar un individuo, un individuo total, incluyendo
su desarrollo desde el comienzo mismo de la existencia psicosomática. Si se acepta esta disciplina, entonces es posible estudiar la mente del individuo a medida que va independizándose de la parte correspondiente a la psique en el binomio psique-soma.
La mente no existe como entidad en el esquema de cosas del individuo, siempre y cuando el psiquesoma o cuerpo individual haya atravesado satisfactoriamente las etapas de desarrollo más tempranas; la mente entonces no es más que un caso especial de funcionamiento del psiquesoma.
En el estudio de un individuo en vías de desarrollo a menudo encontraremos que la mente está creándose una entidad falsa y una localización falsa. El estudio de estas tendencias anormales debe preceder al examen más directo de la independencia o especialización de la mente de la psique sana o normal.

Estamos muy acostumbrados a ver cómo se contrastan las palabras «mental» y «físico» y lo cierto es que en la conversación normal no nos opondríamos a tal contrastación. Sin embargo, cuando estos conceptos son contrastados en una discusión científica, la cuestión es muy distinta.
El empleo de estas dos palabras, físico y mental, para describir una enfermedad, nos causa problemas inmediatamente. Los trastornos psicosomáticos, que se hallan a medio camino entre lo mental y lo físico, se encuentran en una posición más bien precaria. En cierto modo, la investigación psicosomática se ve demorada por la confusión a la que me estoy refiriendo (MacAlpine, 1952). Asimismo, los neurocirujanos hacen cosas
con el cerebro normal o sano en un intento de alterar o incluso mejorar los estados mentales. Estos terapeutas «físicos» padecen una gran confusión en su teoría; curiosamente, parecen descuidar la importancia del cuerpo físico, del cual el cerebro es parte integrante. Tratemos, por lo tanto, de pensar en el individuo en vías de desarrollo, empezando por el principio. He aquí un cuerpo, y la psique y el soma no deben distinguirse más que con arreglo a la perspectiva del observador. Uno
puede mirar al cuerpo en desarrollo o a la psique igualmente en desarrollo. Supongo que aquí la palabra «psique» se refiere a la elaboración imaginativa de las partes, sentimientos y funciones somáticas, es decir, al hecho de estar físicamente vivo. Sabemos que esta elaboración imaginativa depende de la existencia y del sano
funcionamiento del cerebro, especialmente de ciertas partes del mismo. Sin embargo, el individuo no percibe que la psique está localizada en el cerebro o, a decir verdad, en alguna otra parte.
Gradualmente, los aspectos psíquicos y somáticos de la persona que va desarrollándose se ven envueltos en un proceso de mutua interrelación. Esta interrelación de la psique con el soma constituye una fase temprana del
desarrollo individual (véase el capítulo 2 de esta tercera parte). En una fase posterior, el cuerpo vivo, con sus límites, y con un interior y un exterior, es percibido por el individuo como parte del núcleo del ser imaginativo.
Hasta esta fase, el desarrollo es extremadamente complejo y si bien este desarrollo puede ser razonablemente completo cuando el niño lleva sólo unos días de vida posnatal, existen grandes posibilidades de deformación del curso natural de desarrollo de estos aspectos. Es más, todo lo que es aplicable a las fases más tempranas lo es también, en cierta medida, a todas las demás fases, incluso a la que denominamos «de madurez adulta».
Teoría de la mente
En base a estas consideraciones preliminares propongo una teoría de la mente. Esta teoría se basa en la labor realizada con pacientes analíticos que se han visto necesitados de efectuar una regresión a un nivel de desarrollo sumamente precoz durante la transferencia. En este escrito daré únicamente un ejemplo de material
clínico, pero creo que la teoría resultará valiosa en nuestra labor analítica cotidiana.
Supongamos que en el desarrollo precoz de un individuo, salud implica continuidad en el ser. El psiquesoma precoz se mueve a tenor de cierta línea de desarrollo siempre y cuando su continuidad de ser no se vea turbada;dicho de otro modo, para el desarrollo sano del psiquesoma precoz hace falta un medio perfecto. Al principio
la necesidad es absoluta.
El medio ambiente perfecto es aquel que se adapta activamente a las necesidades del psiquesoma recién formado, aquello que los observadores saben que al principio constituye el pequeño. El mal medio es malo porque debido al fracaso de la adaptación se convierte en un ataque contra el psiquesoma, ataque ante el cual el
psiquesoma (es decir, el pequeño) debe reaccionar. Esta reacción turba la continuidad existencial del nuevo individuo. En los comienzos, el buen medio (psicológico) es físico, estando el pequeño en el útero o en brazos y recibiendo cuidados; sólo con el paso del tiempo desarrolla el medio ambiente una nueva característica que hace necesario un nuevo término descriptivo, como puede ser «emocional», «psicológico» o «social». De esto emerge lo que llamamos una madre «buena», con su capacidad de adaptarse activamente a las necesidades del
pequeño, capacidad que surge de su devoción o dedicación y que es posibilitada por su narcisismo, su imaginación y sus recuerdos, cosas todas ellas que le permiten saber por medio de la identificación cuáles son las necesidades del pequeño.
