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Paz y Ciencia

lunes, 5 de mayo de 2008

Winnicott: "Sufrí la influencia de Melanie Klein I"

“Sufrí la influencia de Melanie Klein I”

Así, en una nota al pie de su libro Escritos de Pediatría y Psicoanálisis, Winnicott comenta la inquebrantable voluntad de separación e individuación. La insobornable forma propia de leer la clínica. Su teoría empezó siendo la de la pediatría y poco a poco, con la enseñanza de Klein y de sus analistas (kleinianos) se desmarcó del kleinismo, para construir su propia teoría, independiente. Una teoría psicoanalítica que amplió el marco de estudio al medio ambiente. Lejos de la “ortopedia del yo” que detestaba Lacan, formuló sus primeros escritos procurando crear una “situación fija” en la que aparecen tres fases donde el bajalenguas, la mesa, la madre, el niño y Winnicott eran los elementos dinámicos en estudio. Reconstruyendo experimentalmente un medio ambiente. Ésta fue su forma de investigar los fenómenos psíquicos y somáticos. Como pediatra, no sólo le interesaban los síntomas sino también el papel de la madre y el padre.

En este trabajo voy a analizar alguno de los escritos claves de Melanie Klein. Esta autora es formidable, sólo atendiendo al título de sus obras podemos darnos cuenta del giro epistemológico que dio Klein.

Situaciones infantiles de angustia reflejadas en una obra de arte y en el impulso creador (1929)

…los detalles con que se expresa el placer del niño en la destrucción…el recurso de ensuciar con excrementos. Romper cosas, desgarrarlas, usar las tenazas como espada, esto representa las otras armas del sadismo primario del niño, quien emplea sus dientes, uñas, músculos, etcétera…
En mi articulo ante el último Congreso (1928) y en otras ocasiones
en nuestra Sociedad, he descrito esta fase temprana del desarrollo, cuyo
contenido es el ataque al cuerpo de la madre con todas las armas de que
dispone el sadismo del niño. Ahora, empero, puedo ampliar este enunciado
anterior y decir más exactamente dónde debe insertarse esta fase en el
esquema del desarrollo sexual propuesto por Abraham. Mis resultados me
llevan a concluir que la fase en que el sadismo está en su apogeo en todos
los campos de que deriva, precede a la primera fase anal y adquiere una
significación especial del hecho de que es también en este estadío del
desarrollo donde las tendencias edípicas aparecen por primera vez. Es
decir, que el conflicto edípico empieza bajo la completa dominación del
sadismo. Mi suposición de que la formación del superyó sigue de cerca al
principio de las tendencias edípicas, y que por consiguiente el yo cae bajo
la influencia del superyó incluso en este período temprano, explica según
creo por qué esta influencia es tan tremendamente poderosa. Porque,
cuando los objetos están introyectados, el ataque dirigido hacia ellos con
todas las armas del sadismo provoca el terror del sujeto a ser atacado en
forma análoga por los objetos externos e internalizados…En el desarrollo ontogenético el sadismo es superado cuando el sujeto avanza en el nivel genital. Cuanto más poderosamente se instaura esta fase, más capaz se vuelve el niño de amor objetal, y de vencer su sadismo por me dio de compasión y simpatía.
Su angustia fortifica la compulsión de repetición, y su necesidad de castigo
contribuye a la compulsión (que se ha hecho ahora muy fuerte) a procurarse un castigo real para que la angustia sea apaciguada por un castigo menos grave que el que la situación de angustia le hace anticipar…
"El espacio vacío ha sido llenado."
Es obvio que el deseo de reparar, de arreglar el darlo psicológicamente hecho a la madre, y también restaurarse a sí misma, estaban en el fondo del impulso a pintar estos retratos de sus parientes. El de la anciana, en el umbral de la muerte, parece ser la expresión del deseo sádico primario de destruir. El deseo de la niña de destruir a su madre, de verla vieja, gastada, desfigurada, es la causa de la necesidad de representarla en plena posesión de fuerza y belleza. Al hacerlo, la hija puede apaciguar su propia angustia y puede tratar de reparar a la madre y
hacerla nueva a través del retrato. En los análisis de niños, cuando la
representación de deseos destructivos es seguida de la expresión de
tendencias reactivas, encontramos constantemente que el dibujo y la
pintura son utilizados como medios de reparar a la gente.

