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Paz y Ciencia

domingo, 19 de septiembre de 2021

Carl Rogers: Teoría y Técnica

CARL ROGERS

Rodrigo Córdoba. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. Gran Vía y Online.
Tno.: 653 379 269

La terapia rogeriana ha cambiado de nombre a lo largo de su evolución: Rogers la llamó no-directiva, por creer que el terapeuta al posicionarse frente al cliente no lo debe guiar, pero sí estar ahí, mientras el cliente mismo llevaba el curso de su proceso terapéutico. A través de la experiencia, Rogers se dio cuenta que mientras más “no-directivo” era, más influía en sus pacientes, precisamente, al asumir esa postura. En definitiva, los clientes buscaban un guía en el terapeuta y lo encontraban aunque éste intentara no guiarles.
De manera que modificó el nombre de su terapia a “centrada en el cliente”. En la actualidad, pese a que la denominación “no-directiva” y “centrada en el cliente” siguen en vigor, se usa el término terapia rogeriana. Una de las frases que Rogers utiliza para definir su terapia es “de apoyo- no reconstructiva” Terapia que no explica “el cómo” sino que apoya al cliente en que este trate por sí mismo su dificultad, ya que si el terapeuta sostiene continuamente al cliente éste no termina de responsabilizarse de su problema.
Si la independencia (autonomía, libertad con responsabilidad) es el objetico terapéutico, el cliente no lo logrará si se mantiene dependiente del terapeuta. Los pacientes deben experimentar sus introspecciones por sí mismos, en la vida cotidiana, fuera de la consulta de su terapeuta. Un abordaje autoritario en la terapia puede resultar aceptable en la primera parte de la terapia, pero al final solo crea una persona dependiente.
La Técnica Básica Rogeriana Es El Reflejo.
El reflejo es la imagen de la comunicación emocional, el terapeuta promueve, mediante intervención directa sobre lo escuchado, que el cliente se dé cuenta de lo que él mismo está comunicando. El reflejo es una técnica que debe ser tratada con mucho cuidado, ya que de no ser así puede restar confianza al vínculo terapéutico. La intervención debe surgir del corazón (genuino, congruente).Así conectamos con los requerimientos que según Rogers debe tener un terapeuta.
Para ser un terapeuta efectivo debe tener tres cualidades especiales:
• Congruencia. Ser genuino, ser honesto con el paciente.
• Empatía. La habilidad de sentir lo que siente el paciente.
• Respeto. Aceptación, preocupación positiva incondicional hacia el paciente.
Rogers dice que estas cualidades son “necesarias y suficientes”, si el terapeuta posee estas tres cualidades el paciente mejorará, aun no haciendo uso de otro tipo de técnicas. Si el terapeuta no muestra estas tres cualidades, la mejoría será mínima, sin importar la cantidad de recursos técnicos y de conocimiento científico de los que disponga.
La teoría de Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” que es llamada la tendencia actualizante, una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No hablamos solamente de sobrevivencia. Rogers entendía que todas las criaturas buscan lograr lo mejor de su existencia, y si no lo consiguen no será por falta de deseo propio. Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que las demás escuelas terapéuticas mencionan, porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo mejor que podamos.

La Teoría Rogeriana.

No obstante, los seres humanos en el curso de la actualización de sus potenciales, crean la sociedad y la cultura. Esto en sí mismo no es un problema ya que somos criaturas sociales, está en nuestra naturaleza. Pero, al crear la cultura, ésta ha desarrollado su propia vida. En vez de mantenerse próxima al enriquecimiento de nuestros potenciales personales, y cercana a aspectos propios de nuestra naturaleza, la cultura se puede tornar en una fuerza con derecho propio. Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con nuestra actualización desaparece nosotros también perecemos con ella. Cultura y la sociedad no son intrínsecamente malas, pero, nuestras estructuradas sociedades, nuestras complejas y consumistas culturas, las innovadoras tecnologías, esas que nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, pueden al mismo tiempo servirnos para hacernos daño e incluso destruirnos.
Para Rogers los organismos saben lo que es bueno para ellos. La evolución nos ha provisto de los sentidos y sentimientos, gustos, discriminaciones, a esto le llamamos valor organísmico. Rogers agrupa bajo el nombre de visión positiva a cuestiones como el amor, afecto, atención, crianza y demás. Está claro que los bebés necesitan amor y atención. Sin esto, el bebe no sobrevive.
Otra cuestión, quizás exclusivamente humana, que valoramos es la recompensa positiva de uno mismo, lo que incluye la autoestima, la autovalía y una imagen de sí mismo positiva. Es a través de los cuidados positivos de los demás a lo largo de nuestra vida como logramos alcanzar este cuidado personal. Sin esto, nos sentimos minúsculos y desamparados y de nuevo no llegamos a ser todo lo que podríamos ser.
Tal como cree Maslow, Rogers afirma que si les dejamos a su libre albedrío, los animales buscarán aquello que es lo mejor para ellos; Sin embargo, en nuestra historia, hemos ido creado un ambiente bien distinto de aquel del que partimos. Nos dedicamos a elaborar cosas que no benefician a nuestro organismo, alimentos sin contenido energético, consumos innecesarios, drogas. Estas cosas poseen estímulos que pueden producir una satisfacción inmediata, o pueden gustar a nuestro valor organísmico, aunque no sirven para nuestra actualización. La sociedad también nos premia, castigo o apercibe en función de la valía o devaloración que otorga a nuestras actitudes, conforme vamos creciendo, padres, maestros, familiares, la sociedad en general solo nos da lo que necesitamos cuando demostramos que lo “merecemos”, más que porque lo necesitemos, y lo que es más importante, nos querrán sólo si nos portamos tal como se espera de nosotros.
El lograr un cuidado positivo sobre “una condición” es lo que Rogers llama: recompensa positiva condicionada. Ya que todos nosotros necesitamos de hecho esta recompensa, estos condicionantes son muy poderosos y más que por nuestros valores organísmicos, o por nuestra tendencia actualizante, terminamos siendo personas muy determinadas por una sociedad que no necesariamente toma en cuenta nuestros intereses reales. Un “buen chico” o una “buena chica” no necesariamente son un chico o una chica feliz. A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos lleva a su vez a tener una autovalía positiva condicionada.
Empezamos a querernos en función de la valoración externa, si cumplimos con los estándares que otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de los potenciales individuales. Y dado que estos estándares no fueron creados tomando en consideración las necesidades individuales, resulta cada vez más frecuente el que no podamos complacer esas exigencias y por tanto, no podemos lograr un buen nivel de autoestima.
Self E Ideal.
La parte nuestra que encontramos en la tendencia actualizadora, seguida de nuestra valoración organísmica, de las necesidades y recepciones de recompensas positivas para uno mismo, es lo que Rogers llamaría el verdadero yo (self).Es éste el verdadero “tú” que, si todo va bien, vas a alcanzar.
Por otro lado, dado que nuestra sociedad no está sincronizada con la tendencia actualizante y que estamos forzados a vivir bajo condiciones de valía que no pertenecen a la valoración organísmica, y finalmente, que solo recibimos recompensas positivas condicionadas, entonces tenemos que desarrollar un ideal de sí mismo (ideal del yo). En este caso, Rogers se refiere a ideal como algo no real; como algo que está siempre fuera de nuestro alcance; aquello que nunca alcanzaremos.
El espacio comprendido entre el verdadero self y el self ideal; del “yo soy” y el “yo debería ser” se llama incongruencia. A mayor distancia, mayor será la incongruencia. De hecho, la incongruencia es lo que esencialmente Rogers define como neurosis: estar desincronizado con tu propio self.
