PEACE

PEACE
Paz y Ciencia
Mostrando entradas con la etiqueta Pema Chödrön. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pema Chödrön. Mostrar todas las entradas

viernes, 25 de febrero de 2022

PEMA CHÖDRÖN. 🕉️

 


Les explico una base de esta filosofía de vida introduzco a Pema Chödrön. Una autora con duende. Finalmente, sugerencias para leer.

Una de las principales enseñanzas del budismo consiste en que pretender dar la espalda al sufrimiento supone, en última instancia, negarse a vivir con plenitud y autenticidad. Nos ponemos corazas que no nos protegen eficazmente contra el ineludible dolor y, además, ahogan nuestra espontaneidad, se convierten en cárceles que nos aíslan de la vida y de los demás. Pema Chödrön, monja budista estadounidense y directora de la abadía Gamboa en Nueva Escocia (Canadá) explica cómo utilizar el material mismo de la vida cotidiana para convertirlo en guía espiritual e instrumento de liberación. No es necesario saber nada de budismo y el lenguaje de la autora es completamente asequible. The Wisdom of No Escape. Traducción de Nuria Martí. Barcelona: Editorial Paidós1998. ISBN 84-89920-31-1

Cuando-todo-se-derrumbaCUANDO TODO SE DERRUMBA

El término chino para “crisis” consta de dos ideogramas: uno significa dificultady  el otro, oportunidad. La ancestral sabiduría china refleja así que los momentos de crisis, además de conflictivos, son también momentos “adecuados” que encierran la oportunidad y la promesa de nuevas y más amplias posibilidades. Sólo hay una manera provechosa de afrontar el sufrimiento, señala Pema. Y esa manera consiste en no evadirnos de esas situaciones difíciles y, en cambio, emplear nuestras aptitudes para encararlas con una disposición amigable y curiosa, relajándonos en esa sensación de pérdida de norte que las situaciones conflictivas nos provocan. When things fall apart. Traducción de Miguel Iribarren. Madrid: Gaia Ediciones, 1999. ISBN 84-88242-88-3

Lugares-que-te-asustanLOS LUGARES QUE TE ASUSTAN: Convertir el miedo en fortaleza en tiempos difíciles

Las inevitables penalidades de la vida pueden volvernos cada vez más cobardes y amargados o bien pueden ser un motivo de fortalecimiento interior. La autora muestra una enseñanza sencilla, de aplicación directa a la vida cotidiana, como herramienta mental para convertir nuestros temores, angustias y frustraciones en sabiduría y valor. The Places That Scare You: A Guide to Fearlessness in Difficult Times. Traducción de Nuria Martí. Barcelona: Editorial Oniro, 2002. ISBN 84-95456-94-X

Comienza-donde-estasCOMIENZA DONDE ESTÁS

Este libro es un manual indispensable para cultivar la valentía y despertar un corazón compasivo. Con lucidez y humor Pema Chödrön presenta una guía práctica para “empezar donde estamos”, aceptando los aspectos dolorosos de la vida en lugar de negarlos. La enseñanza se enmarca en las cincuenta y nueve máximas de Atisha que forman parte del legado del budismo tibetano. Start where you are. Traducción de MIGUEL IRIBARREN. Madrid: Gaia Ediciones, 2011ISBN 978-8484454106


martes, 11 de enero de 2022

PEMA CHÖDRÖN. PACIENCIA

 



La paciencia es el antídoto contra la agresividad. Al querer ser pacientes podemos superar toda nuestra cólera acabando con todo el dolor y el sufrimiento.

EL ARTE DE LA PACIENCIA

La paciencia termina al no aceptar que todo tiene su tiempo.


Observar, observar simplemente, es el arte de la paciencia. Tú querrás conducir tu mente, dirigirla en uno u otro sentido, porque éste es un viejo hábito. Tendrás que tener paciencia para romper este hábito.


Donde quiera que vaya la mente, observa únicamente. No trates de forzar una orden, ya que una palabra da lugar a otra y a otra, y a mil más, porque todas las cosas están conectadas.


La paciencia se ha utilizado como parte de la explotación de las personas en todas las áreas, pero es una hermosa calidad. Sea paciente, significa, la confianza en la naturaleza, en la existencia en sí mismo. Las cosas son mejores cada día; pase lo que pase, su paciencia es algo mejor para ti. Es una muy buena alquimia; transforma el sufrimiento en una bendición. Es una gran herramienta en sus manos; sólo tiene que entender que el instrumento debe ser utilizado por usted, no por otros acerca de usted. Es un cambio de perspectiva que trae paciencia para usted.


Entonces usted entiende que todo es bueno, y que todo va a ser aún mejor, porque durante siglos se ha convertido cada vez mejor. No hay necesidad de preocuparse por el mañana; mañana será mejor. Toda la existencia se dedica a la mejora de sí misma. Sólo tienes que ser un poco paciente; usted no debe tener prisa. Usted no debe pedir que todo se dará ahora.


Todo llega en el momento adecuado.

Todo viene cuando usted está maduro.

Todo viene cuando usted se merece.


Ten paciencia porque la existencia misma está involucrada en este proceso; somos parte de ella, no hay razón para preocuparse. Incluso algo que parece oscuro hoy en día sólo pueden revelar el comienzo de un nuevo amanecer. La noche es más oscura justo antes del amanecer.


Trate de entender la vida, y la paciencia vendrá a usted por su cuenta.


Veamos a Pema Chödrön que nos enseña sobre la paciencia...

«Las enseñanzas budistas nos dicen que la paciencia es el antídoto contra la agresividad».

Cuando sentimos cualquiera de sus formas -odio, rencor, espíritu de crítica, ganas de pelea, etc.- es el momento de aplicar todas las prácticas que hemos aprendido y los consejos que hemos recibido o incluso dado a los demás. Sin embargo, a menudo, todo ello no parece servir de ayuda. Y esta es la razón por la que el tema de la paciencia ha atraído mi atención desde hace ya tiempo: porque no es nada fácil saber cómo actuar cuando la cólera se apodera de nosotros.

Si la paciencia era el antídoto contra la agresividad, había que concentrarse en estudiarla. Y durante el proceso aprendí muchas cosas sobre lo que es y lo que no es la paciencia. Ahora quiero compartirlo con vosotros para animaros a descubrir cómo trabaja la paciencia con la agresividad.

Para empezar, hay que darse cuenta de la relación de la paciencia con el fin del sufrimiento. Cuando nos domina la agresividad –y en cierta medida esto se puede aplicar a cualquier estado emocional alterado- hay una poderosa fuerza que nos empuja a la descarga. Es tan doloroso sentir el aguijón de la cólera que deseamos resolver la situación cuanto antes mejor.

¿Y qué es lo que solemos hacer?

Justo lo que aumenta la escalada de la cólera y el dolor: repartir tortas y devolver los golpes. Cuando algo hiere nuestros sentimientos hay en ello inicialmente una cualidad de delicadeza, una vulnerabilidad que nos pasa desapercibida por la velocidad a la que actuamos. Uno se encuentra a sí mismo en medio de un torbellino de sentimientos. Y se debate con sus palabras o sus acciones para escapar de la agresión y el dolor, creando más agresión y dolor.

En este punto -paciencia- significa andar listo: saber pararse y esperar. E implica también callarse, ya que cualquier cosa que se diga será agresiva, aunque sea “te amo, cariño”.

En cierta ocasión, yo estaba muy enfadada con un compañero y lo llamé por teléfono. No recuerdo el motivo de mi enfado, el caso es que no podía dormir porque me sentía furiosa. Hice todas las meditaciones que conozco para estos casos, pero ninguna me ayudaba. De modo que me levanté a media noche y lo llamé por teléfono. Cuando descolgó el aparato lo único que dije fue: ¡Hola, Yeshe! Y él inmediatamente me preguntó: ¿He hecho algo mal? Yo pensaba que sería capaz de disimular con una capa de dulzura mis verdaderos sentimientos, pero el mero tono de mi saludo me traicionó. Esto es lo que pasa con la cólera: si hablas se te nota.

«El problema ya no es lo que se diga, sino que estás sentado sobre un polvorín y transmites esa vibración».

La paciencia tiene mucho que ver con andar listo en ese instante y esperar: no hablar y no hacer nada. Por otra parte esta conducta es también una oportunidad para darse cuenta de manera rotunda del enfado que uno tiene. No se trata de suprimir nada, la paciencia no va por ahí. De hecho el tema es comportarse con uno mismo de manera honesta y amable. No dedicarse a rumiar los pensamientos discursivos y sí querer enterarse del enfado que uno tiene. Y al mismo tiempo hay que dejar que continúe el diálogo interno, en el que culpamos y criticamos, y probablemente sentimos también culpa y remordimiento por haber actuado como lo hemos hecho. Es un momento complejo, porque uno se siente mal por estar enfadado, pero al mismo tiempo está realmente enfadado y no puede detenerlo. Es un sentimiento confuso y difícil. Pero hay que permanecer paciente con la confusión y el sufrimiento que comporta.


La paciencia posee una enorme honestidad, al tiempo que impide que las cosas se salgan de sus cauces, y concede espacio a los otros para hablar, para que se expresen ellos, mientras uno permanece sin reaccionar, aunque por dentro lo esté haciendo. Abandonamos las palabras y no nos movemos del sitio.


De este modo la persona paciente desarrolla un carácter intrépido. Cuando se practica el tipo de paciencia que conduce a la desactivación de la agresividad y la cesación del sufrimiento, se cultiva un enorme coraje. Se comprende la cólera y cómo genera palabras y acciones violentas. Se contempla el proceso entero sin involucrarse en él. Cuando se practica la paciencia no se reprime la cólera, sino que uno se sienta directamente sobre ella. Y como resultado se consigue conocer la energía de la cólera y adónde conduce, sin necesidad de llegar a sus extremos. Hemos dado vía libre muchas veces a nuestra cólera y sabemos hasta dónde nos puede llevar. El deseo de decir algo mezquino, de murmurar, de calumniar, de quejarse, es como un maremoto. Pero uno se da cuenta de que estos comportamientos no le liberan de la agresividad, sino que la aumentan. Por tanto uno opta por ser paciente, paciente consigo mismo.


Desarrollar la paciencia y la intrepidez significa aprender a convivir con la irritabilidad. Es como montarse en un caballo salvaje o sobre un tigre que puede devorarnos. Hay un poema que cuenta la siguiente historia:


“Había una joven en Nigeria que iba riendo subida a lomos de un tigre; a la vuelta la chica iba dentro del tigre y la sonrisa en la boca del animal”. Permanecer ‘sentado’ sobre el propio malestar le hace a uno sentirse como si montara un tigre, a veces es aterrador.


Cuando examinamos este proceso aprendemos algo muy interesante: que no existe otra solución. La solución que los seres humanos buscamos parte de un error de base: pensamos que todo la tiene, pensamos que podemos resolver cualquier cosa. Sentimos nuestra poderosa energía y estamos inquietos hasta que las cosas se ajustan al modo seguro y confortable que deseamos, ya sea a favor o en contra, para bien o para mal.


Sin embargo, la práctica que estamos haciendo no nos deja nada a lo que agarrarnos. Ni siquiera las enseñanzas budistas son un asidero. En este trabajo con la paciencia y la intrepidez, aprendemos a ser pacientes con el hecho de ser seres humanos, de que cualquiera que nace y muere busca constantemente, desde el principio hasta el final, algún tipo de solución a este inquieta y tensa energía. Y no existe. La única que hay es pasajera y deja un rastro de mayor sufrimiento. Descubrimos que de hecho la alegría y la felicidad, la paz, la armonía y el estar centrado provienen de ser capaces de permanecer estable mientras el malestar surge, se despliega y se desvanece.


La energía jamás produce nada sólido.


De manera que todo el tiempo estamos en el torbellino de la energía. El modo de conectar con la dulzura inherente de nuestro verdadero corazón es no moverse y ser pacientes con este tipo de energía. No debemos censurarnos a nosotros mismos si fallamos, porque no somos más que seres humanos; lo único que debe importarnos es tener suficiente coraje. “Había una joven en Nigeria que iba riendo subida a lomos de un tigre; a la vuelta la chica iba dentro del tigre y la sonrisa en la boca del animal”. Permanecer ‘sentado’ sobre el propio malestar le hace a uno sentirse como si montara un tigre, a veces es aterrador.


Cuando examinamos este proceso aprendemos algo muy interesante: que no existe otra solución. La solución que los seres humanos buscamos parte de un error de base: pensamos que todo la tiene, pensamos que podemos resolver cualquier cosa. Sentimos nuestra poderosa energía y estamos inquietos hasta que las cosas se ajustan al modo seguro y confortable que deseamos, ya sea a favor o en contra, para bien o para mal.


Sin embargo, la práctica que estamos haciendo no nos deja nada a lo que agarrarnos. Ni siquiera las enseñanzas budistas son un asidero. En este trabajo con la paciencia y la intrepidez, aprendemos a ser pacientes con el hecho de ser seres humanos, de que cualquiera que nace y muere busca constantemente, desde el principio hasta el final, algún tipo de solución a este inquieta y tensa energía. Y no existe. La única que hay es pasajera y deja un rastro de mayor sufrimiento. Descubrimos que de hecho la alegría y la felicidad, la paz, la armonía y el estar centrado provienen de ser capaces de permanecer estable mientras el malestar surge, se despliega y se desvanece.


La energía jamás produce nada sólido.


De manera que todo el tiempo estamos en el torbellino de la energía. El modo de conectar con la dulzura inherente de nuestro verdadero corazón es no moverse y ser pacientes con este tipo de energía. No debemos censurarnos a nosotros mismos si fallamos, porque no somos más que seres humanos; lo único que debe importarnos es tener suficiente coraje para profundizar en nuestra reacción instintiva de buscar tierra firme bajo los pies.


La paciencia es una práctica tremendamente maravillosa, compasiva y transformadora. Es una técnica para cambiar de raíz la costumbre que tenemos de resolver las cosas por la derecha o por la izquierda, juzgándolas buenas o malas. Es el mejor modo para desarrollar coraje, para averiguar de qué va realmente la vida.


La paciencia es además ‘no ignorancia’.


De hecho, paciencia y curiosidad van de la mano. ¿Deseas saber quién eres? ¿Quién eres en el plano de tus patrones neuróticos? ¿Quién eres en un nivel más allá del nacimiento y la muerte? Si deseas contemplar la naturaleza de tu propio ser, necesitas ser inquisitivo. El camino para ello es un viaje de investigación que comienza mirando a fondo en lo que tengas en marcha en estos momentos. Las enseñanzas nos hacen un montón de sugerencias sobre dónde enfocar nuestra atención, y las prácticas nos indican cómo mirar. La paciencia es una exquisita instrucción en este proceso. Por el contrario la agresividad nos impide fijarnos: es el fin de nuestra curiosidad. La agresividad resuelve las situaciones a través de un patrón de conducta fijo, sólido, tajante; uno gana y el otro pierde, eso es todo.


Cuando nos decidimos a investigar, solemos notar que cualquier tipo de sentimiento penoso que tengamos, si realmente nos concentramos en él, dentro suyo siempre hay algún tipo de apego. Siempre hay algo que nos tiene atrapados.

La simple curiosidad, el hecho de querer investigar, requiere una enorme paciencia.


Cuando nos damos cuenta de que en este preciso instante hay algo que nos tiene atrapados y de que podemos elegir, se requiere gran paciencia para decidirse a profundizar en ello. Porque uno desearía no hacerlo, negarse. Lo más fácil es decirnos: “¡No quiero saber nada!”. Tenemos miedo porque, aunque estemos cerca de conseguirlo, el pensamiento de soltar siempre nos asusta. Sentimos como si de alguna forma fuéramos a morirnos. Y queremos estar bien. Si soltamos, algo morirá. Y precisamente necesitamos que algo muera para gozar del gran beneficio de su muerte.


A veces, sin embargo, es muy fácil. Cuando nos embarcamos en este viaje de autodescubrimiento y notamos que hay algo a lo que estamos aferrados, a menudo vemos que no se trata más que de una pequeñez. Una vez me quedé atascada en algo descomunal, y Trungpa Rimpoché me lo advirtió. Me dijo: “Es demasiado para ti; todavía no eres capaz de deshacerte de ello, practica primero con las cosas sencillas. Empieza dándote cuenta de todas las pequeñas cosas a las que estás apegada y te resultará más fácil entender qué significa soltar”.


Fue un estupendo consejo. No debemos enfrentarnos de entrada con lo más grande, porque no podremos. Es demasiado amenazante. Puede incluso ser demasiado cruel soltar algo ahí mismo, en el acto. Incluso con las pequeñas cosas podemos, aunque sea de forma intelectual, comenzar a ver que el hecho de soltar puede tener una enorme trascendencia, una relajación y una conexión con la suavidad y la ternura del verdadero corazón. Un auténtico gozo emana de esto.


Pero que seamos capaces de ver cómo el apego incrementa el sufrimiento no significa que estemos a punto de soltar, porque hay mucho en juego. Y lo que está en juego es ni más ni menos que nuestro sentimiento de quién somos, nuestra entera identidad. Estamos empezando a movernos en el territorio del no-ego, en la naturaleza insustancial de uno mismo –y de todas las cosas, por supuesto-. Las antiguas enseñanzas teóricas y filosóficas pueden parecernos muy reales cuando comenzamos a tener un atisbo de lo que estamos realmente hablando aquí.


Se necesita un montón de paciencia para no comenzar a aporrearse a sí mismo por cada fracaso con el soltar. Pero si aplicamos la paciencia al hecho de no ser capaz de soltar, esto de algún modo sirve de ayuda. Ser paciente con la incapacidad para soltar ayuda a alcanzar el punto en que el desapego comienza a producirse de manera gradual –a un ritmo sensato y amoroso, al ritmo en que nuestra sabiduría básica nos permite movernos-. Ya es un gran logro el simple hecho de haberse dado cuenta de que podemos elegir. Y en ese punto lo único que necesitamos es paciencia para esperar y aflojar, para soportar el desasosiego y la irritabilidad y la inquietud de la energía.

Estoy convencida de ello, no obstante cada uno debe ver por sí mismo si es cierto. Buda enseñó que la primera verdad es que todos sufrimos a causa del apego. Por el contrario, uno siente que debe ser extremadamente paciente con lo que ve respecto a sus imperfecciones. La ‘paciencia’ en este sentido es sinónimo de bondad, porque la bondad es capaz de actuar a ritmo muy lento. Estamos, pues, desarrollando paciencia y bondad con nuestras imperfecciones y limitaciones, para poder mantener nuestros ideales más elevados. Alguien pronunció una vez una frase que me gustó: “Rebaja tus expectativas y ajústate a ellas”.


Uno de los aforismos del maestro budista hindú Atisha dice: “Cualquiera de las dos cosas que suceda, sé paciente”. Quiere decir que si se produce una situación dolorosa seamos pacientes, pero que si lo que se produce es una situación placentera también hemos de serlo. Es una postura interesante en términos de paciencia y cesación del sufrimiento, o de paciencia e intrepidez, o de paciencia y curiosidad. Vivimos a sobresaltos, y ya sean de dolor o de placer buscamos soluciones. Pero si somos felices de verdad, si algo es importante, debemos ser pacientes con ello, no hay que estallar ni ponerse a mil por hora –refrenar las compulsiones de comprar, de hablar, de actuar.


Me gustaría insistir en que una de las cosas que se puede hacer para desarrollar la paciencia es acostumbrarse a reconocer que “¡Oh, volví a hacerlo!”. Hay un eslogan que dice: “Una vez al principio y otra al final”. Y significa que cuando nos levantamos por la mañana formulamos un propósito, y al final del día, con una actitud amable y cariñosa, revisamos si lo hemos llevado a cabo. Normalmente formulamos algún propósito del tipo: “Hoy voy a ser paciente” y en el momento de decirlo ya estamos imaginando que vamos a fallar. En vez de esto, podemos decir: “Hoy voy a poner en práctica todos mis recursos para intentar ser paciente”, y al llegar la noche revisamos el día entero de manera afectuosa y sin auto castigarnos. Y seremos pacientes si, al revisar el día que acaba o simplemente los últimos cuarenta minutos, descubrimos que: “Me he comportado de manera tan eufórica como nunca lo había hecho en mi vida”, o “He estado más agresivo de lo que jamás había estado”, o “me he dejado llevar por la irritación de manera incontrolable”. Si uno tiene veinte años, lleva veinte años comportándose así, y lo mismo si tiene setenta y cinco. Da igual. Lo importante es que uno se dé cuenta y diga: ¡Quiero un respiro!


El camino para desarrollar la bondad y la compasión es ser paciente con el hecho de que somos un ser humano y cometemos errores.


Esto es más importante que hacerlo todo bien. Y parece que funciona únicamente si aspiramos a darnos una oportunidad de cambio, de clarificación, practicando la paciencia y las otras cualidades semejantes, como la generosidad, la disciplina y la observación. Como sucede con el resto de las enseñanzas, no hay nada que ganar ni nada que perder. La actitud correcta no es decir: “Como nunca he sido capaz, no voy a volver a intentarlo”. Nunca has sido capaz pero vas a seguir intentándolo. Y, curiosamente, esto añade algo: añade bondad para con uno mismo y con los demás. Te buscas a ti mismo y te vas encontrando donde quiera que vas. Y ves a toda esa gente que se ha perdido, como te pasa a ti. Pero a continuación ves a todos los que se han encontrado a sí mismos y te ofrecen el regalo de la intrepidez. Y dices: “¡Oh, qué gente más estupenda: son ellos mismos!”. Y comienzas a apreciar el más leve gesto de valor en los demás, pues ahora sabes que no es fácil, y esto te inspira a ti también de forma intensa. Así es como nos ayudamos unos a otros.


«La paciencia ve las cosas de manera que todo sea una alegría para usted».


Pema Chödrön


viernes, 12 de noviembre de 2021

Cuando todo se derrumba

 


El conocimiento que tiene Pema Chödrön ha sido de gran ayuda para muchas personas que se encuentran en situaciones difíciles; adicciones, problemas en casa, pensamientos suicidas, etcétera. Esta monja budista nacida en Nueva York se ha dedicado a esparcir todo el conocimiento que esta filosofía le ha brindado, a través diferentes libros y charlas alrededor del mundo.

Uno de sus libros más conocidos se llama Cuando todo se derrumba, y dentro de él se encuentran varias reflexiones sobre los momentos difíciles y el sufrimiento:

  • El miedo es la reacción natural al acercarse a la verdad.
  • Cuando te aferras agresivamente a tus propias opiniones, por muy válida que sea tu causa, simplemente añades más agresión y violencia al planeta y, por tanto, aumentas el dolor. Cultivar la no agresión es cultivar la paz.
  • Sólo en la medida en que acontece la aniquilación una y otra vez puedes hallar en ti todo aquello que es indestructible.
  • Si realmente supieras la infelicidad que provoca este planeta, tu evitación del dolor y la búsqueda de placer, si entendieras que este hecho te hace desgraciado y corta tu conexión con el corazón y la inteligencia, entonces practicarías meditación como si se te quemara el pelo.
  • Cultivar una mente ecuánime, que no se aferra a tener razón ni a estar equivocada, te llevará a un estado de ser presidido por la frescura.
  • El sufrimiento empieza a disolverse cuando cuestionas la creencia o la esperanza de que hay un lugar donde ocultarse.
  • Sólo puedes reconocer lo que sientes si te encuentras en un espacio abierto y libre de juicios.
  • Cuando vives una gran decepción, no sabes si ahí se acaba la historia; también podría ser el principio de una gran aventura.
  • Relajarte en el momento presente, relajarte en la ausencia de esperanza, relajarte en la muerte, no resistirte al hecho de que las cosas se acaban, de que las cosas pasan, de que no tienen sustancia duradera, de que todo cambia constantemente: este es el mensaje básico.
  • Tener aunque sea sólo unos segundos de duda respecto a la solidez y la verdad absoluta de tus opiniones, incluso el simple hecho de tomar conciencia de que tienes opiniones, te introduce en la posibilidad de ausencia de ego.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Pema Chödrön: Cuando todo se derrumba

 



Pema Chödron, un descubrimiento a compartir

Pequeño fragmento del libro «Cuando todo se derrumba» de Pema Chödron.

«En cualquier caso, cuando nos desfondamos y no podemos encontrar nada a lo que agarrarnos, sentimos un gran dolor…

Cuando las cosas se muestran inestables y nada funciona quizá nos demos cuenta de que estamos a punto de entrar en algo. Tal vez entendamos que es un lugar muy tierno y vulnerable, y que la ternura puede ir en ambos sentidos. Podemos encerrarnos en nosotros mismos y estar resentidos o podemos entrar en contacto con esa cualidad palpitante. Definitivamente, hay algo tierno y palpitante en la sensación de no tener dónde agarrarse.