COMENTARIO

La agresividad del niño para Klein es propio de su naturaleza, propio de superyó temprano, estricto, un sadismo que precede a la reparación. Para crear hay antes un daño. Esta idea es completamente maravillosa, apasionante. Freud apuntó ya esta idea en “El poeta y los sueños diurnos”. Para Freud el juego en el adulto es la creatividad y procede de la fuente de la frustración, de la neurosis. Melanie Klein opina que hay, por así decir, una destructividad primaria y una creatividad reparadora. Para Winnicott la creatividad es la Vida, el verdadero self, las desviaciones se deben a que se ha internalizado una madre mala, objetivamente mala, no mala en la fantasía. Esa es una diferencia fundamental entre Klein y DWW, ella habla de objetos introyectados, DWW habla de la realidad externa. DWW prosiguió el estudio de Klein, trabajando donde ella no alcanzó. Para Melanie Klein el objeto malo es fruto de la introyección previa proyección de impulsos agresivos (pulsión de muerte).


La Psicoterapia de la Psicosis (1930)

Si se estudian los criterios diagnósticos de los psiquiatras, llama la atención el hecho de que, aunque parezca que son muy complicados y que cubren un amplio campo clínico, sin embargo, en esencia, se centran principalmente alrededor de un punto especial: la relación con la realidad…pecho y un vientre lleno de objetos peligrosos, peligrosos a causa del impulso del propio niño a atacarlos. En tanto que el curso normal del desarrollo del yo es evaluar gradualmente los objetos externos a través de una escala realista de valores, para el psicótico, el mundo -y esto en la práctica significa objetos- es valorado en el nivel original; es decir, que para el psicótico el mundo es todavía un vientre poblado de objetos peligrosos.

à Klein se refiere a angustias psicóticas, ansiedades paranoides, en definitiva, un conjunto de términos con un significado distinto al de la psiquiatría. En relación a la psicosis Klein la entiende como una forma disociada (splitting): hendidura, corte; en la forma de ver la realidad que se debe a la agresividad y el sadismo. Freud lo explicaría como introversión de la líbido, desalojo de la líbido de los objetos y regreso al yo, empobreciendo el contacto con la realidad. Para Winnicott la psicosis es fruto de una experiencia en el medio ambiente anómala. Empero, conecta la fantasía del vientre y el pene de Klein, con la correspondiente envidia y ataque a esos objetos. Dicho ataque en la fantasía se debe, para Winnicott, a una falta en la realidad externa, eso produciría la ansiedad persecutoria.
Klein nace de la fantasía y conecta con la realidad su teoría, Winnicott parte de la realidad (de su consultorio privado y público) y se acerca a la fantasía. Es un viaje con retorno.

Contribución a la psicogénesis de los estados maniaco-depresivos (1935)

