Respecto a la filosofía de Krishnamurti revisándola desde un punto de vista bahá’í: Cualquier “camino” es una concepción que te dirige hacia algo alejándote de otras cosas. Estos dos puntos deben tenerse en cuenta para que la persona distinga una cosa de otra.
Si bien las enseñanzas morales son una guía excelente para comportamientos que aportan claridad, no podemos adquirir experiencia a través de ellas. Ninguna religión es la finalidad de lo que enseña. Creo que a esto se refería Krishnamurti al decir, “no pueden acercarse a la Verdad por la religión”. Es lo mismo que decir que no por leer el Iqán cien veces alguien va a comprender la estación de Bahá’u’lláh. No es por “la religión” que se consigue esto, sino por Nosotros mismos, nuestras vidas, nuestras experiencias e interacciones con el presente. Estas interacciones son guiadas por la religión, pero la religión no produce la interacción en sí misma. Cuando tratamos de sustituir una cosa por la otra es cuando hacemos de “la religión” un producto de la mente.
La pureza y la conciencia son mucho más valiosas para el buscador que el conocimiento o la devoción. El Valle de la Búsqueda, el Íqán, Gemas de los Misterios Divinos, todos ellos repetidamente —una y otra vez— enfatizan la importancia de quitar el polvo que oscurece del corazón: todo lo accesorio, todo el amor y odio, todo el conocimiento y entendimiento.
En un pasaje del Iqán, Bahá’u’lláh nos habla de una tradición según la cual había que conocer al menos 20 ciencias para entender el misterio del Miráj; llegando a ese punto El dice que no sólo ese conocimiento no ayudará al buscador; sino que, en caso de poseerlo, además de no ayudarle ¡sería el mayor obstáculo para llegar a comprender el Miráj!
La persona debe purgar todo el conocimiento de su corazón —siendo “la religión” una forma de este conocimiento— y no acumularlo. El conocimiento debe ayudarnos a funcionar en la vida, pero no debería ser el determinante en la manera de ver la vida en sí misma. Digamos que la religión es el medio, no el fin; puede ayudarnos, moralmente, a “desacumular”, pero el mismo daño que puede evitarnos si hacemos esto puede ser causado por ella si “acumulamos” sus enseñanzas. Y este es precisamente el mensaje de Krishnamurti. Cuando él habla de “religión”, se refiere a la entidad que se crea en las mentes de las personas tras entrar en contacto con nuevas enseñanzas. La mente va en busca de algo, y lo encuentra en un nuevo Mensaje; y entonces la mente se llena de este mensaje, su dogma, sus formas, sus creencias – hasta que la mente está tan llena que apenas puede sostener otro pensamiento. Y en ese estado, trágicamente, se habrá alejado del objetivo del Mensaje.
Es interesante observar que los bahá’ís entienden esto instintivamente cuando se refieren a los cristianos, musulmanes, o judíos. Sin embargo les cuesta comprenderlo cuando se trata de sus propias creencias ¿No ha oído usted a los amigos decir, “un verdadero cristiano dejaría su iglesia y se haría bahá’í “? Bien, pues de la misma manera un verdadero bahá’í debería dejar sus ideas y convertirse en ser humano.
Las propias Escrituras, aún cuando defienden que se adquieran conocimientos para conseguir el avance del mundo, repiten hasta la saciedad que una profunda pureza es la única esperanza que la humanidad tiene de percibir los tenues brillos del Espíritu que se reflejan en el corazón de cada cosa creada. Al carecer de esta visión, los hombres se tratan unos a otros peor que los animales, y fracasan en comprender su hermandad común. Si no se alcanza la paz mundial no es por falta de medios, ni de proyectos, ni de esperanzas – es más bien un problema espiritual causado por “la religión” (no la religión). Es decir, porque cada persona tiene su “religión” y se adhiere a ella como si de Dios mismo se tratara, incluso podemos ver dos bahá’ís discutiendo entre ellos – a pesar de que su Fe severa y categóricamente prohíbe el conflicto y la discusión.
Cuando hay una clara percepción de la realidad no hay necesidad de creencias sobre la realidad. El alma que ve con claridad, aquella cuya visión está libre de impedimentos, no necesita religión. Por el contrario, armoniza sus acciones y decisiones a la Ley, y así es informada de la Verdad. Es religiosa por su movimiento, su espíritu, su aliento. Ya no hay conflicto entre lo que es, y lo que piensa que debería ser. Sirve al género humano porque le alegra servir – no porque deba. Aquí religiosa significa ” libre, verdadera, humana”, y la religión: una educación para llegar a este estado. Sin embargo, “la religión” es una creencia de que el mapa es el territorio, las enseñanzas son la realidad, la práctica es la experiencia, etcétera.
Así como un médico reconoce el propósito de la ley natural, y deja de pelearse con ella para trabajar con ella; de la misma manera el propósito de la religión es llegar a ese tipo de espiritualidad en la que la única manera de vivir es espiritual. De hecho, Bahá’u’lláh dice que en realidad ese es “el mundo real”, y que la causa de nuestras aflicciones es el alejamiento prolongado de ese mundo. De alguna manera, podríamos decir que la religión se parece a una tirita, o una cura, expresamente adaptada a un paciente muy enfermo ¿Debería un paciente reverenciar la cura, o deplorar su enfermedad? Más bien un paciente sabio usará la cura hasta que esté restablecido, y luego la dejará.
En ese punto – cuando nos desprendemos de “la religión”, el último impedimento – la visión es indescriptible. En esta etapa la gente actúa espontáneamente para el Bien porque este es su mayor anhelo ¿Cuál es el obstáculo entre la gente y esa percepción? La diferencia entre sus creencias sobre la realidad y la realidad en sí misma. Nos atrevemos a decir que la verdadera religión es aquel “inconocimiento” que posibilita el saber directo que deshace el ego, para que el ser humano pueda descubrir su ser. Pero si se utiliza incorrectamente, inmediatamente llevará a sus adherentes hasta el punto de ir a la guerra para defender sus creencias sobre cómo acabar con la guerra.
¿Está ahora la cuestión más clara? La “religión” que Krishnamurti ve apegada en las almas de los hombres es “la religión” que han colocado por encima de quienes realmente son, y que utilizan como una defensa para no saber lo que son realmente: buenos o malos, mediocres o excelentes. Pero el verdadero propósito de todo es la libertad – la libertad verdadera, genuina – que no se alcanza simplemente por adoptar otro conjunto de creencias o ideas.
Para tener esta verdadera religión, deberíamos hacer todo lo que Krishnamurti nos dice, que es lo mismo que dice Bahá’u’lláh, Buda y muchos otros tiempo atrás hasta el Oráculo de Delfos: Conócete a ti mismo. “Quien se ha conocido a sí mismo ha conocido a Dios” Porque el conocimiento de uno mismo es el proceso más doloroso y más difícil que existe, y que comienza con la purificación del ojo, el oído, el corazón, y la mente. Las prácticas de la Fe Bahá’í están diseñadas con ese propósito, y Dios nos ayudará si las usamos con ese fin; pero ya que los humanos somos humanos, siempre puede haber enquistamientos – y esto es lo que Krishnamurti tanto deploró del mundo de su alrededor: Veía que para los seres humanos la realidad tenía menos valor que su conjunto de creencias, y quiso liberarlos de esto. ¡Lo que importa no es lo que usted cree sino lo que usted es y hace! ¿No es ese el mensaje de Bahá’u’lláh? “Hay entre la gente quien se sienta a la puerta en medio de las sandalias, mientras en su corazón codicia el puesto de honor. Di: ¿Qué clase de hombre eres, vano y negligente, que quieres aparentar lo que no eres?”
Así podemos ver que la filosofía de Krishnamurti trata de la comprensión de quien y qué eres, y que solamente este conocimiento puede conectarte con Dios y con la vida. Pero mientras que esta comprensión no exista, “la religión” – bajo la forma de ideas y prácticas respetuosas – seguirá siendo tu mayor obstáculo hacia la Verdad.
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