La mayoría de lo que llamamos cosas son, como expresa Alejandro Jodorowsky en esta frase, como son. Al querer cambiarlas, se entrega la energía, el tiempo, el esfuerzo, en pos de imposibles. Y al pensarlas, resentirlas, desearlas distintas, es que se sufre.
Aceptar aquello que no se puede cambiar es abrir posibilidades a otros haceres, pararse en lo que se tiene o en lo que falta y trabajar desde allí, poder capitalizar recursos y ordenar las propias circunstancias.
No se puede cambiar a los demás o al pasado, o a algunas de las situaciones que se viven y si no se reconoce esto, se corre el peligro de caer en la queja, en el resentimiento, en el llanto, en la búsqueda interminables de los porqués.
Enfocarse en lo que sí se puede modificar, en hacer con lo que se tiene y a partir de allí aprender y crecer, validar y aceptar a los demás como están siendo y elegir siendo fiel a uno mismo y en relación a lo que se necesita, será salir de círculos viciosos inhabilitantes para volar en mejores aires.
Dejar de estar a merced, lamentarse y sufrir para elegir , hacer y disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario