La identidad es un sí mismo, un self, aquello que somos nosotros y sólo nosotros, como diría Winnicott. La identidad es aquello que nos designa como sujetos, como individuos, sujetos singulares, indivisibles.
La identidad pasa por fases de crecimiento y maduración, la identidad se relaciona con el autoconcepto. Con cómo organiza una persona la de idea que tiene de sí mismo.
La identidad tiene un marcado carácter intersubjetivo e intrapsíquico. Hay autores como Freud que se centraron en lo intrasubjetivo aunque en sus últimos años escribió acerca de lo intersubjetivo y autores como Harry Stack Sullivan que se centraron en lo intersubjetivo como formador de lo identitario.
Los psicoanalistas que han hecho tesis evolucionistas han centrado sus teorías en que la identidad y su integración se van dando formas desde los primeros instantes de vida, siendo los primeros años muy importantes en el desarrollo de la persona. Spitz es un claro ejemplo, Bowlby también lo es, M. Mahler, Winnicott, Klein, etc.
El sujeto que acude a consulta, según autores como Kohut tiene muchas veces un problema en su self, en su identidad, esto le produce síntomas y un malestar difuso, vago en forma de vacío y sensación de falta y carencia que le provoca un intenso malestar. Estas formas son lo que ahora se denominan trastornos de personalidad, que se han llevado al terreno descriptivo para validar entre profesionales la evaluación.
Un diagnóstico sin una teoría firme que le acompañe es un error, una yatrogenia en lo que es mejor no incurrir.
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