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Paz y Ciencia

jueves, 20 de diciembre de 2012

Karen Horney (1885-1952)



Primera analista de Perls y una de las personas que más influencia tuvo sobre él, por más que no la cita tan explícitamente como, por ejemplo, a Reich: "De Horney recibí compromiso humano sin terminología complicada".
K. Horney empieza a publicar tras su huida de Alemania a Estados Unidos. Su primera obra "La personalidad neurótica de nuestro tiempo" (1937) hace una amplia interpretación cultural de la neurosis; en sus palabras resuenan conceptos similares a los que luego utilizará Fritz. "Existen dos características de la neurosis: primero cierta rigidez en las reacciones y segundo, una estimable discrepancia entre las capacidades del individuo y sus realizaciones... Por "rigidez de reacciones" entendemos la ausencia de flexibilidad que no permite reaccionar de diversa manera frente a diferentes situaciones".
En su segundo libro "El nuevo psicoanálisis" (1939), se opone abiertamente a la orientación biológica de Freud, como antes habían hecho Adler, Jung y Rank. Estas dos obras provocaron el enojo de los círculos psicoanalíticos, acusando a Horney de superficial, de haber abandonado el fundamento real del psicoanálisis, de ser partidaria de Adler, etc., sin que se tomaran en cuenta sus aportaciones para la mejora de los métodos psicoterapéuticos.
Según Clara Thompson, entre sus aportaciones destaca la importancia dada a la situación presente del paciente, no solo acentuando la situación psicoanalítica inmediata (como Ferenczi o Reich) sino explorando la situación general de su vida, lo cual aproxima al punto de vista adleriano, aunque Horney le dio igual importancia a la voluntad de poder que a la necesidad neurótica de amor, resaltando el aspecto enfermizo de ambas búsquedas. Igual que Adler analizaba las finalidades de la neurosis, K. Horney afirma que el paciente está enfermo no solo por lo que le sucedió en el pasado sino también porque, al luchar contra ello, se fija metas que le conducen a tratar de alcanzar falsos valores. Definió la noción de "imagen idealizada" que se convierte en el "yo idealizado": "Y este yo idealizado es más real que su verdadero yo, no solo porque es más atractivo, sino porque responde a sus necesidades apremiantes". En "esta búsqueda de gloria", la persona pierde el centro, cambia "ser por parecer" en una especie de pacto con el diablo (obtener poder ilimitado a cambio de vender su alma): "Hablando en términos simbólicos, el camino fácil a la gloria infinita es inevitablemente el camino a un infierno interior de autodesprecio y autotormento. Al tomar dicho camino, el individuo pierde realmente su alma, su verdadero yo".

Como vio Karen Horney, las perturbaciones emocionales originadas en el pasado ahora son mantenidas por una falsa identidad. Si una persona puede llegar a entender cómo en este preciso instante está enterrado está enterrando su verdadero sí mismo, puede liberarse. Naranjo, 1990.

Karen Horney habla de la "tendencia al debiera":
Los dictados interiores comprenden todo lo que el neurótico debiera hacer, ser, sentir, saber, y los tabúes de todo lo que no debiera ser... Se dice inconscientemente: Olvida la despreciada criatura que realmente eres, lo que importa se ser este ser idealizado. Debes soportar todo, entender todo, gustar todo, ser siempre fecundo... A esto lo llamo "la tiranía del debiera". Neurosis y Madurez.

También se considera a Karen Horney como una precursora de la psicología humanista, además de ser entendida como "culturalista", "ambientalista"; este texto lo deja claro:
En el hombre son inherentes las fuerzas constructivas de evolución que le impulsan a realizar sus potencialidades. Esta creencia no significa que el hombre sea esencialmente bueno, lo cual presupondría un conocimiento dado del bien y del mal. Significa que el hombre, por su misma naturaleza y propio acuerdo, lucha por realizarse, y que sus talentos se desenvuelven con tal lucha... Solo puede desarrollarse, en el verdadero sentido, cuando asume la plena responsabilidad de sí mismo.
Neurosis y Madurez.

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