a) Conservación-Yo-Primero. El orgullo se manifiesta como un impulso para situarse por delante de los demás, para mantener situaciones de privilegio en la realidad o en la imaginación. Contiene un componente infantil, egocéntrico, de niño que se siente con derechos, que necesita ser mimado y mirado. Disimula su posición de dominio haciendo partícipe al otro de su grandeza y mostrándose empático. Necesita ser el "Centro" y para conseguirlo desarrolla los aspectos más brillantes y seductores de su personalidad. Es igualmente encantador frente a cualquier persona que le interesa seducir, sea cual sea la condición social que el otro tenga.
b) Social-Ambición. La búsqueda es de Poder. La consecuencia de esa búsqueda de poder es una actitud ambiciosa, donde las verdaderas necesidades son suplantadas por el afán de conseguir una posición de dominio indiscutible, que prueba lo especial que uno es. La capacidad de afrontar riesgos le da un aire emprendedor y aventurero, que enmascara el alto nivel de dependencia de las personas emocionalmente significativas. Pero la ambición está orientada al reconocimiento del mundo o de algunas personas previamente reconocidas como valiosas. Conseguir la aprobación de esas personas puede convertirse en una meta ante la que no importan los riesgos y es más importante que la materialización del logro en sí. Mantener la actitud seductora tiene sentido porque, desde ella, se puede relacionar generosa y benévolamente con los demás, siempre que estos lo admiresn. Si en lugar de reconocimiento encuentra oposición, la seducción es sustituida por frialdad y dureza que le permiten anteponer los logros personales a cualquier otra cosa.
c) Sexual-Conquista/Seducción. El orgullo se juega en el terreno amoroso como un constante deseo de conquistar, por lo que, en este caso mantenemos el término Conquista. La seducción, presente en todos los subtipos, se aplica aquí al terreno de la conquista amorosa. A menudo el interés se agota con la conquista. En ocasiones así, no es necesaria la culminación en el acto sexual. En otros casos, la actuación sexual se lleva a cabo para agradar al otro y mantener la seducción. La fantasía conquistadora alimenta la imagen narcisista y el deseo, que se potencia, está a su servicio.
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