Es una especie de prueba, el tipo de prueba que necesitan los guerreros espirituales para despertar sus corazones. A veces nos encontramos en ese lugar a causa de una enfermedad o de una muerte, y experimentamos una sensación de pérdida: pérdida de nuestros seres queridos, pérdida de nuestra juventud, pérdida de nuestra vida…

… Que todo se nos venga abajo es una prueba y también una especie de curación. Pensamos que la cuestión es pasar la prueba o superar el problema, pero en realidad las cosas no se resuelven. Las cosas se caen a pedazos y después estos se vuelven a juntar. Simplemente sucede así. La curación proviene del hecho de dejar espacio para que todo esto ocurra: espacio para la pena, para el alivio, para la aflicción y para la alegría.

Podemos pensar que algo nos va a producir placer, pero no sabemos que va a ocurrir en realidad. Podemos pensar que algo nos va a hacer sufrir, pero tampoco lo sabemos con certeza. Lo más importante de todo es dejar sitio para el no saber. Tratamos de hacer lo que pensamos que nos puede ayudar, pero no sabemos. Nunca sabemos si nos vamos a caer redondos o si vamos a aguantar derechos. Cuando vivimos una gran decepción, no sabemos si ahí se acaba la historia; también podría ser el principio de una gran aventura…

…Cuando todo se derrumba y estamos a punto de no se sabe qué , la prueba para cada uno de nosotros es quedarnos en ese punto, en ese límite y no concretar. El camino espiritual no consiste en llegar al cielo y finalmente acceder a un lugar magnífico. De hecho, esta manera de mirar las cosas es lo que nos hace ser desgraciados…

La vida es un buen maestro y un buen amigo… las cosas están siempre en transición. Nada sucede al gusto de nuestros sueños. El hecho de sentirse fuera de sitio, en un estado de descentramiento, es una situación ideal, una situación en la que ya no permanecemos atrapados y podemos abrir nuestros corazones y mentes más allá de sus anteriores límites. Es un estado muy sensible, no agresivo y de final abierto.

Permanecer en esa agitación, permanecer con el corazón roto, con el estómago revuelto, con el sentimiento de estar desvalidado… esa es la senda del verdadero despertar. Adherirse a esa incertidumbre, pillarle el truco a relajarse en medio del caos, aprender a no tener pánico: esta es la senda espiritual.»

Sacado de Chödron, P. Cuando todo se derrumba (1998, 2ª edición 2013). Madrid: Gaia Ediciones.

sábado, 13 de junio de 2020

Pema Chödrön: Ternura




"Cuando nos hacemos más intuitivos y compasivos con nuestros enganches, sentimos espontáneamente más ternura por la raza humana. Conociendo nuestra propia confusión estamos más expuestos a mancharnos las manos tratando de aliviar la confusión de los demás. Si no miramos a la esperanza y al miedo, viendo surgir los pensamientos y viendo la reacción en cadena que le sigue, no estamos entrenados a aguantar esa energía sin dejarnos arrastrar por el drama, entonces siempre tendremos miedo. El mundo en que vivimos, la gente que conocemos, los animales que surgen en los pasadizos: todo se volverá cada vez más peligroso.

Por eso empezamos por mirar dentro de nuestras propias mentes y corazones. Probablemente empecemos a mirar porque nos sintamos inadecuados o doloridos y queramos poner nuestro mundo en orden, pero gradualmente nuestra práctica va evolucionando. Empezamos a entender que, como nosotros, mucha otra gente está enganchada en el miedo y la esperanza. Vayamos donde vayamos vemos el dolor y la desgracia que producen la aceptación de los ocho dharmas mundanos*. También se vuelve muy obvio que la gente necesita ayuda y que no hay manera de ayudar a nadie si no empezamos por nosotros mismos. " 

Pema Chodron
Cuando todo se derrumba.
Fragmento: Cap. 8: Los ocho dharmas mundanos.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Zaragoza
N° Col.: A-1324 Psicoterapeuta
Tratamiento Online y Presencial (Gran Vía)
Teléfono: (34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es


viernes, 24 de abril de 2020

Activar la Bondad incondicional y la Compasión



En la alegría y en el pesar todos somos iguales, por eso protege a los demás como lo harías contigo mismo.
Santideva

El tonglen, o el cambiarnos por los demás, es otra práctica de la bodhichitta concebida para activar la bondad incondicional y la compasión. En tibetano la palabra tonglen significa literalmente "enviar y tomar". Se refiere a desear tomar tanto el dolor y el sufrimiento nuestro como el de los demás, y a enviar felicidad a todos los seres. Las enseñanzas de la bodichita que Atisa llevó al Tíbet incluían la práctica del tonglen.

Aunque haya muchas formas de abordar el tonglen, la esencia de la práctica siempre es la misma. Inspiramos aquello que es doloroso e indeseado con el sincero deseo de que nosotros y los demás nos liberemos del sufrimiento. Mientras lo hacemos, abandonamos el discurso que va unido al dolor y sentimos la energía subyacente en él. Abrimos completamente el corazón y la mente a sea lo que sea que surja. Y exhalando, enviamos una sensación de alivio, con la intención de que nosotros y los demás seamos felices.

Rodrigo Córdoba Sanz
Psicólogo. N° Col.: A-1324
Psicoterapeuta. Videollamadas y Consulta en Zaragoza.
Teléfono: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es

miércoles, 9 de mayo de 2018

Meditación



Sogyal Rinponche: Llevamos nuestra mente de nuevo a casa.
Pema Chödrön: Sea cual sea su tamaño, color o forma, la cuestión es inclinarse a las incomodidades de la vida y verlas con claridad, en lugar de protegernos de ellas.

:: Al practicar la meditación no estamos intentando estar a la altura de ningún ideal; muy al contrario, nos quedamos con nuestra experiencia tal como es. Si experimentamos que a veces tenemos cierta amplitud de perspectiva y otras veces no, bueno, pues ésa es nuestra experiencia. Seguimos una instrucción muy profunda: "Este mismo momento es el profesor perfecto porque siempre está con nosotros". La enseñanza es ver, simplemente, lo que está pasando. Podemos quedarnos con lo que está pasando y no disociarnos. El despertar se encuentra en el placer y el dolor, en la confusión y la sabiduría, está disponible en cada momento de nuestra extraña, insondable y ordinaria vida cotidiana.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo
Zaragoza (Zona Centro)
Teléfono cita: 653 379 269
Email: rcordobasanz@gmail.com
Web: www.rcordobasanz.es

sábado, 28 de abril de 2018

Budismo y Psicología Transpersonal




Pensar que podemos encontrar placeres duraderos y evitar el dolor es lo que en budismo se llama samsara, un ciclo sin salida que da vueltas y vueltas interminablemente y nos causa un gran sufrimiento. La primera de las nobles verdades de Buda señala que el sufrimiento es inevitable para los seres humanos mientras pensemos que las cosas son duraderas, que no se desintegran, que podemos contar con ellas para satisfacer nuestra necesidad de seguridad. Desde este punto de vista, la única vez que podemos estar plenamente seguros de lo que está ocurriendo es cuando nos quitan la alfombra de debajo de los pies y no encontramos dónde aterrizar. Podemos emplear estas situaciones para despertar o para echarnos a dormir. Este momento -este mismo instante sin base ni lugar al que aferrarse- es la semilla para cuidar de aquellos que necesitan nuestros cuidados y para descubrir nuestra bondad.

Pema Chödrön: Cuando todo se derrumba
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo.
Zaragoza. Lacarra de Miguel 27. 2C
Tfno.: 653 379 269
Email: rcordobasanz@gmail.com
Web: www.rcordobasanz.es

No tener dónde agarrarse



:: Hay algo tierno y palpitante en la sensación de no tener dónde agarrarse.

:: Es una especie de prueba, el tipo de prueba que necesitan los guerreros espirituales para despertar sus corazones. A veces nos encontramos en ese lugar a causa de una enfermedad o de una muerte, y experimentamos una sensación de pérdida: pérdida de nuestros seres queridos, pérdida de nuestra juventud, pérdida de nuestra vida.
:: Tengo un amigo que se está muriendo de SIDA. Antes de que me fuera de viaje, estuvimos hablando y me dijo: "Yo no quería que me sucediera esto, lo odié y me dejó aterrorizado. Pero esta enfermedad ha terminado siendo el mayor regalo". Y continuó: "Ahora cada momento es precioso para mí. Toda mi vida significa mucho para mí".
:: Algo había cambiado realmente y se sentía preparado para morir: algo horroroso y pavoroso se había convertido en un regalo.

Pema Chödrön: Cuando todo se derrumba.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta.
Tfno.: 653 379 269
email: rcordobasanz@gmail.com
web: www.rcordobasanz.es