PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

jueves, 26 de septiembre de 2013

Filogénesis y Ontogénesis

- Filogénesis: hace referencia al origen y el desarrollo evolutivo de las especies -desde la forma más sencilla hasta el individuo actual-; desarrollo que es distinto en cada una de ellas. Por eso ni nuestro cerebro ni nuestra forma corporal es la de un pingüino.

- Ontogénesis: se refiere al desarrollo que como individuos experimentamos desde el momento de la fecundación hasta la vida adulta, y que hace que cada ser humano sea único e irrepetible. Factores como la alimentación de nuestra madre durante el embarazo, nuestra alimentación desde que somos bebés y la genética harán de cada cerebro humano un órgano exclusivo.

La filogénesis y lo transgeneracional
David Benhaim

Introducción

Soy conciente que trato de un tema actualmente impopular
. […] He tenido la misma curiosísima experiencia más de veinte veces: cuento a un colega que estoy escribiendo un libro sobre el paralelismo entre la ontogénesis y la filigénesis. Me toma aparte, se asegura que nadie nos ve, que no hay micrófono, y admite en voz visiblemente baja: Sabes, entre tú, yo y esa pared, pienso que hay algo de verdad en eso. Así se expresa el célebre científico Stephen Jay Gould en la introducción de su libro, Ontogeny and phylogeny[1]. El problema se plantea de un modo aun más radical en psicoanálisis: el desinterés hacia la cuestión de la filigénesis es completo. Se la considera como una excrescencia inútil, según el dicho de Marie Moscovici. ¿Por qué? Primero porque la ciencia biológica nunca aceptó la idea que los caracteres adquiridos fuesen heredados y transmitidos, cosa que Freud no ignoraba. Eso condujo a los analistas a pensar que Freud había errado y a descartar la cuestión. En segundo lugar porque el tema estaba asociado, según Marie Moscovici, al desden o a la ironía con los cuales se lee o se descuida de leer escritos como “Tótem y tabú” y “El hombre Moisés y la religión monoteísta” que muchos analistas califican de «mitos» freudianos, elucubraciones, incluso pasatiempos de la imaginación[2]. En esa veta es curioso observar que el celebre diccionario  de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis no consagra ningún articulo al término filigénesis. Una evocación rápida puede leerse bajo la rubrica protofantasias donde los autores nos dicen que Freud recurre a la explicación filogenética para justificar la existencia de estas ultimas en los seres humanos. En efecto ve en ellas un patrimonio filogenético. Los autores del diccionario retienen la idea que lo que una vez fue realidad – la amenaza de castración o más bien la castración - se transformó luego en realidad psíquica. La omisión del término es debido a la posición de los autores que recusan por completo la pertinencia de la tesis freudiana de la filigénesis.
Freud planteo el problema con los medios que la ciencia de su tiempo ponía a su disposición. Hoy podemos enfocarlo de otro modo y quizá estar atentos a su valor heurístico. En el centro del debate se encuentran las ideas de memoria y transmisión que me parecen retomar lo esencial de la idea de Freud. El trabajo en torno a lo transgeneracional puede concebirse como una de las formas en que la hipótesis de Freud continua su desarrollo en el psicoanálisis contemporáneo. Hablando del vínculo con el muerto, Freud esboza ya en Tótem y tabú una reflexión sobre los antepasados, nuestra ambivalencia hacia ellos, el miedo a su presencia y a su retorno bajo forma de demonios o de espectros que no dejan vivir en paz a los vivos o su destinación más benigna, ser venerados como antepasados e invocados como auxiliares[3]. Preguntarse sobre el lugar que los antepasados ocupan en nuestras vidas, sobre la dinámica que en ella se establece debido a su presencia o a su ausencia, a nuestras identificaciones con ellos, interrogarse sobre su legado, es otra manera de seguir las pistas abierta por la hipótesis filogenética. Mi propósito en ese sentido es, como diría Laplanche,  poner a trabajar esa fantasía freudiana.

La fantasía filogenética

Desde los textos más especulativos hasta los escritos clínicos, la evocación de la fantasía filogenética está presente en la obra freudiana. Freud no desarrolló nunca, de modo explicativo o demostrativo completo la cuestión de la filigénesis. Como lo advierte Marie Moscovici, “La mayoría de las veces la cosa nos es presentada como una epopeya, en el tono de un «había una vez». Epopeya del espíritu, y no cadena lógica, explicativa, o entonces le faltaría más de un eslabón Y, al mismo tiempo convicción, certidumbre, apuesta sobre el carácter angular de su hipótesis, para el psicoanálisis  – vacilando sobre los medios de demostrar, pero muy firme en cuanto a las pruebas de su existencia”[4].
Desde el capitulo VII de La interpretación de los sueños hasta el Esquema del psicoanálisis pasando por Tótem y tabú, El interés por el psicoanálisis, El Yo y el Ello, El Hombre Moisés y la religión monoteísta, no deja Freud de retomar su hipótesis, de repensarla, de articularla con el tema de la memoria y de la transmisión mostrando siempre su carácter provisional.
¿Pero qué entiende Freud por filogénesis? En su obra El interés por el psicoanálisis escrita en 1913, declara:
En estos últimos años los autores psicoanalíticos han reparado en que la tesis «la ontogénesis es una recapitulación de la filogénesis» tiene que ser también aplicable a la vida anímica, lo cual dio nacimiento a una nueva ampliación del interés psicoanalítico[5]. Este principio biogenético fundamental, evidente para Freud y sus contemporáneos, fue formulado por el zoólogo Haeckel, propagandista de las teorías de Darwin en Alemania. Para este último, la ontogénesis es el desarrollo individual del ser viviente y la filogénesis constituye el desarrollo de la especie. Para Freud el psicoanálisis constituye una tentativa de transponer ese principio en la vida psíquica y de buscar a comprender y a reconstruir junto al desarrollo psíquico individual, el desarrollo psíquico de la especie tal y como se expresa a través de la psique individual.
¿Qué uso hace Freud de ese principio? ¿Cómo lo inserta en el psicoanálisis? Recurre a él en momentos precisos de la explicación psicoanalítica.  En el historial del Hombre de los Lobos, toma cuidado en destacar el uso metodológico y clínico que debe hacerse de la explicación filogenética 
En efecto escribe:
En cuanto a reconocer esta herencia filogenética estoy por completo de acuerdo con Jung; pero considero metodológicamente incorrecto recurrir a una explicación que parta de la filogénesis antes de haber agotado las posibilidades de la ontogénesis; no entiendo por qué se impugnaría con obstinación a la prehistoria infantil una significatividad que se está pronto a conceder a la prehistoria ancestral. No puedo pasar por alto que los motivos y las producciones filogenéticos requieren a su vez de un esclarecimiento que en toda una serie de casos puede procurárseles desde la infancia individual[6].
Es importante llamar la atención sobre la dialéctica que Freud establece entre la ontogénesis y la filogénesis en este texto puesto que si esta última permite  llenar las lagunas de la verdad individual con una verdad prehistórica [poniendo] la experiencia de los ancestros en el lugar de la propia, puede ocurrir que la infancia individual permita comprender e interpretar las producciones filogenéticas.

Su estatuto

¿Qué estatuto atribuirle?  En “Más allá del principio de placer”, a propósito de la pulsión de muerte, Freud reivindica el derecho de invención especulativa, persiguiendo una idea, entregándose a una argumentación, combinando varias veces, en sucesión, lo fáctico con lo meramente excogitado[7] y elabora de ese modo el estatuto y el rol de la elaboración teórica psicoanalítica, la función de ese más allá de la experiencia, la dimensión meta que encontramos en su obra, lo que llama la especulación psicoanalítica y a la que pertenece de pleno la hipótesis filogenética. En “Análisis terminable e interminable”, retoma la cuestión estableciendo una ecuación entre especular, teorizar y fantasear[8], mostrando que la especulación llevada a sus extremos alcanza una actividad de «fantaseo». Esa actividad adquiere un estatuto metapsicológico. Fantasía filogenética y pulsión de muerte parecen compartir ese mismo estatuto de especulación psicoanalítica.
 
La herencia arcaica
Pero la obra en la cual la hipótesis filogenética se despliega en toda su amplitud es en el  “El Hombre Moisés y la religión monoteísta”. Freud la enfoca bajo el tema de la herencia arcaica[9]. Se trata de contenidos de la vida psíquica del individuo que le fueron aportados con el nacimiento y que pueden tener eficacia. ¿En qué consiste ella? ¿Qué contenido tiene?
¿Cuáles son sus pruebas? se pregunta Freud.
Responde invocando primero las predisposiciones como las que son propias de todo ser vivo. Se trata del factor constitucional en el individuo. Consisten en la aptitud y la inclinación para emprender determinadas direcciones de desarrollo y para reaccionar de particular manera frente a ciertas excitaciones, impresiones y estímulos. Es allí donde se manifiestan diferencias que caracterizan a los seres humanos y que están incluidas en la herencia arcaica. En el prólogo a la tercera edición de “Tres ensayos de teoría sexual”, Freud precisa lo que entiende por disposición: (…) “la disposición es justamente la sedimentación de un vivenciar anterior de la especie, al cual el vivenciar más nuevo del individuo viene a agregarse como suma de los factores accidentales[10


http://youtu.be/4XvI__yHNow
http://www.intersubjetividad.com.ar/website/articulo.asp?id=199&idd=3
Rosa Jové: "Todo es posible"
 

No hay comentarios: