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Paz y Ciencia

jueves, 19 de marzo de 2020

Karma




El «Karma» es a la vez acción y las consecuencias de la acción; es causa y efecto simultáneamente, pues toda acción engendra una fuerza de energía que vuelve a nosotros en igual cantidad. Esta Ley no tiene nada de insólito, todos hemos oído decir que «cosechamos lo que sembramos».
Los seres humanos somos, esencialmente, tomadores de decisiones infinitas.
En cada uno de los momentos de nuestra existencia tenemos acceso a una infinidad de posibilidades de decisión.
Algunas de estas decisiones las tomamos conscientemente, mientras que otras se toman inconscientemente. Pero la mejor manera de comprender y optimizar la aplicación de la Ley de la causalidad es volvernos conscientes de las decisiones que tomamos en cada momento.
La mayoría de nosotros, como consecuencia de los condicionamientos, tenemos respuestas repetitivas y previsibles ante los estímulos de nuestro entorno. Parece que nuestras reacciones son desencadenadas automáticamente por las personas y por las circunstancias, y nos olvidamos de que no dejan de ser decisiones que estamos tomando en cada momento de nuestra existencia. Sencillamente, estamos tomando estas decisiones inconscientemente.
Cuando tomamos una decisión, la que sea, podemos preguntarnos dos cosas, en primer lugar: «¿Cuáles son las consecuencias de esta decisión que estoy tomando?» en
Nuestro fuero interno sabremos cuáles son.
En segundo lugar: «Me aportará felicidad a mi y los que me rodean esta decisión que estoy tomando ahora?» Si la respuesta es afirmativa, entonces sigamos con la decisión. Si es negativa, entonces no tomemos la decisión. Es así de sencillo.
Entre el número infinito de posibilidades de decisión que tenemos ante nosotros a cada segundo, sólo hay una opción que nos generará felicidad a nosotros mismos y los que nos rodean. Y cuando elijamos esta opción su consecuencia será una forma de conducta que se llama «acción correcta espontánea», que es la acción correcta en el momento correcto. Es la respuesta correcta ante cada situación en el momento de producirse.

Lo importante es saber que las emociones aflictivas son nuestro peor enemigo y fuente de sufrimiento. En el momento en que éstas invaden nuestra mente, destruyen nuestra paz psíquica, a veces nuestra salud e incluso nuestras relaciones con los demás. Todas las acciones negativas, como matar, intimidar, engañar, etc., son producto de emociones aflictivas. Éstas son, por tanto, nuestro auténtico enemigo.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo 
N° Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653379269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es



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