En mis primeros trabajos[1] describí una fase del sadismo en su cúspide, por la que pasan los niños durante el primer año de vida. En los primeros meses de la existencia del niño, éste tiene impulsos sádicos dirigidos no sólo contra el pecho de su madre, sino también contra el interior de su cuerpo; impulsos de vaciar su contenido, de devorarlo y destruirlo por todos los medios que el sadismo pueda sugerir. La evolución del niño pequeño está gobernada por los mecanismos de introyección y proyección. Desde el comienzo el yo introyecta objetos "buenos" y "malos", siendo el pecho de la madre el prototipo de ambos: de los objetos buenos cuando el niño lo consigue, y de los malos cuando le es negado. Esto se debe a que el bebé proyecta su propia agresión sobre estos objetos que siente que son malos, y no sólo porque frustran sus deseos: el niño los concibe como realmente peligrosos, como perseguidores que teme lo devoren, vacíen el interior de su cuerpo, lo corten en pedazos, lo envenenen, que, en resumen, maquinen su destrucción por todos los medios que el sadismo pueda imaginar. Estas imagos, que son un cuadro fantásticamente distorsionado de los objetos reales sobre los cuales se basan, las instala el bebé no sólo en el mundo exterior, sino, por el proceso de incorporación, también dentro del yo. De ahí que niños muy pequeños pasen por situaciones de ansiedad (y reaccionen con mecanismos de defensa) cuyo contenido es comparable al de la psicosis de los adultos.
…En trabajos anteriores estudié en detalle el concepto de reparación y demostré que era algo más que una simple formación reactiva. El yo se siente impelido (y ahora puedo agregar: impelido por su identificación con el objeto bueno internalizado) a llevar a cabo una reparación por todos los ataques sádicos que en fantasías regresivas anteriores ha dirigido contra ese objeto. Cuando se ha logrado una división bien marcada entre los objetos buenos y malos, el sujeto trata de reparar a los primeros, compensando en la reparación todos sus ataques sádicos en cada detalle[2]. Pero todavía el yo del niño pequeño no puede creer mucho en la bondad del objeto y en su
propia capacidad para realizar una restitución. Por otra parte, por medio de su identificación con el objeto bueno y por medio de otros progresos mentales, el yo se ve forzado a un mayor reconocimiento de la realidad psíquica, y esto lo expone a conflictos terribles. Algunos de sus objetos –un número indefinido- son sus perseguidores, listos para devorarlo y aniquilarlo. De todos modos, ellos ponen en peligro al yo y a los objetos buenos. Todo daño que el niño hace en la fantasía a sus padres (primero por odio y después como autodefensa), todo acto de violencia cometido por un objeto contra otro (en particular el coito destructivo y sádico de los padres, que él considera como otra consecuencia de sus deseos sádicos), todo esto acontece para él tanto en el mundo exterior como dentro del yo (desde que el yo está absorbiendo constantemente todo el mundo exterior). Pero estos procesos son considerados como una fuente perpetua de peligro tanto para el objeto bueno como para el yo…
Al mismo tiempo, desde que el yo no puede mantener separados los objetos malos y buenos en su mente, una parte de la crueldad de los objetos malos y del ello la adjudica a los objetos buenos, y esto aumenta aun más la severidad de sus exigencias. Estas estrictas exigencias tienen el propósito de amparar al yo en su lucha contra sus odios incontrolables y sus malos objetos
perseguidores, con los cuales el yo está parcialmente identificado. Cuanto
mayor es la ansiedad por perder los objetos amados, mayor es la lucha del
yo por salvarlos, y cuanto más difícil se hace la tarea de reparación, más
estrictas se vuelven las exigencias asociadas con el superyó…
Es un objeto "perfecto" que está en pedazos; asi, la reparación presupone la necesidad de embellecerlo y "perfeccionarlo''. La idea de perfección es, además, tan apremiante, porque refuta la idea de desintegración. En algunos pacientes que se han alejado de su madre por odio o desagrado y que han usado otros mecanismos para separarse de ella, he encontrado, sin embargo. que existía en sus espíritus un hermoso cuadro de la madre, pero sentido sólo como el cuadro de ella y no como realidad. El objeto real no era atractivo: en realidad, una persona dañada, incurable y por consiguiente temida. El cuadro hermoso había sido disociado del objeto real, pero no se había renunciado nunca a él, y jugaba un papel importante en los modos específicos de su sublimación…
Si comparamos los sentimientos del paranoico con los del depresivo
en lo que respecta al despedazamiento del objeto, se puede ver que,
característicamente, el depresivo está lleno de dolor y ansiedad por el
objeto, y luchará por unirlo de nuevo en un todo, mientras que para el
paranoico el objeto despedazado es principalmente una multitud de
perseguidores, desde que cada trozo crece de nuevo y se vuelve perseguidor. Este concepto de los fragmentos peligrosos a los que se ve reducido el objeto me parece estar en concordancia con la introyección de los objetos -fragmentos (trozos de objetos) que se equiparan a las heces (Abraham)- y con la ansiedad de una multitud de perseguidores internos, los cuales, en mi opinión, dan lugar a la introyección de muchos trozos de objetos y de multitud de heces peligrosas.
He considerado ya las distinciones entre el paranoico y el depresivo
desde el punto de vista de sus distintas relaciones con sus objetos amados.
Tomemos las inhibiciones y ansiedades relativas a la comida. La ansiedad
de absorber sustancias destructivas, peligrosas, dentro de sí, será
paranoica, mientras que la ansiedad de destruir los objetos buenos externos
mordiéndolos y mascándolos, o la de poner en peligro el buen objeto
interno introduciendo sustancias malas del mundo exterior, será depresiva.
La ansiedad de poner en peligro a un objeto bueno externo dentro de uno
mismo, incorporándolo es depresiva. Por otra parte en casos de fuertes
rasgos paranoicos, he encontrado fantasías de atraer astutamente a un
objeto externo hacia el interior, que es considerado como una cueva llena de
monstruos peligrosos, etc., para destruirlo. Aquí podemos ver las razones
paranoicas de una intensificación del mecanismo de introyección, mientras
que, como sabemos, el depresivo emplea este mecanismo tan
característicamente, con el propósito de incorporar un objeto
bueno.
…En este caso, así como en otros, he encontrado que los temores y sospechas paranoides eran reforzados como defensa contra la posición depresiva encubierta….
Según mi opinión, siempre que exista un estado de depresión[3], sea éste en los casos de sujetos normales, de neuróticos, de maníaco-depresivos o en casos mixtos, existe siempre este agrupamiento específico de ansiedades, de sentimientos de infelicidad, de mecanismos de defensa, que he descrito aquí como posición depresiva. Si este punto de vista resulta correcto, podremos comprender esos casos tan frecuentes donde se nos presenta un cuadro de una mezcla de tendencias paranoicas y depresivas, puesto que podemos entonces aislar los diversos elementos que lo componen.
Las consideraciones que he presentado en este trabajo sobre los
estados depresivos nos pueden conducir, según creo, a la mejor
comprensión de la todavía enigmática reacción del suicida. De acuerdo con
los hallazgos de Abraham y James Glover, el suicidio se dirige contra el
objeto introyectado17. Pero mientras que al cometer un suicidio el yo intenta
matar sus objetos malos, según mi opinión, al mismo tiempo también se
propone siempre salvar sus objetos amados, internos y externos. Para
abreviar: en algunos casos las fantasías subyacentes al suicidio se dirigen a
salvar los objetos buenos internalizados y esa parte del yo que está
identificada con los objetos buenos, y también a destruir la otra parte del yo
que está identificada con los objetos malos y con el ello. Al mismo tiempo
se satisface el odio contra el objeto por medio del exterminio de los objetos
internos. Una satisfacción más, que está en el fondo de la fantasía de
suicidio, es la unión pacífica del yo con sus objetos amados.
En otros casos, el suicidio parece estar determinado por el mismo
tipo de fantasías, pero aquí ellas se relacionan con el mundo externo y con
los objetos reales, en parte como sustitutos de los internalizados. Como se
ha dicho, el melancólico odia no sólo sus objetos "malos", sino también su
ello, y a este último vehementemente. Al cometer un suicidio, su propósito
puede ser el de establecer una reparación definida de sus relaciones con el
mundo externo, porque él desea librar el objeto real -o el objeto "bueno"
que ese mundo entero representa y con el cual el yo está identificado- de si
mismo, de aquella parte de su yo que está identificada con sus objetos
malos y con su ello18. En el fondo percibimos que tal paso es la reacción
contra sus propios ataques sádicos sobre el cuerpo de la madre, que es
para el niño la primera representación del mundo exterior. El odio y la
venganza contra los objetos reales (buenos) también tienen un papel
importante en ese paso, pero es precisamente en él contra el que lucha en
parte el melancólico por medio del suicidio, para salvar a sus objetos
reales. Freud ha declarado que la manía tiene como base los mismos
contenidos que la melancolía y que es, en realidad, una vía de escape de ese
estado. Diría que en la manía el yo busca refugio no sólo de la melancolía
sino también de una situación paranoica que no puede dominar. La
dependencia peligrosa y torturante de sus objetos amados impulsa al yo a
librarse de ellos. Pero su identificación con estos objetos es demasiado
profunda para poder renunciar a los mismos. Por otra parte, el yo está
perseguido por su miedo a los objetos malos y al ello, y, en sus esfuerzos
por escapar de todas estas miserias, recurre a muchos mecanismos de
defensa distintos, algunos de los cuales, desde que pertenecen a distintas
fases del desarrollo, son mutuamente incompatibles.
…En los sueños, el paciente trata la posición depresiva de diferentes
modos. Utiliza el control maníaco sádico sobre sus padres, manteniéndolos
separados uno del otro y deteniéndolos así en su relación tanto placentera
como peligrosa. Al mismo tiempo, su modo de cuidarlos es signo de
mecanismos obsesivos. Pero su modo principal de dominar la posición depresiva es la restauración. En el sueño se dedica por entero a sus padres con el objeto de mantenerlos vivos y confortables. Su interés por su madre se remonta a su más temprana infancia, y su impulso por restaurar y restituir a sus padres y hacer que prosperen sus hijos en ella desempeña un papel importante en todas sus sublimaciones.
La conexión entre los hechos peligrosos en su interior y sus
ansiedades hipocondríacas está demostrada por las observaciones que hizo
el paciente sobre su resfrío, en la época de sus sueños…Vemos ahora cómo, tan pronto como los padres se internalizan, las tempranas fantasías agresivas contra ellos llevan al miedo
paranoide de persecuciones externas y, aun más, internas, y producen
penas y tristeza por la inminente muerte de los objetos incorporados, junto
con ansiedades hipocondríacas, dando origen a una tentativa por defenderse de manera maníaca omnipotente de los insoportables sufrimientos que se le han impuesto al yo de adentro. También vemos cómo el centro dominante y sádico de los padres internalizados se modifica a medida que aumentan las tendencias a la restauración.
No pasa mucho tiempo antes de que el niño perciba más y más todo el cuerpo de la madre, y estas percepciones más realistas se extienden al mundo que está más allá de la madre. El hecho de que una buena relación con la madre y con el mundo externo ayuda al niño a vencer sus tempranas ansiedades paranoides arroja una nueva luz sobre la importancia de las primeras experiencias.
He destacado en este trabajo que considero a la posición infantil depresiva como central para el desarrollo. La evolución normal del individuo y de su capacidad de amor parecen basarse ampliamente en el grado en el cual el yo temprano logró elaborar y superar esta posición decisiva. En último término, ello parece depender de la capacidad del yo de modificar suficientemente sus situaciones de angustia primitivas y sus mecanismos de defensa y de desarrollar así nuevos mecanismos de defensa, que llevan a una confianza mayor y más estable en la bondad de sus objetos (internalizados y reales) y simultáneamente a una mayor independencia de éstos y especialmente en un interjuego exitoso entre las posiciones depresiva, maníaca y obsesional y esos mecanismos defensivos.

La Defensa Maniaca. Leído ante la Sociedad Psicoanalítica Británica, el 4 de diciembre de 1935. Así ingresó D.W. Winnicott en la SPB.

«La defensa maníaca», estriba en que forma parte de la defensa maníaca de uno mismo el ser incapaz de dar plena importancia a la realidad interior. Existen fluctuaciones en la capacidad personal para respetar la realidad interior, fluctuaciones que se relacionan con la angustia depresiva que hay en uno mismo…La realidad interna misma debe describirse en términos de fantasía y, sin embargo, no es sinónimo de la fantasía, ya que se utiliza para denotar la fantasía que es personal y organizada, así como históricamente relacionada con las experiencias, excitaciones, placeres y dolores físicos de la infancia. La fantasía forma parte del esfuerzo que realiza el individuo para afrontar la realidad interior. Cabe decir que la fantasía (2) y los sueños diurnos o devaneos constituyen manipulaciones omnipotentes de la realidad externa. El control omnipotente de la realidad entraña la fantasía acerca de esta realidad. El individuo llega a la realidad externa a través de las fantasías omnipotentes elaboradas dentro del esfuerzo para alejarse de la realidad interior…Las fantasías omnipotentes no constituyen tanto la realidad interior misma como una defensa contra la aceptación de dicha realidad. En tal defensa uno encuentra una huida hacia la fantasía omnipotente, al igual que el paso de unas fantasías a otras y, siguiendo este orden, una huida hacia la realidad externa. Es por eso que creo que no se puede comparar ni contrastar la fantasía con la realidad….Prefiero decir que en nuestra realidad interior el padre interiorizado es constantemente asesinado, robado, quemado y despedazado, y nosotros agradecemos la personalización de este padre interiorizado por un hombre real a cuya salvación podemos contribuir…En la defensa maníaca el duelo no puede ser experimentado….En la defensa maníaca la relación con un objeto externo se utiliza con la finalidad de aminorar. La defensa maníaca se manifiesta de diversas maneras, distintas aunque interrelacionadas; a saber:

