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Paz y Ciencia

viernes, 22 de septiembre de 2017

El gozo (mejor el "goce" -Lacan-) de oscilar en la Bipolaridad



Al comprender al bipolar no sólo en sus límites sino en sus talentos a lo largo de la historia, no sólo en sus síntomas sino en su estructura, podemos diseñar una estrategia terapéutica.
La vida es vibración, movimiento, oscilación, es francamente difícil convertir esto en un Don, como promulga Eduardo Grecco, un muy buen estudioso y divulgador desde muchas ópticas de esta patología. El problema de la oscilación, dice, no es la inestabilidad sino la dificultad de integrar polos, es obvio que hay una ambivalencia que muchas veces cursa con disociación. Una polaridad que se presenta como antagónica, excluyente, radical, desmesurada, compulsiva, desarmonizadora y exacerbada y le impide, por lo tanto, detenerse en puntos intermedios que van de un punto a otro.

Según Eduardo H. Grecco, el problema de la bipolaridad no es tanto un problema de inestabilidad, sino de proporción en el modo en que el paciente tiene de alternar sus afectos. El bipolar no debe incorporar a su vida quietud y fijeza, sino tonalidades, gamas, escalas, matices... y todo esto dentro de un esquema de cadencia, ritmo ponderado y consonancia, porque la inestabilidad, el bamboleo y la fluctuación no se curan con estabilidad y fijeza, sino con movimiento hasta alcanzar el equilibrio y la armonía, bien cierto es que el ejercicio físico aeróbico es verdaderamente esencial en un transcurrir más estable.

Por esta razón, los "estabilizadores" no deberían ser el objetivo esencial de una labor sanadora, ya que esto conlleva la pérdida o bloqueo de los auténticos talentos de la personalidad bipolar (Eduardo Grecco dixit).
Hagop Akiskal, el experto y referencia internacional de esta patología, y que está en las antípodas de lo que defiende Eduardo Grecco, dice lo siguiente:

"El punto final de todo tratamiento no debería ser, insisto en esto, la estabilización del humor; el punto final del tratamiento debería ser obtener un buen funcionamiento que sea compatible con las aspiraciones y deseos de la persona. Y esto no debería ser una imposición, una imposición artificial en cuanto a qué es la enfermedad mental. No debería ser hacer de la persona un vegetal mediocre, promedio, que no tiene ni este estado ni el otro, que anda solo por ahí dando vueltas. Hay algunos colegas que dicen que debemos remover totalmente la depresión, así como uno lo hace con el azúcar en la diabetes. Yo creo que es un criterio equivocado, alguna fluctuación en ese nivel de azúcar en sangre es posiblemente muy importante; entonces, es lo mismo para los estados de ánimo. Debemos ser muy cuidadosos con lo que hacemos, porque si removemos los estados de ánimo, quitamos un montón de belleza, y diría también que un poco de conflictividad, que hace interesante a las relaciones humanas". Hagop Akiskal. Psiquiatra

Euardo H. Grecco, psicólogo, concluye de este modo: 
"A la hora de diseñar una estrategia terapéutica, cambiemos nuestros esquemáticos puntos de vista y empecemos a tomar conciencia de que un bipolar puede ser constructor, creativo e incluso genial, no a pesar de su bipolaridad sino gracias a ella. Pues la bipolaridad es un don, y si fue convertida en una desventaja, no es porque lo sea verdaderamente, sino porque la sociedad, la escuela y la medicina la han tratado, hasta ahora, como tal". 

Mi punto de vista es que la psiquiatría que gobierna en las Facultades de Medicina en España son orientadas casi exclusivamente hacia lo biológico, por tanto, existe poca formación de psicología y, menos, de psicoterapia. Ya no estamos hablando de sujetos singulares sino de ¿personas? (pacientes) que tienen una serie de signos y síntomas. En función de la evaluación psiquiátrica y el recorrido como Médicos Internos Residentes, en función de sus "tutores" pueden acabar recentando sinogan para dormir a una persona que dice no puede conciliar el sueño.
El problema es mucho mayor, somos el segundo país que más antidepresivos prescribimos, en un muy elevado porcentaje los médicos de Atención Primaria, tras una entrevista de 7 minutos.
También hay que destacar el escepticismo y oposición de los psicólogos hacia los psicólogos, psicoterapeutas, y todavía más, hacia los psicoanalistas. Por tanto no es un trabajo en equipo sino una disociación donde el paciente anda perdido, el que no quiere ir a un psiquiatra porque le da respeto acude al psicólogo, de forma independiente que sea neurótico, psicótico, borderline... Y muchos, que lo necesitan, de verdad, se oponen a tomar medicación, y tienen toda libertad. Como la ética del profesional de recomendarlo. Muchas veces expeditivo.
Al psicólogo se le quiere recluir en un ámbito de pasar pruebas y test de todo tipo, para hacer informes o justificar su trabajo de cara a un psiquiatra. Nuestro juicio clínico está en entredicho. Entiendo que sea un filtro para aquellos psicólogos que estén inseguros por poca experiencia, pero también, casi resulta insultante.
No me quiero quedar aquí, todavía me sigo planteando el papel del psicólogo en una Unidad de Agudos, o como lo quieran llamar. Parece un payaso que danza sin rumbo perdido entre el magma de los psiquiatras y alguna demanda de algún paciente, que por cierto, le importa un pimiento, generalmente, porque cuando están en crisis quieren hablar con el psiquiatra para que les suban medicación o bajen.

El trabajo de la Bipolaridad en España es, más o menos, como lo he descrito, con matices, sin duda.
Pero siempre habrá una efusiva esperanza para que el establishment cambie las cosas.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza.
Página personal


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