La necesidad, al principio absoluta, de un buen medio ambiente se convierte rápidamente en relativa. La madre «buena» corriente ya es suficiente. Si es lo suficientemente buena, el pequeño, por la actividad mental, sabrá tolerar sus deficiencias. Esto no se refiere tan sólo a la satisfacción de los impulsos instintivos, sino también a todos los tipos de necesidades primitivas, incluyendo la necesidad de un cuidado negativo o un descuido vivo.
La actividad mental del pequeño hace que un medio ambiente suficiente se transforme en uno perfecto, es decir, convierte el fallo de adaptación en un éxito. Lo que libera a la madre de la necesidad de ser casi perfecta es la comprensión del pequeño. En el curso normal de los acontecimientos la madre trata de no introducir
complicaciones que superen la capacidad de comprensión y tolerancia del pequeño; trata en especial de aislar a su bebé de las coincidencias y demás fenómenos que deben estar más allá de la capacidad de comprensión del pequeño. Podemos decir, hablando en términos generales, que la madre procura que el mundo del pequeño sea
lo más sencillo posible.
La mente, entonces, tiene entre sus raíces el funcionamiento variable del psiquesoma, raíz que se ocupa de la amenaza que se cierne sobre la continuidad del ser suscitada por cualquier fracaso de la adaptación (activa) ambiental. Se desprende que el desarrollo de la mente se ve muy influido por factores que no son
específicamente personales del individuo, incluyendo acontecimientos fortuitos.
En el cuidado de niños es de vital importancia que las madres, al principio físicamente, pero pronto también imaginativamente, puedan comenzar aportando esta adaptación activa; pero también es una función maternal característica el aportar un fallo graduado de la adaptación, con arreglo a la creciente habilidad del pequeño
para tolerar, por medio de la actividad mental, todo fallo relativo. Así, nace en el pequeño cierta tolerancia con respecto tanto a la necesidad del yo como a la tensión instintiva.
Quizá pudiera demostrarse que los niños que se desprenden lentamente de la madre muestran un cociente intelectual más bien bajo. Por el contrario, el niño que posee un cerebro excepcionalmente bueno, que acabará dando un elevado cociente intelectual, se desprende de la madre mucho antes.
De acuerdo con esta teoría, pues, en el desarrollo de cada individuo la mente tiene una raíz, quizá la más importante de todas, en la necesidad del individuo, sentida en el núcleo del ser, de tener un ambiente perfecto.
En este sentido podría hacer referencia a mi concepto de que la psicosis es una enfermedad de deficiencia ambiental (véase el capítulo 7 de esta tercera parte). Esta teoría ofrece ciertas posibilidades de desarrollo que a mí me parecen importantes. Ciertos tipos de fallo materno, especialmente de comportamiento, producen una sobreactividad del funcionamiento mental. Aquí, en el crecimiento excesivo de la función mental reactiva ante una maternalización errática, vemos que puede desarrollarse una oposición entre la mente y el psiquesoma, ya
que, en reacción a este estado ambiental anormal, el pensamiento del individuo empieza a asumir el control y a organizar el cuidado del psiquesoma, mientras que en condiciones saludables esto es función del medio. En estado de salud, la mente no usurpa la función del medio, sino que posibilita una comprensión, y eventual
aprovechamiento, de su fallo relativo.
El proceso gradual en virtud del cual el individuo adquiere capacidad para cuidar del self pertenece a etapas posteriores del desarrollo emocional del individuo, etapas a las que se llegará a su debido tiempo, de acuerdo con el ritmo marcado por las fuerzas naturales de desarrollo.
En su estadio posterior, uno podría preguntarse qué sucede si la tensión ejercida en el funcionamiento mental organizado como defensa contra un medio atormentador se va haciendo más y más grande. Serían de esperar estados de confusión y (en casos extremos) un defecto mental independiente de cualquier deficiencia del tejido
cerebral. Como resultado común de los niveles menos acuciantes de la crianza en las primeras fases, nos encontramos con que el funcionamiento mental se transforma en una cosa por derecho propio, reemplazando prácticamente a la madre «buena» y haciéndola innecesaria. Clínicamente esto puede ir acompañado de la
dependencia, con respecto a la madre real, así como un falso crecimiento personal sobre la base de la sumisión.
Es una situación sumamente incómoda, especialmente debido a que la psique del individuo es «seducida» a entrar en la mente y alejarse de la íntima relación que originariamente sostenía con el soma. El resultado consiste en una mente-psique patológica.
La persona cuyo desarrollo se dé según esta modalidad, mostrará un patrón deformado que afecta a todas las demás etapas del desarrollo. Por ejemplo, puede que se observe una tendencia a la fácil identificación con el aspecto ambiental de todas las relaciones que impliquen dependencia, así como una dificultad en la identificación con el individuo dependiente. Clínicamente uno puede ver cómo semejante persona se desarrolla hasta convertirse en una persona que resulta una madre maravillosamente buena para los demás durante un período limitado; de hecho, una persona que se haya desarrollado de esta manera puede tener cualidades
curativas casi mágicas debido a su extrema capacidad para realizar una adaptación activa a las necesidades primitivas. La falsedad de estos patrones de expresión de la personalidad, sin embargo, se hace evidente en la práctica. Se cierne la amenaza del derrumbamiento -tal vez llegue a producirse-, porque lo que en todo
momento necesita el individuo es encontrar a otra persona que haga real este concepto del «buen medio», de manera que el individuo puede volver al psiquesoma dependiente que constituye el único lugar desde el que vivir. En este caso, «sin mente» se convierte en un estado deseable.
Como es lógico, no puede haber una asociación directa entre la mente-psique y el cuerpo del individuo. Pero el individuo localiza y coloca la mente-psique ya sea en la cabeza o fuera de ella, en alguna relación especial con la misma, lo cual constituye una importante fuente de jaquecas sintomáticas.
Es necesario preguntarse por qué tiene que ser la cabeza el lugar donde el individuo tiende a localizar la mente. Lo cierto es que no conozco la respuesta. Creo que un punto importante estriba en la necesidad del individuo de localizar a la mente en alguna parte porque se trata de una enemiga, es decir, para controlarla. Un paciente
esquizoide me dice que la cabeza es el lugar donde ubicar la mente porque, como uno mismo no puede verse la cabeza, no existe obviamente como parte de uno mismo. Otro punto estriba en que la cabeza vive unas experiencias especiales durante el proceso de nacimiento, pero con el fin de utilizar al máximo este último dato
debo considerar sin detenerme otro tipo de funcionamiento mental que puede ser especialmente activado durante el proceso natal. Es lo que va asociado con la palabra «memorizar».
Como ya he dicho, la continuidad existencial del psiquesoma en desarrollo (relaciones internas y externas) se ve trastornada por las reacciones ante los ataques del medio ambiente; dicho de otro modo, por los resultados de los fallos de adaptación activa por parte del medio. Según mi teoría, un rápido aumento de la reacción ante los ataques que turbe la continuidad del psiquesoma es algo que se espera y tolera con arreglo a la capacidad mental del individuo. No pueden tolerarse, en cambio, de acuerdo con la siguiente parte de mi teoría, los
ataques que exijan reacciones excesivas. Todo lo que puede acaecer, aparte de la confusión, es que las reacciones puedan ser catalogadas (1). Típicamente, en el nacimiento es probable que se produzca una turbación excesiva de la continuidad a causa de las reacciones ante los ataques, y la actividad mental que estoy
describiendo en este momento es aquella que se ocupa de memorizar exactamente durante el proceso mental.
En mi labor psicoanalítica a veces me encuentro con regresiones plenamente controladas y que, sin embargo, se remontan a la vida prenatal. Los pacientes cuya regresión ha seguido cauces ordenados reviven una y otra vez el proceso natal y he llegado a quedarme pasmado ante las pruebas convincentes de que durante el proceso
natal no sólo se memoriza cada una de las reacciones que turban la continuidad existencial, sino que además parece memorizárselas en correcto orden. No he utilizado la hipnosis, pero soy consciente de los descubrimientos equiparables que con ella se logran, aunque para mí son menos convincentes. El funcionamiento mental del tipo que estoy describiendo, al que podríamos llamar «memorización» o
«catalogación», puede ser extremadamente activo y exacto en el momento del nacimiento. Daré ejemplo de esto por medio de los detalles de un caso, pero antes quiero dejar bien claro mi punto de vista de que este tipo de funcionamiento mental resulta un estorbo para el psiquesoma o para la continuidad existencial del
individuo, continuidad que constituye el ser. Puede que el individuo se valga de ello para revivir el proceso natal en sus juegos o en un análisis cuidadosamente controlado. Pero este funcionamiento mental de tipo catalogador actúa como un cuerpo extraño si va asociado con el fallo de adaptación ambiental que se halla más
allá de la comprensión o de la previsión.
Sin duda que en la salud puede ser que los factores ambientales se mantengan fijos por medio de este método hasta que el individuo pueda hacerlos suyos después de haber experimentado impulsos libidinosos y en especial agresivos, los cuales pueden ser proyectados. De esta manera, que en esencia es falsa, el individuo llega a sentirse responsable por el mal medio ambiente del que en realidad no es responsable y al que (si lo supiera) podría echar la culpa de haber turbado la continuidad de su proceso innato de desarrollo antes de que el psiquesoma se hubiese organizado lo suficiente para odiar o amar. En lugar de odiar estos fallos ambientales, el individuo se desorganizó por culpa de ellos debido a que el proceso existió con anterioridad al odio.
[Fragmento del artículo de 1949. Escrito leído ante la Sección Médica de la Sociedad Psicológica Británica. cl 11 de diciembre de 1949, revisado en octubre de 1953, Brit. J. .Nled. Psrchal., gol. XXVII, 1951. ]

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