- Negación de la realidad interior.
- Huida desde la realidad interior a la realidad exterior.
- Mantenimiento en «animación suspendida» de la gente que hay en la realidad interior.
- Negación de las sensaciones de depresión -es decir, la pesadez, la tristeza- por medio de sensaciones específicamente opuestas: ligereza, buen humor, etc.
El empleo de casi cualquier par antitético en la tranquilización contra la muerte, el caos, el misterio, etc., ideas que pertenecen al contenido de fantasía de la posición defensiva.la tensión en la realidad interna.

Vacío Pleno
Muerto Vivo, en crecimiento
Quieto En movimiento
Gris Coloreado
Oscuro Claro, luminoso
Invariable Constantemente cambiante
Lento Rápido
Dentro Fuera
Pesado Ligero
Hundimiento Alzamiento
Bajo Alto
Triste Gracioso, feliz
Deprimido Alegre, dominante
Serio Cómico
Separado Unido
Separándose Uniéndose
Informe Formado, proporcionado
Caos Orden
Discordancia Armonía
Fracaso Éxito
En pedazos Integrado
Desconocido y misterioso Conocido y comprendido
Aquí las palabras clave son «muerto» y «vivo», «en movimiento», «en crecimiento».

Depresivo-Ascensivo

Deseo dedicar unos minutos a una de estas defensas que me interesa especialmente. Mientras buscaba una palabra capaz do describir las defensas totales contra la posición depresiva me encontré con la palabra «ascensivo». Me la sugirió el doctor M. Taylor como antítesis de «depresivo» y resulta mejor que la palabra “ animado” que, en los informes bursátiles, suele emplearse como antítesis de «depresivo». Me parece a mí que esta palabra, «ascensivo», es susceptible de ser utilizada provechosamente para llamar la atención sobre la defensa contra un aspecto de la depresión que se ve entrañado en términos como «pesadez de corazón», «profundidad de desánimo», “esa sensación de
hundimiento», etc.

RESUMEN

He querido presentar ciertos aspectos de la defensa maníaca y de sus relaciones con la posición depresiva. Al hacerlo he lanzado una invitación a que se discutiese el término «realidad interior», y su significado en comparación con el significado de los términos «fantasía» y «realidad exterior».
El incremento de mi propia comprensión de la defensa maníaca, así como el mayor reconocimiento de la realidad interior, han significado un gran cambio para mi práctica psicoanalítica. Confío en que el material de los casos citados les haya dado algún indicio de la forma en que la defensa maníaca es de un modo u otro un mecanismo que se emplea corrientemente y que debe estar constantemente presente en la mente del analista, al igual que cualquier otro mecanismo de defensa. No basta con decir que ciertos casos dan muestras de defensa maníaca, ya que en todo caso la posición depresiva es alcanzada antes o después, por lo que siempre es de esperar que aparezca. Y, en cualquier caso, el análisis del final del análisis (que puede darse al principio) incluye el análisis de la posición depresiva.
Es posible que un buen análisis sea incompleto porque el final se haya presentado sin ser plenamente analizado; o es posible que un análisis resulte prolongado debido en parte a que el final, y el mismo resultado afortunado, se hagan tolerables a un paciente solamente cuando hayan sido analizados; o sea, después de completar el análisis de la posición depresiva, y el de las defensas que contra ella puedan emplearse, incluyendo la defensa maníaca.
El término «defensa maníaca» se ha forjado para cubrir la capacidad que tiene una persona para negar la angustia depresiva que es inherente al desarrollo emocional, la angustia que corresponde a la capacidad del individuo para sentirse culpable y también para reconocer la responsabilidad por las experiencias instintivas, y por la agresión en la fantasía que acompaña a las experiencias instintivas.

COMENTARIO

Klein parte de un supuesto platónico: el bebé tiene unas ideas innatas. En su aparato psíquico prefundado existe un temor a la escena edípica. El bebé desarrolla primero una posición de ataque llevado por la envidia y la destrucción. El bebé introyecta lo bueno y lo malo, pero en esa “posición” esquizo-paranoide, los objetos son parciales, no están integradas todas las partes o atributos del objeto por lo que existe una fácil disociación que puede llevar a la psicosis. La culpa sería el motor de la depresión y el maniaco-depresivo fluctúa entre el ataque y la reparación, entre la angustia paranoide y la angustia depresiva. Por tanto el maniaco-depresivo y las patologías cicloides que tienen como base esos cambios de humor se entienden según Klein por una, llamaremos “Tercera Fase”, entre la posición esquizo-paranoide y la posición depresiva. El término posición lo acuña así Klein por la connotación dinámica que no tendría, por ejemplo, fijación.
Winnicott habla en términos similares a Klein pero introduce ya elementos diferenciales. Como Klein postula que la defensa maniaca es una defensa que empobrece el contacto con la realidad, también reconoce que es una defensa ante una angustia de tipo depresivo. Eso sí, no defiende las posiciones tal y como las perfila Klein, sin embargo será muy útil entender a Klein para poder sacar jugo a Winnicott.



Rodrigo Córdoba Sanz. Huesca, 2-5-2008


[1] El Psicoanálisis de Niños. Capítulos 8 y 9.
[2] He visto que las tendencias de reparación y las fantasías son activadas por los sentimientos de culpabilidad y las angustias, q ue aparecen ya en el niño muy pequeño a causa de sus fantasías sádicas, de manera que las tres tendencias (agresión, sentimiento de culpa y reparación), en relación con los procesos tempranos de introyección, se conectan muy pronto íntimamente entre ellas.
Los análisis de niños pequeños que hacen posibles conclusiones bien fundamentadas sobre
estos estadíos tempranos del desarrollo hacen suponer que las tendencias de reparación y fantasías de este cará cter empiezan ya a originarse al medio año de vida y van junto con la introyección del objeto bueno total y son el despertar de los sentimientos de amor hacia éste.
La comprensión y el análisis de esta conexión temprana en las situaciones -tanto internas como
externas- en las que se han desarrollado las tres tendencias es de la mayor importancia terapéutica. Si se cumple consecuentemente, este principio ejerce una influencia decisiva sobre la técnica.
[3] Esto está relacionado con otro problema de terminología. En mi trabajo anterior he descrito las ansiedades psicóticas y los mecanismos de defensa del niño usando los términos de fases de desarrollo. La conexión genética entre ellos, en verdad, ha sido respetada en mi descripción y también la fluctuación que continúa entre ellas bajo la presión de la ansiedad hasta que se alcanza más estabilidad, pero desde que en el desarrollo normal las ansiedades psicóticas y los mecanismos nunca predominan aislados (un hecho que por supuesto yo he puntualizado), el término fases psicóticas no es realmente satisfactorio.
Uso ahora el término "posición", en relación con las primeras ansiedades y defensas psicóticas en el desarrollo del niño. Me parece mas fácil asociarlas con este término que con las palabras "mecanismos" o "fases", para las diferencias entre las ansiedades. psicóticas del desarrollo del niño y las psicosis del adulto: por ejemplo, el rápido cambio que tiene lugar de una ansiedad de persecución o de un sentimiento depresivo a una actitud normal, cambio que es tan característico en el niño. Publicado en el Int. Journal of Psychoanalysis, vol. III, 1922; es el resumen de una conferencia dada en la Sociedad Psicoanalítica Británica con el título de "Notes on the Psychopathology of Suicide". Abraham describe el caso de un enfermo que hizo una tentativa de suicidio para librarse del objeto introyectado.

1 comentario:

JENNY dijo...

ME AGRADO TU ESCRITO!

LO TOMARE COMO REFERENCIA.

SALUDOS!