El Poder no soporta la democracia. El Poder ama las dictaduras. Su planeta ideal es aquel donde él dicta y el pueblo obedece. Sin rechistar, sin pensar, sin reflexionar. En su paraíso ideal, el político está a su servicio y no al de la comunidad que lo ha votado. Para lograrlo usa diferentes armas. Una de las principales es la Educación.
El Poder no busca que las personas despierten. Lo que realmente quiere el Poder es «educar al pueblo para que vote al líder correcto». Lo afirmó sin rodeos ni tapujos el presidente del fondo estadounidense Blackrock, Laurence Fink, en el Foro Mundial de Davos de 2015. Lo dijo con franqueza —como hablan los bilderbergs cuando se reúnen—, porque se sentía en casa, estaba entre los suyos: los dueños del dinero, del mercado, de los medios de comunicación… Los fabricantes de los coches que conduces cada día, del pan que te llevas a la boca en el desayuno, de los programas de televisión que ves, de las bombas que explotan en Siria o en el Congo, de las metralletas que portan las mafias traficantes de seres humanos y de los bancos que lavan los dineros de sangre.
Fink, ensoberbecido por el éxito tras décadas de manipulación en las escuelas, la cultura y en los medios de comunicación, olvidó contar hasta diez antes de decir lo que sentía su corazón y su mente, ya podridos por el olor envenenado del dinero. El financiero clamaba así contra los ciudadanos rebeldes que se negaban entonces a pagar la denominada Crisis Global votando a partidos distintos a los ofertados por el establishment europeo-estadounidense de naturaleza globalista.
Quienes se salían del guión recibían un castigo ejemplar para corregir su imperdonable osadía, tal como castigó Zeus a Prometeo tras entregar el conocimiento a la Humanidad. Sin casas, sin trabajo, sin sueños, a los ciudadanos aún les quedaba el hígado. Y había que roerlo por toda una eternidad. Ese era el plan, así que a las insurrectas Grecia e Italia les impusieron dos tiranos, propagados en sus medios de comunicación como los más excelsos tecnócratas. Mario Monti, ex comisario europeo, senador vitalicio y miembro del Comité Directivo de Bilderberg en aquel momento, fue nombrado presidente de la República italiana sin que los ciudadanos pasaran por las urnas, ya que habían demostrado que no sabían votar correctamente. En Grecia, la UE decretó por la misma vía a Lucas Papademos, un ex vicepresidente del BCE, institución creada en la Era del Nuevo Orden Mundial por miembros del secretista Club.
Castigados a no ejercer su derecho al voto, recibían el escarmiento por protestar y resistirse a aceptar las reformas estructurales diseñadas por la Troika en beneficio de unas élites que se habían excedido en su codicia y que cada vez se alejaban más de la ciudadanía. «Hay una guerra de clases, de acuerdo, pero es la mía, la de los ricos, la que está haciendo esa guerra y vamos ganandola», Warren Buffett dixit.
La terrible coyuntura de la crisis había hecho surgir y organizarse a otros grupos de poder ansiosos de rivalizar con Bilderberg, que, tras sesenta años de reinado absolutista y despótico —todo para el pueblo pero sin el pueblo—, habían acumulado en el largo camino miles de enemigos. Tal era su afán insaciable de hacerse con todo el mercado y todo ser viviente del planeta Tierra.
Apareció entonces en España Pablo Iglesias para hacerles la guerra a los ricos, o a la casta. A finales del año 2015, Podemos participó en las elecciones generales, después de hacerlo en las europeas, entrando victorioso a ambos parlamentos. Las palabras de Iglesias ilusionaron a parroquianos jóvenes y mayores. Las palabras, sí. Pero en solo tres años sus hechos lo han ido apartando de esos miles de votantes que vieron en él a un nuevo Prometeo.
Por su parte, Bilderberg seleccionó en 2015 a Pedro Sánchez, del PSOE, y en 2017 a Albert Rivera, de Ciudadanos, para preparar la transición al futuro. El Comité Directivo los invitó como “promesas en ascenso de una generación más joven, porque no queremos que todo el asunto se convierta en un centro de envejecimiento de quienes fueron importantes en el Gobierno”, afirmó el ministro y Bilderberg Kenneth Clarke en el parlamento británico en 2013.
El objetivo principal del Poder es mantenerse eternamente en el Poder y, para conseguirlo, transmuta a los políticos en títeres. La bronca que Rivera, Sánchez e Iglesias han recibido de sus respectivos amos por lo ocurrido en las pasadas elecciones debió adquirir tintes bíblicos.
- ¡¿Qué habéis hecho, insensatos?! ¡Os pagamos para educar correctamente al Pueblo! ¡Os instruimos para que os voten!
Lo ocurrido determina la continuación de un proceso nuevo, de un camino distinto que comenzó con la Crisis que el Poder había provocado en su ansia de acaparar más poder y que le está costando caro. A este proceso de rebeldía se están apuntando ciudadanos de todo el Occidente, cuyas élites han manejado la geopolítica a su antojo desde la II Guerra Mundial. La manipulación de la Historia y la información, el uso de la propaganda y, en definitiva, de la Mentira han sido excesivos. Y el Pueblo ha descubierto sus trampas.
Viendo la rebeldía del pueblo, comprendiendo como la antigua confianza se les escapa de las manos, han sacado el último cartucho: Greta Thunberg.
Los ciudadanos están hartos de corrupción y de que los tomen por idiotas, como a los esclavos de la Grecia Clásica o las mujeres que por carecer de almas les estaba prohibido participar en la Res Publica. El Pueblo solo quiere vivir en paz en su casa, llámese patria, nación, país o planeta Tierra. Los ciudadanos solo quieren tener un trabajo y una educación para sus hijos. Están hartos de ver cómo se instrumentalizan las escuelas para que sus vástagos voten en el futuro al «líder correcto». Hartos de ver cómo los masacran a impuestos para que los políticos títeres del Poder se gasten en juergas el dinero destinado a los parados o a programas de empleo, de que les roben las herencias de sus padres y manipulen a los jueces para evitar que el ladrón pague por sus delitos.
¿Qué han respetado estos políticos del Poder? Ya advertí en mi libro Perdidos que las élites serían las verdaderas perdedoras de su propio juego, pero no quisieron oír. Como Casandra, adelanté los episodios que vendrían. Si siguen empeñados en controlarlo todo, todo lo perderán. La guerra la empezaron los ricos, pero no hay nadie más pobre en este planeta que el que solo tiene y quiere dinero… y Poder. Hasta eso lo perderán. Algunos, ya lo han perdido.
Verdaderamente, hay que educar al Poder para que aprenda a respetar al Pueblo.
CRISTINA MARTÍN JIMÉNEZ
Dra. en Periodismo, Escritora y Periodista
RODRIGO CÓRDOBA SANZ.
PSICÓLOGO CLÍNICO. ZARAGOZA.
GRAN VÍA 32. 3° IZQUIERDA
TELÉFONO: 653 379 269
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