lunes, 13 de septiembre de 2010
Aceptación
Una vida creativa y plena pasa inexorablemente por el autoconocimiento. Cada sujeto construye una imagen de sí mismo en base a su trayectoria vital, a su biografía. Intrincado en sus vivencias sus sentimientos se van anclando a representaciones mentales. Los objetos del mundo interno son introyectados como buenos o malos si gratifican o frustran. Durante los primeros años está la clave de la maduración emocional, de la tolerancia a la frustración, de la creatividad, del gozo por el vivir creativo. Tener un entorno validante, protector y sosegado son requisitos que el bebé y el niño necesitan para poder crecer con confianza en sí mismo. La autoestima, un tema muy trabajado en la literatura científica y en las consultas clínicas, se forma en relación al autoconcepto, el self tiene tres ejes, como soy yo para mí, como soy yo para los demás y que imagen tengo de mi cuerpo. En función de la integración de estos tres ejes tendremos una identidad bien perfilada cuando la lectura y visión de la realidad externa coincida con la realidad interna. Un psicoterapeuta está para esto, para ayudar a que el sujeto consiga alcanzar el principio de realidad y la estructuración, un período que cuesta esfuerzo y que se necesita ser algo humilde y honesto pero en el horizonte está el triunfo de conocerse a uno mismo, aceptarse y vibrar con las dotaciones que tiene cada cual.
La historia de la psicoterapia es la historia de un viaje por las recónditas moradas del alma y sus máximas contribuciones, la de Freud de 1895 y la de 1899 son basados en el descubrimiento de la represión. Una fuerza según la cual el sujeto se opone a esclarecer el motivo de sus sufrimientos, se resiste a contar aspectos de su mundo interno. En esta sociedad donde priman las apariencias hay un caldo de cultivo donde la mojigatería de la época victoriana ahora encuentra su sucesor, la cultura narcisista, capitalista y competidora.
Alguien querido me regaló un libro que tiene más de 300 años, "El arte de la prudencia" de Baltasar Gracián, los editores lo venden con la solapa siguiente: Un manual para vivir en un mundo de competitividad. (No sé si lo reproduzco literalmente). El caso es que estas líneas son necesarias, como el arte de la guerra de Sun Tzu pero venderlo como que hay que ser prudentes y ocultar partes de nosotros para ser más inteligentes me parece que es inteligente pero quizás estemos arrastrando el mismo oscurantismo de la época de Gracián, leído por Schopenhauer y Nietzsche. Sus obras son obras maestras y esta no lo es menos, se trata de unos 300 aforismos que indican caminos para pensar en torno al saber de la prudencia, la templanza y el uso de la inteligencia en un medio social "competitivo".
Hay que aceptar el mundo en el que vivimos, no vale con aceptarnos sólo a nosotros mismos.
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