Defensas.
Al estar en una situación donde existe una incongruencia, entre la imagen de uno mismo y la inmediata experiencia, (entre el Ideal del yo y el Yo) nos podemos encontrar en una situación amenazante, y al percibir una situación como amenazante puede surgir ansiedad. La ansiedad es una señal que manifiesta un peligro potencial que se debe intentar evitar. Una forma de evitar la situación es, por supuesto, usando las defensas. La idea rogeriana de la defensa es muy similar a la descrita por Freud, exceptuando que Rogers la engloba en un punto de vista perceptivo, de manera que incluso los recuerdos y los impulsos son formas de percepción. Rogers define solo dos defensas: negación y distorsión perceptiva.
• Así como en el psicoanálisis la negación significa un bloqueo completo de la situación amenazante. La negación de Rogers incluye también lo que Freud llamó represión: si mantenemos fuera de nuestra conciencia un recuerdo o impulso (nos negamos a recibirlo), seremos capaces de evitar la situación amenazante.
• La distorsión perceptiva es una manera de reinterpretar la situación de manera que sea menos amenazante. Es muy parecida a la racionalización de Freud, también puede darse una distorsión mucho más perceptiva, cuando uno ve la cosas mejores de lo que realmente son. Cada vez que usamos una defensa acrecentamos la distancia entre lo real y lo ideal. Esta distancia se va haciendo cada vez más incongruente, con lo que cada vez más nos vamos encontrando ante situaciones amenazantes, desarrollando mayores niveles de ansiedad y usando cada vez más y más defensas
La Persona Funcional.
Rogers solo se interesa por describir a la persona sana. La terminología empleada es “funcionamiento completo” y comprende las siguientes cualidades:
1. Apertura a la experiencia.
Es lo opuesto a la instrumentación continua de defensas. Es la adecuada percepción de las propias experiencias que nos ocurren en el mundo, y comprende la aceptación de la realidad, incluyendo en ambos casos los sentimientos propios. Los sentimientos son parte importante de la actualización porque conllevan la valoración organísmica. Si no podemos abrirnos a nuestros propios sentimientos, no seremos capaces de actualizarnos. La parte difícil es distinguir los sentimientos reales de los derivados de la ansiedad producida por las cuestiones de valía personal.
2. Vivencia existencial.
El aquí y ahora tan conocido por nosotros en la gestalt. Rogers, atento a su tendencia de mantenerse en contacto con la realidad, insiste en que no vivimos en el pasado ni en el futuro; el primero se ha ido y el último ni siquiera existe. Sin embargo, esto no significa que no debamos aprender de nuestro pasado, ni que no debamos planificar o ni siquiera soñar despiertos con el futuro. Simplemente, debemos reconocer estas cosas por lo que son, memorias y sueños, los cuales estamos experimentando ahora, en el presente.
3. Confianza organísmica.
Es el dejarnos guiar por los procesos, bien sean de evaluación o de valoración organísmica. La confianza en nosotros estriba en permitirnos hacer aquello que creemos que está bien, aquello que surge de forma natural. A lo que Rogers se refiere es a la confianza en el propio yo, en el sí mismo real, y la única manera que tenemos para conocer lo que es verdaderamente el self es abriéndonos a la experiencia de nuestro existir, en palabras de Rogers, la confianza organísmica asume que está en contacto con la tendencia actualizante.
4. Libertad experiencial.
Rogers pensaba que era irrelevante que las personas tuvieran o no libre albedrío. Nos comportamos como si lo tuviéramos. Lo que significa es que nos sentimos libres cuando se nos brindan las oportunidades. Rogers dice que la persona que funciona al cien por cien reconoce ese sentimiento de libertad y asume las responsabilidades de sus oportunidades.
5. Creatividad.
Si te sientes libre y responsable, actuarás como tal y así te sentirás en el mundo. Una persona funcional, en contacto con su propia actualización sentirá la necesidad de participar en la actualización de otros. A esto se refiere Rogers cuando habla de creatividad, y se puede hacer en cualquier aspecto de la vida. Simplemente es llevar a cabo la acción correcta en el momento concreto, y con la disposición adecuada. Esto se puede llevar a todos los órdenes de la vida, artísticos, parentales, laborales, de pareja, afectivos. (La creatividad de Rogers es muy parecida a la generatividad de Erikson).

Carl R. Rogers: ¿Cómo puedo servir de ayuda?
Una hipótesis general.

Para describir en pocas palabras el cambio que se ha operado en mí, diré que durante los primeros años de mi carrera profesional solía preguntarme: “¿Cómo puedo tratar, curar o cambiar a esta persona?”, en tanto que ahora mi pregunta sería: “¿Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio desarrollo?”
(…) Quizá debería comenzar con un aprendizaje negativo. He aprendido lenta y gradualmente que la ayuda que puedo prestar a una persona conflictuada no reviste la forma de un proceso intelectual ni de un entrenamiento. Ningún enfoque basado en el conocimiento, el entrenamiento o la aceptación incondicional de algo que se enseña tiene utilidad alguna. Estas maneras de encarar la terapia parecen tan directas y tentadoras que, en épocas pasadas, ensayé muchas de ellas.
Sin duda alguna, es posible explicar a una persona su manera de ser, indicarle los pasos que lo ayudarían a progresar, hacerle conocer un modo de vida más satisfactorio; sin embargo, de acuerdo a mi propia experiencia son fútiles e inconsecuentes. Toda su eficacia reside en la posibilidad de introducir una modificación efímera, que pronto desaparece y no hace sino fortalecer en el individuo la conciencia de su propia inadaptación.
El fracaso de cualquier enfoque intelectual me ha obligado a reconocer que el cambio sólo puede surgir de la experiencia adquirida en una relación; Si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra persona descubrirá en sí mismo su capacidad de utilizarla para su propia maduración y de esa manera se producirán el cambio y el desarrollo individual.
La Relación.
¿Qué significan estos términos? Permítaseme considerar por separado las tres frases principales del enunciado precedente e indicar el significado que tienen para mí. ¿En qué consiste este tipo de relación que creo necesario establecer?
He descubierto que cuanto más auténtico puedo ser en la relación, tanto más útil resultará esta última. Esto significa que debo tener presentes mis propios sentimientos, y no ofrecer una fachada externa, adoptando una actitud distinta de la que surge a un nivel más profundo o inconsciente. Ser auténtico significa también la voluntad de ser y expresar, a través de mis palabras y mi conducta, los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí. Esta es la única manera de que la relación sea auténtica, condición que reviste fundamental importancia. Sólo mostrándome tal cual soy, puedo lograr que la otra persona busque exitosamente su propia autenticidad. Esto es verdad en el caso en que mis actitudes no me complazcan ni me parezcan conducir a una buena relación. Lo más importante es ser auténtico.
La segunda condición reside en el hecho de que cuanto mayor sea la aceptación y el agrado que experimento hacia un individuo, más útil le resultará la relación que estoy creando. Entiendo por aceptación un cálido respeto hacia él como persona de mérito propio e incondicional, es decir, como individuo valioso independientemente de su condición, conducta o sentimientos. La aceptación también significa el respeto y agrado que siento hacia él como persona distinta, el deseo de que posea sus propios sentimientos, la aceptación y respeto por todas sus actitudes, al margen del carácter positivo o negativo de estas últimas, y aun cuando ellas puedan contradecir en diversa medida otras actitudes que ha sostenido en el pasado. Esta aceptación de cada uno de los aspectos de la otra persona le brinda calidez y seguridad en nuestra relación; esto es fundamental, puesto que la seguridad de agradar al otro y ser valorado como persona parece constituir un elemento de gran importancia en una relación de ayuda.
También encuentro la relación significativa en la medida en que siento un deseo constante de comprender: una sensible empatía con cada uno de los sentimientos y expresiones del cliente tal como se le aparecen en ese momento. La aceptación no significa nada si no implica comprensión. Sólo cuando comprendo los sentimientos y pensamientos que al cliente le parecen horribles, débiles, sentimentales o extraños y cuando alcanzo a verlos tal como él los ve y aceptarlo con ellos, se siente realmente libre de explorar los rincones ocultos y los vericuetos de su vivencia más íntima y a menudo olvidada. Esta libertad es una condición importante de la relación. se trata de la libertad de explorarse a sí mismo tanto en el nivel consciente como inconsciente, tan rápidamente como sea posible embarcarse en esta peligrosa búsqueda.
El cliente también debe sentirse libre de toda evaluación moral o diagnóstica, puesto que, a mi juicio, las evaluaciones de este tipo son siempre amenazadoras.
Por consiguiente, la relación de ayuda que encontré se caracteriza, de mi parte, por una especie de transparencia que pone de manifiesto mis verdaderos sentimientos, por la aceptación de la otra persona como individuo diferente y valioso por su propio derecho, y por una profunda comprensión empática que me permite observar su propio mundo tal como él lo ve.
Una vez logradas estas condiciones, me convierto en compañero de mi propio cliente en el transcurso de la aterradora búsqueda de sí mismo que ya se siente capaz de emprender.
No siempre puedo lograr este tipo de relación. A veces, aun cuando crea haberla alcanzado en mí, el cliente puede estar demasiado atemorizado como para percibir lo que se le ofrece. Sin embargo, podría afirmar que cuando soy capaz de adoptar la actitud que acabo de describir y cuando la otra persona puede también experimentarla en alguna medida, invariablemente surgirán el cambio y el desarrollo personal constructivo. Incluyo el término “invariablemente” sólo después de largas y cuidadosas consideraciones.
El proceso de convertirse en persona, Una condición básica.
(…) Al desarrollar las consideraciones que siguen daré por sentado que el cliente experimenta la sensación de ser plenamente recibido. Quiero decir con esto que el cliente se siente recibido psicológicamente por el terapeuta por ser tal como es, cualesquiera que sean sus sentimientos (miedo, desesperación, inseguridad, ira), su modo de expresión (silencio, gestos, lágrimas o palabras) o lo que descubra que él es en ese momento. Este término recibido implica el concepto de ser comprendido empáticamente y ser aceptado. También corresponde señalar que lo que hace que la condición de ser recibido sea óptima es el hecho de que el cliente la experimente así y no su mera existencia en el terapeuta.
Por consiguiente, al referirme al proceso de cambio daré por supuesta en todo momento la existencia de una condición de recepción óptima.
El Continuo Emergente.
Al intentar aprehender y conceptualizar el proceso de cambio, busqué inicialmente elementos que señalaran o caracterizaran el cambio mismo. (…) Poco a poco fui desarrollando este concepto de proceso y discriminé en él siete etapas; deseo destacar, sin embargo, que se trata de un continuo, y que aunque identifiquemos siete etapas o cincuenta, existirán infinitos puntos intermedios. Pensé que cualquier cliente, considerado como totalidad, habitualmente exhibe conductas que se agrupan constituyendo una franja relativamente estrecha de este continua. Es decir, parce poco probable que el cliente manifieste absoluta fijeza en una esfera de su vida y total movilidad en otra; considerado en su conjunto, tiende a situarse en alguna etapa de este proceso. Sin embargo, según creo, el proceso que deseo describir se ajusta con mayor exactitud a determinadas zonas del significado personal; mi hipótesis es que en ellas el cliente se encuentra decididamente en una cierta etapa y no exhibe al mismo tiempo características de otras.

Las siete etapas del proceso.

o Primera etapa.
-Existe cierta reticencia a comunicar el sí mismo. La comunicación sólo se refiere a hechos externos.
-Sentimientos y significados personales no se reconocen ni se admiten como propios.
-Los constructos personales son extremadamente rígidos.
-Las relaciones íntimas y comunicativas se consideran peligrosas.
-En esta etapa no se reconocen ni perciben los problemas.
-No hay deseos de cambiar.
-La comunicación interna sufre un intenso bloqueo.
o Segunda etapa.
-La expresión comienza a fluir en relación con problemas ajenos al sí mismo.
-Los problemas se perciben como externos al sí mismo.
-No hay sentido de la responsabilidad personal en relación con los problemas.
-Los sentimientos se describen como objetos que no pertenecen al sujeto o que corresponden al pasado.
-Pueden manifestarse sentimientos, pero no se los reconoce como tales ni como propios.
-La posibilidad de vivenciar está limitada por la estructura del pasado.
-Los constructos personales son rígidos y no se reconocen como tales sino que se consideran como hechos objetivos.
-La diferencia de significados y sentimientos personales es muy limitada y burda.
-Pueden expresarse contradicciones, pero son pocas las que se reconocen como tales.
o Tercera etapa.
-Las expresiones referentes al sí mismo como objeto fluyen con mayor libertad.
-Las experiencias relacionadas con el sí mismo también se expresan como si fueran objetos.
-El sí mismo también se expresa como objeto reflejado, que existe principalmente en los demás.
-Con frecuencia se expresan o describen sentimientos o significados personales no pertenecientes al presente.
-La aceptación de los sentimientos es mínima. La mayor parte de ellos se revela como algo vergonzoso, malo, anormal o inaceptable por alguna otra razón.
-Los sentimientos se exhiben y luego a veces son reconocidos como tales.
-La experiencia se percibe como algo perteneciente al pasado o bien como algo totalmente ajeno al sí mismo.
-Los constructos personales son rígidos, pero pueden ser reconocidos como constructos y no como hechos externos.
-La diferenciación de sentimientos y significados es ligeramente más nítida y menos global que en las etapas anteriores.
-Se reconocen las contradicciones de la experiencia.
-Las elecciones personales suelen considerarse ineficaces.
o Cuarta etapa.
-El cliente describe sentimientos más intensos, del tipo “presente-pero-no-ahora”.
-Los sentimientos se describen como objetos del presente.
-En algunas oportunidades se expresan sentimientos en tiempo presente, que irrumpen casi en contra de los deseos del cliente.
-Hay una tendencia a experimentar los sentimientos en el presente inmediato; esta posibilidad va acompañada de desconfianza y temor.
-La aceptación franca de sentimientos es escasa, si bien se observa en alguna medida. La experimentación está menos “ligada a la estructura” del pasado, es menos remota y en ocasiones puede producirse con escasa distancia temporal.
-La construcción de la experiencia adquiere mayor flexibilidad. Se descubren algunos constructos personales, se los reconoce con claridad y se comienza a cuestionar su validez.
-La diferenciación de sentimientos, constructos y significados personales aumenta constantemente y existe cierta tendencia a procurar la exactitud en la simbolización.
-Se advierte la preocupación que inspiran las contradicciones e incongruencias entre la experiencia y el sí mismo.
-Existen sentimientos de responsabilidad propia en relación con los problemas, si bien son vacilantes.
-A pesar de que una relación íntima aún le parece peligrosa, el cliente se arriesga y se atreve a relacionarse en cierta medida a partir de sus sentimientos.
o Quinta etapa.
-Los sentimientos se expresan libremente en tiempo presente.
-Está muy próxima la posibilidad de experimentar plenamente los sentimientos. Estos “surgen a borbotones”, “se filtran”, a pesar del temor y la desconfianza que al cliente le inspira la posibilidad de experimentarlos de manera plena e inmediata.
-Comienza a aparecer una tendencia a advertir que vivenciar un sentimiento implica un referente directo.
-Los sentimientos que “surgen a borbotones” suelen despertar sorpresa y temor y casi nunca placer.
-Los sentimientos del sí mismo se reconocen como propios cada vez en mayor medida, hay una necesidad de ser esos sentimientos, de ser el “yo verdadero”.
-La experiencia adquiere mayor flexibilidad; ya no es algo remoto, y a menudo se produce con una demora mínima.
-La experiencia se construye de modos mucho menos rígidos. Se descubren nuevos constructos personales y se los examina y cuestiona críticamente.
-Existe una tendencia intensa y notoria a diferenciar con exactitud los sentimientos y significados.
-Las contradicciones e incongruencias de la experiencia son encaradas cada vez con mayor claridad.
-Aumenta la aceptación de la propia responsabilidad en los problemas que se encaran, y aumenta también la preocupación acerca de en qué medida el cliente ha contribuido a ellos. Los diálogos que se sostienen en el interior del sí mismo se van liberando, la comunicación interna se mejora y su bloqueo se reduce.
o Sexta etapa.
-Ahora el cliente puede experimentar como inmediatos los sentimientos que antes estaban “atascados”, inhibidos en su cualidad de proceso.
-Estos sentimientos fluyen hasta sus últimas consecuencias
-Un sentimiento del presente es experimentado directamente, de manera inmediata y rica.
-Se acepta esta cualidad inmediata de la experiencia y el sentimiento que la constituye.
-Ya no hay temor, necesidad de negarlo o luchar contra esto.
-El cliente vive subjetivamente en la experiencia, peri sin advertirlo.
-El sí mismo como objeto tiende a desaparecer.
-En esta etapa la experimentación adquiere verdaderas características de proceso.
-Otra característica de esta etapa es la relajación fisiológica que la acompaña.
-En esta etapa la comunicación interna es libre y relativamente exenta de bloqueos.
-La incongruencia entre la experiencia y la percepción se experimenta vívidamente a medida que se transforma en congruencia.
-En este momento de vivencia desaparece el constructo personal pertinente y el cliente se siente libre de su sistema anteriormente equilibrado.
-El momento de la vivencia plena se convierte en un referente claro y definido.
-La diferenciación de la vivencia es penetrante y clara.
-En esta etapa ya no hay más “problemas” externos ni internos.
-El cliente vive subjetivamente una fase del problema, que ha dejado de ser un objeto.
o Séptima etapa.
-Los sentimientos nuevos se experimentan de manera inmediata y rica en matices, tanto dentro como fuera de la relación terapéutica.
-La vivencia de estos sentimientos se utiliza como un referente claro.
-La aceptación de estos cambiantes sentimientos como propios aumenta y coexiste con una confianza básica en el proceso mismo.
-La vivencia ha perdido casi por completo sus aspectos limitados por la estructura y se convierte en vivencia de un proceso; esto significa que la situación se experimenta e interpreta como nueva, y no como algo pasado.
-Poco a poco el sí mismo se convierte simplemente en la conciencia subjetiva y reflexiva de la vivencia. El sí mismo se percibe cada vez menos como un objeto y, en cambio, se lo siente con mayor frecuencia como un proceso que inspira confianza.
-Los constructos personales se replantean provisionalmente, para ser luego validados mediante las experiencias ulteriores, pero aun en caso de serlo, se los plantea con mayor flexibilidad.
-La comunicación interna es clara: los sentimientos y símbolos se correlacionan de manera adecuada y hay términos nuevos para describir sentimientos nuevos.
-El cliente experimenta la elección efectiva de nuevas maneras de ser.

Carl Rogers.
El Proceso de Convertirse en Persona.
Ed. Paidós.

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