PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

martes, 20 de mayo de 2008

Personas "Difíciles" en Psicoterapia

Una mirada histórica al fenómeno de la contratransferencia y la escolástica

Freud habló de resistencia a finales del siglo XX, éste es (era) un mecanismo de defensa que desplaza de la conciencia las representaciones intolerables para el paciente. Este recurso alivia temporalmente al enfermo pero, decía el genial Freud, contribuye a cristalizar una enfermedad psicológica. El autor, que creo los orígenes de la psicoterapia con un médico de familia (J. Breuer) trabajó con las “histerias”. Los pacientes de entonces presentaban una sinfonía sintomática bien diferente a la de ahora.

El concepto de “conciencia de enfermedad” tiene fuerte relación con la “resistencia”, también podríamos hablar de la humildad como factor intrínseco y del rechazo social como factor extrínseco. La conciencia de enfermedad es el grado en el que el yo sano del paciente reconoce la presencia de elementos patógenos que le provocan malestar, sufrimiento o desajuste social, familiar, laboral, interpersonal. Los casos más extremos de psicopatología presentan una débil conciencia de enfermedad, la persona no es consciente de su problema. Por un decir sencillo, dicha persona ve el mundo con unas gafas graduadas para otros ojos y está en el mundo conviviendo con otros distintos a los que son.

El fenómeno de la resistencia tiene connotaciones psicodinámicas más ricas que tienen que ver, si seguimos con parsimonia, con el proceso de coagulación de las heridas psíquicas. Las representaciones mentales rechazadas de la conciencia no se asocian a las emociones quedando disociado el funcionamiento psíquico. La disociación es heredera de la represión e hija de la patología psíquica. Estamos hablando de estos términos en un sentido psicodinámico.

Freud y Breuer fueron desarrollando una técnica para ayudar a aquellas personas que padecían síntomas físicos sin presencia de deterioro orgánico. Para ello exploraron, trabajaron desde la útil ignorancia. Primero probaron con la hipnosis (Siglo XIX), después dejaron hablar al paciente (Gran descubrimiento de la Medicina del Siglo XX) y poco a poco se fueron desarrollando los pilares de la técnica analítica que se consolidan con la asociación libre del paciente, la abstinencia y la neutralidad del terapeuta.

Dicha técnica resultó muy eficaz y se había diseñado para curar las patologías en el albor del siglo XX, en particular temas relacionados con la sexualidad, la “mojigatería” y la represión sexual. Empleo aquí la palabra represión en un sentido común y corriente.
Poco a poco, en función del contexto social, económico, político, en definitiva según la forma de vida del ciudadano de a pie. Algunos psiquiatras y psicólogos conectados con la realidad han ido desarrollando cambios en la técnica.

Aun así, y ahora llegamos al motivo del título, existen los pacientes “difíciles”. Lanzo una pregunta para pensar siguiendo a Frieda Fromm-Reichman: ¿Cómo un terapeuta puede tildar de difícil a una persona que le solicita ayuda?
A ningún traumatólogo sensato se le ocurriría decir que el paciente que sufrió un accidente y tiene la rodilla fragmentada es una persona difícil. En todo caso que su rodilla es difícil de curar. Diríamos entonces que el problema psicológico de la persona es grave, no que la persona es difícil. Necedad brutal.

Los pacientes difíciles son personas refractarias a la técnica. La característica definitiva del terapeuta es invitar a la creatividad del paciente y curar la psicopatología, si es que ambas cosas se pueden decir por separado. Para ello el terapeuta debe ser flexible, creativo, innovador, ágil y permeable a nuevas formas de ver la realidad y la técnica. Cuando esto no es así, el terapeuta se desilusiona y un acto de crueldad contratransferencial acaba aludiendo a la enfermedad del paciente y atacándole como ciudadano, no como paciente: “Es un caso difícil”.

Sugiero que el terapeuta tenga una excelente formación teórica-técnica y una personalidad flexible, sin aspectos dogmáticos que encallen (endurezcan) la imaginación. Groucho Marx decía: “Estos son mis principios pero si quiere tengo otros”. Sabemos que era un humorista, una persona genial y un actor espléndido. Su biografía, sus películas, su vida han sido fuentes de inspiración y disfrute de muchos. El terapeuta debe ser flexible y ajustar la técnica en función del ser humano con el que trabaja, recordemos que aquí el paciente no es un corolario de signos y síntomas. En salud mental los pacientes son personas que sufren en un sentido holístico, más allá de los síntomas, más allá de manuales. Dicha complejidad debe ser acompañada por el estilo del terapeuta, acunado, reposado y estimulado por un pensamiento divergente y convergente. El hemisfero izquierdo debe funcionar junto con el derecho, cualquier tendencia extrema tenderá a desarrollar escotomas en el entendimiento del paciente. Por esto es importante que todos los terapeutas hayan sido previamente analizados.

Espero que esto le ayude a elegir un cochero confiable en su viaje hacia el bienestar, más allá de la salud.

No hay comentarios: