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Paz y Ciencia

jueves, 16 de septiembre de 2010

Reflexiones sobre la transicionalidad

Tras el interesantísimo artículo expuesto anteriormente de Silvio Zirlinger me surgen una serie de ideas más pragmáticas probablemente. La teoría considero que es una fuente donde alimentar las vicisitudes de la clínica, del contacto con el otro, de una exploración y esclarecimiento del sufrimiento y de las fuentes de salud que están en la capacidad de la persona que atendemos.
La capacidad para recorrer el espacio subjetivo no siempre es tan fácil, Winnicott en "Realidad y Juego", decía que en psicoterapia hay que llevar al paciente a un espacio de juego, ese espacio transicional donde pueda explorar y conectar con su mundo interno, su subjetividad y los objetos internos.
En la aparición de la enfermedad, sobre todo si lleva mucho tiempo anclada en el sujeto, se enquista y se vuelve rígida la capacidad de pensar. El trabajo del psicoterapeuta consiste entonces en ir de las defensas como la racionalización a los sentimientos, muy a menudo desconcertantes, que hay detrás de ese padecimiento. Sufrimiento estructurado y enquistado desde la defensa, su represión y a menudo la negación de vivencias y sentimientos que hacen daño a la persona.
Por ello, construir una atmósfera confiable donde se pueda diluir el superyó sádico que moraliza y manda mensajes imperativos al yo es fundamental. El espacio transicional, de juego y exploración se va construyendo progresivamente para beneficio del paciente, quien se opondrá primero firmemente a las intelecciones y sentimientos que han sido formados como síntomas.
Si no dejamos fluir ese espacio transicional y la comunicación se dirige a lo emocional tenemos el riesgo de quedarnos en la superficie de los síntomas, en una psicoterapia de apoyo que haga el análisis interminable y se viva el trastorno como crónico.

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