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Paz y Ciencia
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martes, 17 de marzo de 2020

El Sufrimiento según el Dalai Lama



Al hablar de la naturaleza insatisfactoria de la existencia, hay que comprender que lo hago en el camino budista general. Estas reflexiones tienen que comprenderse en su verdadero contexto; si no se hace, estoy de acuerdo en que puede ser interpretado erróneamente y considerado bastante pesimista y negativo. En consecuencia, es importante comprender la postura budista respecto al sufrimiento. Lo primero que Buda enseñó fue el principio de las cuatro nobles verdades, la primera de las cuales es la verdad del sufrimiento. Y aquí se hace hincapié en la toma de conciencia de la naturaleza humana.

Lo que hay que tener en cuenta es que la importancia de la reflexión sobre el sufrimiento deriva de la posibilidad e abandonarlo, porque hay otra opción. Existe la posibilidad de liberarnos de él. Según el pensamiento budista, las causas profundas del sufrimiento son la ignorancia, el anhelo y el odio, a las que llama "los tres venenos de la mente". Estos términos tienen connotaciones específicas utilizados en un contexto budista. "Ignorancia", por ejemplo, no se refiere a falta de información, sino más bien a una falsa percepción de la verdadera naturaleza del ser y de todos los fenómenos. Al generar una percepción de la verdadera naturaleza de la realidad y eliminar los estados negativos de la mente como el anhelo y el odio, se puede alcanzar un estado completamente purificado de la mente, libre del sufrimiento. En un contexto budista, al reflexionar sobre el hecho de que el sufrimiento caracteriza la existencia cotidiana, nos estimulamos a realizar prácticas que eliminarán sus causas profundas. De otro modo, hubiera esperanza o posibilidad de liberarnos del sufrimiento, la simple reflexión sobre el mismo sería enfermiza y, por tanto, bastante negativa.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es

martes, 3 de marzo de 2020

Comunicación





[...] Cabe suponer que el intento de no comunicarse puede existir en cualquier otro contexto en que se desea evitar el compromiso inherente a toda comunicación. Una situación típica de esta clase es un encuentro entre dos desconocidos, uno de los cuales quiere entablar una conversación y el otro no, por ejemplo, dos pasajeros en un avión que comparten un asiento. Supongamos que el pasajero A es el que no quiere hablar. Hay dos cosas que no puede hacer: no puede abandonar físicamente el campo y no puede no comunicarse.

La pragmática de este contexto comunicacional se así limitada a unas pocas reacciones posibles:

1) Rechazo de la comunicación. El pasajero A puede hacer sentir al pasajero B, en forma más o menos descortés, que no le interesa conversar. Puesto que ello es reprobable desde el punto de vista de la buena educación, se necesita valor para hacerlo y da lugar a un silencio más bien tenso e incómodo, de modo que, de hecho, no se ha evitado una relación con B.

2) Aceptación de la comunicación. El pasajero A terminará por ceder y entablar conversación. Probablemente se odiará a sí mismo y a la otra persona por su propia debilidad, pero esto no nos interesa. Lo significativo aquí es que no tardará en comprender la sabiduría de la norma militar según la cual "en caso de ser capturado proporcione sólo su nombre, rango y número de identificación"...

3) Descalificación de la comunicación. A puede defenderse mediante la importante técnica de la descalificación; esto es, puede comunicarse de tal modo que su propia comunicación o la del otro queden invalidadas. Las descalificaciones abarcan una amplia gama de fenómenos comunicacionales, tales como autocontradicciones, incongruencias, cambios de tema, tangencializaciones, oraciones incompletas, malentendidos, estilo oscuro o manierismos idiomáticos, interpretaciones literales de la metáfora e interpretación metafórica de las expresiones literales, etcétera.

4) El síntoma como descalificación. Por último, hay una cuarta respuesta del pasajero A puede emplear para defenderse contra la locuacidad de B: puede fingir somnolencia, sordera, borrachera, ignorancia del idioma, o cualquier otra deficiencia o incapacidad que justifique la imposibilidad de no comunicarse. En todos estos casos, entonces, el mensaje es el mismo: "A mí no me molestaría hablarle, pero algo más fuerte que yo, de lo cual no puede culpárseme, me lo impide".

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
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sábado, 9 de febrero de 2019

Frustración en Altas Capacidades

Si no enfrentas a tu hijo a situaciones frustrantes, ¿cómo quieres que aprenda a manejarlas? Si cada vez que tu hijo protesta, te apresuras a atenderlo, ¿cómo aprende a manejarse a una contingencia negativa? ¿Tenemos que enfrentarlos a situaciones frustrantes? ¡Sí! Rotundo y mayúsculo, ¡pero ojo!, no esperemos que eso ocurra por sí mismo dentro del ambiente escolar, porque eso no ocurrirá.

Los niños con un desarrollo que podríamos denominar normalizado, aprenden a frustrarse en el colegio, aprenden a cooperar con ese sentimiento y lo aprenden porque se les presentan cosas que no conocen y que tardan en dominar. ¿Qué ocurre con los niños con alta capacidad? que no aprenden, porque el colegio no los frustra. Un niño que lee antes de que en su clase enseñen a leer, que escribe antes, que aprende más rápido, no experimentan nunca esa sensación de "no alcanzar", de "no conseguir". El colegio no sólo no les enseña a frustrarse, sino que, con frecuencia, les enseña a reaccionar con desidia y desinterés.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
Teléfono: 653 379 269
E-mail: rcordobasanz@gmail.com
Página Web: www.rcordobasanz.es
C/ Lacarra de Miguel 27, 2C. General Sueiro

lunes, 26 de noviembre de 2018

El Padre

En El Porvenir de una Ilusión, Freud, en la estela del Nietzsche ilustrado, evocaba la fe en la razón como antídoto crítico frente a la ilusión que toda religión representa. El duelo del Padre significaba para él la reivindicación orgullosa del carácter finito de la existencia. Pero ¿por qué este carácter finito de la existencia debería ser tal que suprimiera cualquier forma de misterio? La existencia, su "contingencia ilimitada", ¿acaso no es un misterio en sí misma? ¿No estamos aquí frente a un aspecto fundamental de la función paterna en la época hipermoderna? ¿Cómo preservar la apertura de la existencia al misterio evitando hacer de la desilusión una nueva religión, una nueva forma de ilusión? ¿Cómo hacer posible la experiencia del límite? La experiencia de nuestra castración ¿acaso no es la experiencia central de cualquier auténtica oración? ¿Y no es una tarea crucial de la función paterna hacer posible el encuentro con nuestro límite más radical?
El Padre ya no es una cuestión de género o de sangre. Su Imago ideal ya no gobierna ni la familia ni el cuerpo social. Sin embargo, no se trata ni de añorar su reino ni de decretar su desaparición irreversible. Para prescindir de un Padre es necesario ser capaz servirse de él, diría Lacan.
:: Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
:: Tfno. Citaciones: 653 379 269
:: Zaragoza (Zona Centro).

miércoles, 24 de octubre de 2018

Tiene la existencia algún sentido

Es claro que el hombre confiere un sentido a todo cuanto hace y, en general, a su vida. Parece lógico inferir de aquí que su vivir mismo -esto es, el hecho de existir- posea sentido. Ahora bien: esta inferencia es gratuita. Del hecho de que una cosa tenga sentido una vez que existe no se puede deducir en modo alguno que el sentido le venga dado de antemano. Este árbol que aquí está tiene para mí el sentido de darme sombra, incluso puedo haberlo plantado para ello. Mas es notorio que el sentido es dado por mí y que el dar-sombra no era el sentido para el cual el árbol existía. Existía, y con posterioridad se le dio sentido por aquel que podía darlo, a saber, por ese hombre que soy yo. Cualidad del hombre, inherente en su pensar, es dominar todo, poniéndolo a su servicio mediante la adscripción de un sentido para él. De igual modo procede con su existencia propia una vez que es. La mera existencia -el existir- no tiene sentido; el sentido se lo autoconfiere el existente una vez que está ya en la realidad. Admitir, pues, que el mundo en general y en particular el hombre tiene sentido por su mera existencia, obligaría a saltar sobre la realidad de que disponemos y prejuzgar a alguien o algo que, paradójicamente, por fuera de la realidad misma, sin ser de esta única realidad, lo diese. Esta es una inducción absolutamente sin fundamento.
Castilla del Pino. "La Culpa".
:: Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
:: Teléfono Citas: 653 379 269
:: Zaragoza (Zona Centro)

lunes, 1 de octubre de 2018

La enfermedad mental no debe limitar aspiraciones

No se ponga usted límites a priori. Usted debe intentar aquéllo que tenía planificado: la vida pone los límites. Ninguna enfermedad le incapacita para un trabajo o estudio por sí mismo; a veces son otras circunstancias -que pueden estar indirectamente relacionadas con la enfermedad (psicofármacos)- las que ponen el límite o es una cuestión de coincidencias más que de gravedad -por ejemplo, una recaída en los exámenes-.
El estrés facilita las descompensaciones cuando existe una fractura psicológica, el reto está en detectar los pródromos (señales anteriores a una descompensación) y hacer todo lo posible por evitarlo: psicoterapia, psicoeducación, actividad física, ejercicios de relajación, grupos de ayuda, una buena charla con un buen amigo, pasear, períodos de descanso en la actividad de estudio y trabajo, etc.
:: Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
:: Zaragoza (Zona Centro).
:: Adultos, adolescentes, pareja, familia.

lunes, 16 de julio de 2018

La Vergüenza

La vergüenza es un sentimiento intensamente humillante y doloroso. Es muy difícil liberarse de ese sentimiento pegajoso y repelente. Si tienes algunos de estos síntomas es posible que estés experimentando vergüenza:
- El impulso de encogerte o de ocultarte.
- El deseo de desaparecer.
- La sensación de que todo tu cuerpo se está debilitando.
- La sensación de que hablar es incluso más difícil de lo normal.

La vergüenza está relacionada con ser. Sentimos vergüenza cuando creemos que somos indignos o que tenemos defectos innatos. El resultado de la vergüenza es la impotencia y desesperación. La vergüenza nos incita a replegarnos y ocultarnos. La vergüenza es un sentimiento miserable que aplasta la alegría de compartir nuestro mundo interior con los que nos rodean. En lugar de eso, sentimos que exponerse duele demasiado y que tenemos que permanecer ocultos.
La vergüenza es compleja y confusa, y las condiciones tienen que ser justamente las correctas para que se dispare. Para que alguien experimente vergüenza ha de estar muy involucrado en revelar algo profundamente personal a otro individuo. Si en lugar de agradecimiento lo que recibes es un gesto o una mirada de repugnancia, de ira, de reprobación o de indiferencia, eso puede disparar un deseo intenso de ocultarte. Dicho de otra manera, vergüenza.
:: Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo.
:: Psicoterapeuta Zaragoza.
:: Teléfono: 653 379 269
:: Zaragoza (Zona Centro).

lunes, 19 de febrero de 2018

Entender la Disociación




La disociación que se originó en traumas del pasado es lo que vamos a exponer aquí.
Disociación es una palabras que se utiliza para muchos síntomas diferentes y, a veces; se entiende de forma diferente por diversos profesionales.

Empezaré con la integración, que es aquello por lo cual lucha como parte principal de su curación.
LA INTEGRACIÓN: Para entender la disociación es útil entender un poco su opuesto: la integración.
En el contexto de los trastornos disociativos, la integración puede entenderse como la organización de todos los diferentes aspectos de nuestra personalidad (incluido nuestro sentido del yo) en un todo unificado que funciona de un modo cohesionado.

Cada uno de nosotros nace con una tendencia natural a integrar nuestras experiencias en una historia completa y coherente y en un sentido estable de quienes somos. Nuestra capacidad de integración nos ayuda a distinguir el pasado del presente y a mantenernos en el presente, incluso cuando estamos recordando nuestro pasado o contemplando nuestro futuro. También nos ayuda a desarrollar nuestro sentido del yo. Cuanto más seguro y protegido es nuestro entorno emocional y físico cuando crecemos, más capaces somos de desarrollar y potenciar este potencial de integración.

Cada uno de nosotros desarrolla formas típicas y duraderas de pensar, sentir, actuar y percibir, que es lo que se llama en su conjunto: Personalidad. Por supuesto, la personalidad no es "algo" que puede verse, o que viva o respire; es más bien una especie de abreviatura que describe nuestras respuestas características singulares como complejos sistemas vivos. Normalmente, las personas funcionan de una forma coordinada para poder efectuar transiciones suaves entre sus patrones de respuesta, con el fin de ajustarse y adaptarse a diferentes situaciones, lo mismo que podemos hacer con el cambio de marchas del automóvil. Se puede ir de casa al trabajo y tranquilamente cambiar los pensamientos y sentimientos y la toma de decisiones, e igualmente cambiar de acción y, sin embargo vivirnos como una misma persona. en este sentido, nuestra personalidad es estable y predecible. No obstante, para ser más eficaces en nuestra vida, siempre estamos sutilmente cambiando, ajustando y reorganizando nuestra personalidad a medida que aprendemos y tenemos más experiencias. En este sentido, nuestra personalidad es flexible.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza. Zona Centro. 653 379 269
www.rcordobasanz.es

Bibliografía: obras de Onno van der Hart sobre la Disociación y el Trauma.