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Paz y Ciencia

viernes, 13 de marzo de 2020

El experimento del arquetipo del niño interior



George Bernard Shaw, en uno de sus ensayos se pregunta qué es un niño y responde:

"Un experimento. Un nuevo intento de producir al hombre justo, al hombre perfecto, es decir, de divinizar a la humanidad. Pero apenas intentemos imponer la menor imagen de lo que es un buen hombre o una auténtica mujer... abortaremos el experimento, El daño resultante de subordinar sus aspiraciones más sagradas a nuestros propósitos particulares es prácticamente ilimitado".

En esta afirmación parece ponerse de manifiesto una profunda comprensión de la naturaleza del niño exterior y del niño interior. La idea de que el niño es un "nuevo experimento" implica una percepción del mismo como un individuo con facultades y limitaciones singulares, un ser que puede contribuir a la exploración del sentido de la vida y a ofrecernos nuevas posibilidades vitales.

Este nuevo ser, que precisa de orientación y cuidado, se encuentra en el seno de una familia, una cultura y una educación concretas, que conllevan valores, reglas y sistemas a los que el niño debe adaptarse y conformarse. Hasta tal punto que el niño se ve moldeado por su entorno que, frecuentemente, pierde el contacto con aquellos aspectos de su propio ser que no encajan con dichas expectativas y estructuras externas. Para algunos niños, adaptarse supone encubrir e incluso perder aquellas facultades que no se ajustan o no son valoradas por su entorno, lo que no sólo les afecta a ellos, sino que afecta también a la sociedad de la que forman parte.

En otros casos, la vitalidad de las propias facultades es tal que no resulta fácil sofocarla y sin los conductos apropiados para canalizarse y expresarse, la energía subyacente a dichas facultades se convertirá en dolor, como ocurre con toda energía bloqueada que puja por manifestarse.

Es posible que nuestra misión más "sagrada" sea la de procurar, con cuidado y con respeto, que el don de la vida que se nos ha dado llegue a desarrollarse "íntegra" o "totalmente". Dicho desarrollo debe incluir todos los aspectos de nuestro ser individual, no sólo los sancionados por nuestros valores colectivos. El afán de crecer y desarrollarse es tan connatural a cada uno de nosotros como una flor que se quiere abrir paso entre la maleza. C.G. Jung sostiene, en su ensayo "Psicología del Arquetipo Infantil", que la imagen del niño "representa el impulso más fuerte e ineludible de todo ser humano, es decir, el impulso de autorrealizarse".

Nuestro modo de vivir en el presente es consecuencia de todos los acontecimientos que se sucedieron en el constante experimento de vivir.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es

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