PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

domingo, 3 de mayo de 2009

Imposturas




Pues finalizando el festín de fin de semana he llegado a echar un vistazo a varias ideas. Newbie, wannabe, snob, poseur...
Todas estas ideas suelen tener un tono peyorativo, detrás de estas "imposturas" propias del falso self hay un deseo de ser otro. Un interés de imitar a un modelo, personaje de prestigio, parece ser que internet hay también un rito de inicio en comunidades virtuales, es impresionante lo que se puede aprender a cada instante.
Existe un potencial, una diferencia dinámica de tensión entre dos fuerzas. Se me ocurre hablar de dos casos: la persona que roba para pedir "prestada" otro tipo de atenciones. "Hay un hambre emocional que necesita comprensión" acabo de escuchar en una infame serie llamada Beverly Hills 90210. Sensación de Vivir, sé que perderé el sentido externo de dignidad diciendo esto pero considero que está en relación con el tópico de hoy.
Incluso en las series más elitistas aparecen ideas tan curiosas como ésta. Me dicen que el próximo capítulo es sábado a las 10:15... Hay que estar en todo...
Se puede robar por pedir la presencia de alguien que no lo está, eso decía Winnicott sobre el robo, que es una forma de llamada de atención, una pedida de auxilio, un robo que suple carencias, véase "Deprivación y Delincuencia" de DW Winnicott.
Un buen amigo me dijo que tenía la "cabeza analítica", y es verdad que a veces resulta engorroso dentro y fuera del espacio de análisis. Pues bien, tampoco es un tema demasiado pedante precisamente. Antes si que quisiera añadir otro gesto más. Les traslado tres cuadros de Paul Goguin, se ve un cambio, y es que el arte es la manifestación más bella de los fenómenos psíquicos y sociológicos. Se me ocurre el ponerlo porque son tres fases en las que parece que hay una intermedia de engranaje. Goghin pasó un tiempo en latinoamérica y asimiló los motivos que allí vivió, se observa (desde mi posición de lego) que ya no importa la fidelidad de los colores, recuerda a los niños que no entienden del efecto de color en las superficies.






Les copio el comentario escrito en la página del Thyssen sobre Edgar Degas, un impresionista parisino, este señor era una persona de la alta sociedad del siglo XIX y eso se transmite en sus cuadros. El cuadro es "Bailarina Basculando-Bailarina Verde-".
Como activos protagonistas de la vida moderna, los impresionistas frecuentaron los teatros, los cafés concierto, la ópera y, de vez en cuando, el circo, y se relacionaron con actores, actrices, bailarinas y cantantes. La recién estrenada ópera de Charles Garnier, un edificio emblemático del nuevo París remodelado por Haussmann, era uno de los lugares frecuentados por Degas, quien, a partir de 1874, dedicó gran parte de su carrera artística al mundo del ballet. No hay más que hojear el catálogo razonado de Paul-André Lemoisne para comprobar la importancia que este tema tiene en su obra.

El artista, que veía en el ballet un vehículo fundamental para estudiar la figura humana en movimiento, dibujó y pintó reiteradamente las cambiantes actitudes de las bailarinas. Las representaba en todo tipo de posturas, ensayando o en el escenario, vistiéndose, o atándose las zapatillas, testimoniando siempre su enorme esfuerzo físico y su concentración. Ronald Pickvance (1993) recoge un interesante testimonio de Louisine Havemeyer, la amiga americana de Mary Cassatt y una coleccionista entusiasta de Degas, quien contaba que al preguntarle por qué pintaba tantas bailarinas, el pintor había respondido: "Porque, madame, sólo en ellas puedo redescubrir el movimiento de los griegos".

En la Bailarina verde del Museo Thyssen-Bornemisza, Degas nos introduce en plena representación frente a un público que no se ve pero que se identifica con el espectador del cuadro. Nuestra mirada cae sobre la escena como si la estuviéramos viendo a través de unos prismáticos desde un palco lateral, desde uno de esos palcos que proporcionan vistas privilegiadas del escenario y permiten ver entre bastidores. La utilización de un punto de vista alto y sesgado era un recurso del que se valía el artista para captar a las modelos en posturas inesperadas.

Del grupo del primer término sólo una de las bailarinas se presenta de cuerpo entero en el momento en que, elevando sus brazos y su pierna izquierda, realiza un complicado y rápido giro. Las demás figuras están cortadas y de ellas sólo podemos ver algún fragmento de pierna o una parte del tutú de su traje, de forma que Degas deja a nuestra libre imaginación el resto de su persona y el movimiento de su paso. Esta manera de cortar las figuras, que Degas utilizó en todas sus obras sobre el ballet, deriva de la doble influencia de los grabados japoneses y del nuevo invento de la fotografía. La fotografía le lleva a crear un espacio pictórico en el cual el marco del cuadro ya no tiene en su centro la escena representada, como ocurría tradicionalmente en el arte occidental, quizás para demostrar que la realidad es siempre transitoria, cambiante e incompleta y debe ser representada de forma fragmentada.

Al fondo, dispuestas frontalmente, unas cuantas bailarinas vestidas de naranja en actitud relajada, esperan su turno o acaban de terminar su actuación. El decorado se ve reducido a una imagen difusa de lo que parece un paisaje rocoso y arbolado y carece de importancia en el conjunto de la composición.

Por otra parte, los audaces escorzos y los gestos veloces de las muchachas, nos remiten a un movimiento rápido que agudiza la instantaneidad de la escena. La fugacidad de la acción es captada gracias a los trazos rápidos que permite la técnica del pastel, que Degas aplica con un virtuosismo técnico sin precedentes. El pastel, una técnica que se puso de moda en Europa en el siglo XVIII para los retratos de la alta burguesía, alcanzó con los impresionistas la misma categoría que la pintura al óleo. Pero sin duda fue Degas quien destacó como el verdadero maestro de este procedimiento.

Paloma Alarcó

No hay comentarios: