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Paz y Ciencia

viernes, 13 de marzo de 2020

Amor Platónico





Don Quijote decía que Dulcinea era la dama de sus pensamientos. Pensar mucho en alguien es estar a las puertas de enamorarse de él. Esta actitud tiene un nombre específico: amor platónico, modalidad de la especie sentimental, frecuente en los amores primerizos juveniles, que se elabora con muy pocos materiales reales y se incendia con la imaginación desbordada y sin el más mínimo control. Se fabrican paraísos y escenarios mentales que alientan la relación, pero la base es escasa: conversaciones, gestos, miradas, palabras difusas que invitan a repensarlas y la atracción física como anzuelo.

¿Es peligrosa esta situación? Es conveniente adentrarse en los distintos pasadizos del edificio sentimental, e insisto en algo importante: lo que no puede fallar es la base. Lo importante es que el corazón no vaya más deprisa que los hechos, si no después viene el desencanto y la melancolía, ganados a pulso, de un amor construido con demasiada fragilidad, vulnerable a los primeros vientos contrarios.

Cuanto más deseamos algo, más debemos salvaguardarlo con el orden de la razón. La inteligencia es la capacidad para aprehender la realidad en su complejidad, pero sin la afectividad es poca cosa. Ambas deben ensamblarse en la misma operación. Ése es el itinerario que propongo recorrer: geografía que atraviesa valles y collados, ríos caudalosos y paisajes agrestes. Es menester poner bases sólidas para edificar un amor fuerte y resistente, porque, como he comentado en otra ocasión, la vida no se improvisa, menos aún en sus grandes temas. 

En la mitología griega Eros era hijo de Pernia y Poros, de la riqueza y de la pobreza. Ésta es la estructura paradójica del amor. Cada hombre tiene sus audacias y cada amor sus argumentos.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Nº Col.: A-1324
Tfno.: (+34) 653 379 269
Instagram: @psicoletrazaragoza
Página Web: www.rcordobasanz.es

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