Epicteto (55-135) fue un filósofo griego, de la escuela estoica. Nació en Hierápolis de Frigia (actual sudoeste de Turquía), pero desde su primera infancia vivió en Roma como esclavo, propiedad del liberto Epafrodito, de la casa de Nerón, quien lo inició en el estudio de la filosofía. Allí, una vez obtenida la libertad, fundó su primera escuela y conoció al filósofo Musonio Rufo, del que fue discípulo hasta que Domiciano expulsó a los filósofos de la ciudad.
Después de abandonar Roma, hacia el año 93, se estableció en Nicópolis, en el noroeste de Grecia, hasta donde atrajo a numerosos patricios romanos. Su vida fue siempre de una sencillez extrema. Habitó casas pequeñas, contando únicamente con lo imprescindible, y siempre dejaba la puerta abierta. Durante toda su vida comió lo que tenía a mano. No se casó nunca, pero compartió su vejez con una mujer que, a modo de ama de cría, lo ayudó a sacar adelante al hijo de un amigo caído en desgracia.
Al igual que muchos otros maestros antiguos decidió no escribir y desarrollar su pensamiento en un auténtico y cotidiano diálogo con sus alumnos. Sus enseñanzas nos han sido transmitidas por su discípulo Flavio Arriano, quien las recogió en las Disertaciones o Diatribas (ocho libros, cuatro de los cuales han llegado hasta nosotros), y en la selección Pensamientos, conocida como Enchiridion o Manual de Epicteto.
La doctrina de Epicteto une al rigor de la moral cínica la teoría estoica del "logos" divino que gobierna el mundo según un plan racional. El tema central de Epicteto reside en la distinción que hace entre lo que depende exclusivamente de nosotros, y que constituye nuestro yo, y lo que está fuera de nosotros y que constituye el mundo. De una parte, la razón; de otra, las cosas. Este es el tema del libro de las Disertaciones. El Manual desarrolla el concepto de libertad que adquiere el hombre cuando por medio de la razón logra ubicarse más allá de cualquier engaño, de cualquier complacencia, de cualquier dolor, de cualquier sentimiento y de la misma vida. Así se entiende el valor de la célebre fórmula estoica "sustine et abstine" ("soporta con dolor y abstente de los bienes aparentes").
Sobre aquello que no podemos decidir, o no depende de nosotros, no debemos preocuparnos ni dedicarle esfuerzos inútiles, pues está en manos del Hado o de la providencia divina. De hecho, sólo depende de nosotros el buen uso de las representaciones, es decir, aceptar que las cosas son como son y nada más, y el recto ejercicio de la voluntad. Sólo Dios es enteramente libre y nuestra libertad consiste en la plena aceptación de sus designios, lo que nos da la tranquilidad de saber que todo está bajo su dependencia: el único mal está en nuestra voluntad. La esencia de esta voluntad es el querer la virtud y, para lograrla, es preciso: ordenar los deseos según la razón, el cumplimiento escrupuloso del deber y el control de los juicios según las reglas lógicas. A ello deben unirse la templanza, la castidad, la modestia y la veracidad.
Epicteto subraya la necesidad de proteger nuestra alma de las pasiones y de las apetencias de las cosas externas, ya que la verdadera esclavitud es la de los deseos. En el aspecto político, Epicteto defendía un pleno cosmopolitismo, así como la igualdad de todos los hombres. El pensamiento de Epicteto tuvo una gran influencia sobre el emperador Marco Aurelio.
El elevado tono de su moral hizo nacer la leyenda de su conversión secreta al cristianismo.
De hecho, el Manual gozó de gran estima entre los místicos y ascetas cristianos. La fama de Epicteto fue grande, mereciendo, según Orígenes, más respeto en vida del que había gozado Platón.
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