domingo, 2 de diciembre de 2012
Contribución a la psicogénesis de los estados maniaco-depresivos: Melanie Klein
[...] Este dolor se relaciona no solo con el pasado sino también con el presente, puesto que en este temprano estadio del desarrollo del sadismo está en su apogeo. Se necesita una mayor identificación con el objeto amado. El yo se encuentra entonces enfrentado con el hecho psíquico de que sus objetos de amor se encuentran destruidos -en trozos-, y la desesperación, remordimiento y ansiedad que se derivan de este reconocimiento, forman la base de numerosas situaciones de ansiedad, entre las que citaré: cómo juntar los trozos buenos y deshacerse de los malos; cómo hacer revivir el objeto una vez que se han juntado los trozos, y ver esta tarea obstaculizada por los objetos malos y por el propio odio.
Las situaciones de ansiedad de este tipo son las que he encontrado en el fondo no solo de la depresión, sino también de toda inhibición para el trabajo. Las tentativas de salvar el objeto amado, de repararlo y restaurarlo, tentativas que en estado de depresión están unidas con la desesperación, desde que el yo duda de su capacidad para efectuar tal restauración, son los factores determinantes en toda sublimación y en el desarrollo total del yo. En relación con esto, solo mencionaré la importancia específica que tiene para la sublimación la forma en que se halla reducido el objeto amado en trozos y el esfuerzo por juntarlos. Es un objeto "perfecto" que está en pedazos; así, la reparación presupone la necesidad de embellecerlo y "perfeccionarlo". La idea de perfección es, además, tan apremiante, porque refuta la idea de desintegración es, además, tan apremiante, porque refuta la idea de desintegración. En algunos pacientes que se han alejado de su madre por odio o desagrado y que han usado otros mecanismos para separarse de ella, he encontrado, sin embargo, que existía en sus espíritus un hermoso cuadro de la madre, pero sentido solo como cuadro de ella y no como realidad. El objeto real no era atractivo: en realidad, una persona dañada, incurable y por consiguiente temida. El cuadro hermoso había sido disociado del objeto real, pero no se había renunciado nunca a él, y jugaba un papel importante en los modos específicos de su sublimación.
Parece que el deseo de perfección está arraigado en la ansiedad depresiva de desintegración, que es así de gran importancia en todas las sublimaciones.
Como he señalado anteriormente, el niño llega a la comprensión de su amor por un objeto bueno, total, y además real, junto con un sentimiento de culpa abrumador hacia él. La identificación total con el objeto, basada en la atracción libidinal, primero hacia el pecho, después a toda persona, va pareja con su ansiedad por él (por su desintegración), con culpabilidad y remordimiento, con un sentido de responsabilidad para conservarlo intacto contra los perseguidores y el ello y con una tristeza relacionada con la idea de una pérdida inevitable del mismo. Estas emociones, conscientes o inconscientes, son, en mi opinión, uno de los elementos fundamentales de los sentimientos llamados amor. Podemos decir ue estamos familiarizados con los autorreproches del depresivo, que representan reproches contra el objeto. Pero, según mi criterio, el odio del yo hacia el ello, que es importantísimo en esta fase, explica aun más, sus sentimientos de desvalorización y desesperación que los reproches hacia el objeto. He encontrado a menudo que estos reproches y el odio contra los objetos malos, sufren secundariamente un aumento para enmascarar el odio frente al ello, que es todavía más insportable. En último análisis, es el conocimiento inconsciente del yo de que el odio así como el amor, existe también allí, y que en cualquier momento puede llegar a dominar (la ansiedad del yo de ser arrastrado por el ello, destruyendo así el objeto amado) lo que provoca el dolor, los sentimientos de culpa y la desesperación que forman la base de la tristeza. Esta ansiedad es también responsable de la duda acerca de la bondad del objeto amado. Según ha puntualizado Freud, la duda es en realidad, la duda de nuestro propio amor, y "el hombre que duda de su amor, puedo o, más bien, tiene que dudas de todas las cosas".
MELANIE KLEIN: CONTRIBUCIÓN DE LA GENESIS DE LOS ESTADOS MANIACO-DEPRESIVOS
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