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Paz y Ciencia

viernes, 15 de mayo de 2009

Sobre Carlos Castilla del Pino como Humanista



La pérdida de Carlos Castilla del Pino ha sido de gran significación. Tambaleados en los moldes de la buena vida, con buena salud, pasamos al margen de aquellos que arrastrados por el dolor físico están entre la vida y la muerte, en ese terreno borderline o como dice K. Dick en la "semivaina", en su obra Ubik.
Carlos Castilla del Pino fue tildado de "psiquiatra rojo", militó en el PCE y escribió a favor de Felipe González, militó desde lo psiquiátrico con Lopez-Ibor quien perdió la Cátedra por un franquista de más poderío y militancia, Vallejo-Nájera, no obstante el primero fue quien más poso dejó en el mundo de la psiquiatría con temas de calado como la "angustia vital" de raigambre psicoanalítica (freudiana).
Este buen señor, Carlos o Castilla del Pino según como nos queramos acercar, era también miembro de la Real Academia, ocupando el sillón "Q". Ensayista de prestigio, conocedor de los vericuetos de la lengua integró en su modelo "psi" la teoría de la comunicación escribiendo sobre la "incomunicación" como modelo para pensar la "red de relaciones interpersonales en donde se mueve el hombre". Así que desde la fundación Castilla del Pino se animaba al estudio de las ciencias psi inscrito dentro de las ciencias sociales. El buen doctor se retiraba a las seis de la tarde con su mujer en la Casa del Olivo para el estudio y la reflexión. Persona de la que se ha vertido mucha salsa rosa y que tal vez pudo ser un mal educador, según él refiere. Sin embargo fue un genial maestro, una excelente persona y un gran estudioso de las ciencias sociales, con cuatro convocatorias al Premio Príncipe de Asturias y varios honoris causa en Universidades Nacionales e Internacionales. La muerte de Carlos Castilla del Pino es el ocaso de una corriente de lucha, entrega y dedicación a cambiar los hitos que removieron la vida sociocultural de nuestro país. Una persona que escribió como los ángeles, con una profundidad y un análisis minucioso y extenso de las ideas, con una erudición y dedicación exhaustivas con títulos de vigencia y valor de incunable como "Un estudio sobre la depresión. Fundamentos de Antropología Dialéctica", "Celos, locura, muerte", "El delirio, un error necesario", "Teoría de los sentimientos"... También trabajos sobre el Quijote, ensayos y autobiografías noveladas como "Pretérito Imperfecto" y "La Casa del Olivo".
Leer a Carlos Castilla del Pino es abrirse ante la inmensidad de un ser tocado y cultivado, de una finura clínica y humana genial, un renovador de las ciencias "psi", un maestro, un pensador, un divulgador riguroso y profundo, un psicoanalista disidente (que admiro desde ese costado también) y en definitiva. Una persona de grandes e innumerables intereses, entre ellos el arte, que asoció, ligándolos para construir una coherencia interna en su obra de psico(PATO)logía, en sus ensayos y en sus novelas. Una persona que echaremos de menos pero que siempre podremos pensarla, recordarla y recrearla en la aproximación crítica a su fabulosa obra.
Este texto está dedicado a Carlos y a quienes se inspiraron por un momento indecible por su vasta contribución. Gracias también a Isabel por su atención precisamente en un día para empezar a recrear ideas creativas como el propio Castilla del Pino invitaba a hacer en su vida. Porque la genialidad no está absuelta de dolor.

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