He recibido la llamada de un gran amigo. Una persona excelente que compatibiliza su trabajo con lecturas de psicología y trabajos de mercado, esto último más referente a su profesión. Hemos estado hablando del flamante Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales Howard Gardner. Como otros lectores del blog y algún paciente curioso ha mostrado un gran interés por los aportes de este científico.
Muchas veces (más de la cuenta), se suele pensar que quienes tienen un problema psicológico o de logopedia tienen una inteligencia baja. Esto es una inmensa falacia. Lo que se desprende de la obra de Gardner es que nuestra inteligencia no se limita a lo computacional. Jose Antonio Marina, por citar a un autor español, habla de inteligencia computacional e inteligencia ejecutiva. Recuerdo un ejemplo que él escribe en su libro "La inteligencia fracasada", en el que explica que un alumno suyo tenía un CI muy elevado y sin embargo está en la cárcel. Los psicólogos y psiquiatras conocemos bien este tipo de casos, personas muy capaces que por la influencia de lo que Marina llama "modulos afectivos" tienen dificultades para llevar una vida con bienestar en la sociedad. Unos se sienten "bichos raros" y otros proyectan su ira hacia los demás, los más alternan entre ambas tendencias. Como cuña, decir que el terapeuta es el contenedor que alberga esa ira, ordio y rencor del paciente.
Retomando la idea inicial de Gardner, reflexionar sobre la influencia que hemos tenido acerca de la "potencia" del CI y cómo eso ha podido influir en ciertas generaciones. Estos datos se comunican a los padres como si de un límite de potencial se tratara. "Tu hijo podrá llegar a estudiar tal cosa en base a los datos". Nunca he administrado un test de inteligencia, nunca he creído en tal cosa.
Recuerdo que cuando iba al colegio hicimos un test de inteligencia. Recuerdo que medían el tiempo, como corresponde. Un amigo muy inteligente que luego se volcó a las drogas y yo, que me incliné hacia la psicología, terminamos los primeros. Recuerdo que la profesora, mexicana, probablemente la mejor profesora que recuerde de aquel lúgubre colegio no quiso dar los resultados a no ser de que los padres se acercaran a una reunión con ella. Sabia decisión. Cuando una persona rellena un test, una escala o un cuestionario está influido por su situación emocional. Por decirlo a través de un ejemplo, una persona deprimida puntuará alto en depresión en la Escala Hamilton de depresión y puntuará menos de lo que puntuaría en otra situación en un test de inteligencia.
La sociedad es un poco "somarda" para este tipo de diversidad, hay poca tolerancia para aquellas personas que se alejan de lo estándar y esa presión recala en las personas que ya sienten un conflicto intrapsíquico. Un psicólogo social nos diría que ambos aspectos van de la mano, que somos "animales sociales", que influye lo que la sociedad envía a la persona como lo que la persona envía a la sociedad. Es cierto.
Gardner trata de explicar que la inteligencia no se mide por el rendimiento en ingeniería, biología o física. Una persona puede ser muy inteligente y dedicarse vocacionalmente a las letras. Ante eso se me ocurre otro componente, la presión que los padres realizan para que sus hijos realicen estudios que les puedan reportar mayores beneficios económicos. Estudios en ingeniería, economía, etc. Sin embargo hay que dar un amplio espacio y el derecho a que los hijos se equivoquen. Lo más importante es que la elección de los estudios y el trabajo sea vocacional, un fontanero, un electricista, un mecánico, un ingeniero o un arquitecto si hacen su trabajo con vocación tienen más facilidad para acceder al universo de la felicidad, condición efímera del humano.
Gardner además de explicar las bases científicas y neurológicas de las inteligencias múltiples da un golpe encima de la mesa para defender a aquellos que se separan del patrón social de "inteligentes" y lo sitúa como una gran mentira sostenida por estudios científicos primitivos. Las ciencias sociales no son exactas y en gran medida están influidas por el contexto sociocultural. "El observador modifica el fenómeno observado" dice el principio de incertidumbre de Schrodinger.
Para los padres y personas que tengan unos intereses o perfil distinto al que socialmente se considera "exitoso" este trabajo de Gardner supone un apoyo importante, una validación de su condición y un respaldo para seguir creciendo sin tener que tumbarse en el lecho de Procrusto social.
Afortundamente, la ciencia progresa a través de revoluciones como esta y cambios de paradigma que ayudan a moldear los clichés sociales.
1 comentario:
Qué interesante!!Siempre he creído que la inteligencia tiene una gran gama de colores. Para variar, siempre hay que esperar a que la ciencia 1000 años más tarde demuestre cosas que de forma intuitiva siempre se han conocido. Entonces con las cosas que la ciencia jamás será capaz de demostrar, qué hacemos?? rechazarlas?? aunque eso conlleve herir sentimientos de personas??
Por otra parte me alegro que haya gente como este autor que se dedique a demostrar estas cosas para que el resto de la humanidad pueda asentir con la cabeza.Un saludo!! Luis
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